Cuando conocí a Ekain no podía imaginar todo lo que aprendería de un plumazo. Es horrible, pero muchas veces se cumple eso de que quienes más palos han recibido, quienes resisten a diario, son genuinamente generosxs. Entiendo por generosidad el acto mismo de contar sus experiencias porque no hay nada más poderoso y transformador que escuchar a alguien relatar en primera persona. No me atrevería a escribir sobre cosas que considero importantes sin basarme en lo vivido. Cuando una amiga se abre en canal para contarte lo que ha vivido, en cierto modo, deposita en ti la responsabilidad de actuar consecuentemente con esa información.

Quiero tener un cuidado extremo para trasladar esta parte de la historia de Ekain y que, así, siga generando una onda expansiva de conocimiento. Dentro del modesto alcance de este texto. Para ello, su supervisión y visto bueno es fundamental.

Una vez más, te doy las gracias.

Tiene 20 años, pero lleva una mochila de peso considerable que espero pueda ir quitando conforme la sociedad le vaya dejando en paz. Cuando rodamos el videoclip de Sirène, me contó sus –no una, ni dos, sino– tres salidas del armario. Sirène es la canción del último disco de Belako para la que escribí la letra en francés haciendo un juego de palabras con “si réelle” (“tan real”) a la hora de retratar a una persona trans que quiere que se la reconozca por lo que es. La tendencia actual a fingir ser lo que no eres. La imagen de la autenticidad frente al mundo de las apariencias. Grabamos el videoclip con Ekain como protagonista

Primera. “Ama, soy lesbiana” con 14 años.

Segunda. “Ama, soy un chico” con 16 años.

Tercera. “Ama, soy bisexual” con 19 años. Esta resulta ser la más complicada de encajar por él mismo, puesto que ha tardado en darse cuenta de que no sólo sentía admiración por la apariencia construida como masculina, sino que existe un deseo más profundo que le lleva a reconocer que también se siente atraído por los hombres. Le costó aceptarlo, pese a vivir en la disidencia, por culpa de la cisnorma (no olvidemos que los medios validan y ponen el foco en el chico trans que “convence” con su apariencia) que él mismo ha interiorizado y tiene que deconstruir.

¿Es casualidad que esta auto-revelación sea la más tardía y confusa? Para una persona acostumbrada a crecer en los márgenes de un entorno convencional, pelear por sus necesidades identitarias se convierte en costumbre. ¿Por qué entonces no se había planteado siquiera la posibilidad de ser bi? ¿Tendrá que ver con que un hombre bi es menos hombre?

Las personas trans bisexuales luchan a diario contra todo tipo de opresiones. La invisibilización, el borrado histórico, el binarismo de un mundo compartimentado que no reconoce aquello que no tiene parcela, que pone en duda las verdades absolutas, que molesta. Sin referentes, Ekain llega a su tercera salida del armario gracias a sus herramientas de autoconocimiento y admite estar más cómodo relacionándose con personas bisexuales “por miedo al rechazo que puedan generar ciertas partes de mi cuerpo a un gay o a una hetero”.

Con todas estas violencias que les atraviesan, ¿cuántxs más logran superar la bifobia interiorizada que les impide reconocerse?

En palabras de Ekain: “Buscamos tanto la validación como hombres que al final nos pasamos de cisnorma”