Señor, no viole. Señora, no violente

Señor, no viole. Señora, no violente

Andrea Liba escribía en La Directa tras el incidente en la manifestación del 8M de Madrid entre el sector abolicionista y las compañeras trans

Texto: Andrea Liba
17/06/2020

Ilustración de Emma Casadevall para La Directa

Es complicado escribir, hablar o pensar en algo que no sea el coronavirus en este momento, porque la histeria colectiva de la que algunas nos reíamos hace unos días casi casi nos está empezando a inundar a todas. Con calma, manteniendo la serenidad, pero ya estamos dando pasitos atrás en nuestra valentía humorística. Pero bueno, aunque cueste, voy a intentarlo. De momento, el sistema heteropatriarcal ha asesinado más que esta pandemia aunque no ocupe portadas durante semanas, no cunda el pánico en estaciones de tren ni las instituciones establezcan una alerta mundial y medidas excepcionales de protección… Toca, al menos, machacar todo el rato con articulitos de opinión feministas. Eso sí lo tenemos. Bueno, pues ya es algo. 

Acaba de ser 8 de marzo otra vez. No escribiré qué día es porque, a estas alturas, como decía el otro día la anarcofeminista Mireia Redondo, “també li podríem dir Dia Internacional de Cada Una Amb La Seva Pedrada”. Y, para pedrada, la de las compañeras abolicionistas de Madrid, que tuvieron a bien reventar los consensos de la Comisión 8M (el espacio autónomo y diverso que durante meses se ha reunido, llegado a acuerdos y trabajado esta jornada de lucha) inventándose una cabecera y apareciendo una hora antes para ocupar el espacio reservado a lo que sí estaba consensuado. Según contaban la Plataforma Encuentros Bolleros y la misma Comisión 8M de Madrid en comunicados, “un grupo de mujeres y hombres han asaltado la manifestación del 8M por delante de la pancarta de cabecera con el único objetivo de reventar el recorrido”. También abuchearon a compañeras trans y gritaron sus consignas durante la lectura del manifiesto. La Asociación Rebelión Feminista también comentaba en su cuenta de Twitter que llevaban avisando mucho tiempo de las actuaciones de las feministas transexcluyentes “reventando toda la organización de meses”. Después lloraron. Mucho. Porque, como era de esperar, las increparon.  Un poco como le pasó a Begoña Villacís, pobrecita mía, que la echaron a empujones de la manifestación. Es lo que tiene pactar con partidos que niegan las violencias machistas y criminalizan las luchas feministas y reventar un bloque autónomo no mixto poniéndote en todo el medio con los señores de tu partido. Que no eres bien recibida. Otra que se pensaba que era el Día de la Mujer Blanca Cis Heterosexual De Clase Mediobien Aspirante A Opresora. Pues no, cariño.

Nadie puede dar y quitar carnets de feminista a nadie, eso está ya clarinete. Quiero pensar. Pero lo que no se puede tolerar es que algunas compañeras sean violentadas en un espacio que debería ser de seguridad y de cuidados. Me llamarán no ya regulacionista sino proxeneta, ¡PROXENETA!, las compañeras que pelean la abolición de la prostitución, pero esa violencia hacia mi persona tiene un total de 0% de importancia. Lo verdaderamente bochornoso es que unas tipas -que sufren opresión pero que también son privilegiadas con respecto a otras compañeras- que entienden el feminismo en singular, como un discurso estanco e inamovible, desde sus sillones en la Academia y desde los sofás de sus casas, en vez de como una práctica política que se transforma con la realidad lleven años dedicándose en las movilizaciones feministas a echar a las prostitutas, a las mujeres trans y a toda persona que no haya sido fabricada a su imagen y semejanza. 

