“Hay cierta marginalidad compartida entre infancia y vejez”

“Hay cierta marginalidad compartida entre infancia y vejez”

Mar Gallego entrevista a Elisa Victoria, autora de la novela 'Vozdevieja', y hablan de infancia y folclore.

Texto: Mar Gallego
una mujer apoyada en una pared posa para la cámara en día caluroso

Elisa Victoria. / Foto: Laura Carrascosa Vela

Elisa Victoria nació en Sevilla en 1985. Se ha dedicado a coleccionar muñecas, vender pizzas, estudiar Filosofía y Magisterio Infantil y a escribir obras oscuras, así las define ella, como Porn & Pains o La sombra de los pinos. La autora de Vozdevieja, su primera novela en la que una niña de nueve años es protagonista y narradora, dice saber comunicarse muy bien con animales y personas no adultas. Su compleja visión sobre infancias entre los bloques sevillanos la ha convertido en uno de los fenómenos literarios más comentados de los dos últimos años.

¿Por qué escribes?
Escribir le da sentido a mi existencia, que se me ha hecho muy sufrida desde el principio. En la pubertad me di cuenta de cuánto me divertía y me beneficiaba escribir, en un punto óptimo entre lo lúdico y lo terapéutico. Además, cuando escribo por voluntad propia se me vuelve tangible que estoy viva, cosa que rara vez me pasa de otras maneras. Es algo que aprecio de corazón. La experiencia no es siempre la misma. A veces, me consuela el trance en el que me sume la actividad. Otras, la forma en que parece que las palabras se trazan solas, como si yo fuese una mera espectadora de un suceso ajeno, lo que supone un gran descanso. En ocasiones se trata de una labor más mecánica de corrección exhaustiva que, aunque resulte cansada, también me complace y me hace sentir útil. Cuando llego a la escritura destrozada anímicamente, el simple garabateo de mi propia letra sobre el papel me calma y me reubica o sencillamente me mantiene con vida mientras dura el achuchón. En general, como con cualquier disciplina artística, me fascina otorgarle una estética al extrañísimo fenómeno de la conciencia humana. La vivencia de la conciencia en sí, sin un tratamiento estético, me resulta bastante insoportable.

¿Qué te llevó a escribir Vozdevieja?
Por un lado me interesaba profundizar en la experiencia de la infancia en primera persona. Como lectora suelo disfrutar mucho ese punto de vista porque se propicia una mezcla muy bonita de ingredientes entre la lucidez y la torpeza. Había practicado mi propia perspectiva a lo largo de varios cuentos breves y sentía que podía extenderme al nivel de hondura de una novela que no dejara de ser accesible, alejándome un poco de la espesura que había trabajado en mis otras obras. También me movía cierto empeño por mostrar que el relato de una niña en un entorno que a menudo se considera tan exótico y concreto podía alcanzar lo universal. Que los pensamientos y costumbres de la protagonista podían ser reconocibles por todo tipo de personas, independientemente de su edad, género o procedencia.

Es curioso que en el título de la novela figure precisamente el término “vieja” para contar la historia desde el punto de vista de la niña Marina. La rapera y poeta andaluza Gata Cattana escribe en una de sus obras que en las infancias existe una especie de pacto silencioso entre niñez y personas mayores. Y que ella lo vivió especialmente en su infancia de pueblo. ¿Hay algo de eso en esta obra?
Dependerá de cada situación pero parece que a grandes rasgos es frecuente que haya cierto pacto, sí, cierta marginalidad compartida. Niños y viejos atraviesan momentos que se conectan de alguna manera, encontrarte en el principio o el final de esa línea temporal de la vida, comunicando directamente con el negro previo y posterior a la conciencia te da una perspectiva peculiar. Altera tus prioridades, tu forma de observar las cosas, te permite ver a quienes se encuentran en el centro de la línea -protagonistas oficiales de nuestro mundo-, desde cierta distancia que otorga claridad. También está el factor de que en los dos extremos se tiene plena conciencia de que se trata de una relación efímera. La gente mayor sabe que lo más probable es que desaparezca antes del escenario. En la infancia te das cuenta también y eso propicia la intensidad de los momentos compartidos.
Respeto eterno para Gata Cattana.

