Toda la verdad sobre el chiringuito de ‘Pikara Magazine’
'Pikara Magazine' es una revista posmo pagada a pachas por el lobby trans, las farmacéuticas, Soros y el Gobierno socialcomunista. Aquí os lo contamos todo.
En Pikara Magazine estamos acostumbradas a las críticas. Son gajes del oficio. Publicar contenidos desde hace casi once años supone publicar muchas cosas. Con unas se acierta, con otras no; algunas envejecen mal, otras se entienden mejor con el paso del tiempo. Y, en cualquier caso, nunca llueve a gusto de todo el mundo, que estamos en Bilbao.
Más allá de la crítica, de la que a veces aprendemos, estamos acostumbradas también al ataque, al insulto y al linchamiento. Estamos acostumbradas, pero no nos resignamos. Esto nos ha llevado a tomar decisiones como cerrar los comentarios de la web o la sección de Participa. Al principio, los ataques venían de hombres machistas, individualmente u organizados en foros de internet, insultando y ejerciendo la violencia que conoce cualquier mujer que se expone en redes y medios. Esos han desaparecido un poco. Creemos que han visto que, con amigas como las nuestras, no necesitamos muchos más enemigos.
A quien no esté en redes sociales quizá todo esto le suene ajeno. Pero quienes gestionamos cuentas con mucho tráfico y tenemos que estar pendientes de notificaciones diarias, porque es nuestro trabajo, sabemos un poco de lo que hablamos. Hay quien que se dedica, no a criticar, sino a desacreditarnos e insultarlos.
En las últimas semanas se han vuelto a mover en redes sociales varios de los textos que históricamente han sido polémicos en Pikara Magazine como si los hubiéramos publicado ayer. Nos han vuelto a linchar, insultar y desacreditar como la primera vez que se leyeron. Han señalado de nuevo a una persona entrevistada hace cuatro años a pesar de que tanto ella como nosotras pedimos por Twitter que no se volviera a exponer su rostro en esta red social. Estos días, también, nos han acusado de publicar un texto para fomentar el linchamiento de otra feminista a pesar de que el artículo llevaba año y medio publicado, cuando llevamos años denunciando la violencia en redes y nunca se nos ocurriría avivar los insultos contra una compañera. Esta acusación ha provocado, al mismo tiempo, el linchamiento de la colaboradora de Pikara Magazine que lo escribió. Porque los ataques en redes no van solo para la revista, sino que salpican a nuestras colaboradoras.
En un mundo que cada vez se basa más en el dogmatismo, en Pikara Magazine tratamos de buscar los matices, caminar por las dudas, aprender de vidas que no son las nuestras e incomodar, claro. El periodismo debe ser incómodo y debe interpelar, a nosotras las primeras. Y hacer periodismo es eso, indagar en las dudas, no publicar temas que nos reafirmen en nuestra posición. Que publiquemos ciertas cosas no significa que todas las defendamos. De hecho, habría que diferenciar una entrevista, reportaje, artículo de opinión, etcétera, de un editorial (artículo que muestra la opinión de un medio de comunicación), pero entendemos que para quien nos desacredita e insulta, los matices son relativismos.
En cualquier caso, no escurrimos el bulto. Como decíamos, hemos publicado muchas cosas. Nos hemos arriesgado muchas veces y por el camino nos hemos equivocado o hemos acertado. Hemos querido complejizar el debate. Pocas veces hemos mostrado opiniones contundentes como medio porque no somos un medio de editoriales. Pero, dado que estos días nos han acusado hasta de defender el velo, hemos optado por la autodefensa. Vamos con un editorial firmado por las trabajadoras de la revista.
Ahora sí, toda la verdad sobre quiénes somos
Como no queremos ser mártires de ninguna causa, nos vamos a reír. Nos han acusado de tránsfobas, pero también de misóginas y de estar pagadas por un lobby trans -si alguien de este lobby nos lee, sí, podemos hablar de dinero-, de estar pagadas por Soros -George, ¿te pasamos la cuenta?-, de ser modernes de mierda, de ser tíos (WTF), de ser proxenetas y favorecer el trabajo sexual, pero también de no contar con las putas. Nos han llamado neoliberales y marxistas culturales. Y, por supuesto, posmodernas -esto último es verdad, oye, neoclásicas no somos-. Cuando hemos publicado en favor de las trabajadoras sexuales nos han llamado machistas. Cuando hemos publicado diciendo que somos abolicionistas pero que no nos gustan ciertas formas, nos han linchado también. Cuando hemos publicado un texto abolicionista sin peros, nos han acusado de regulacionistas, porque se supone que Pikara Magazine es así. Cuando hablamos de gestación subrogada mal, pero cuando hablamos de vientres de alquiler, seguimos haciéndolo mal.
