Sabina Spielrein, juego limpio en el psicoanálisis
Debemos rebuscar entre los escombros, literalmente, para recuperar y visibilizar la aportación de una mujer brillante. Descubrimos a Sabina Spielrein, algo que la historia no ha hecho con sus aportaciones al campo de la psicología, la psiquiatría y el psicoanálisis. Por cierto, Spielrein significa juego limpio en alemán.
Por Olatz Napal Fernández y Esther Muñoz Alonso, colaboradoras de Sorkin
“Quisiera, al momento de morir, que pusieran en mi tumba: ‘Yo también fui un ser humano’”.
Sabina Spielrein
Casi sin darnos cuenta estamos dando fin a otro año. Un año muere, y otro nace. Empieza el invierno y con ello una época llena de simbología, personajes y figuras pintorescas, tradiciones profundamente arraigadas y ritos dirigidos a apartar todo tipo de mal, desprendernos de lo que resulta inservible o indeseable y preparar el terreno para una nueva época de esplendor. Una de las costumbres más antiguas de las celebraciones cercanas al solsticio de invierno en Europa se refiere al tronco que se hace arder y cuya ceniza luego trae apogeo y crecimiento. Este tronco en Euskalherria es llamado de diferentes formas según la región: Gabonzuzi (Zegama), Xukil o Tukil (Urralgoiti), Olentzero-enbor (Oiartzun), … Es cortado y colocado en la chimenea del hogar, para asegurar el renacimiento del sol, la renovación del ciclo del año y la perpetuación de la vida, contrarrestando el poder de las fuerzas peligrosas que amenazan las noches invernales. El carbón y las cenizas sobrantes se guardan con el fin de alejar el daño mundano y sobrenatural; defender la casa de los rayos y los incendios; fertilizar la tierra; sanar a personas o animales enfermos; purificar el agua…
De la combustión, de la destrucción, de los escombros, viene la prosperidad
El análisis de la mitología y de las costumbres de diversas culturas, como podría ser el tronco de invierno, que abordan la relación de la muerte, del volver a la tierra y el surgimiento de la vida, llevaron a Sabina Spielrein (junto a aspectos de su propia biografía personal) a elaborar su teoría La destrucción como causa del devenir.
Precisamente fue entre los escombros que dejó la reforma del Instituto de Psicología del Palais Wilson de Ginebra, en 1977, donde se encontró una caja con escritos personales de Spielrein: el intercambio epistolar con Sigmund Freud y Carl Gustav Jung (80 cartas entre 1908 y 1923) y el diario que ella escribió entre 1909 y 1912. Dicho hallazgo hizo posible que Spielrein dejara de ser una nota al pie de algún escrito de Freud y se pudieron conocer algunos de los motivos por los cuales su obra fue sepultada.
Sabina Spielrein marcó una huella reveladora y relevante en la historia del psicoanálisis. Pionera del psicoanálisis infantil, fue una de las primeras mujeres teóricas de modo significativo y minucioso. Sin embargo, cuando se habla de ella, se suele hacer referencia a la parte de su biografía como paciente, diagnosticada de histeria, que se enamoró y fue amante de Jung, su psicoanalista, poniendo en jaque la relación de éste con Freud. Pocas veces se recuerdan los títulos de sus teorías e investigaciones, pero sí las pinceladas afiladas que colorearon los detalles del escándalo. La película Un método peligroso, de David Cronenberg, la saca de cierto anonimato, pero sitúa a Sabina como la amante de Jung, poniendo un acento acusador en “sus encantos seductores” y encubriendo el abuso de poder de Jung en el tratamiento que él mismo conducía. Fue paciente, alumna brillante, excelente médica psiquiatra, psicoanalista e investigadora, y aunque algunos hayan querido dejar su memoria exiliada en el diván, su contribución al estudio de la mente, desde los varios lados de dicho diván, es una de las más importantes del siglo XX.
Una historia de trauma, supervivencia y contribución al psiconálisis no reconocida
Sabina Spielrein (Rusia, 1885-1942) creció en un ambiente de maltrato físico ejercido por su padre. Fue descrita como una chica difícil y rebelde, intelectualmente brillante, que sufría bruscos cambios de humor e intentó suicidarse. Fue internada, se le administró tratamientos con electroshock; y, al no haber mejoría, la trasladaron a la clínica Burghölzli, donde trabajaba Jung, siendo la primera paciente a la que aplica el método psicoanalítico. Diagnosticada de histeria (también de esquizofrenia), presentó mejoría clínica y continuó en tratamiento con Jung durante unos años, en los que también fueron amantes.
Todavía interna en la clínica y conforme mejora clínicamente, Spielrein decide matricularse en la Universidad de Zurich; estudia medicina y psiquiatría. Zurich, que fue la primera universidad europea en aceptar a mujeres, se había convertido en un polo de atracción para muchas estudiantes, especialmente para las rusas. Sabina formaba parte de las 362 estudiantes rusas matriculadas en la Universidad de Zurich en 1910. Se licencia en 1911 con una tesis titulada El contenido psicológico de un caso de esquizofrenia, tratándose del primer texto académico donde aparece el término “esquizofrenia” (llamada hasta entonces demencia precoz) en la historia de la psiquiatría.