Como escritora, ¿qué historias te inspiran más? ¿Qué te mueve para narrar relatos como Vozdevieja que habitan las cercanías?
Me inspiran las historias que plasman ampliamente todos los aspectos de la experiencia del mundo, y que los plasman de forma que me resulte familiar, eso es inevitable. Puede ocurrir desde cualquier obra de cualquier época y desde cualquier género. Lo esencial es que haya un hilo de sensibilidad con el que conectar y que a través de él llegue el latido de la compañía, el consuelo de la comprensión. El costumbrismo me resulta esencial. Tiene un poder tan profundo como sencillo y a mis ojos refleja de verdad cómo son las cosas y cómo nos afectan, sin artificios. Está lleno de capas y significados. Veo igual de importantes todos los detalles de la vida cotidiana: desde una legaña hasta una observación metafísica. Sólo reflejándolo todo al mismo nivel me parece que se crea una estampa completa sobre la condición humana.


Marina, una niña sevillana de nueve años, es la narradora de la historia pero no es la única. Aparecen muchos personajes adultos y no adultos en ella. Curiosamente como lectora me ha llegado que tu novela era una descripción precisa de la adultez como forma concreta de habitar el mundo ¿Qué le parece a Marina ese mundo?

Sin duda en la niñez somos observadores del mundo y ese mundo está dominado por personas adultas, así que nos fijamos mucho en ellas. Es frecuente que en las conversaciones infantiles se hagan apreciaciones sobre lo poco interesantes que son las personas mayores. Marina va encontrando excepciones aquí y allá que la llenan de esperanza e inspiración, pero el mundo adulto le parece, a gran escala, aterrador. Aburrido, mecánico, cansado, completamente alejado de lo importante. También siente compasión porque el sistema es muy opresivo y no se lo pone fácil a la gente adulta. Lo único que anhela del momento de crecer es ver cómo acaba siendo su cuerpo y la libertad que otorga la mayoría de edad.

Marina se presenta como una voz totalmente legítima en la obra. Con una subjetividad legítima. ¿Hemos infantilizado como sociedad a la infancia? ¿Hemos distorsionado esos momentos de nuestras vidas?
En este libro se da una especie de acuerdo en el que Marina tiene una voz legítima con una subjetividad legítima porque somos conscientes de que una niña no tendría la capacidad de escribir una novela de estas características, pero aceptamos que sí es capaz de tener esas experiencias y de reflexionar así sobre ellas. Hay gente que no encuentra esta capacidad de reflexión verosímil y a mí me parece que esa gente tiene pocos recuerdos de la infancia. Ha tratado poco y de forma superficial con la niñez, o las dos cosas. Creo que, como indicas, se da una distorsión de la memoria normalmente involuntaria y basada en la adaptación a la dictadura del presente y que se subestiman las capacidades perceptivas de la infancia. Resulta muy atractiva la fantasía de que en el mundo existan seres así de sencillos e inocentes. Durante los primeros años es posible aislarles en burbujas de desinformación. Pero este tipo de ilusión sólo da lugar a choques brutales con la realidad. En general no importa lo que hagamos en casa porque, en cuanto salimos a la calle y vamos al cole, empezamos a tener contacto con la realidad, que es muy cruda y difícil de asimilar. Así que, cuanto antes se hable del asunto, mejor. A la larga, tratar a las infancias como ángeles de luz provenientes de un paraíso limpio y fácil, les hará sentir abandonadas y rotas.

Describes de manera muy real los momentos sexuales en esta fase de nuestras vidas. En tu perfil de Instagram colgaste una obra de Claude Gaignebet llamada El folklore obsceno de los niños que también aborda esta cuestión. ¿Por qué, desde tu punto de vista, hay tanta resistencia social a admitir que la sexualidad también está presente en la infancia? ¿Por qué Marina tenía que traer estos capítulos a la obra?
La sexualidad en la infancia causa mucho rechazo, el sexo es el gran tabú de nuestra civilización muy por encima de la violencia y la muerte y preocupa que en la niñez haya interés por esa información, accedan a ella y acaben teniendo problemas que además podrían estar en gran parte provocados por la falta de educación al respecto. Es un círculo vicioso.
Supongo que la repugnancia que causa tiene una parte irracional procedente del lavado de cerebro que nos pegaron al ocultarnos el tema en su momento. Se considera algo obsceno que da asco sin más, que se reserva para el mundo adulto sin muchas explicaciones. También está la preocupación de que pueda pasar algo malo, por supuesto. Se les dice a los niños, y especialmente a las niñas, que no deben interesarse por el sexo porque aún no es el momento, que tienen que esperar a ser mayores. Todo ello para mantener a la infancia limpia y alejada de los posibles peligros que acechan en torno a la cuestión. Para que no se precipiten a situaciones que les superen y les hagan daño. Pero el interés no es algo que pueda aplazarse una vez se despierta. Es como si hablar del tema aumentara el riesgo cuando, si se hace de forma atenta y responsable, el efecto tiende a ser justo el contrario.

