Cierra el pico, Beethoven

Cierra el pico, Beethoven

Se podría decir que Beethoven es un intocable, un personaje fascinante de la historia que, por su genialidad y perfección, no admite crítica. Pero, ¡ojo!, el libro 'Música y mujeres. Género y poder' desmonta la mística de la música clásica: de las élites al pupitre.

15/01/2020
Portada del libro 'Música y mujeres. Género y Poder'. Es una ilustración en morado y blanco de una mujer tocando un arpa.

Portada del libro ‘Música y mujeres. Género y poder’.

La editorial Ménades nos ha regalado una necesaria edición de Música y mujeres. Género y poder, un clásico de la musicología feminista de la mano de Marisa Manchado y otras incansables del pensamiento como son las investigadoras Teresa Cascudo, Amelia Die Goyanes, Carmen Cecilia Pinero, Ellen Waterman, entre otras. Ménades rescata el texto editado por primera vez en los 90 en una versión ampliada que incorpora reflexiones vinculadas con nuestra realidad hoy. Un imprescindible que estamos dispuestas a desgranar.

Beethoven omnipresente está en los anuncios de seguros, en el cine de autor, los culturetas lo llevan por bandera, en las series infantiles, incluso hay quién se tatúa las primeras notas de su celebrado Himno de la Alegría (Si, si, do, re, re…) como si fuese la misma Biblia. Y así con todo lo que rodea a la música clásica, un género tan perfecto, elevado y arraigado a nuestras raíces musicales que es imposible penetrar en la historiografía para darle un par de vueltas. Es difícil poner en tela de duda los parámetros que han regido nuestro tiempo y Música y mujeres. Género y poder renace para hacer tambalear estos cimientos cargados de masculinidad. Y no queremos decir que Beethoven mañana sea menos genio que hoy, sino que nos hemos saltado a unas cuantas genias: las que no pudieron serlo y las que lo lograron siendo excepcionales en lo suyo, después de lidiar con no pocos obstáculos.

La musicología no comprende de género porque no existe tal cosa en los anales de la música. Han sido muchas, afortunadamente, quienes han tratado de poner patas arriba el escenario de la historia que relegó al umbral a muchas artistas, compositoras e intérpretes que deberíamos rescatar y conocer. ¿O acaso creíais que Chopin solo había uno?

Acercarse al libro editado por Marisa Manchado significa reconocer la propia ignorancia, enfrentarse a nuevas audiciones, atreverse a escudriñar en campos más complejos, despojarnos de las ideas preestablecidas, darle vida a los silencios y aprender a escuchar mejor.

Y a este respecto hay tres asuntos a los que no puedo quitarle el ojo después de esta lectura: volver a repensar la música clásica en términos de crítica cultural, la aportación y valoración de las mujeres a la música y las dificultades añadidas a la raza, más allá de la clase y el género.

La lectura de Música y mujeres. Género y poder comprende una magnífica selección de ensayos, revisados de la primera edición publicada en 1990, que reflexionan acerca de muy diversos ámbitos musicales. Desde los estudios culturales sobre ópera, una revisión de obras y compositores reconocidos, el asunto de la musicología y feminismo, hasta una interesante encuesta a compositoras españolas que ponen en cuestionamiento la creación musical y su conexión con la condición de género.

La mujer, relegada a los espacios domésticos y a las tareas más tediosas, ha intentado intervenir en el espacio musical de muchas formas, la mayoría de las veces, pensemos, como musa, mera intérprete al servicio y entretenimiento de los hombres, en definitiva, sin ser sujeto de la música.

En cuanto a la representación, la ópera y la literatura nos han dejado cientos de ejemplos que perfilan mujeres frías, calculadoras, histéricas, sumisas, o sexualmente dominadoras. Veamos a Carmen, Penélope, Salomé, Electra, Clitemnestra… y, a pesar de todo, hay que agradecer el esfuerzo, la dedicación y la lucha a todas aquellas valientes que rompieron con las configuraciones sociales.

¿Por qué damos por sentado que la música clásica no es cuestionable y el reggaetón, en cambio, sí? La música de culto también discrimina y modela una historia de base patriarcal, pero, como pertenece a las élites, goza de una amplia aceptación social. ¿Por qué damos por sentado que si las mujeres no destacaron de igual modo que los hombres en la música es porque no eran suficientemente buenas? Estas palabras de Teresa Cascudo resumen muy bien el recelo, y el inmediato silenciamiento de muchas de ellas: “El mal no estaba en que Fanny Mendelssohn Hensel compusiera música, sino que ganase dinero con ella; el mal no estaba en que Clara Schumann fuese una muy apreciada concertista, estaba en que pretendiese dedicarse a la actividad abstracta e intelectualizada, y por lo tanto, masculinizada, de la composición”. Y en último lugar: ¿por qué damos por sentado que no hay grandes mujeres latinoamericanas, por ejemplo, que aportaron a la música de su momento? Aquí se revela cómo la eterna pirámide de la discriminación (clase, género y raza) que llevó a configurar todo el pensamiento de Angela Davis, también se aplica, cómo no, a la disciplina musical.

Las palabras que abren el prólogo a la primera edición condensan de forma acertada el magnífico contenido de Música y mujeres. Género y poder: “¿Por qué no ha habido “grandes” compositoras? Esta es una pregunta muy común, cuya respuesta no tiene misterio. En el pasado, el talento, la educación, la habilidad, los intereses o la motivación eran irrelevantes, ya que el solo hecho de ser mujer suponía una única cualificación para el trabajo doméstico y para la continua obediencia y dependencia de la autoridad masculina”, Pauline Oliveros.

Después de esto, dedicad unos minutos al celebrado concierto de Navidad de la Filarmónica de Viena. Contad a las mujeres sobre el escenario.

 

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