Nos han llamado -nos están llamando, muchos insultos los hemos recibido estas últimas semanas- necias, bobas, imbéciles, gilipollas, lesbófobas, lesbianas de mierda. Nos lo han dicho por redes o escribiéndonos por correo electrónico.
Nos han dicho que no somos feministas.
Que somos traidoras.
Que hemos perdido el norte.
Que las hemos decepcionado, cuando nos siguen solo desde hace unos meses.
Otras solo han leído dos textos polémicos, los mismos que saltan siempre. ¿O es que cuando publicamos sobre explotación laboral, defensoras de derechos humanos, lesbianismo, violencia vicaria, derecho al aborto, violencia obstétrica, antirracismo, colonialismo, amor romántico, violencias machistas, conciliación, abusos sexuales en la infancia, feminización de la pobreza, etcétera, nos leen como un placer culpable y no dicen ni mú?
Nos dicen también que no sabemos lo que decimos o que, si lo sabemos, entonces lo decimos porque hay intereses económicos detrás.
Nos reímos, pero no nos resignamos. Más que posmos brilli brilli somos modernas de pueblo, que es de donde venimos la mayoría de las que trabajamos aquí. La mayoría es tres, porque solo somos cinco -el dinero del lobby no da para más, ni sumando las cuantiosas cantidades que OK Diario dice que nos da el Gobierno-: tres periodistas, una administrativa y una maquetadora e ilustradora, currando más horas de las que querríamos, como casi todo el mundo. Tenemos una red de colaboradoras, también precaria en muchos casos, a la que nos gustaría poder pagar más y dar más estabilidad. En eso estamos.
No estamos de acuerdo todas con todo lo que publicamos.
Ni siquiera estamos de acuerdo en todo entre nosotras.
También nos equivocamos. Y lo seguiremos haciendo.
Y cambiamos de opinión, lo hemos hecho al menos una vez en la vida cada una.
No estamos a favor de que se imponga llevar velo.
Ni de que se haga la prueba del pañuelo a ninguna mujer. Nunca pensamos que hubiera que especificarlo, pero ahí queda.
Tampoco queremos ser las blancas que hablan desde su atalaya sobre lo que las “otras” padecen.
Ni siquiera somos blancas todas, pero sí la mayoría -aquí la mayoría es cuatro-.
Escribimos desde el norte (desde Bilbao), pero igual sí lo hemos perdido un poco porque intentamos mirar también al sur, aunque no siempre lo conseguimos, claro.
Algunas somos abolicionistas y otras regulacionistas de la prostitución. Y nos entendemos, debatimos y convivimos sin que nos dé una embolia.
Sí, entendemos lo que implican ambas posturas.
Sostenemos un feminismo con perspectiva interseccional. Somos anticapitalistas y antirracistas. Y transinclusivas, aunque suponga un reto. Sí, sabemos lo que es una vagina y lo que supone. Todas tenemos una -aquí todas es cinco, si es que tenemos que especificar-.
Nos gusta la música. A veces ponemos canciones a tope en la redacción y cantamos o bailamos sevillanas, Coyote Dax, Jerusalema o lo que se tercie. Solo si tenemos tiempo. O cuando no podemos más y estamos a punto de quemarlo todo.
Entendemos la diferencia entre periodismo y panfleto, porque somos periodistas.
De hecho, Pikara Magazine lleva casi once años publicando periodismo feminista y las periodistas que trabajamos aquí tenemos al menos diez años de experiencia en la profesión.
Los suficientes para entender que no siempre se publica a gusto de todo el mundo.
Ni siquiera publicamos solo a nuestro gusto. Si fuera así, solo hablaríamos de bolleras y locas, de pantanos y defensoras, de sindicalismo y tecnologías, de cómics y cine o de estructuras de las organizaciones e información no financiera, que son los temas que obsesionan a Andrea, Mª Ángeles, Teresa, Milton y Tami ahora mismo, respectivamente.
Como os hemos prometido toda la verdad, os contamos que, en el mismo orden y respectivamente también, tenemos adicción a ciertas comidas: los macarrones con tomate Orlando, las patatas fritas de bolsa, la pizza en todas sus variantes, las hamburguesas gigantes de buey del Valle de Esla y las lentejas con arroz y verduras, sin chorizo ni nada más.
Llevamos gafas muy bonitas casi todas -aquí casi todas es cuatro- porque nos dejamos la vista en la pantalla leyendo todo el día. Y como somos currelas, hemos escrito este texto al ritmo de esta canción de la Spears.