Selena y su bidi bidi bombom feminista

Selena y su bidi bidi bombom feminista

Hablar de la cantante mexicoestadounidense es hablar de música, migración, culturas transfronterizas e identidades. En este texto Karol Posadas y Xóchitl López conversan sobre su admiración por Selena, pero en realidad nos cuentan su propia historia como migrantes

08/01/2020
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La cantante Selena con el pelo largo y negro y flequillo, su imagen más característica.

La cantante Selena Quintanilla.

La noticia del asesinato de Selena se conoció en casi toda América, el llanto de los fanáticos escurría desde Estados Unidos hasta Argentina en un río sin fronteras. Pero en Maxela, Guerrero, un pueblo rural de México, Dora Xóchitl López Mata no lo sabía, tenía seis años y hasta los ocho se enteraría de la tragedia. Su madre hizo todo lo posible por ocultársela.

En cambio, en Escuintla, Guatemala, Karol Posadas, de apenas cinco años, era todo lo consciente que podía ser a esa edad de la muerte de su querida Selena. Junto a sus abuelos, veía por televisión la cobertura desde Corpus Christi, Texas, donde fue asesinada la cantante. Diez años después de aquella noche, la niña llegaría a esa misma ciudad, migrante, indocumentada y sola.

Era el 31 de marzo de 1995. Selena Quintanilla Pérez estaba por cumplir 24 años, terminar de grabar su primer disco completo en inglés, abrir otra tienda de ropa con sus propios diseños, llevar su música al norte de Estados Unidos y el sur del continente, donde desde hacía mucho la esperaban.

La cultura transfronteriza, sin teorías ni activismo, tenía una figura y era Selena. La llamaban la reina del Tex-Mex, la música que cantaba con su banda, Los Dinos, una mezcla de ritmos que a su vez viene de otra mezcla, como el texano, country, waltz, norteño, mariachi, jazz, polca, vals, pop, cumbia.

Para los mexicanos era la chicana y para los gringos, la mexicana. En los últimos años ha sido también un símbolo para algunas feministas. Para todos es la mujer de la gran voz. Imposible dejar de oírla, menos de mirarla: el péndulo de sus caderas, el floreo de sus manos, las rotaciones de su cuerpo. Era una luz, diría desde la cárcel Yolanda Saldívar, la mujer que la asesinó aquel medio día sin una explicación contundente hasta ahora.

Karol y Selena se reencuentran

—Qué bonita eres, ¿cuántos años tienes?

Asustada, tras burlar a la policía de migración, Karol Posadas dijo al hombre que tenía 15 años.

—Te pareces a alguien que yo quiero mucho. No, pero ella es inigualable.

Estaban en Corpus Christi, a más de 200 kilómetros de la frontera con México. Aquel hombre formaba parte del colosal negocio del tráfico ilícito de personas desde Centroamérica, que en 2017 generó entre 200 y 2.300 millones de dólares según Rand Corporation, un centro de investigación y análisis estadounidense.

—Mira, es ella.

Y le mostró la foto de Selena. Los ojos negros y su cabello todavía más, los labios gruesos y pintados de un rojo quemado, estirados en una sonrisa. Karol volvió a ver la imagen que los noticiarios repetían aquella noche de 1995, cuando era una niña de cinco años y se acurrucaba junto a sus abuelos en Guatemala. Ahora es cantante y trabaja imitando a Selena.

El viaje a Estados Unidos fue su obsequio al cumplir 15 años, una edad especial para muchas mujeres en México y parte de Latinoamérica. El regalo no fue una excursión a Disneylandia, sino una doblemente peligrosa para las mujeres y triple para una adolescente. Iba a conocer a su mamá y a su papá y viajaba de forma indocumentada.

Cuando Karol tenía dos años de edad sus padres decidieron dejar Guatemala, la pobreza y décadas de violencia que parecían no tener fin, especialmente contra la población indígena. La encargaron con sus abuelos y migraron a Estados Unidos para conseguir ese sueño del que todo mundo habla.

Pero para obtener tal vida de ensueño primero hay que arriesgarla en México. “En Monterrey me, ¿cómo se dice? You know, me kidnap”. En 2019 han pasado 15 años desde que Karol dejó su país, comienza a olvidar palabras en español, pero no olvida que cerca de la frontera con Estados Unidos tres hombres intentaron raptarla. “Corrí como nunca antes y me salvé, pero sí agarraron a una mucha de El Salvador”.

Cruzar dos veces la misma frontera

Selena Quintanilla Pérez nació en 1971 en Lake Jackson, Texas, y falleció asesinada en Corpus Christi, en ese mismo estado, en 1995. Era la menor de tres hermanos y la tercera generación de una familia mexicoestadounidense. Sus padres nacieron en Estados Unidos, sus abuelos migraron de México a ese país.

