Cádiz, cuna del primer manifiesto feminista

Cádiz, cuna del primer manifiesto feminista

Josefa Zapata y Margarita Pérez, ambas gaditanas, impulsaron varios periódicos en la segunda mitad del siglo XIX de corte feminista y social. Algunos de los textos de estos medios se publicarán dichos bajo el título de 'La mujer y la sociedad. Breves consideraciones sobre la participación de la mujer en la sociedad', un pequeño libro, está considerado el primer manifiesto feminista del Estado.

16/09/2020

Varios ejemplares de ‘El Pensil de Iberia’.

En 1856 nace en la ciudad de Cádiz, el periódico El Pensil Gaditano, considerado el primer periódico de corte feminista y social en el Estado español, y uno de los primeros de carácter fourierista, en cuyas páginas se incita a la lucha por la emancipación femenina y de las clases populares. Poco después, tras la censura y persecución de su cabecera, pasará a llamarse El Pensil de Iberia (1857), después El Nuevo Pensil de Iberia (1857-1858), nuevamente El Pensil de Iberia (1859), para acabar, tras el desgaste debido a la represión y la carencia de medios económicos, como La Buena Nueva (1865-1866) [1]. Pero vamos por partes. ¿Qué implicaciones tuvieron y tienen estas publicaciones? ¿Quién estaba tras sus páginas? ¿Por qué han pasado tan desapercibidas para el movimiento feminista?

La historiadora Gloria Espigado Tocino ha investigado en profundidad la vida de estas mujeres. Josefa Zapata y Cárdenas (Cádiz, 1822 – 1875 o 1878) y Margarita Pérez de Celis y Torhbanh (Cádiz, 1830-1840 ca. – 1882) fueron las que impulsaron estos proyectos. Nacidas ambas en familias de la clase media gaditana venidas a menos, familia de nobles una y de comerciantes otra, lo cierto es que no tenían una posición social y económica privilegiada. Desde jóvenes se empezaron a interesar por la literatura y la política. Zapata empezó escribiendo poesía en la década de los cuarenta, faceta que deja aparcada hasta que la muerte de sus padres, acaecida en 1854 debido a la epidemia de cólera que sacudió la ciudad. Esto la libera de la carga de cuidados y le permite volver a la escritura, esta vez junto a Margarita. Desde entonces, sus vidas serán inseparables. Ambas compartirán profesión y techo y pasarán por infinitud de baches acompañadas la una de la otra, intentando ser lo más libres e independientes posible.

Viven en barrios populares de la ciudad de Cádiz, donde se mantienen con sus sueldos de costureras, con la ayuda que recibe Josefa de un familiar desde ultramar y también, cuando es necesario, con las redes de apoyo y solidaridad de otras trabajadoras de la costura. Gracias a estas redes de apoyo será como Josefa Zapata podrá sufragarse el pago de la operación de cataratas que la estaba dejando sin vista (allá por 1863; puede leerse sobre la colecta en el periódico La Violeta, dirigido por Faustina Sáez de Melgar). Esta red de solidaridad les hizo compartir domicilio con otras mujeres para hacer frente juntas a diversas dificultades. Tras su última etapa editorial, ambas impartirán clases particulares. La pista de Josefa se pierde al poco; sin embargo, Margarita, que irá descendiendo en su posición social, trabajará también como cordonera y cigarrera hasta su muerte en 1882.

Aquí hemos hablado de sus vidas con los pocos datos que se conversan; datos escasos que, no obstante, son suficientes para poder comprender qué las motivó a abrazar las ideas de Charles Fourier, socialista utópico francés y uno de los pensadores más igualitarios de la época. También sabemos que Pérez de Celis, en 1871, pasará a ser la presidenta del Club Femenino Mariana Pineda, en sustitución de Guillermina Rojas, el cual estaba adscrito a la Federación Regional Española de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores). Este cargo la sitúa en una militancia posterior vinculada al socialismo federal-cantonal y al internacionalismo, como podemos intuir por el apoyo de este club a Fermín Salvochea y por las colaboraciones de Margarita en el seminario gaditano La Internacional, fundado en 1872 por Guillermina, una de las primeras internacionalistas del estado.

