Poner el foco en Asturias

Poner el foco en Asturias

Ni el cine ni el periodismo tienen que buscar más allá de sus propias narices para contar grandes historias. Fijar la cámara y la pluma en lo cotidiano nos descubre relatos apasionantes y aburridas, atracos y pueblos sin mucha gracia.

18/11/2020

Pues empecé a ver una película lituana. La protagonista es Monika, una muchacha que quiere cantar e intuyo que su madre es un poquito tóxica. Son casi las ocho de la tarde, llevo todo el día en la redacción y, la verdad, no me apetece nada ver una película con subtítulos en inglés. Echo un vistazo al catálogo del Festival Internacional de Cine de Xixón y me encuentro con Pueblu. A mí los pueblos no me gustan mucho porque tengo un trauma con el mío, pero me encanta Asturias porque la familia de mi abuela vive allí. Recuerdo con cariño las madreñas y los hórreos. Además, Pueblu es un cortometraje. 23 minutos, perfecto. Tengo la tentación de decir que es tiempo suficiente para contar la historia de Loredo, un municipio que pertenece al concejo de Mieres, en Asturias. Tengo la tentación, sí, pero sé que es injusto. Los pueblos pueden ser tan complejos como cualquier ciudad y si Gay Talese tuvo la osadía de describir la ciudad en apenas unas páginas, ¿por qué no van a ser suficientes 23 minutos para hablar de Loredo?

El cortometraje, de Jose F. Riveiro (Gijón, 1982), forma parte de la competición Asturies-Curtiumetraxes, y narra las vivencias y los recuerdos de un grupo de vecinos y vecinas del municipio. María, por ejemplo, lleva años regentando un bar en el pueblo, hace gintonics de esos que no parecen ensaladas y sonríe hablando de las fiestas. “El pueblo está muy guapo”, dice con acento asturiano. No tiene familia en el Estado español y se siente acogida por sus vecinas y vecinos. Ana María nació en Loredo, pero estuvo viviendo en Xixón hasta que la jubilación le permitió volver a su pueblo. Las cosas han cambiado mucho. Ahora ya no se dejan las puertas abiertas, pero vive en familia. Tino, un paisano que parece muy simpático, disfruta de sus ratos de la huerta todas las mañanas. “Luego, bajo a comer”, dice y no resulta difícil intuir que alguien le ha puesto el plato de comida sobre la mesa. Mon, José Luis o Mado son otros de los protagonistas de este corto en el que no se cuenta gran cosa y, sin embargo, acaba por convertirse en un retrato realista de lo que son muchos pueblos.

El pueblo fue otra cosa. Había varias tiendas, muchos bares e incluso, un puticlub. Entendemos, por tanto, que también había puteros. Ahora se moverán a otras zonas para seguir ejerciendo su privilegio. Hoy, los y las nuevas vecinas han arreglado muchas de las casas aunque otras no han tenido la misma fortuna. Loredo es uno de esos pueblos que se mantiene firme esperando que vuelva a ser habitado, mientras sus viejos moradores todavía no se han ido. El pueblo pasó de contar con unos 600 vecinos a poco más de 50.

Poner el foco en Asturias

El director Jose F. Riveiro pone el foco en su tierra. Es aficionado al cine desde que era un crío y busca, con su trabajo, contar qué pasa en su territorio más cercano. Hace unos años supo que en 1923 se cometió en Xixón el atraco más importante a una sucursal del Banco de España y empezó a investigar aquella historia. Le sorprendió que no fuera muy conocida, a pesar de que el atraco desencadenó muchos sucesos que hoy entendemos como históricos. Me cuenta por teléfono que ha intentado explicar “cómo se gestó el atraco, qué vinculación tiene con el anarcosindicalismo y con el pistolerismo. El atraco, además, es el desencadenante del Golpe de Estado de Primo de Rivera, que se dio sólo 12 días después”. La historia nada tiene que envidiar a La Casa del Papel, pero quizá Asturias no parezca un escenario tan solemne como Madrid.

La 58 edición del Festival Internacional de Cine de Xixón, que arranca el viernes, 20 de noviembre, tiene entre sus objetivos fomentar el talento de cineastas de Asturias y, aunque siempre quede muy cool eso de proyectar cine de Lituania, me atrevo a intuir que no hace falta salir de Asturias para contar grandes historias ni para encontrar a familias tóxicas. Si podéis, dadle una oportunidad a The castle, de Lina Luzyte, tiene muy buena pinta aunque yo, hoy, he preferido quedarme en la tierrina.


No te vayas, que tenemos más historias que contarte de Asturias:

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