Dirán también que ellas fueron igualmente violentadas al intentar expulsarlas de la movilización, que se les rompieron las pancartas. Algunas compañeras que presenciaron o vivieron el momento explican que se les rompieron las pancartas porque las estaban utilizando para agredir a compañeras. Y, de nuevo, la histórica incomprensión de que ni todo es violencia ni toda la violencia es igual por el hecho de ser violencia. Que te violen por ser mujer es violencia, que tú rompas una botella en la cabeza de tu violador es resistencia y autodefensa. Que un banco te eche a la calle con tu familia sin alternativa habitacional es violencia, que tú le des un tortazo al policía que te está sacando a hostias de tu casa es resistencia y es autodefensa. De la misma forma: que una feminista cis trate de expulsarte del movimiento feminista y de espacios de encuentro y te niegue la existencia sistemáticamente es violencia, que una compañera trans responda y exija su sitio es resistencia y es autodefensa. También hay quienes justifican su actitud diciendo que hay gente deseando la muerte a las tránsfobas por Twitter. Eso es superviolento, no como plantarte en la manifestación con un cartel que pone “se acepta más a una mujer con pene que a una mujer con pelos” o “mujer = hembra humana”. Total, que se ha montado una que era de imaginar. Twitter, lo que desde hace demasiado creemos que es el termostato real de lo que pasa en la calle, arde en comentarios de unas y otras: las #AbolicionistasHastaLaMuerte y las que, siendo abolicionistas de la prostitución o no, entendemos que, si el objetivo de tantos siglos de lucha es que todo el mundo pueda disfrutar de una vida digna y libre de violencias, la forma no puede ser nunca generando más opresión. 

Habrá quien se pregunte: “A ver, ¿no estamos mezclando cosas? ¿Qué tiene que ver la abolición de la prostitución con la transfobia?”. Fíjate tú las casualidades de la vida -y esto ya es una percepción personal, aunque creo que bastante generalizada-, que la mayoría de personas que no hay manera de que comprendan las realidades trans, la opresión que atraviesa a las compañeras trans y la violencia que supone que te expulsen del movimiento feminista cuestionando tu identidad, son las mismas que no quieren debatir sobre prostitución, que vetan a las prostitutas y que revientan los consensos del movimiento feminista en las movilizaciones. Las abolicionistas -y hablo en tercera persona del plural conscientemente, porque ser abolicionista hoy ya no significa tanto anhelar y luchar por acabar con la prostitución y la trata de mujeres con fines de explotación sexual como censurar, negar, expulsar, insultar y criminalizar a toda compañera que no comulgue con cada punto de su discurso- dicen que los derechos humanos no se debaten. Vale, compañeras. Pero la realidad es que la prostitución se está debatiendo y, por tanto, es un debate. Ponerse en plan nazi echando a todo el mundo no ya del feminismo en general sino del propio movimiento abolicionista por plantear otras formas de abordar la cuestión, pues es inútil y es una mierda. No se puede trabajar el abordaje de la prostitución sin las putas y no se puede pretender luchar por los derechos de las mujeres sin una parte de las mujeres. 

“No, si yo no estoy en contra de las trans, solo digo que tienen que ser luchas separadas. Las mujeres por un lado y la lucha LGTBIQ por otro”, dicen algunas. Vale, ponte que negamos la mayor: las luchas son estancas y separadas y cada colectivo tiene que pelear lo suyo porque las opresiones surgen del aire cada una por su lado y no forman parte de un engranaje mucho más grande que atraviesa todo. En este contexto absurdo de entrada, en cualquier caso las mujeres trans, que son mujeres, también son sujeto político de la “lucha de las mujeres”. Vamos, digo yo. Pues no. Hay contrarrespuesta. Siempre, las terfs, tienen una contrarrespuesta. Y siempre, si vamos hilando finito finito, llegamos al mismo punto irreparable de la conversación: niegan la existencia, una mujer con pene o no es tan mujer como ellas o son hombres con falda o violadores infiltrados o mujeres que se han ido al bando opresor como si fuera esto el club de padel de la urbanización. Negando la existencia de otras, compañeras, poco vamos a poder pelear la nuestra propia. La lucha será transinclusiva o será una mierda.

La Directa&Pikara Magazine
Este texto forma parte de una colaboración entre Pikara Magazine y La Directa. Puedes leerlo en catalán en en su web. El periodismo feminista comparte y no compite con otros medios
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