Marina tenía que traer sin duda interés hacia la sexualidad porque, aunque el momento en que aparece es variable en cada persona y puede llegar en la adolescencia más tardía e incluso no llegar a presentarse nunca, es un hecho que muchas personas a los nueve años están viviendo hace tiempo curiosidad, atracción e incluso obsesión por el asunto. Una obsesión fomentada a todas luces por ese característico halo de misterio. Era consciente de que los pasajes con contenido sexual podían generan una repugnancia visceral pero para mí resultaban esenciales como parte de la representación costumbrista que buscaba. Me he documentado sobre ello a todos los niveles y estaba completamente segura de que resultaba pertinente. También sabía que tratar la sexualidad en la infancia era un tema arriesgado y en general se ha aceptado con naturalidad, así que puedo estar más que contenta.

En la novela hay una frase que me encanta. Dices algo así como “el folclore no me alcanza, pero las folclóricas sí. Están muy locas y son muy guapas desde hace un montón de tiempo”. ¿Qué mirada tiene Marina sobre las folclóricas?
En este fragmento el estar muy locas equivale a saltarse ciertas normas establecidas. Las folclóricas que Marina ve en la tele le fascinan por su belleza, su gracia y su potencia. Toman el escenario, son expresivas, ingeniosas, atrevidas, impulsivas, desgarradas, experimentan con su propia apariencia, en sus ojos se aprecia cierto fuego que ella admira. Marina, desde su corta edad y su entorno cerrado, no se ve atraída por el folclore en sí porque se siente atrapada por su predominancia. Ella viene de un sitio sureño y seco en el que la mayoría de la gente vive obsesionada con la imaginería católica y el flamenco, y ese ambiente, por ser la única opción, le resulta opresivo. Pero las artistas concretas trascienden esa opresión y consiguen conectar con ella. Le parecen seres humanos excepcionales más allá de cualquier contexto.

El espacio-tiempo de la novela pesa tanto que casi parece un protagonista más. Principios de los 90, barrios de Sevilla, sequía, resaca de la Expo… ¿Hay cuestiones en la obra que son inseparables de esa parte de la cultura andaluza que tú retratas?
Pienso que algunos elementos de la vida cotidiana propios del momento y la cultura retratados necesitan aparecer en torno a los personajes para que su psicología se desarrolle plenamente, pero podrían ser perfectamente otros y que el desarrollo resultase muy similar. Para mí lo esencial es que todo tenga lugar dentro de una atmósfera seca, periférica y algo decadente.

¿Cómo ha recibido el público esta obra? ¿Qué te ha traído?
El público ha recibido esta obra con mucha calidez. La construí tratando de crear una historia accesible y llena de todo tipo de sentimientos dentro de la oscuridad a la que siempre tiendo, y la respuesta ha superado ampliamente mis expectativas. Me ha traído la satisfacción de comprobar que el experimento funcionaba y era capaz de conectar con un gran número de personas de diferentes clases. Muchos mensajes y encuentros bonitos, viajes y presentaciones, atención por parte de la prensa y bastante exposición pública, lo que ha implicado también momentos de ansiedad por la falta de costumbre. Pero bueno, aunque a veces haya tenido ganas de esconderme debajo de una piedra hasta que pasara todo, he intentado tomármelo con curiosidad y gratitud y en general ha sido muy positivo.

¿En qué andas ahora? ¿Dónde te podremos leer en breve?
Ahora mismo ando trabajando en la próxima novela que espero no tardar mucho en tener lista. Estas cosas largas siempre van lentas pero estoy segura de que no me ocupará tanto tiempo como Vozdevieja, que me llevó cuatro años. Mientras tanto, se me suele poder leer en artículos periodísticos o relatos sueltos que se van publicando en la prensa y en diferentes antologías y fanzines que van surgiendo. Este año, por ejemplo, se publicará un fanzine de mucha categoría en el que participo junto a algunas de las ilustradoras que más admiro. Ojalá pudiera decir más porque gira en torno a uno de mis temas favoritos de todos los tiempos. Ya lo veréis, ¡va a estar precioso!

 


Te invitamos a leer sobre folclóricas.

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