Especial desde el confinamiento nº2

Especial desde el confinamiento nº2

Podcast especial desde el confinamiento donde reflexionamos sobre las labores de limpieza y cuidados en la pandemia, la industria de la felicidad o la hiper creatividad impuesta por el capitalismo. Además nos paramos a observar pájaros con la mirada puesta en la herstory, recomendamos series de muy diversa índole y nos acompañamos de Silvia Nanclares para leer.

06/05/2020

La crisis a raíz del coronavirus ha puesto de manifiesto cuales son los trabajos socialmente necesarios. Parece que ahora lo tenemos más claro que nunca: limpiar, en todas sus vertientes, es una de las tareas fundamentales para no contagiarnos.

Pero la limpieza no es solo una cuestión neutral de higiene, su dimensión simbólica, asociada a la pureza, convierte la cuestión en un asunto mucho más complejo que nos habla de la estructura, de las creencias y de las jerarquías de un grupo humano. La idea de limpieza/suciedad, pureza/impureza está inevitablemente ligada a una categorización que ordena eventos, objetos y personas, y que es funcional al mantenimiento del sistema cultural, político y social, y de su jerarquía. ¿Qué pasa con la limpieza del hogar, una tarea históricamente feminizada y un sector en el que trabajan muchas mujeres migrantes? Como dice Bridget Anderson, la lógica de la reproducción social es tal que el empleo de hogar es capaz de reescribir los roles de género, clase y raza, y que lo que se está comprando no es simplemente la fuerza de trabajo sino la “personalidad” con todo su legado de género y colonial que encarnan las trabajadoras.

La caída de nuestras cacofonías urbanas ha producido una relajación en la población de aves que trinan a pleno pulmón despertando nuestras curiosidades. Pero más allá del ornitohype la observación de aves ha estado ligada a recursos tan sencillos como un par de prismáticos, un cuaderno y un lapicero. Entre las pioneras de la ornitología destacamos cuatro nombres que quedan en la superficie al ser mujeres de clase acomodada, blancas y anglosajonas. Genevieve Estelle Jones,con un libro de ilustraciones de nidos digno de mención; Harriet Hemenway y su prima Mina Hall fueron unas pioneras en la lucha contra la extinción de aves de plumas exóticas que a finales del siglo XIX eran esquilmadas para utilizarse en la decoración de sombreros; y Phoebe Snetsinger, quien viajó por el mundo en los años 80 avistando más de 8.000 especies de aves de las 10.000 que tenemos constancia.

Podría parecer que nuestro actual contexto vital implicaría reflexionar sobre ciertas herencias, como la legada por todo un siglo XX de psicología positiva; una lógica que llevamos en el código y que también hemos visto aflorar en  tiempos de coronavirus, ya sea en la publicidad buenrollista, en los consejos de las autoridades para no perder el norte, o en las ilustraciones heroicas que eluden enfocar en las problemáticas estructurales. No obstante, en la ficción cinematográfica encontramos algunas miradas de directoras de cine que nos parecen interesantes al respecto (Hadzihalilovic, Bigelow, Kusama), abundando en esta ocasión en la propuesta de la directora austriaca Jessica Hausner, que estrena estos días retrospectiva en el Festival de Cine de Autor(a) de Barcelona, y cuya última película, Little Joe (2019) reflexiona desde la ficción sobre el espinoso tema de la industria de la felicidad.