Las personas de origen mexicano son la población latina más grande en Estados Unidos, en 2017 eran casi 37 millones, según el Centro de Investigación Pew. La historia entre ambos países ha sido de amor y odio. Si la encarnáramos, podríamos ver una relación de codependencias y abusos, donde el poder casi siempre se ejerce desde el norte.

Texas era territorio mexicano habitado mayormente por anglosajones. En 1836, tras una guerra de sus pobladores contra el recién formado México, se independizaron para luego adherirse a Estados Unidos. En 1848, con otra guerra, los estadounidenses se quedaron también con California, Nevada, Utah, Nuevo México y Arizona. Casi toda la frontera quedó marcada con un primer muro: el cauce del Río Bravo.

Pero esa muralla líquida no ha impedido la migración. Los hijos de los mexicanos nacidos en territorio gringo crearon otra cultura y se hicieron llamar chicanos. Casi siempre rechazados por estadounidenses por parecer mexicanos e incomprendidos por los mexicanos por tener otro idioma, costumbres y vivir del otro lado.

Por esos prejuicios a los artistas chicanos les ha costado entrar a México. Pero Selena lo logró. Con la canción ‘Como la flor’, del disco Entre en mi mundo, de 1992, hizo el crossover, paradójicamente, hacia México. Y de este país iba a cruzar de nuevo al norte, en 1995, con su primer disco completamente en inglés, Dreaming of you. Pero fue asesinada.

Antes tuvo que atravesar la barrera del sexismo. Aunque desde hacía varios años había mujeres en la escena Tex-Mex, era más difícil que destacaran. Su camino estaba allanado por artistas como Lydia Mendoza, una de las iniciadoras de la música chicana. Ambas nacieron en Texas y son de origen mexicano y comenzaron sus carreras junto a sus familias. Sólo que Lydia lo hizo 70 años antes, en la década de los 20.

A diferencia de Selena, las canciones que interpretaba Lydia Mendoza hablaban de la condición de las mujeres. Por ejemplo, ‘Mal hombre’, que relata la historia de una mujer que es tratada como “una cualquiera” por haber tenido relaciones sexuales. “De mi honra el perfume me llevaste… A mi triste destino abandonada… Entablé fiera lucha con la vida”.

La cantante Selena con el pelo largo y negro y flequillo, su imagen más característica.

La cantante Selena Quintanilla.

Selena, la xicana

“Cuando Selena falleció, mi mamá me cubrió de ese dolor. No dejaba que nadie hablara de eso frente a mí y no veíamos mucho la televisión, por eso no supe”. Xóchitl López Mata lo descubrió en la película biográfica de la cantante, interpretada por Jenifer López en 1997, dos años después del asesinato. Quedó casi tan destruida como el único casette que tenía de ella, que terminó por romperse de tanto que lo tocaba.

Xóchitl López y su familia migraron a Estados Unidos cuando ella tenía diez años. Era 1999, el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) llevaba cinco en marcha. El presidente Carlos Salinas de Gortari prometió que el acuerdo disminuiría la migración indocumentada, pues la economía crecería y las personas no necesitarían dejar México.

Pero lo que vino luego del TLCAN fue una grave crisis económica. En 1990 había 4.4 millones de mexicanos viviendo en Estados Unidos. Para el 2000, la cifra creció a 9.3 millones, según el censo poblacional de ese país. La familia López Mata fue de las miles que, forzadas por la pobreza, salieron de México. A 20 años de que partieron de Maxela, sigue siendo catalogada como una comunidad rural de alta marginalidad.

“Con mi carrera tengo más admiración por Selena. Era chicana como yo, su música, su manera de vestir, su espontaneidad, me inspiran mucho porque se nota lo buena gente que era. En mi vida tiene un lugar muy especial”, dice Xóchitl López, con una maestría en estudios de género, enfocados en la población chicana.

“La vinculo con el feminismo porque se rebeló contra el conservadurismo de su papá, no ocultó su sensualidad y se abrió camino en una música dominada por hombres. Quizá ella no se nombraba así, pero de alguna manera lo hacía en la práctica. El feminismo también es luchar por ti misma y con eso abrir paso a otras.”

Para Xóchitl López, conocida en Instagram por más de 30 mil seguidores como Fat Chicana Feminist, esa seguridad que proyectaba Selena y el orgullo que expresaba por sus orígenes mexicanos le ha servido de referencia para su activismo corporal, político y feminista.

Aunque los chicanos son más bien ubicados como los nacidos en Estados Unidos de padres mexicanos, ella ha explorado otras formas de esa identidad. “Mientras más años llevo aquí, más me reafirmo como xicana, con ‘x’, haciendo honor a mis raíces indígenas, mexicanas”.

En la década de los años 60 “era muy político identificarse como chicana”. Ahora, con el discurso de odio fomentado por el presidente Donald Trump, “es más político identificarme como mexicana, que lo soy. Pero definitivamente me atraviesa otra identidad, la que construí aquí y que es como la de Selena”.

