“Ser una mujer en un espacio público, pase lo que pase, es asqueroso”
"La gente sigue necesitando esa esperanza aunque sea irrazonable. El realismo está extremadamente sobrevalorado. La raíz de todo progreso es la esperanza". Entrevistamos a la DJ The Black Madonna para hablar de música, raves, religión o redes sociales.
Para quienes saben quién es, una entrevista se enfocaría en cuáles han sido sus últimos grandes pasos. Para quienes no, habría que introducirla como una famosa DJ que tenía como tuit fijado una respuesta suya a Donald Trump en 2012 que decía “cómeme los huevos”. Fuera de Twitter se le conoce como una abrazadora en serie con jetlag continuo y una maleta de discos cuidadosamente seleccionada. Cuando una mujer triunfa, lo odiosos lo llamarán éxito repentino. Pero mucho ha ocurrido desde la primera rave de The Black Madonna en Kentucky a los 14 años. Desde ser la DJ de conciertos de The Chemical Brothers en 2019, pasando por pinchar en desfiles de Chanel en Nueva York hasta la creación de Daphne, una iniciativa para empoderar a mujeres y personas no binarias en la música electrónica. Sobre ese maridaje de música y activismo que supone su carrera he hablado con ella durante tres cuartos de hora.
En 2016 la revista de música electrónica Mixmag te nombró DJ del año. Un año más tarde, cerraste el festival barcelonés Sonar con un set que tú describes como “uno de los pocos momentos de mi vida que destaca como claro punto de inflexión. Me hizo sentir cambio, fue un momentazo, y espero nunca olvidar esa combinación de emoción, alegría, miedo y esperanza”. ¿Es libertad, cuando tu mayor competencia es tu propio éxito?
Hay mucha gente que finge no ser competitiva. Hay mucho postureo y no creo que alcancemos ser buenos no dándole importancia a algo. Nadie va a las Olimpiadas por accidente. Yo soy mi única competencia porque durante gran parte de mi vida nadie daba un carajo por mi. Al principio mi objetivo era pinchar delante de alguien, algún día. Más tarde mi objetivo se fue moviendo y ahora simplemente avanza y avanza.
Lo malo de esto es que, si no tienes cuidado, podría existir un techo a todo esto. Llega un momento en el que te preguntas: ¿Y ahora? Pero afortunadamente nunca me quedo sin objetivos. Seguramente este impulso que tengo deriva de algo roto en mí. Ahora todo el mundo tiene esta especie de necesidad infinita, sin fondo, o quizá sin techo, de, ¿ser mejor? O de lograr algo. Tengo una serie de objetivos totalmente diferentes de hace 20 o incluso dos años. Cada año, eso empieza de nuevo y ahora hay todo un nuevo techo que reventar.
Libertad es también una palabra que mencionas cuando hablas de la escena rave del Medio Oeste estadounidense en la que creciste. ¿En qué consistía esa libertad?
Lo que ocurre cuando vienes de la nada, es que creces en cualquier lugar. En la escena rave del Medio Oeste había personas que conducían dos, seis u ocho horas de una ciudad a otra cada fin de semana. Quiero decir, la primera vez que estuve en Chicago, sin adultos, tenía 15 años. Era simplemente diferente. Cuando yo era adolescente, nos metíamos en coches y conducíamos por el país cada finde. De alguna manera éramos piratas viviendo bajo nuestra propia ley. Muchos de estos niños no tenían influencias parentales muy fuertes o tenían padres muy abiertos, indulgentes o directamente ausentes. Porque, ningún estudiante de dieces, que un sábado está en casa a las ocho de la tarde, se pone a conducir hasta Wisconsin para una rave… Éramos los niños malos. Y había muchos de nosotros.