Ese año se instala en Viena e ingresa en la Asociación Psicoanalítica de Viena, convirtiéndose en una de las primeras mujeres que forma parte de una asociación de psicoanálisis. En esta asociación expuso por primera vez su tesis sobre la pulsión de destrucción, titulada La destrucción como causa del devenir (nacimiento), ante la cual Freud manifestó objeciones, lo que no le impidió que adoptarla y aprovecharla sustancialmente en su tesis Pulsión de muerte, en la que replicó conceptos de Spielrein y únicamente la citó en un pie de página (tras reclamo expreso por parte de la autora). Fue también fuente de inspiración para algunas de las ideas de Jung, como los conceptos de “ánima y sombra”.
La novedad de la teoría de Spielrein reside en que considera que los conflictos fundamentales que acontecen en la mente humana son una especie de enfrentamiento entre el instinto de muerte y el instinto de vida. Estas dos fuerzas se mantienen en equilibrio y son una condición de la otra. Para la elaboración de dicha teoría se basa en los mitos, leyendas y textos sagrados de distintas culturas que relacionan la muerte y el nacimiento. Hay cierta conexión lógica, dice, entre morir, el volver a la tierra, materia de origen, y el volver a nacer. La psicoanalista dice que en nuestro interior albergamos un instinto destructor que está relacionado con el mismo instinto de conservación o, mejor dicho, que hay que entenderlo como originado por éste. En el Xukil o Gabonzuzi, la madera se destruye con el fuego para dar brasa y calor. Ninguna transformación, ninguna creación, puede darse sin una destrucción del antiguo estado. Esto es lo que ocurre en nuestro interior durante los procesos de creación.
Spielrein se hizo célebre como psicoanalista destacando especialmente en el campo de la psicología infantil. Fue también miembro de la Asociación Psicoanalítica de Berlín, profesora de psicoanálisis en el Instituto Rousseau de Ginebra, y catedrática de psicología en la Universidad de Moscú. En la capital rusa conocería a su gran colaboradora, Vera Schmidt, con quien fundó en 1923 un jardín de infancia llamado White Nursery, donde se fomentaba el crecimiento de los niños y niñas como seres absolutamente libres y se trataba especialmente el desarrollo del lenguaje de los mismos; la White Nursery se haría tan popular que hasta el propio Stalin llevó allí, con nombre falso, a uno de sus hijos.
Ninguna de las funciones a las que las mujeres estaban relegadas en su época -hija, esposa, ama de casa, madre-, la hicieron permanecer en lo cotidiano; tampoco en la dolorosa alternativa de “locura”. Su experiencia como madre impregna algunas de sus publicaciones como Amor materno, La teoría de la pequeña Renata, La concepción infantil del mundo o El origen de las palabras infantiles papá y mamá, donde aborda la importancia y efecto de la verbalización de palabras de cariño por parte de la madre a su pequeño para que éste empiece a pronunciar sus primeras palabras.
Spielrein se convirtió en una persona incómoda, debido a su ascendencia judía y a sus ideas científicas (en 1926, la White Nursery fue cerrada por el Gobierno soviético). En 1929 se disolvió la Asociación Psicoanalítica de Moscú; en 1936, Stalin prohibió la práctica del psicoanálisis en la Unión Soviética, y la figura de Sabina Spielrein fue desdibujada. En agosto de 1942, al año de la invasión de la URSS por parte de las tropas de Hitler, su ciudad, Rostov del Don, cayó en poder de los alemanes, quienes fusilaron a algunos habitantes de la ciudad , entre los que estaban Sabina y sus dos hijas.
Hoy recuperamos la memoria de una mujer con una trayectoria puntera en el campo de la investigación, divulgación, docencia y clínica, sólo mencionada por los detalles de prensa amarillista de su biografía, a pesar de que sus aportaciones científicas han sido recogidas por autores reconocidos como Jung, Jean Piaget y hasta reapropiadas, si no plagiadas, por el propio Freud. Una vida eclipsada y sepultada por el escándalo de los acontecimientos en torno y más allá del diván. Una mujer con una historia de trauma y locura, paciente, diagnosticada de histeria, intelectualmente brillante, generosa y que vivió una vida llena de transformaciones, con crisis internas y externas que dieron pie a cambios productivos y que integró sus hallazgos en la creación de su propia vida. En palabras de la propia Sabina Spielrein : “Desafío, porque en la vida he de realizar algo noble y grande. Yo no estoy hecha para lo cotidiano. Para mí se trata de una lucha a vida o muerte”.
Este invierno nuestras cenizas de Gabonzuzi las colocamos en la memoria de Sabina Spielrein, para dar luz, proteger y recuperar su legado en el campo del conocimiento de la psique humana.
Sabina Spielrein, juego limpio.
Bibliografía:
• Volnovich, J.C. (2002); “Sabina Spielrein: expropiación intelectual en la historia del psicoanálisis”.
• Vallejo Orellana, R.; Sánchez-Barranco Ruiz, A. (2003); “Sabina Spielrein, la primera mujer que enriqueció la teoría psicoanalítica”, Revista de la AEN, 85, pp. 107-122.
• J. M. de Barandiarán: KalerretaSubilaro, pp. 8-9, “Egan”, núms. 5-6, 1956.
• Alnaes, K.(2003): “La verdadera historia de Sabina Spielrein” (Editorial Siruela).