Defensa y recuperación del territorio de la sanación ancestral originaria

Defensa y recuperación del territorio de la sanación ancestral originaria

Hay que ponerle atención a las giras de denuncia internacional que se llevan a muchas defensoras a contar sus historias, a foros, academias, reuniones con funcionarios públicos y movimientos sociales, donde no se crean las condiciones para su descanso, su contención y recuperación de la exposición

17/02/2020
Lorena Kabnal.

Lorena Kabnal.


Me gusta iniciar diálogos compartiendo que hablo en “
primera persona política”, con eso quiero decir, que hablo desde las vivencias que atraviesan mi territorio cuerpo, porque mi cuerpo es el espacio corporal con una temporalidad que reúne todas mis experiencias de vida y es el espacio inmediato de constatación de cómo en él se han configurado las violencias y de cómo a mi propio ritmo con consciencia se tejen mis sanaciones cotidianas. Esta experiencia la hago política y personal, pero no es individual, porque también se hace comunal cuando la comparto con otras mujeres en territorios indígenas y empezamos a dialogar de las similitudes que tenemos inscritas en los cuerpos, sean de violencias ancestrales o sean experiencias sanadoras.

No ha sido fácil plantear públicamente en Iximulew-Guatemala, en 2005, que “mi cuerpo es mi primer territorio de defensa”. Recuerdo que para esos años también se planteaba por parte de algunos líderes hombres del movimiento indígena que venían de la lucha por defensa del territorio a nivel nacional, una burla misógina: “Qué chiquito es el territorio que defienden estas mujeres, su cuerpo”. Han pasado los años y sostener, hasta el día de hoy, la consigna que nació de la lucha de las mujeres xinkas contra minería en la montaña de Xalapán no ha sido fácil. Recuerdo algunas de las sospechas feministas en la ciudad respecto a qué nos referíamos o qué se quería dar a entender. Abrir brecha de este planteamiento conllevó remover algunos pensamientos arraigados de las teorías feministas, porque pasar el planteamiento de que el cuerpo es un espacios político histórico, temporal y significado de la constatación inmediata de las violencias o las emancipaciones, trajo un aporte de interpelación; lo incoherente de querer transformar el sistema patriarcal en el mundo, pero sin adentrarse en sanar todas las violencias patriarcales y la naturalización de sus somatizaciones en la vida propia de las mujeres.

Al pasar los años esa consigna de mi cuerpo, mi primer territorio de defensa, se convertiría en uno de los enunciados de la propuesta política que hoy camina con la Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario Territorial desde Iximulew-Guatemala; “Defensa, recuperación y sanación de mi territorio cuerpotierra, y que sigue caminando por diferentes territorios fuera de Iximulew, como un aporte al movimiento feminista mundial; no se puede hablar de cuerpos emancipados y autodeterminados, si no hablamos de tierra emancipada y autodeterminada, donde cuerpo y tierra se sanan en reciprocidad para la vida.

Ha sido a partir de los años que también se ha ido tejiendo la propuesta de “la sanación como camino cósmicopolítico”. Mirar atrás y ver el recorrido que ha tenido esta propuesta y las huellas que ha dejado en nuestros cuerpos para defenderla, es recordar que también trajo, pérdidas, lutos, destierros, riesgos ataques y amenazas machistas en comunidades o por funcionarios públicos que fueron denunciados en su momento, pero también desencuentros y desacuerdos entre algunas mujeres y feministas.

Los cuerpos que han sostenido este enunciado y lo hacen vida, al poner los cuerpos en la línea frontal del ataque, hemos sido mujeres que hemos y seguimos aportando a la defensa de los territorios ancestrales, pero también que defendemos nuestros cuerpos ante las múltiples formas de violencias, me refiero a mujeres que en su vida cotidiana, viven el desgaste físico, emocional, económico, comunitario y espiritual de la violencia sexual, la estigmatización, criminalización, persecución y judicialización. De ésta historia vengo, por ello son 14 años los que cumplo de ser acompañada de Brigadas Internacionales de Paz.