Ultimas noticias: Selena es asesinada

En México, Selena comenzó a escucharse en el norte, en la frontera con Estados Unidos, y luego en el centro y sur. Para el público mexicano era una artista nueva, pero para cuando la conoció, a los 21 años, Selena llevaba al menos 15 de trabajo y 11 discos.

Su padre, Abraham Quintanilla II, un músico retirado que había dejado su banda, Los Dinos, descubrió que la menor de sus hijos tenía una voz que encantaba. Entonces compró un micrófono para Selena, una batería para su hija mayor, Suzette, y una guitarra eléctrica para Abraham III. A ninguno de los tres les interesaba eso, pero el hombre fue tenaz.

Selena tenía seis años cuando comenzó a ensayar todos los días junto a sus hermanos. Tan pronto lograron armar un conjunto, su padre abrió un restaurante de comida mexicana donde la variedad eran sus hijos. El negoció quebró, pero Abraham no deshizo el grupo, al que nombró Selena y Los Dinos.

La familia entera, con la madre, Marcela Pérez, viajaba en un camper para presentarse en ferias, festivales, estaciones de radio, donde les dieran oportunidad. Tal vez por ello tocaban diferentes ritmos, además de las composiciones de Abraham Quintanilla padre: las canciones que Michael Jackson ponía de moda, o las que Dona Summer había vuelto clásicas una década atrás, temas de Juan Gabriel o populares canciones de mariachi.

Con el paso de los años se sumaron integrantes, entre ellos, el guitarrista Chris Pérez, quien más tarde se convertiría en esposo de Selena. El grupo fue definiendo un estilo y Selena reafirmó el suyo. Pasó por varios looks con los que no se le asocia tanto, como el cabello muy corto y enrizado, hasta que llegó al que más se le reconoce: cabello largo, a veces con fleco y otras con peinados muy elaborados.

Sus atuendos también se han vuelto inconfundibles: bustiers y boinas con pedrería, o el icónico palazzo morado que usó en el concierto del Astrodome de Houston, Texas, en 1995. Ella diseñaba y a veces confeccionaba su vestuario. Para usarlo tuvo que convencer a su padre, un hombre conservador, quien también se opuso a su relación con Chris Pérez.

Un año antes de su asesinato lanzó su propia línea de ropa, que vendía en sus tiendas “Selena Etc”. Yolanda Saldívar, quien más tarde la asesinaría, administraba esos negocios, así como los clubes de fans. Desde la cárcel ha contado varias versiones del porqué mató a su “hija”, como insiste en llamarle, lo cual ha alimentado el mito alrededor de la cantante.

Lo cierto es que la hirió por la espalda con un revolver calibre 38. Saldívar había sido despedida días antes por Abraham Quintanilla debido a un supuesto desfalco. Hospedada en el motel Days Inn, en Corpus Christi, citó a Selena el jueves 30 de marzo de 1995 para entregarle la contabilidad.

La mañana del viernes 31 la cantante regresó por otros documentos que faltaban. Poco antes de las 12 del día, Selena salió de la habitación 158 con un disparo en la espalda. Como pudo, cruzó corriendo el patio, el estacionamiento, pasó junto a la piscina y logró llegar a la recepción, donde se desplomó.

Yolanda Saldívar fue condenada a cadena perpetua por asesinato en primer grado. Se declaró inocente, insistió siempre en que quería suicidarse, pero la pistola se accionó hacia Selena. El periódico The New York Times informó en la portada de su edición del 1 de abril: “Selena, ganadora del Grammy, muere en tiroteo en el motel de Texas”.

El abrazo de Selena

“Como muchos migrantes, no pude ir a la universidad”, cuenta Karol Posadas. Lo intentó y, para poder costearla, cantaba en un bar en el que los asistentes pagaban por la canción que deseaban escuchar. Un día llegó una mujer y le pidió Bidibidi bombom. “Comenzó con una song y luego otra”. Se convirtió en clienta asidua y, al cabo de unos meses, “ya había oído casi toda la discografía”.

No era raro que a Karol le hicieran notar su parecido con Selena, hasta que se lo tomó en serio y, junto con unos amigos y su hermano, formó el grupo Selena Tribute Band. La joven ha dedicado mucho tiempo en estudiar el estilo de la cantante, pero dice que “jamás alguien podría igualarla”. Curioso que lo diga así, como aquel hombre se lo dijo cuando ella llegó a Corpus Christi.

Sin embargo, en cada presentación Karol se desdobla en la cantante y en la fan. “Es impresionante cómo el público se emociona y olvida por unos minutos que ya no está viva. Ríen, lloran, bailan. No sé explicarte lo que se siente cuando me piden un abrazo diciéndome que es lo más cercano que van a estar de ella. Pero también es lo más cercano que yo lo estaré. Do you get it?”.


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