Ayúdalas, que bailan twerk y no saben lo que hacen

Ayúdalas, que bailan twerk y no saben lo que hacen

Significar el twerk desde el conocimiento es lo que nos va a sentar bien, también bailar con las amigas, entender que no somos culpables de la mirada patriarcal y no tener miedo a ser demasiado sexis.

Texto: Mar Pons
30/09/2020

Cartel de la clase de twerk.

Sobre el twerk todo el mundo tiene algo que decir y, cuando de culos va la cosa, todos creen que su opinión va a misa. A veces, va a misa literal, porque al escuchar según qué discursos, de repente, una se siente como sentada en la iglesia, en plena homilía. Y se ve siguiendo los comentarios cliché y carcas de personas que se sienten las más feministas de la Tierra pero que solo opinan sobre algo que desconocen.

Hace unos días, Ester Ogando, profesora de twerk en Galicia, recibió una llamada de la asociación vecinal Novo Vigo, donde ella imparte sus clases, para decirle que el cartel en el que las anunciaba había sido motivo de polémica. La asociación recibe una subvención del Ayuntamiento, institución que, junto a la Diputación de Pontevedra, considera que la figura de la mujer que en él aparece (la propia Ogando), es de “carácter discriminatoria y si cabe vejatoria” y “denigra la imagen real de la mujer”.

Poco después, Carmela Silva, presidenta de la Diputación de Pontevedra, inició lo que ella considera una campaña de liberación. Lo podéis ver en su Twitter y en su Instagram, donde ha posteado fotos de manos esposadas con cuerdas que se desatan sobre el azul del cielo. Ok, boomer.

Ogando, que entiende que esta polémica es fruto del desconocimiento, invitó a la presidenta a una de sus clases. La asociación, por su parte, accedió, a regañadientes, a cambiar la foto del cartel. No obstente, Silva ha ido más allá y, finalmente, tras la presión, la asociación ha tenido que cancelar las clases y Ogando ha perdido su empleo.

Hagas lo que hagas (te pongas o no bragas), los hombres van a cosificarte. Puedes bailar twerk, ser monja, raparte el pelo, llevarlo largo, ser profesora o política de izquierdas o derechas. Puedes llevar tanga o velo, no importa. Pon cualquiera de las palabras clave de la frase anterior en xtube y verás que son una categoría de porno mainstream.

Si yo llevo un vestido escotado y un hombre me mira lascivamente ¿es machista mi vestido?, ¿lo es la persona que lo ha diseñado?, ¿lo son los vestidos en general?, ¿soy yo machista?, ¿o es machista la persona que me mira como si mis tetas fueran suyas?

El otro día, puse en Instagram una encuesta en la que preguntaba si el twerk era o no machista. Solo las personas (en su mayoría hombres, la verdad) que no bailan twerk votaron que sí. Y yo me pregunto y me atrevo a preguntarle a los cargos políticos implicados en esta polémica: ¿quién define si el twerk es o no machista?, ¿es más válido lo que opina quien no baila twerk y que lo mira desde el estereotipo que le vende la industria?, ¿ o es más válida la opinión que defienden las personas que lo bailan y que ponen su cuerpo en ello?

¿Vamos a censurarnos por la mirada que la cultura de los hombres cishetero ponga sobre nosotras? No, eso es como del siglo anterior, ¡está pasadísimo! Basta, next.

No hay duda, si bailas twerk sabes de lo que va, te atraviesa, de la pelvis al corazón. Sientes cosas: una revolución corporal, un desbloqueo, un alivio. Porque siempre nos han dicho que no seamos sexuales, que es peligroso. Cuando bailamos twerk, nuestro culo está expresando que bailamos como queremos. Nos movemos y, al hacerlo, movemos la celulitis, los complejos, los huesos de los culos flacos, la flacidez. Si somos personas menstruantes, aliviamos también nuestras reglas y, con todo eso, le damos un culazo a la mirada ajena y las opiniones (de mierda, como dirían los Punsetes).

Cuando alguien considera que una mujer que baila con el culo está haciendo algo machista, la está infantilizando, la señala como una víctima. ¡Qué atrevida y qué misógina es a veces la ignorancia!

Las mujeres que lo bailan lo hacen para ellas, no para los hombres. O quizás lo hacen para otras mujeres, ¿por qué siempre damos por hecho que son heteros? Y si bailan para hombres lo hacen porque quieren, porque desean hacerlo. ¿Qué problema hay en eso? Ninguno.

Mientras todo el mundo opina sobre si el twerk es machista o no, se nos olvida valorarlo y comprenderlo. El twerk no solo es complejo y muy rico técnicamente, también genera una comunidad internacional amplia, que vibra conectada a través de los talleres presenciales y de las redes sociales. En este espacio, gente con culos de todo tipo comparte recursos, inquietudes, herramientas y entrenamientos.

Decir que el twerk es machista tiene algo de racista. Entender como únicamente válido un feminismo blanqueado y europeo y poner en duda el valor de una comunidad que genera una serie de culturas desde los años 90 es reduccionista. Seguramente, para estas diputadas, el twerk es reguetón. No saben que esto viene del bounce y del funk cariocca, del bregga funk, de la S.O.C.A. De comunidades afrodescendientes que han hecho mutar la danza en comunidad. Y es que estamos hablando de mujeres por la problemática que nos ha traído aquí, pero no olvidemos de que bailar con el culo no es sólo patrimonio de las mujeres cis: históricamente nunca lo ha sido. Es más, en Nueva Orleans, surgió gracias a la comunidad gay y trans. Lo podéis ver aquí. El culo no entiende de géneros. Decir que el twerk es machista es obviar esa realidad.

Si el twerk se bailara solo con reguetón tampoco sería vejatorio. Desde la ópera, pasando por el rock hasta el indie, el machismo está en todo ¿Es que no lo ven? Pero el reguetón y los estilos similares tienen algo que otros géneros musicales no tienen, algo que comparten con el punk. Cuando son las mujeres o las personas trans o no binarias las que cantan, lo hacen sin tapujos. ¿Qué queréis que os diga? “Sin ti no soy nada una gota de lluvia mojando mi cara” (Amaral) está más aceptado que “Tu bate en mi toto son lead y armonía” (Badgyal).

A Carmela Silva y su equipo: censurar un cartel que anuncia clases de twerk, bajo sus clichés machistas, racistas y probablemente clasistas, no nos va a liberar. Dejar sin trabajo a una profesora de baile y sin actividad a una comunidad de mujeres adultas, tampoco. Significar el twerk desde el conocimiento es lo que nos va a sentar bien, también bailar con las amigas, entender que no somos culpables de la mirada patriarcal y no tener miedo a ser demasiado sexis. Les animo a que acepten la invitación de Ogando y vayan a una de sus clases. Seguro que les sienta bien.

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