Ser defensoras del territorio cuerpo-tierra, nos conllevó a otra dimensión que cambiaría nuestra vidas de manera permanente. Denunciar el machismo indígena dentro de los movimientos de defensa territorial y el machismo kaxlan1 por parte de funcionarios públicos ladinos o mestizos conllevó a complejidades políticas para las que asumimos públicamente nombrarnos feministas comunitarias y en lo más reciente desde Tzk´at; Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario territorial desde Iximulew Guatemala. Territorial es nuestro apellido político, cuando se refieran a nosotras, nómbrenos: Feministas Comunitarias Territoriales, porque lo que no se nombre, no existe, esa es una consigna hermosa feminista que nos cobija. De la misma manera cuando hablan de territorio cuerpotierra, no invisiblicen qué cuerpos gestaron éste enunciado de defensa territorial porque ahora se lee desde tesis académicas y algunos libros donde no aparece nuestra memoria epistémica, pero si las palabras, los enunciados que hemos gestado desde el riesgo político. Cuestionamos que éste enunciado sea impreso en vinil y sea llevado en las marchas cuando el vinil es sumamente contaminante de la tierra, de la misma manera la incoherencia de imprimir playeras y banderas para uniformar a mujeres indígenas en las marchas y caminatas para visibilizar este enunciado y el patrocinio que recibieron.

Como mujeres originarias con diferentes historias desde dónde o como hemos vivido la racialidad, la discriminación, las violencias, la guerra contrainsurgente y más reciente la persecución política por denunciar la impunidad y corrupción de funcionarios en las concesiones en territorios ancestrales, hoy nos convocamos a la defensa de una dimensión que ya las abuelas y ancestras iniciaron desde la colonización española: La defensa del territorio de la memoria ancestral y espiritual de las mujeres originarias”, esto convoca a un llamado profundo a la consciencia, al corazón, al espíritu, para que lo siguiente que se lea, no se racionalice, sino es una invitación para descolonizar y con ello sanar las relaciones feministas que convergen en espacios con mujeres originarias, porque es en esos espacios donde actualmente se están naturalizando prácticas que a manera de ritos, esoterismo o místicas, se realizan tutelados por algunas mujeres que no son originarias.

Hoy parecieran uniformados varios de esos espacios que en sus actividades programadas, hacen lectura del calendario maya y en muchos casos con lecturas esencialistas, religiosizadas y en un discurso masculino heterosexual. Varios de estos espacios están siendo abordados por personas que no son mayas, y no porque tenga que ser exclusividad de las, los les mayas de hacerlo, sino porque por principio de cosmogonía en la pluralidad de espiritualidades que se deben de tejer para la vida, este aporte milenario de saberes y espiritualidades tiene un vínculo profundo con los cuerpos mayas que lo enuncian.

El ser Mayab, esa conexión espiritual profunda de donde está nuestro ombligo conectado con la tierra y se une a las energías ancestrales milenarias que han habitado esto lugares, la palpitación uterina de nuestras madres al momento del alumbramiento, el nawal de nacimiento, es decir la fase lunar que regía la energía del día del nacimiento, junto a los elementos del cosmos y la cuenta calendárica lunar y solar, le darán sentido relacional espiritual a nuestra existencia. No es lo mismo cuando cuerpos blancos y kaxlanes enuncian la lectura calendárica maya desde esencialismos, menos cuando se uniforman maneras de interpretar las energías del día. Ahí hay que hacer interpelaciones, porque el racismo en estos tiempos se está refuncionalizando y de manera muy sutil está entrando a usurpar la dimensión espiritual de los pueblos, de las mujeres originarias, de las sanadoras, hueseras, hierberas, comadronas ancestrales, tejedoras, contadoras del tiempo, sobadoras, ahumadoras, temaskaleras, guía espírituales y artistas ancestrales entre muchas otras.

Con esto hay que mencionar que desde más o menos 8 años también empecé a denunciar el tutelaje académico y feminista que se hace por parte de algunas organizaciones de mujeres y feministas de las mujeres indígenas en comunidades, la interpelación del “acarreo” de mujeres indígenas también ha tenido sus consecuencias políticas, por supuesto que hubieron y las hay mujeres indígenas que desde su autonomía y dignificación han ido posicionando sus planteamientos, algunas no se nombran feministas, y no tienen por qué hacerlo si no les convoca, sea porque encuentran muchos planteamientos meramente teóricos y muchas categorías están sin desmenuzar además están nombradas en el idioma kaxlan, o porque se desencuentran con formas feministas hegemónicas o incoherentes en lo cotidiano. Pero muchas en su caso sí reconocen la importancia de organizarse entre mujeres y luchar juntas contra las formas patriarcales, en tanto se reconozcan y se respeten las dirigencias de mujeres indígenas y se cuestionen las relaciones desiguales de poder, los privilegios, el racismo y las propiedades privadas que institucionalizan a las mujeres de las comunidades en resultados de proyectos y acumulados para los objetivos de la inversión política y económica de la cooperación internacional.