En el artículo ‘Las instrucciones de uso’, incluido en Contar es escuchar (Círculo de Tiza, 2018) la escritora de ciencia ficción Úrsula K. Le Guin reflexiona sobre la comodificación de la creatividad frente a la libertad que supone la imaginación. Esta creatividad que se presupone desbordante en estos periodos de reclusión como el que vivimos ha sido progresivamente coptada por el capitalismo como una herramienta más en el proceso de creación de productos consumibles y es precisamente en periodos de reclusión (y presupuesta explosión creativa) cuando se exacerba este nuevo significado. La creatividad entendida de esta manera se da de bruces con los nuevos escenarios artísticos, más vinculados al proceso y no tanto al producto final, donde incluso la división entre artista y espectadora se diluye, tal como explicita Reinaldo Ladagga, autor entre otros ensayos de Estética de laboratorio. Estrategias de las artes del presente. Y por supuesto también nos hace reflexionar sobre las condiciones laborales, especialmente de las mujeres, en tiempos en el que el trabajo reproductivo de cuidados convive bajo el mismo techo con el trabajo productivo transformado en teletrabajo.

 

 

No solo a la reflexión le debemos dedicar el tiempo forzado en casa, también es momento de dejarse llevar por las ficciones en formato serie, así que te dejamos una pequeña recomendación top 3+1 de series para estos días de confinamiento. La primera de ellas es Better Things, la historia de una actriz divorciada que debe cuidar ella sola de sus tres hijas, es sin duda una serie con la que pasar un buen rato y recordar esas peleas trascendentales a base de gritos y portazos que seguramente todas hemos tenido alguna vez con nuestras madres. Si lo que te gusta es el thriller de espionaje aderezado con una buena dosis de humor negro Killing Eve es tu serie: en ella una espía británica persigue sin tregua ni mucho éxito a una asesina a sueldo de la que poco a poco empieza a sentir cierta atracción extraña; y si lo que quieres es un poco de historia del feminismo norteamericano de los 70, te recomiendo la miniserie recientemente estrenada, Mrs America, que se centra en los días en los que el Congreso de Estados Unidos debatía si aprobar la ERA (Enmienda de Igualdad de Derechos), y toda el panorama de lucha feminista y reacción que se organizó en torno a la propuesta. Termino con una última recomendación que no he visto pero de la que he leído muy buena crítica, We’re here, una docuserie que busca llevar el espectáculo y la expresión drag a las localidades más remotas del Norteamérica rural.

Finalizamos este segundo podcast especial desde el confinamiento con una invitada de lujo, la escritora Silvia Nanclares quien nos invita a entretejer un patchwork partiendo de esta frase: “El cautiverio define políticamente a las mujeres y se concreta en la relación específica de las mujeres con el poder caracterizándose por la privación de libertad, por la opresión”.

Esta sentencia aparece en “Los cautiverios de las mujeres”  (UNAM, 2003), de Marcela Lagarde, pero no queda ahí en la resignación. También se han generado espacios físicos y ficcionados a lo largo de la historia por donde se cuela la libertad, siempre en complicidad con otras mujeres: las beguinas del siglo XIII, las monjas de clausura, Emily Dickinson, Ama Ata Aidoo en Nuestra hermana aguafiestas (Cambalache 2018), las obreras del sur que retrata Mar Gallego en Como vaya yo y lo encuentre o las crianzas narradas por Adrienne Reich Desgraciadamente es aplastante mayoría quienes tuvieron que estar confinadas de alguna u otra manera: en el psiquiátrico como Kate Millet; en el exilio exterioercomo Rosa Chacel; o en el exilio interior de María Moliner; e incluso las que tuvieron exiliar su nombre, publicando bajo el común “anónimo” o con seudónimos masculinos. 

Playlist

  • Le Tigre – Deceptacon
  • Flor Amargo (feat. Amandititita) – La cumbia del aguacate
  • Mavis Staples – “Action” 
  • Sinfonía de los juguetes
  • Pink Floyd – Grantchester Meadows
  • Sia – Bird Set Free 
  • Banda sonora de Little Joe 
  • Red Velvet  – Happiness 
  • Agoraphobia – Deadly alive 
  • Ladytron – Destroy everything you touch 
  • Nina Simone – I Wish I Knew How It Would Feel To Be Free

 

 


Escucha el primer especial de Sangre Fucsia desde el confinamiento.

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