El fourierismo en el Estado español

Fourier fue adversario de la industrialización y de la civilización urbana, así como del liberalismo. Criticó la familia burguesa, que él calificaba de inarmónica, pues se basaba en el matrimonio, la monogamia y el principio de autoridad que simboliza el padre; en palabras de Espigado, una familia bajo el yugo de “la acción tutelar del Estado y donde las mujeres quedaban sometidas, sin discusión, a su arbitrio”. Entre sus propuestas se encuentra la creación de falansterios, que venían a ser comunidades de producción, consumo y residencia en los que primasen el igualitarismo y la cooperación entre quien allí habitara.

Será Joaquín Abreu el que difunda las ideas del pensador francés en el Estado español, debido a la fascinación que sintió por las mismas. Abreu, condenado a muerte en 1823, se exilió y vivió en varias ciudades de Europa. Acabará residiendo en Francia un largo periodo de tiempo; aquí conocerá personalmente a Fourier y visitará en el verano de 1832 el falansterio de Condé-sur-Vesgre, propuesta piloto del francés. A su regreso a Cádiz en 1834, Abreu colaborará en varias cabeceras y escribirá diversos artículos que promueven las ideas fourieristas. Y no nos extraña que sea precisamente en Cádiz, cuna de grandes revoluciones.

La Cádiz de 1851 pintada por Carlo Bossoli.

Precisamente estos planteamientos fueron los que nuestras protagonistas, Josefa y Margarita, divulgaron desde las páginas de los diferentes periódicos que pusieron en marcha. Si bien en la época ya existían distintas publicaciones dirigidas exclusivamente al bello sexo, con sus secciones de moda y consejos domésticos, ellas romperán con este tipo de prensa y divulgarán teorías societarias en las que se aboga por un sistema más armónico y justo, donde la capas menos favorecidas, las desheredadas, tuvieran una vida digna; una vida donde la clase trabajadora y las mujeres lucharan por la emancipación y el acceso a educación, el derecho a la libre elección, un trabajo justamente retribuido, etc. (reivindicaciones que todavía se antojan necesarias). En ese sentido, encontramos entre los escritos y poemas de estas publicaciones una gran veneración y exaltación por la figura de Fourier y sus ideas.

La mayoría de colaboraciones que aparecen en estos periódicos serán escritas por ambas, sin embargo, hay muchas más plumas que firmarán en estas cabeceras, firmas de compañeras como Rosa Butler, Ana Mª Franco, Ángela Arizu, Adela de la Peña, Joaquina García de Balmaseda, María García de Escalona, etc. También contarán con colaboraciones masculinas como José Bartolero Quintana, Fernando Garrido, Roberto Robert, Roque Barcia o Francisco Pi i Margall. [2]

La periodista Consuelo González, conocida bajo el pseudónimo de Celsia Regis, las considera como las primeras libertarias y escribe en 1928, en La Voz de la Mujer, “A la Pérez de Celis se la puede considerar como la fundadora de la primera revista feminista de España”.

El primer manifiesto feminista del Estado

Será en El Pensil de Iberia y bajo la firma de Rosa Marina, donde se publicarán una serie de artículos en los que se plasman diversas reflexiones a propósito de las condiciones de la mujer: el veto que tienen en el acceso a la educación; el matrimonio institucionalizado y como un contrato desigual que subyuga a la mujer; las pésimas condiciones de trabajo de las mujeres que les avocan, en muchos casos, a la prostitución; la necesidad de revertir el orden de inferioridad social al que las mujeres, y más aún las trabajadoras, viven expuestas… En estos artículos, además, se muestran ejemplos de mujeres que han destacado en campos tan dispares como la política, la literatura o la pintura. Todo un alegato a la emancipación femenina en el que, en todo momento, se interpela a los hombres para que se desprendan de sus privilegios y contribuyan a impulsar cambios que liberen a la mujer, ya que “donde la mujer es esclava, el hombre no puede ser libre”.

Imagen de la reedición del libro ‘La mujer y la sociedad’.