Fue para el año 2011, que fui invitada por Front Line Defenders, en coordinación con Brigadas Internacionales de Paz, para participar en la Plataforma Mundial de Defensoras y Defensores de DDHH en Dublin Irlanda, por primera vez públicamente plantee la complejidad del riesgo político de las defensoras del territorio cuerpo-tierra, para lo cual no pude dejar de mencionar el entramado de las múltiples opresiones sobre la vida de las mujeres indígenas; el sistema patriarcal con su dimensión ancestral originaria y occidental, así como el colonialismo, el racismo, el capitalismo y el neoliberalismo, con ello, plantear los riesgos ataques y amenazas, la situación compleja del desplazamiento territorial que para entonces ya vivíamos algunas defensoras que no contamos en esos tiempos de apoyos urgentes para movilidad, casas de acogida o programas de protección, también conllevó hablar de la importancia vital de que “ No podemos hablar de protección a defensoras de la vida, si no se hace integral y en ese sentido las mujeres indígenas planteamos que la espiritualidad a través de los procesos de sanación se convierten en una medida de protección vital, para salvaguardar nuestras existencias”, plantear que tenemos maneras y que interpelamos el colonialismo y el racismo de ver nuestras prácticas como pensamiento mágico religioso, esoterismo, ritos, paganismo o hechicería fue también importante en dicho espacio y en el compartir con la pluralidad de defensoras que ahí se convocaron.

Al finalizar el discurso, fueron varias mujeres funcionarias de la UE, dirigentas defensoras de varios países, incluyendo a UDEFEGUA que se acercaron y me plantearon que compartiera más a detalle algunas de mis reflexiones y compartiera también algunas entrevistas, de hecho me plantearon que dialogara en una mesa paralela mis reflexiones, yo no era ponente inicial en dicho espacio. Era una novedad lo que planteaba, ahí quedaron plasmadas algunas de estas reflexiones, a partir de que yo no concibo que las mujeres hablen de sus violencias si no se aborda de manera conjunta espacios de contención desde, por, y para mujeres indígena para procesos de recuperación emocional y espiritual, porque para nosotras la espiritualidad es una forma ancestral de protección.

De esa cuenta se iniciarían por parte de organizaciones internacionales a integrar algunas de las demandas planteadas para que se generaran condiciones políticas y económicas para mujeres defensoras en riesgo político a partir de la responsabilidad que tienen los países europeos de que sus ciudadanos inviertan en países como Guatemala, donde se han irrespetado consultas comunitarias y se ha provocado graves violaciones a los DDHH de las mujeres y pueblos indígenas con las concesiones de sus territorios ancestrales. Recuerdo la siguiente invitación para ir a discutir del presupuesto del Instrumento Europeo para los DDHH y la Democracia de la UE en Bélgica al siguiente año, en esos momentos contra el tiempo, contra corriente, plantear de manera urgente la denuncia por la situación de las defensoras, su empobrecimiento y su situación de desgaste emocional, físico y espiritual en su labor como defensoras de la vida, de sus comunidades y de las múltiples luchas contra el machismo, conllevó que con el tiempo se notara las aperturas para generar propuestas económicas que garantizaran espacios de recuperación emocional de mujeres defensoras indígenas desde su contexto, para sostenerlas en medio de las complejidades que implicaba la defensa de la vida y los DDHH entre otras problemáticas que ahí se mencionaron.

Por supuesto que desde esos años y aún hasta el día de hoy las feministas comunitarias y territoriales, no entramos en la negociaciones de ningún tipo de proyecto para defensoras que fueran financiados para empujar los procesos de sanación, pero sí durante los siguientes años seriamos testigas de las diversas organizaciones que entraron en las lógicas de gestionar y disputarse económicamente con otras organizaciones el apoyo de la cooperación y de pronto empezaron a crearse planes programas y proyectos que incluyeron, procesos de atención psicosocial, de autocuidado, de protección y en los últimos años de sanación para defensoras de DDHH.

En nuestro caso en Guatemala, nunca fuimos invitadas para aportar nuestras reflexiones, nuestros aportes como defensoras con la experiencia de ser acompañadas de protocolos internacionales de protección ante los riesgos que vivimos en los procesos que se empezaron a elaborar para autocuidado de defensoras.

Luego de casi 10 años seguimos interpelando a las organizaciones, investigadoras, academia…, de que no es posible hacer hablar a las defensoras, de sus historias de riesgo político si no se crean las condiciones para sostenerlas en un espacio de contención que les posibilite canalizar sus emociones que generan angustia y temores. Además no es posible que esos espacios no tengan la claridad que en el discurso que se vuelve a contar del riesgo político muchas veces se les revictimiza, si no lo están sanando como un proceso personal y consciente, porque de no ser así, el acumulado emocional desgasta el cuerpo, lo somatiza y las enferma.

