Sister Rosetta Tharpe: la madre del rock & roll

Sister Rosetta Tharpe: la madre del rock & roll

Celebramos, recordando a una revolucionaria de la música, que se cumple un año ya del inicio de nuestra sección musical #CantarLas40 y cerramos así este mes de marzo siempre reivindicativo.

17/03/2021

En marzo del año pasado, durante el confinamiento, comenzamos nuestra sección musical en Telegram de la mano de DJ Maracas, #CantarLas40. Queríamos cantar durante la cuarentena y cantarle las cuarenta al mainstream, recordando a artistas olvidadas, poco conocidas o, simplemente, espectaculares. Con este perfil de Sister Rosetta Tharpe que las compañeras de Revista Marea nos han cedido para republicar.

Y quien quiera cantarle las 40 a la música mainstream mayoritariamente hecha por hombres blancos occidentales y unirse a los envíos semanales de música de mujeres, lesbianas y trans de múltiples estilos, orígenes, colores y lenguas que se salen de la radio fórmula convencional, por aquí os espero: en Telegram o en Spotify.

Si pregunto quién creó el Rock & Roll, capaz que más de una/o dice que Little Richard, Chuck Berry o hasta Elvis Presley… ¡Y resulta que no! La injustamente olvidada creadora del Rock & Roll es Sister Rosetta Tharpe, una mujer afro norteamericana que nació en el segregado sur de los EEUU un 20 de marzo de 1915 y que revolucionó de forma profunda la historia de la música.

Proveniente del gospel (comenzó cantando en iglesias evangélicas junto a su madre, Katie Bell Nubin, que tocaba la mandolina y la guitarra), pasó por el soul y el blues, se acercó al jazz y se atrevió a ir más allá, hacia el rock and roll, sobre todo por su bárbaro manejo de la guitarra eléctrica, que aprendió a tocar desde pequeña. Visionen videos de esta grande de la música y a-lu-ci-nen con la que llamaron la primera “gospel rock star” de América.

Su canción “That’s all” está considerada como la primera grabación de la historia del Rock & Roll. ¡Y es de 1938! En ese momento, Little Richard tenía 6 años, Chuck Berry 12 y Elvis Presley 3, para que tomemos perspectiva.

Cotton Plant (literalmente “plantación de algodón”, labor en la que trabajan su padre y su madre), la pequeña localidad de Arkansas donde Sister Rosetta nació, se encuentra a una hora y pico (en coche, a día de hoy) del río Misisipi, en el punto donde cruza la famosa ciudad de Memphis. Esta ciudad se merece un artículo en sí mismo al ser la cuna de varios estilos musicales (blues, country y rock & roll), lugar donde nació la enorme Aretha Franklin y donde vivieron grandes de la música (B.B King, Al Green, Sam Cooke, Anita Ward o Elvis Presley por nombrar sólo algunos/as). Todos ellos fueron, sin embargo, precedidos por Rosetta Tharpe.

El blues del delta del Misisipi, junto con el jazz de Nueva Orleans (que traían los migrantes negros del empobrecido sur estadounidense buscando fortuna en el norte blanco y rico) se cruzaron para la pequeña Rosetta en Chicago, a donde se mudó junto con su madre, siguiendo la labor evangelizadora de esta. Desde los 6 años se fue convirtiendo en una estrella del gospel en todo el país, música a la que añadió el sonido de la guitarra eléctrica, provocando un primer quiebre musical no suficientemente destacado: ¿quién piensa en los riffs de una guitarra eléctrica en el centro de una canción gospel? La mayoría del mundo, no. Pero Rosetta Tharpe sí lo hizo, subiéndole el ritmo a espirituales que, hasta ese momento, eran mucho más lentos (y tristes).