Más tarde, no sabemos muy bien en qué mes de 1857, se publicarán dichos artículos bajo el título La mujer y la sociedad. Breves consideraciones sobre la participación de la mujer en la sociedad, este pequeño libro, que además contó con un prólogo de Margarita Pérez de Celis y está considerado el primer manifiesto feminista del Estado. Hace un año, y tras un siglo y medio de aquella primera edición, se reeditó este texto desde Labio Asesino. Ana Muiña, en el prólogo a esta nueva edición, nos índica que:

La mujer y la sociedad sienta un precedente para otras obras y otras escritoras, tales como La mujer del porvenir, de Concepción Arenal (1869), La mujer española, de Concepción Gimeno de Flaquer (1877) y La mujer en España, de Carmen de Burgos, publicada en 1906″.

El nombre de Rosa Marina es un misterio hoy. Hay investigaciones que señalan que podría ser un pseudónimo de Josefa Zapata y/o Margarita Pérez de Celis. Otros artículos apuntan que podría ser una autora distinta bajo pseudónimo. La falta de libertad de expresión y la censura son, sin duda, las causas de este hecho.

Y siguiendo con la censura, y como indicamos más arriba, no serán las dificultades económicas por las que pasaron estas mujeres las que cerrarán su andadura periodística, sino la continúa persecución de las autoridades y de la Iglesia lo que acabara con cada cabecera. El obispo de Cádiz será quien solicite al gobernador la prohibición de El Pensil de Iberia, ya que encuentra en ella:

“casi todos los errores contrarios a la Fe y la Moral Cristiana, muy especialmente en los artículos que encabeza con ‘Leyendas Morales’, en lo que se llega al extremo de suponer que Nuestro Señor excita con la Sagrada humanidad el amor impuro, condena el estado de su matrimonio y santifica el crimen del adulterio…”. [3]

Recuperar la memoria. Vivir la utopía

Las aportaciones de estas mujeres, y de muchas más que formaron parte de las luchas que se libraron en aquellos años, son importantísimas para comprender el devenir de los años posteriores, hasta llegar a nuestros días. Estas mujeres supieron aunar el discurso de las clases populares a los reclamos de las mujeres, dejando un poso para el futuro que calará en las organizaciones obreras posteriores: socialistas, y en mayor medida, anarquistas.

Precisamente, el propio sistema patriarcal que criticaron, unido a su condición de clase y su adscripción política, han hecho que su legado no haya tenido la misma visibilidad que otras mujeres de la época, que desde la burguesía promulgaban limitadas mejoras para las mujeres, como el acceso a la instrucción, pero sin criticar el modelo del “ángel del hogar” en el que las mujeres no dejaban de ocupar los espacios privados y los roles de género que les habían sido asignados. Sin embargo, esto no nos es extraño, ya que al fin y al cabo los relatos que más perduran en el tiempo son los que han tenido el privilegio de estar apegados al poder.

Crear genealogías es un trabajo importantísimo para conocer los obstáculos a los que se enfrentaron nuestras antecesoras, las pioneras en las luchas por la emancipación. Es necesario rescatar y conservar su ejemplo. Son una guía en el camino. Situar sus enseñanzas en el presente es fundamental para tejer estrategias de lucha más sólidas. No dejar a nadie atrás, pensar en las desheredadas de nuestra contemporaneidad y, cómo se apunta en este primer manifiesto feminista:

“Estoy segura que tampoco faltara quien diga, sin querer abordar la cuestión de principios, cuya claridad y ruda lógica les acobarda, que estas ideas, cualquiera que sea su bondad, teóricamente consideradas, son una utopía, un sueño irrealizable”.

“Pero afortunadamente vivimos en un tiempo en que esas palabras han perdido toda su fuerza, porque hasta el hombre más atrasado sabe ya de memoria que las utopías y los sueños de ayer, son las realidades, los hechos de hoy”.

 


[1] “Nosotras, mujeres”. Ana Muiña. Prólogo a la nueva edición de La mujer y la sociedad (Labio Asesino. Jaén: 2019).

[2] “Mujeres ‘radicales’: utópicas, republicanas e internacionalistas en España (1848-1874)”. Gloria Espigado Tocino. En Ayer, nº 60 (2005).

[3] “Los orígenes de la prensa feminista. El caso de El Pensil de Iberia (Cádiz 1858)”. El documento destacado de mayo de 2016. Archivo Histórico Provincial de Cádiz.


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