¿Cuántas defensoras están cansadas de hablar y contar su historia, de quedarse con el sistema nervioso alterado por recurrir a los pensamientos y recuerdos de los ataques, riesgos y amenazas y luego no hay seguimiento? Hay que ponerle atención a las giras de denuncia internacional que hoy se organizan donde se llevan a muchas defensoras a contar sus historias, a foros, academias, reuniones con funcionarios públicos y movimientos sociales, donde no se crean las condiciones para su descanso, su contención y recuperación de la exposición que hacen de la dimensión física, emocional y espiritual, pues en muchos casos se revictimizan contando el mismo discurso decenas de veces, frente a diverso público.

Nosotras como un acuerdo político como Red de Sanadoras Ancestrales, dispusimos no entrar en las lógicas de buscar apoyos económicos de la cooperación internacional para proyectos para defensoras y de sanación. Valoramos sí apoyos puntuales a lo que nosotras desde nuestra autonomía política planteamos por ejemplo al Fondo Centroamericano de Mujeres, para poder acuerpar procesos territoriales, pero esto no es posible si no contamos con el aporte de cada una de nosotras, también de nuestra autonomía económica en dignidad y de las comunidades y las mujeres que de manera personal asumen los procesos.

En ese sentido interpelamos a los espacios feministas dentro o fuera de Iximulew, donde se ha puesto de moda el discurso feminista kaxlan del autocuidado, nosotras hemos interpelado cómo la despolitización del autocuidado a conllevado a mercantilizar espacios de bienestar emocional de mujeres organizadas donde se derrocha dinero de la cooperación, el caso de mujeres defensoras de territorios ancestrales por ejemplo de llevarlas al spa, o hacer el masaje para relajarlas, por supuesto que paliativamente les hace descansar y olvidar de a momento sus angustias, pero eso no está contribuyendo a que confronten las raíces de sus opresiones ancestrales y patriarcales, que hagan su katarsis política y espiritual y así liberen y sanen con profunda consciencia sus opresiones patriarcales, sea el machismo indígena o el machismo kaxlan.

Por lo tanto interpelo a quienes depositan sus procesos de sanación únicamente en el dinero que reciben a través de proyectos para procesos que se visten de atención psicosocial, autocuidado y sanación, pero que no tienen intencionalidad política para abordar de manera decodificada desde cosmogonía en la comunidad, la violencia o acoso sexual perpetrado por algunos hombres indígenas del movimiento de defensa territorial y también que decodifique la violencia perpetrada por los hombres guardias de la empresa minera o los funcionarios que concesionaron territorios, porque eso enferma el cuerpo y el espíritu, así como a la tierra.

Como he dicho antes de manera oral, “la sanación es un proceso personal, político y consciente que se puede hacer comunal”, a decir verdad de esto escribo demasiado poco, porque reivindico la oralidad y no me apetece escribir o he decidido que en vez de escribir, prefiero ocupar ese tiempo para sanar. Aunque escribir con intencionalidad sanadora me hace canalizar mi propia indignación y de muchas hermanas que me han hablado y también peticionado que les digamos a las feministas kaxlanas que para tener coherencia feminista y con nuestros principios de cosmogonía, nos compartan sus saberes de sanación porque hasta ahora nos encontramos con muchas de ellas haciendo réplicas de nuestros saberes ancestrales, muchas de ellas incluso con ritos esotéricos, que nosotras desconocemos porque leemos esencialismos ahí representados cuando hablan de manera heterosexual de los nawales y de los elementos del cosmos, o hacen un nombramiento masculino del Ajaw, pareciera que trasladan la intención del nombramiento masculino del dios colonial a un nombramiento plural de la energía vital de la existencia en los pueblos Mayas.

Algunas se han atrevido a decirnos que escribamos todas nuestras recetas, que les compartamos la metodología, que les vayamos a enseñar, que escribamos y hagamos talleres o diplomados de desarrollo espiritual y feminista, nos cuestionan por qué no hacemos procesos en la ciudad así le podríamos dar oportunidad a otras mujeres de participar porque por el trabajo no pueden hacerlo en horarios de oficina.

A nosotras nos gusta hacer “Acuerpamientos2 Territoriales” con mujeres en la comunidad, para sanar nuestras relaciones de poder, de privilegios, sanamos cuando nos movilizamos a lugares lejanos trasbordando, porque ser feminista comunitaria territorial es incoherente si se queda en la ciudad, discursando, el solo discurso no sana, si no se tiene una relación de conciencia que sanamos con la tierra, con el bosque, el río, la montaña, porque en maya Q´eqchi´ el “Láin ut laat, laat ut lain, “tu soy yo, y yo soy tú”, y es en la comunidad ancestral donde se hace realidad.

