Los derechos de las minorías y la libertad de expresión

Los derechos de las minorías y la libertad de expresión

La profesora Esa Díaz León explica el porqué de la protesta por parte de activistas trans y feministas en la Universidad Pompeu Fabra en contra de una charla del profesor Pablo de Lora.

29/01/2020

El día 18 de diciembre de 2019 hubo una protesta por parte de activistas trans y feministas en la Universidad Pompeu Fabra, en contra de una charla del profesor Pablo de Lora, que se disponía a presentar una ponencia con el título ‘What is it like to be a trans? Four puzzles on gender identity’. Los manifestantes entraron a la sala a la hora que estaba anunciada la charla, con carteles donde se acusaba a De Lora de ser sexista y tránsfobo, por ejemplo dadas sus afirmaciones en una entrevista. También leyeron un manifiesto expresando sus objeciones, propusieron a la audiencia que salieran de la sala a escuchar sus perspectiva en vez de quedarse a escuchar la ponencia de quien a su juicio no estaba legitimado a hablar sobre la experiencia trans, y preguntaron a la audiencia porqué habían ido a escuchar a ese ponente hablar sobre experiencia trans. Ante esta situación, el ponente decidió marcharse en vez de intentar dar la charla de todos modos.

Se han publicado varios artículos condenando la protesta, pero muy pocos explicando las razones de la misma. En esta nota me gustaría explicar algunas razones que pueden justificar este tipo de protesta.

Primero, me parece que hay tipos de protesta que todos rechazaríamos, como los que involucran violencia, intimidación o coacción. Por otro lado, hay tipos de protesta que todos o casi todos aceptaríamos, como hacer una queja, o una manifestación en algún otro lugar, sin irrumpir en el evento. En cambio, me parece que la protesta contra Pablo de Lora ocupa una zona gris sobre la que es más difícil alcanzar un consenso y hay más división. Intentaré explicar algunas razones por las que a algunas nos puede parecer que este tipo de protesta sí podría ser permisible.

En mi opinión, el ponente sí ha expresado en el pasado opiniones sexistas y tránsfobas. Me centraré en su entrevista en El Mundo, que es fácilmente accesible. Allí afirma que las tesis “TERF” son acertadas, y que la identidad trans sería un problema para el feminismo, y que las políticas de protección de las mujeres colapsarían si se asignaran simplemente en función de cómo uno se identifique, ya que muchos hombres podrían identificarse como mujeres para conseguir esos beneficios.

Esta interpretación no es producto de una confusión, sino de una lectura cuidadosa de la entrevista.

Estas afirmaciones a mi juicio están muy cercanas a una ideología que es muy dominante en nuestra sociedad y que causa mucho daño a la comunidad trans. Explicaré esto con algo de detalle. La ideología imperante en nuestra sociedad trata la identidad trans como una enfermedad, o como algo inmoral, o como una frivolidad. Esta ideología tiene efectos nocivos: hay hechos objetivos que nos hacen ver que las personas trans están discriminadas en muchos aspectos, por ejemplo tienen peor acceso al sistema sanitario, a la vivienda, al mercado de trabajo, y a la educación. Es fácil argumentar que la ideología tránsfoba que he descrito causa en buena parte estos índices de discriminación objetivos.

¿Como puede una ideología causar discriminación? Hay filósofas feministas que han argumentado que los discursos pueden causar y perpetuar prácticas y estructuras sociales de subordinación. Por ejemplo la filósofa Rae Langton ha argumentado en su libro Sexual Solipsism que la pornografía es un ejemplo de discurso que causa la subordinación de las mujeres, precisamente porque difunde una ideología que prescribe cómo los hombres han de tratar a las mujeres, y esta ideología causa subordinación.

Alguien podría preguntar cómo un conjunto de discursos pueden ser causalmente responsables de la subordinación que sufren las mujeres en nuestra sociedad. La filósofa Anne Eaton explica en su artículo ‘A sensible anti-porn feminism’ que la relación causal entre estos discursos y la subordinación es como la relación causal que hay entre fumar y el cáncer. Está claro que fumar causa cáncer. Ahora, también hay factores adicionales, y no todo el mundo que fuma tiene cáncer. Pero esto no falsifica la tesis causal. Así mismo, esos discursos peligrosos a los que me refiero pueden causar subordinación: aunque la contribución causal de cada discurso sea mínima, todos ellos causan acumulativamente subordinación. Análogamente, yo opino que los discursos que expresan una ideología tránsfoba pueden ser causalmente responsables de la discriminación objetiva que sufren las personas trans. 

Y después de este excursus, podemos volver al tema que nos ocupa, a saber, evaluar la permisibilidad de esta protesta.

A mi juicio, caracterizar la identidad trans como una identidad “de quita y pon”, algo a lo que uno puede apuntarse “para conseguir beneficios” es muy problemático. Esta idea está muy cercana a la ideología que entiende la identidad trans como una frivolidad o un capricho. Esta ideología dificulta que las personas trans puedan vivir dignamente en nuestra sociedad, respetándose su identidad de género, facilitando que se usen sus pronombres y nombres elegidos, y vivir libres de estigma.

En mi opinión, las palabras expresadas por Pablo de Lora en su entrevista en El Mundo están cercanas a la ideología que de hecho causa estas prácticas discriminatorias. Y por eso opino que darle una tribuna en la universidad para que exprese esas ideas contribuye causalmente a la discriminación de las personas trans (quizás de manera análoga a la que fumar un cigarrillo más contribuye causalmente a desarrollar un cáncer).

¿Qué consecuencias tiene esto para la libertad de expresión? Yo estoy de acuerdo con defensores de la libertad de expresión en que los ponentes universitarios tenemos derecho a dar una charla sin interrupciones ni protestas que dificulten que podamos dar nuestra charla como estaba planificada. Pero también creo que las personas trans que forman parte de la comunidad universitaria tienen derecho a ser tratados con respeto y dignidad, sin que se dé pábulo a discursos que fomentan su discriminación. Por tanto yo creo que este caso es un caso claro de derechos que entran en conflicto. El ponente tenía derecho a dar su charla sin interrupciones. Las personas trans tienen derecho a vivir en una sociedad libre de ideologías que causen discriminación.

¿Cómo podemos arbitrar situaciones donde hay conflicto de derechos? Esta es una pregunta muy difícil a mi juicio. En mi opinión, en la comunidad universitaria tenemos obligación de decantarnos por la protección de comunidades especialmente vulnerables, y por eso opino que la protección del derecho de las personas trans a vivir libres de estigma es prioritaria en este caso. Por eso opino que su protesta fue adecuada.

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