La libertad era a la vez dulce y romántica. Luego, evidentemente había situaciones que eran una jodida pesadilla. Ser un niño en un mundo de adultos, y especialmente ser una niña, en aquel momento fue muy duro. A menudo tenía que lidiar con personas que me sacaban muchos años. Yo no vivía en la misma ciudad que mis padres, tenía que mentir incluso para conseguir un carné de biblioteca sin su permiso. Siempre tenía que fingir que tenía más edad. El peligro estaba en todos los lados. Hubo situaciones de las que no sé cómo salí de allí. En realidad, debería estar muerta como 75 veces. Lo bueno de todo esto es que vi un mundo totalmente diferente. Lo malo, que probablemente me salté muchos pasos al crecer. Hay muchas partes de la vida adulta que me alcanzan ahora, con casi 43 años.
Mucho se ha escrito sobre la conexión entre la música dance y la religión. España tienes sus rutas de peregrinaje, el Camino de Santiago, pero también Ibiza y festivales como Sonar. Querías ser monja, ahora eres DJ. ¿Cómo conectas esas dos realidades?
¡Claro que tiene que ver! Países católicos lo dan todo. En serio, España no es ninguna excepción. ¡Tenéis también Montserrat como destino!
Me gusta el rigor de este trabajo. La aislación, sabes, lo de viajar tiene algo meditativo. Es un cliché muy desgastado, lo de que las discotecas son como iglesias, pero hay algo de ir a la iglesia, que es para que alguien te cambie cómo te sientes. Eso es parte del salir a discotecas, de alguna manera te haces con el rol de performar ese truco mágico. Aunque creo que eso es más el trabajo del cura, no de la monja.
Sí, quería ser monja. Cuando era pequeña había una monja que se llamaba Sister Wendy en mi parroquia. Yo pensaba: quiero lo que tiene ella. Era tan buena y tan dulce, un ser humano excepcional. Creo que cuando eres pequeña amas a Dios de otra forma. Era mucho más sencillo amar a Dios, mucho más sencillo de lo que es ahora, ahora que descubres cosas. Ahora siento que mi relación con Dios es mucho más como en el Viejo Testamento, cuando la gente discute con Dios. Pero cuando era una niña parecía mucho más simple, puro y fácil.
¿Y si Sister Wendy hubiese sido DJ?
(Risas) No creo que hubiera sido buena DJ. No sabía muy bien mantener una nota. No era conocida por sus habilidades de canto, pero era un ser humano adorable en Holy Cross.
Entonces, si la iglesia es como una discoteca, ¿qué temas hacen que los peregrinos raveros de España se vengan arriba?
Un disco llamado Tullio de Piscopo – Stop Bajon. Es un disco italiano que fue un temazo. Primero era enorme en Nápoles, pero ahora ya forma parte de la historia de la música dance de Ibiza. Anoche lo pinché en Barcelona y ya te digo, la gente se vino muy arriba. Evidentemente lo toqué más rápido de lo normal, pero ese disco desde luego es inmortal.
Tienes un show llamado We Still Believe, que se traduce como “nosotros todavía creemos”. ¿Quiénes sois vosotros? ¿Qué creéis?
El origen de este nombre no es nada complejo. Ni siquiera hay un significado. Es como cuando le preguntan a Quentin Tarantino qué hay en ese maletín que brilla y él dice: “No hay nada”. Puede ser lo que tú quieres que sea. Literalmente fue una frase que me vino a la cabeza y escribí en una caja de cartón que después pegué en una pared con luces de navidad en una fiesta cutre que organizamos. Cada uno tenía su propia interpretación. Lo que me gusta es que responde a una necesidad de esperanza.
La esperanza, para mí, es una estrategia. Para mí muchas veces significa no volver a un lugar en la música dance, sino crear uno que nunca existió. Construir un mundo. Me encantaría transportar a la gente a un lugar durante el tiempo que están conmigo, un lugar donde no sienten que el mundo se acaba. ¡Aunque quizá ocurra! El mundo quizá se acaba, pero no estoy segura de si rumiar sobre ello 24 horas al día es lo mejor que puedes hacer.