Por eso defendemos nuestro territorio cuerpo y nuestro territorio tierra. En la comunidad dormimos, comemos, soñamos, lloramos, nos acuerpamos, nos dolemos y sanamos entre mujeres con sabidurías plurales y cuando somos inmigradas, pues caminan con nosotras también los saberes. Nos reconocemos en la memoria sanadora y plural heredada de nuestras ancestras desde diferentes pueblos y en que todas las mujeres somos sanadoras, cuando no se disputan los saberes y no se comercian o floklorizan.

Hay que interpelar la ética de algunas personas entre ellas algunas feministas incluso europeas y blancas que se nombran como egresadas de escuelas de espiritualidad maya lideradas por algunos hombres mayas que a cambio económico han entregado la vara de Ajq´ij, para que ejerzan como guías espirituales, de ahí que mucha de la legitimidad de estas personas que se hacen “guias”, está acreditada con el carnet del Ministerio de Cultura y Deportes y accesan a centros y espacios espirituales usurpados por el estado nacional colonial en Guatemala con privilegios. Estas prácticas ancestrales despolitizadas y descosmogonizadas también están siendo llevadas a espacios urbanos, y con mucho atrevimiento a espacios en comunidades originarias donde han celebrado rituales y se han nombrado como guías espirituales.

La coherencia de respetar el principio de Pluralidad de Vida de los Pueblos, porque somos varias hermanas mayas, negras y originarias que desde varios lugares en el continente del Abya Yala nos hemos encontrado, y hemos estado dialogando desde este sentir y desde la indignación por la mercantilización de nuestros saberes como una forma de saqueo, despojo, de usurpación y por lo tanto de “violencia epistémica espiritual”, pues nos seguimos encontrando con una ausencia política actual del aporte de mujeres de otros pueblos que no son originarios o negros, para aportar en procesos espirituales en comunidades.

Es así que hacemos un llamado a las hermanas y compañeras que no son originarias a que también se acerquen a sus madres, abuelas, bisabuelas y ancestras para que desde sus sabidurías traigan a estos tiempos sus formas, sus maneras de espiritualidad o sanaciones, porque en estos tiempos tan complejos de violencias sexuales, femicidios, genocidios, guerras y pérdida del sentido de existencia, se hace vital, la pluralidad sanadora, la complicidad sanadora que no usurpa, copia o representa, sino en aquella complicidad de mujeres que se reconoce y teje desde el profundo respeto para sanarnos entre nosotras, para acuerparnos contra todas las formas patriarcales de las que seguimos disputando nuestro territorio cuerpo y territorio tierra.

Saludamos a las mujeres que desde esa sencillez maravillosa abren su corazón a nuestros sentires, reflexiones e “interpelaciones amorosas”, que están fortaleciendo sus caminos de sanación entre sus pueblos, cosmogonías, idiomas, comunidades y hermanas, y aquellas que se han autoconvocado para recuperar la memoria sanadora de la naturaleza y sus ancestras con profundo respeto, porque lo están asumiendo desde una relación amorosa, saludamos aquellas que están creando saberes de sanación y aportan con nuevas formas para la dignificación de nuestras existencias, que siguen sanándose como práctica cotidiana espiritual, y con ello aportan al “Despertar de la memoria sanadora de las mujeres” para volver a tejer lo que el patriarcado y los colonialismos rompieron en la Red de la Vida.

Porque sanando tú, sano yo, y sanando yo, sanas tú; sanamos todas”


Notas de la autora:

1 Kaxlan, nombramiento que en varios de los idiomas mayas, se interpreta cómo lo que no es indígena, lo que ha venido de afuera, lo que no es de la comunidad o quién no es de la comunidad indígena. Algunas abuelas dicen, es la gente ladina, la gente blanca.
2 Nombro como acuerpamiento o acuerpar a la acción personal y colectiva de nuestros cuerpos indignados ante las injusticias que viven otros cuerpos en su pluralidad de esxistencias. Que se autoconvocan para proveerse de energía política para resistir y actuar contra las múltiples opresiones patriarcales, colonialistas, racista y capitalistas. El acuerpamiento genera energías afectivas y espirituales y rompe las fronteras y el tiempo impuesto. Nos provee cercanía, indignación colectiva pero también revitalización y nuevas fuerzas, para ¡recuperar la alegría sin perder la indignación¡.

Especial #PikaraLab
Este contenido se enmarca en ‘Feminismo desde mi piel’, una colaboración con Mujeres con Voz y Calala Fondo de Mujeres. Financiado por el Gobierno Vasco
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