Voluntarias de Melilla denuncian el hacinamiento de unos 900 menores en el centro La Purísima
Las imágenes filtradas por un residente de este centro ponen en el foco en este centro preparado para acoger, inicialmente, a 350 menores no acompañados.
“En la calle te encuentras a los chavales y les dices que vayan al centro de La Purísima. Es uno de los centros tutelados de la Ciudad Autónoma de Melilla y, de ahí, pueden salir con residencia temporal. Pero ellos no quieren, dicen que allí se está mal, que hay sarna, que están hacinados”. Lo cuenta S., una enfermera voluntaria de las organizaciones Solidary Wheels y No Name Kitchen con las que trabaja, junto a dos compañeras, en la calle intentando cubrir las necesidades de los menores migrantes ahí donde otras organizaciones no llegan. Prefiere no decir su nombre por si acaso, aunque su relación con la policía es nula: “Como mucho nos paran por la calle cuando nos ven trabajar y nos identifican, no pueden hacer nada. Aun así, prefiero que no salga mi nombre, y hay compañeras que tampoco quieren ser identificadas porque mucha gente quiere que aquí nos dejen trabajar, que no haya represalias por parte de las autoridades que nos impidan ayudar”, explica. Aun así, tanto ella como otras voluntarias, quieren seguir denunciando la situación porque, aseguran, “el hermetismo de España respecto a Melilla es tremendo”. Además de S. y sus compañeras, hay otras voluntarias, independientes o de colectivos locales, que trabajan dando cobertura a estos menores allí donde otras organizaciones no llegan. En total son una decena de personas, casi todas mujeres. Se reúnen en la playa, tres días por semana y montan un ambulatorio de campaña. Algunos chavales se lesionan al saltar a los barcos y ferris que cruzan a la península. Por las noches, se organiza el reparto de comida en el centro de la ciudad. Hay otro tipo de asistencia. S. y sus compañeras, por ejemplo, imparten clases de español a mujeres cuatro días a la semana y dan acompañamiento a los menores, sobre todo yendo con ellos al hospital, asistíendoles en temas policiales, judiciales y papeleos.
Lo que pasa en Melilla no es nuevo, pero esta semana ha vuelto a saltar. Unas imágenes sacadas por un interno del centro de acogida a menores extranjeros, La Purísima, y enviadas a las voluntarias que trabajan en la ciudad dando apoyo a los menores que cruzan al Estado, han vuelto a poner el foco sobre el hacinamiento del centro y sus malas condiciones. El centro, preparado inicialmente para 350 menores, acoge a 886, 600 de ellos en el módulo de primera acogida, que conviven hacinados, llegando hasta a dormir amontonados en el suelo, en condiciones de insalubridad. El modelo de La Purísima es el que ya se sigue en otros lugares del Estado: gestión privada de una empresa contratada con dinero público. La empresa Arquisocial recibe 4,9 millones de euros anuales, según confirma el viceconsejero del Menor y Familia, Abderrahim Mohamed, una cantidad que depende del mayor o menor número de menores que acoja. “Es lo normal, no vas a pagar lo mismo por 300 que por 900. Es la empresa que los cuida y que los alimenta”, asume. Eso, a pesar de que las voluntarias hablan de condiciones insalubres, de sarna, y de las escenas que muestran las imágenes. El director del centro, con el que Pikara Magazine habló por teléfono, explicaba que no podía hacer declaraciones sin el consentimiento de la Consejería, y aunque reconocía la responsabilidad que, como empresa privada, le corresponde a Arquisocial, reiteró que “no tiene sentido pedir explicaciones a una empresa que, cuando tenía espacio para atender solo a 350 personas, tiene que acoger al triple”. Tras esta afirmación, la comunicación se cortó. La entidad, según explica en su web, gestiona diversos servicios sociales en distintos lugares de España, con una fórmula, dicen, de calidad y mejora continua. “Hay overbooking, eso es así”, confirma un trabajador de seguridad del centro por teléfono, que asegura que la cantidad de chavales que llegan ahora desde Marruecos son muchos más. Lleva trabajando allí 17 años.
La situación del centro de La Purísima llevó a la consejera de Hacienda, Empleo y Comercio de la Ciudad Autónoma, Dunia Almansouri, a visitar las instalaciones el pasado diciembre. Tras esa visita, Almansouri aseguró que no se podía prorrogar el contrato con porque sería “cometer una ilegalidad”. Sin embargo, de momento el centro sigue abierto con una prórroga de un año, como han confirmado tanto su director como el viceconsejero Abderrahim Mohamed. El viceconsejero, por su parte, reconoce que la gestión no es la idónea y asegura que está en marcha una nueva licitación para cuando venza el periodo de prórroga de Arquisocial, empresa con la que llevan trabajando años. “Ya se han comenzado los pliegos de condiciones para futuros módulos, uno que acoja a 300 menores que creemos que estará listo dentro de 5 o 6 meses, porque esto va lento”, argumenta Mohamed, aunque reconoce que las condiciones del centro se llevan denunciando hace años y que, de momento, no se ha previsto nada para los otros 300 menores que seguirían sin tener espacio en el centro de La Purísima. “Lo idóneo sería que el Estado asumiese la primera acogida, y hay un borrador del año pasado para que así sea, pero el Ministerio de momento no responde”.
El director del centro insiste en que el problema de La Purísima se ha contado muchas veces, quitándole importancia a las imágenes del interior que han filtrado los residentes. Sin embargo, las voluntarias que trabajan a pie de calle con los chavales consideran que hay que difundirlo lo máximo posible. Lo mismo contaba a Pikara Magazine una periodista, B., que ha trabajado sobre el terreno: “Nosotras lo queremos contar, queremos que se difunda, que salga en todas partes y lo máximo posible para ver si cierran esta cárcel de niños”.
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