Justicia social es algo muy ligado a lo que hago, pero ese instante cuando empieza un beat… Eso realmente… sigue siendo solo una fiesta. Por un rato, deberías ser capaz de perderte, de olvidar. Eso también fue el concepto original detrás de uno de los primeros clubs en Ibiza, Amnesia. Se llamaba el Taller del olvido. La idea era que podías ir allí y olvidar el tiempo. Y creo que la gente lo sigue necesitando, la gente sigue necesitando esa esperanza, aunque sea irrazonable. El realismo está extremadamente sobrevalorado. La raíz de todo progreso es la esperanza.
Me encanta que menciones esperanza y realismo, porque mi siguiente pregunta es sobre la exitosa cantante afroamericana Lizzo que dejó Twitter. Tú lo comentaste en tu cuenta de Instagram y escribiste: “Justamente la persona cuyo amor propio radical ha acompañado a tantas personas en 2019, ahora abandona Twitter por el odio y el abuso que experimenta”. ¿Cómo podemos, especialmente mujeres que no son de clase alta, delgadas, blancas, heterosexuales, tomar solamente lo bueno de internet y dejar todo lo demás?
Eso es una muy buena pregunta y no sé si tengo una respuesta, porque yo también dejé Twitter. Me cansé. Borré todo lo que había publicado y colgué una foto de una nota escrita a mano que decía “no voy a seguir manteniendo esta cuenta, gracias por los recuerdos”. No sé lo que tiene Twitter… es simplemente… demasiado fácil. Creo que en general, ser una mujer en un espacio público, pase lo que pase, es asqueroso. Y todas lo reciben de una manera diferente. Lizzo recibe muchísimo racismo y gordofobia, no me puedo ni imaginar lo que debe recibir. Pero, por otro lado, tienes a gente como Nina Kraviz o quién sea, que se lleva lo totalmente opuesto, que es “eres demasiado guapa para ser buena”. Da igual qué tipo de mujer seas, alguien siempre encontrará una manera de descalificarte, de deslegitimizarte. Eso para mí es el verdadero problema. ¿Sabes? Cuando alguien me llama gorda, yo pienso: vale, y el agua moja. ¿Crees que no sé qué talla de pantalones me pongo cada día? Eres un maldito genio, gracias por señalarlo.
Esas cosas, sobre mi persona, me solían afectar, pero un día simplemente paró. Una vez llegas al otro lado de eso, una vez lo superas, los dedos que le sacas a la gente no pueden ser más grandes. ¿Qué va a decir alguien que no sé todavía? “Vale, chaval, tu opinión ha sido registrada”.
No puedes estar en las redes sociales e ignorarlo, creo que tienes que desconectar totalmente. Mi cerebro me lo agradeció mucho. Twitter es como ese armario raro con 500 millones de personas discutiendo. Pero si no abres la puerta, nada de eso importa. Creo que tienes que valorar el coste del negocio. Instagram está bien, cuando la cosa se pone fea, apago los comentarios. Y la aplicación la tengo además escondida al final del móvil, donde ni veo las notificaciones.
La feminista Leonor Silvestri insiste en que no existen los espacios seguros, solamente existe el devenir un peligro.
Me encanta. Yo no creo que los espacios seguros hayan existido jamás. Esa fantasía de que la vieja escuela de la música house o las antiguas raves eran seguras… Todo era muchísimo más peligroso de lo que es ahora. Los gay clubs de Chicago en los 70 y principios de los 80 eran lugares peligrosos, totalmente peligrosos físicamente hablando. Había gente fuera esperando para agredirte. Y claro que la gente romantiza la era de la música house como algo utópico, pero aquello tuvo lugar durante el periodo más violento de la historia de Chicago, en medio de la crisis del VIH. Era hermoso, pero extraer eso de su contexto es ahistórico y nada útil. Si quieres mejorar las cosas, no puedes confiar en un cuento de hadas y en cómo tenemos que volver a ello.
