En las tierras de Boyacá, en el noroeste de Colombia, se encuentra el pueblo de Characo, famoso por sus minas de esmeralda. Durante décadas, se prohibió el acceso de las mujeres a las minas bajo la premisa misógina de que las mujeres estaban malditas y hacían huir a la famosa piedra.
La piedra preciosa despierta mucha codicia e incluso generó en los años 80 la denominada “guerra verde” para el control del departamento de Boyacá, principal área de producción, que provoco más de 3.500 muertes.
Tras la crisis de las esmeraldas, las mujeres no tuvieron más remedio que bajar , junto a los hombres, a las profundidades de las minas.
Dedicadas a combinar su trabajo minero con el trabajo reproductivo, las mujeres también se apostan en las alturas de las minas, vendiendo comida y bebidas a compradores de piedra, una posición que ya ocupaban antes de ser autorizada su entrada en las minas.
En las minas ilegales, estas mujeres son llamadas “guaqueras”.
Este fotorreportaje destaca el trabajo de estas mujeres colombianas retratando también la intimidad de sus vidas diarias.
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