La vecindad, principal recurso salvador del medio rural frente a la pandemia

La vecindad, principal recurso salvador del medio rural frente a la pandemia

Mirar hacia el entorno rural supone una cura de humildad para el grueso de la sociedad. Somos vulnerables y la Covid19 ha venido a recordarlo

20/05/2020

Ilustración: Señora Milton

Cuando las campanas de las iglesias de cualquier pueblo o aldea tocaban a rebato significaba que algo sucedía y que había que prepararse para hacer frente, unidos y en comunidad, a un peligro común. Sonidos rápidos y repetitivos que ponían en alerta al vecindario al completo, que ya sabía lo que había que hacer en este tipo de situaciones, desenvolviéndose en una suerte de coreografía. Todos y todas a una. El objetivo fundamental, el bien común, la supervivencia del grupo.

Estos sonidos propios de tiempos pasados podrían estar tañendo desde el pasado mes de febrero, cuando ya se oían los primeros augurios sobre una crisis sanitaria sin precedentes. Sin embargo, esta ha llegado sin previo aviso, arrasando y dejando escenarios de todo tipo. Pero, ¿qué sucede cuando la pandemia llega a un entorno ya de por sí deprimido? ¿cuáles están siendo las consecuencias de la Covid19 en el entorno rural?

La incertidumbre es una de las palabras que más está apareciendo en el pensamiento de la población al completo durante la gestión de esta complicada situación, pero especialmente en las localidades más pequeñas, que además suelen estar habitadas por una ciudadanía de edad avanzada (principal colectivo de riesgo). Así lo narra Juan Carlos García, alcalde de Fuentecantos, un pequeño municipio soriano de tan solo 65 habitantes. Para el edil, la clave ha sido el sentido de comunidad, tratando de trasmitir seguridad y tranquilidad y cubrir cualquier necesidad básica que pueda ir surgiendo, tanto a nivel logístico (realizar compra) como humanitario (promoviendo un contacto diario para asegurarse que todo el mundo está bien).

Para Virginia Hernández, primera edil de San Pelayo (Valladolid, 49 personas empadronadas) el cambio en el modo de vida de su localidad no ha sido sustancial, pero sí se ha vivido el encierro con cierto malestar: “En el mundo rural ya vivíamos aislados, no necesitábamos que nos confinaran en nuestras casas”. Hernández considera que no tiene mucha lógica que la normativa haya sido la misma que para las grandes urbes; y hace referencia a una de las grandes reivindicaciones dentro de estos entornos: la no permisividad de atender los huertos de autoconsumo. “Ha sido una una paradoja porque, por un lado, tuvimos que dejar de producir nuestros alimentos, pero, por otro, al no tener tiendas en nuestro pueblo, hemos tenido que seguir haciendo kilómetros para desplazarnos a otros municipios para comprar comida”.

Brecha digital

El acceso a Internet está siendo el gran un bote salvavidas durante este tiempo de confinamiento. Y es aquí donde vuelve a surgir una gran desigualdad entre lo rural y lo urbano. Hernández recuerda que en “muchos pueblos de la España interior la conexión es todavía muy rudimentaria”, lo que afecta a la población de todos los rangos de edad: desde los jóvenes, usuarios de las TIC durante su tiempo de ocio; los niños y niñas, cuya escolarización depende en tiempos de coronavirus de una conexión a la red; o lo adultos, que no pueden contemplar el teletrabajo como una salida laboral por esa carencia tecnológica. Para Juan Carlos García, esta realidad “te modifica tus rutinas más que nunca. Por ejemplo, tienes que conectarte de noche para cargar archivos o aplicaciones”. El alcalde recuerda también que  la principal brecha en este ámbito es la generacional.

Juan Manuel Sevillano, concejal de Igualdad, Juventud y Cultura del madrileño municipio de El Boalo (7.000 habitantes) indica que desde su administración se ha hecho un esfuerzo para detectar los grupos de riesgo, compensar las desigualdades y complicaciones que pudieran derivarse de la crisis sociosanitaria: “Hemos conseguido realizar un Consejo de Infancia a través de medios digitales, aun estando confinados”. Ventajas de la tecnología.

La nueva normalidad en el mundo rural

Es obvio que nos vamos a encontrarnos con una realidad distinta cuando superemos las primeras fases de esta grave crisis sanitaria. Virginia Hernández cree que puede que se pongan en valor  las labores del campo: “Ahora nos estamos dando cuenta de que para alimentar a las grandes ciudades se necesita sí o sí al medio rural”. Juan Carlos García habla de “crisis emocional”, pero también pone el foco en los aprendizajes que estamos obteniendo como sociedad, como los beneficios de la unión comunitaria y las redes vecinales que se están generando; o una dignificación de los trabajos de cuidados, “claramente feminizados, duros y precarios, pero que gracias a esta emergencia sanitaria hemos comprendido que son esenciales”.

La vecindad ha supuesto el salvoconducto de esta crisis sanitaria, más si cabe en los entornos más vulnerables. Por suerte, esta red estaba tejida con lazos fuertes previos a la emergencia, que se han consolidado “superando rencillas personales”, como apunta el alcalde de Fuentelcantos. García quiere destacar la labor de dos mujeres, María José Jiménez Las Heras y Eva Muñoz Herrero, diputadas provinciales, que desde la Diputación de Soria “se están desviviendo literalmente por salvar esta situación: trabajando, atendiendo, cuidando… reparten mascarillas, atienden a los alcaldes que también reclamamos material, organizan desinfecciones, realizan pedidos, mantienen reuniones, piensan planes y salidas para el después y además cuidan de sus familias. En política esta crisis nos ha hecho más humanos, hemos olvidado el partidismo y se ha puesto a trabajar”.

Este testimonio es perfecto para destacar la trascendental labor que se está realizando desde las administraciones locales, las que dan respuesta directa a la ciudadanía de a pie. Virginia Hernández recuerda que son estas las que tienen “la capacidad inmediata de detectar cuáles son las necesidades y lo males que acechan a nuestros vecinos y vecinas, y darles respuesta. Y durante esta situación esta disposición se está elevando a la enésima potencia”.

Para Sevillano, las terribles circunstancias que estamos viviendo en los últimos meses nos tienen que hacer reflexionar, logrando “pasar de una respuesta solidaria a una respuesta colectiva”, que nos haga crecer y evolucionar. Ahora, la prioridad es “dar respuesta a las redes tejidas a nivel municipal”, tanto las que han surgido en tiempos de coronavirus, como las que ya existían previamente: grupos de consumo ecológico, redes de voluntariado, redes de apoyo vecinal. Para el edil lo más importante ahora es “generar economía circular, responsable y que ponga por delante a las personas y al medio ambiente”.

La desescalada es ya una realidad y ello nos hace pensar en un mundo más allá de la distopía vivida durante los últimos tres meses. Sin embargo, el ADN de varias generaciones se ha impregnado para siempre con esta terrible vivencia, que ni siquiera podíamos haber imaginado. Son muchas las reflexiones que podemos extraer de la misma, pero no podemos dejar de lado otras igual de importante:  la naturaleza ha seguido su curso a pesar de que los seres humanos nos hemos visto obligados a detenernos. Eso nos hace enfocar la vista en prioridades que antes no lo eran. Mirar hacia el entorno rural supone una cura de humildad para el grueso de la sociedad. Somos vulnerables, y la Covid19 venido a recordarlo.

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