¿Qué podemos hacer para recuperar esos espacios? Muchas personas negras y racializadas, pobres, queer han sido y son expulsadas…
Claro. Justo por eso las fiestas underground son tan importantes, eventos underground que de verdad tienen sólidas declaraciones de intenciones. Ahora vemos discusiones sobre cómo hacer espacios algo más seguros, ves a gente enseñando a DJs cómo administrar Narcan, el medicamento para revertir una sobredosis de opioides. La gente se lo toma muy en serio ahora, el hacer pequeñas cosas prácticas para mejorar el aquí y ahora.
¿Qué son cosas del aquí y ahora que agradeces ya no tener que aguantar?
Dios mío. ¡Ser una chica joven en la escena rave fue tan duro! Cosas que hoy reconocemos abiertamente como «vale, eso es una violación» en su momento eran demasiado comunes. Era algo tan normalizado en esa cultura lo de llevarse a casa una chica que se encontraba en mal estado y lo sigue siendo, eh. Pero no recuerdo a nadie diciendo: «Eso no está bien». No había mucha rendición de cuentas, eran unos tiempos distintos y había mucha mierda terrible los primeros años.
Lo que las personas trans enfrentan hoy es terrible, pero entonces… Alguien que conozco, una DJ de jungle que transicionaba en los 90… fue un total escándalo y casi la mataron en una fiesta por ello, era claramente un delito de odio y nunca se hizo nada. ¡Ni siquiera era algo que la gente comentaba! Estamos hablando de una persona que pinchaba en eventos por todo el Medio Oeste e incluso yo solo me enteré de esto 20 años después.
Te llamas a ti misma rave mom, un concepto que hace referencia a raveros mayores que cuidan de los más jóvenes. ¿Hay más DJs que son padres que DJs que son madre?
Uf. ¡Hay tantos tíos que tienen hijos y ni lo saben o no los atienden! Es que… señor… Jesús… Cada vez que me entero de un tío, con el que estoy de tour todo el tiempo, que tiene como… cinco hijos, yo me quedo: “Pero, ¿dónde están? ¿Están en una caja?”. ¿Sabes cuando simplemente estás en shock y te preguntas: “Cómo vas a ser padre tú?”. En fin, sí, sí. Ha habido algunos momentos alucinantes de after cuando un tío resulta tener un montón de hijos y sabes perfectamente que es el más ausente. ¡Consecuencias…! No es algo que se les dé bien a los DJs. Hay muchos caballeros muy fértiles allí fuera.
El techno es percibido como duro, industrial y oscuro. Nadie tatarea temas de techno. Teniendo en cuenta lo rígidos que son los roles de género en nuestra sociedad, ¿por qué hay mujeres que triunfan en esto?
Hay muchas chicas que tocan superduro. Habría que ver los números, ver exactamente cuántas mujeres tocan a nivel mundial. Muchas de las top DJs que tocan muy muy duro. Creo que en general techno es tan masivo que, si una mujer va a tocar, tocará como los hombres a su alrededor. Y si triunfas, entonces no vas a ser muy diferente de tus compañeros. No creo que sea tan extraño. Desde luego un Marcel Dettmann pincha muy duro, así que me esperaría lo mismo de cualquier otra persona de cualquier género.
No querría hablar por ninguna de las increíbles mujeres que pinchan superduro, más allá de que soy su fan. A mí, por ejemplo, me encanta pinchar de todo, de 80 a 160 pulsaciones por minuto (beats per minute). Ese tipo de flexibilidad es donde siento libertad, la capacidad de ir de un lugar a otro. Una amiga mía, que además considero una de las mejores DJs, Noncompliant se llama, ella está constantemente a tres o cuatro decks. Hemos sido amigas desde el inicio de los tiempos. Eso es lo que le va a ella, le encanta darle duro, rollo Jells Mills. Para ella, y digo esto solo porque somos tan íntimas, es una forma de libertad de expresión.
¿Las DJs tienen que ser woke (progre)?
Oh… (risas) Al parecer no.
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