Demasiado viejas para improvisar

Demasiado viejas para improvisar

Hace mucho que escondo lo que siento por miedo a ser rechazada. Por miedo a que me digan que ahora no, que ya no, porque se nos ha hecho tan tarde, ¿sabes? Que ahora somos demasiado viejas para improvisar. Que no, te digo.

Imagen: Núria Frago
03/02/2021

Se nos ha hecho tarde, corazón mío. Ahora somos demasiado viejas para improvisar. Necesitamos tener primero los cordones atados, el guiso calentito, el post publicado. Lo que hay que ver, corazoncito. Lo que hay que oír. Se nos ha hecho tarde para salir galopando sin saber hacia dónde. ¿Pongo el gps? ¡Mándame ubicación, al menos! Ya no sabemos fluir. Nos da miedo ser de aire y caber en todas las posibilidades. En todas las oportunidades. Han dejado de verse esas estampas en las que se agarraban de la mano, temblando, y se iban en volandas al baño para rezar dos o tres Madres Nuestras de rodillas frente al capitolio. Frente al capitolio del Santo Coñal. Ay, corazón, ¿qué hemos hecho? ¿Por qué ahora necesito saber cuánto mides? ¿Cuánto te gustan las drogas? ¿Qué estás buscando en Tinder? Corazoncito, no entiendo nada. Hace mucho que escondo lo que siento por miedo a ser rechazada. Por miedo a que me digan que ahora no, que ya no, porque se nos ha hecho tan tarde, ¿sabes? Que ahora somos demasiado viejas para improvisar. Que no, te digo. Pero, mírame, corazón mío, me estoy poniendo películas que tratan de dos que se chocan y no pueden evitar el rayo. Y estoy llorando. Estoy llorando porque deseo chocarme y no poder evitar el rayo, y no querer evitar el rayo. Que me parta un rayo y salgan ardiendo los guiones, los calendarios, las agendas. Y ayer, corazón mío, ya me viste devorando bombones imaginando que eran sus labios calientes sobre este frío calador. Y me he llovido encima imaginando que era su nieve, imaginando que le daba de beber y que el tiempo desaparecía junto al papel de fumar en cada calada. También sabes que le doy al play a los vídeos que se titulan ‘Cómo saber lo que siento’, ‘Escorpio + Acuario en el amor’, y los escucho para que alguien que no soy yo verifique lo que ya sé pero no quiero entender en voz alta. Porque qué miedo amar despellejadamente. Qué miedo amar a flor de verdad. Qué vulnerable y sin chaleco antibalas.

Dime tú, corazón, ¿para qué enviar ese mensaje o hacer esa llamada o acercarme a la puerta de esa casa y desgarrarme la camisa pa enseñar la feria que llevo dentro cada vez que me habla, si estoy cómoda en mi soledad? Articulada en mi soledad. Controlada en mi soledad. Añeja y bohemia. Maldita y tibia. Sin grandes aspavientos. Aguantando toda esta intensa ola que siento cuando amo. Aguantando el invitarle a navegar por esta inmensurable ola. Por esta refrescante ola. Y es que yo lo salpico todo, corazón. No puedo evitar salpicarlo todo de ilusión y esperanza, de ojitos color niña. No puedo evitar querer añadir especias a su estantería y un cepillo de dientes más a su vida. No lo sé. Qué más da. Si da igual. Me estoy rayando. Qué paranoia. Qué agobio. No tiene sentido. Le doy muchas vueltas. Tampoco es pa tanto. Estoy haciendo la estúpida. Dejo ya de flipar. Hay cosas más importantes. Seguro que sí, joder. Seguro que hay cosas mucho más importantes que amar y amarse, ¿no? Que amar y amarse. Pero se nos ha hecho tarde, corazón mío. Se están quemando las lentejas y ha salido un nuevo filtro que quiero probar. Mejor olvido todo esto. Siempre es más simple olvidar, pero no más fácil. Me trago la bola, corazón. Una vez más. La bola que ahoga me la trago. Que llegue la ansiedad y me arrase la laringe por lo que no digo, por lo que no quiero decirme. Por todo lo que nunca me atrevo y se me queda en el borde de los labios haciendo el pino y llenándome de nervios pastosos. Nervios en la espalda, en el estómago, encogidos. Se nos ha hecho tan tarde, corazón mío. Todo es ahora tan tarde. Perdóname por esta incoherencia. Por darte doble trabajo en la sangre.

Si algún día llega un cáncer, corazón, si algún día llega un cáncer, por ejemplo, y recuerdo que no soy inmortal y que el tiempo que no se vive, se pierde, igual me animo y grito que estoy enamoradísima con un cartel como el de Hollywood, pero con luces led, justo frente a su balcón. Que siempre estuve enamoradísima, podría decirle, ¿qué te parece? Que nos he imaginado haciendo el amor 80 millones de veces y que nuestrxs hijxs serían rubixs y que eso me da risa porque a mí me dan risa las cosas bonitas. Pero qué tarde. Pero qué viejas. Pero qué locura eso de vivir como si estuviéramos vivas. Como si este viaje no tuviera vuelta.

¿Pero qué digo? ¿Pero qué tonterías son estas? Mejor me duermo, que ya es muy tarde, corazón de melón. Corazoncito de miedo. Armadurita de pena. Que se nos ha hecho tarde. Muy tarde. Que huele todo a candela.

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