 

Al dejar a su primer marido, se mudó junto con su madre a la Nueva York de los años 30, llena de clubs con música en directo y agitada vida nocturna, donde seguiría desafiando las convenciones de la época. Comenzó, no sin polémica de por medio, a reinterpretar espirituales negros para audiencias laicas, al tiempo que también probaba con otro tipo de canciones y estilos, más alejados del gospel del que era una estrella indiscutible. Gracias a su calidad y carisma, pudo compatibilizar, como dicen, “su amor por Dios y por los clubs nocturnos” y saltarse la aparente imposibilidad de mezclar el gospel (la música cristiana – evangélica más pura) con la que comenzó siendo considerada la “música del diablo”, el rock and roll.

Su discografía se extiende a lo largo de casi tres décadas (1941 – 1969) y varias de sus canciones (creadas por ella o que se hicieron famosas con sus intrepretaciones) han sido versionadas por artistas que van desde Johnny Cash hasta Nina Simone, pasando por Elvis Presley, Led Zeppelin, The Staple Sisters o Van Morrison. Sin embargo, como cuenta su canción más famosa, “Strange Things Happen Everyday”, no pudo escapar de la ironía de ser una de las principales estrellas musicales del momento que no podía dormir o comer en muchos de los lugares donde daba conciertos (llenos hasta la bandera uno tras otro, por cierto). Rosetta, en su línea inconformista, le hizo frente a la segregación haciendo sus tours en un bus donde, en la parte de atrás, también se podía dormir (quién sabe si también fue ella la primera artista en viajar de concierto en concierto de esta forma).

Su conexión musical y amorosa durante varios años con Marie Knight, cantante que además tocaba el piano y la percusión, supuso pasar otra frontera social: conformaban, entre las dos, una banda entera y suponían la novedosa y arriesgada realidad de dos mujeres que viajaban y hacían shows sin hombres.

En 1951, momento en que el rock and roll estaba en auge (y cuya imagen pública era la de jóvenes blancos, donde parecía no caber una mujer negra de mediana edad) y ante la caída de contrataciones para dar conciertos, Rosetta y su equipo organizaron un mega evento musical bien especial: 25.000 personas pagaron la entrada para ver, en el estadio de baseball Griffith en Washington, no sólo un concierto de Sister Rosetta Tharpe (del que salió un LP), sino también, y al mismo tiempo, su tercera boda con el que además pasó a ser su agente, Rusell Morrison.

A pesar del apogeo que ese momento supuso, su carrera no remontaría de nuevo hasta que el saxofonista de jazz blanco inglés Chris Barber la invitó a dar conciertos conjuntamente en Europa a finales de los años 50 y durante los 60. Su fama se abrió a nuevos públicos y pudo construir, de nuevo, momentos únicos para la historia de la música y para la realidad de quién era y de los momentos sociales que vivía. Su concierto en una estación abandonada a las afueras de Manchester, en 1964, al que llegó en un carruaje tirado por un caballo, con su guitarra eléctrica, un elegante abrigo blanco con brillantes, sus tacones y sus 49 años de puro carisma y arte, tocando ante un público de entusiasmados jóvenes ingleses es realmente icónico.

De ahí en adelante, la muerte de su madre en 1968 y la diabetes que le diagnosticaron supusieron unos duros últimos años para Sister Rosetta, quien moriría en 1973. La vida entera de esta artista expresó una libertad, una fuerza y una alegría de vivir que resonó con todo tipo de audiencias, especialmente, con mujeres y hombres negros. Aún a día de hoy, ya de lleno en el siglo XXI, ¿cuántas artistas mujeres negras en sus treinta o cuarenta o cincuenta años tocan la guitarra eléctrica?

Y sí, claro, la música sufre de profundo machismo HIS-tórico, pues Sister Rosetta no aparece en el lugar que le corresponde por ser mujer negra, aunque la crítica y los mismos artistas que han sido reconocidos como pioneros de dicho estilo musical nombraban a menudo la influencia que ella había tenido en su música.

Mucha gratitud por las mujeres que han abierto caminos en formas, momentos y situaciones más bien difíciles y complicadas. Salud por su firmeza y determinación. Y que las conozcamos y nombremos.

¡HER-story is for everybody!


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