La comida y el maltrato materno

La comida y el maltrato materno

Tras la publicación el pasado junio en este mismo medio de un artículo sobre el maltrato materno a través del cabello, me he animado a seguir ejemplificando otra forma de maltrato ejercido desde la maternidad: el que se hace efectivo a través de la alimentación.

22/09/2021

Comida de un comedor escolar.

La posición de cuidadoras en las que el patriarcado nos posiciona a las mujeres es un lugar de opresión por tratarse de trabajo no remunerado en un sistema capitalista. Esta realidad, en cambio, no niega la otra cara de la moneda: la del poder que ejercemos sobre otras personas, especialmente sobre la infancia, por el hecho de tener el control sobre los alimentos en los hogares.

Trastornos alimenticios como la anorexia, la bulimia o restricciones y maltratos alimenticios de diversos tipos se ejercen específicamente desde la práctica de la maternidad.

La psicología identifica este tipo de comportamientos como trastorno de maternidad narcisista, síndrome de Münchhausen, etc. Se insiste, además, en que no se trata de enfermedades mentales sino de formas de ser. Son conjuntos de rasgos de personalidad apoyados, normalmente, por modelos machistas tradicionales: madres abnegadas y mártires a las que hijos e hijas deben devoción, agradecimiento y obediencia.

Nuevamente pongo sobre la mesa el espinoso tema del maltrato infantil a través de la maternidad porque creo que es necesario dar una respuesta feminista y con perspectiva de género a este problema. Si las mujeres no lo hacemos delegaremos en determinados sectores de ideologías misóginas. Y ya estamos viendo cómo terminan por visibilizar el sufrimiento infantil, sí, pero no para conseguir avances sociales, sino para instrumentalizar este asunto en favor de intereses machistas.

Comedores: a institucionalización de los cuidados como maltrato infantil

Antes de pasar a exponer los diferentes tipos de maltratos ejercidos a través de la comida me gustaría tratar un tema de tremenda actualidad: los comedores escolares. Quiero abrir ese melón (nunca mejor dicho) y voy a hacerlo planteando las siguientes preguntas: los comedores escolares se crearon para facilitar la inserción laboral de las mujeres, pero ¿por razones feministas o capitalistas? ¿El sistema necesitaba a más mujeres realizadas en sus profesiones o se quería duplicar el número de individuos de la clase obrera? Y, sobre todo, ¿qué repercusión ha tenido todo esto sobre la alimentación infantil?

Admitamos, en todo caso, que los comedores escolares han sido una pieza clave para la liberación de la mujer de cargas de cuidados. Entonces me surgen estas otras preguntas: ¿el avance de la mujer se hizo a través de la vulneración de la calidad de vida de la infancia?, ¿ha sustituido el feminismo la confrontación con los hombres a través de la institucionalización de los cuidados? Porque yo creo que lo que nos pasa muchas veces es que, antes de pedirle a nuestros maridos que cocinen el fin de semana o pidan una reducción de horario o se reivindiquen como cuidadores corresponsables ante sus jefes, las mujeres preferimos solicitar plaza en comedores escolares. Pero todas sabemos en el fondo que lo que genera un cambio real es la confrontación en lo doméstico, por eso es lo más difícil.

Mi hermana empezó a presentar los primeros síntomas de trastorno alimenticio siendo muy pequeña. Mi madre decidió apuntarla al comedor escolar, según sus propias palabras, para no tener que ver lo mal que comía. Llegada la adolescencia desarrolló una anorexia que la acompaña aún en edad adulta de forma crónica

¨Mi hermana empezó a presentar los primeros síntomas de trastorno alimenticio siendo muy pequeña. Mi madre decidió apuntarla al comedor escolar, según sus propias palabras, para no tener que ver lo mal que comía. Llegada la adolescencia desarrolló una anorexia que la acompaña aún en edad adulta de forma crónica”

Para mí los comedores escolares han sido un parche que ha impedido un avance real en lo feminista. También han impedido un avance en la lucha contra la diferencia de clases. Desde ciertos sectores se justifica la existencia de estos espacios para que la infancia más empobrecida pueda tener acceso a una comida digna al día. En realidad, esto podría recordarnos mucho a la vieja caridad cristiana. Lo que realmente supondría un cambio para la infancia en exclusión social sería un sueldo digno para sus progenitores, pero, una vez más, las personas adultas decidimos tirar por la tangente.

En resumen, los comedores podrían funcionar como medida de urgencia ante ciertos problemas, pero no como método definitivo. Con la implantación de los comedores hemos sustituido la lucha feminista y obrera por institucionalización capitalista. Ya sabemos que el asistencialismo no debe ser la solución a ningún problema social, entonces ¿por qué insistimos en reivindicar este tipo de medidas?

Por otro lado, el comedor escolar rara vez está exento problemas como la baja calidad de las comidas, el poco respeto por opciones alimenticias como el veganismo o la falta de atención individualizada a las criaturas en un acompañamiento respetuoso durante las comidas. Y por si todo esto fuera poco hay que recordar el empleo inestable que se genera para otras mujeres a través de servicios externalizados por las instituciones en las empresas de catering escolar.

Señoras, yo no me hice feminista para copiar modelos capitalistas masculinos. Yo me hice feminista para imponer un orden respetuoso con los ritmos vitales de los cuerpos y poner en el centro los cuidados.

Tipos de maltrato materno a través de la comida

A través de declaraciones reales de personas adultas que, durante la infancia, sufrieron maltrato, he diferenciado tres tipos de abusos diferentes a través de la comida: la negligencia, el maltrato psicológico y el físico. Paso a desrrollarlos.

1. Negligencia
Negar alimentos a la infancia es hoy un delito tipificado por la ley que puede desencadenar en una retirada de custodia en la mayoría de países. El problema es que, para ser detectado, es necesaria una buena formación en profesionales de la pediatría y la educación que, desgraciadamente, aún no es una realidad.

Mi mamá, cuando yo era pequeña, no me alimentaba. Llegaba del colegio y ahí estaba la olla con caldo frío, no comía y a nadie le importaba, hasta que la anemia llegó para quedarse a temprana edad. Serían los 10 o 11 años
Tenía que cocinar yo siempre

Por otro lado, ofrecer a las criaturas comida basura para mantenerlas entretenidas es un recurso muy habitual en cualquier tipo de familia. El movimiento, la necesidad de atención, el juego (tan necesarios durante la etapa de desarrollo infantil) se sustituye por azúcar, alimentos procesados y similares. Es una de las formas más habituales de maltrato. Está muy relacionada con la intervención de abuelos y abuelas en las dinámicas de crianza. Madres y padres suelen permitirlo para evitar conflictos entre personas adultas o lo asumen por comodidad y para poder delegar el cuidado de las niñas y los niños en terceras personas.

Cuando tuve hijos mi madre los sobrealimentó con comida chatarra. A mi hijo a los 25 años le dio diabetes. Mi otra hija sufre de obesidad
He luchado con el sobrepeso desde que soy una niña. Aproximadamente a los siete años, mi mamá, con tal de que no “la fastidiara” (…), empezó a darme comida para mantenerme “entretenida”. (…) A los nueve años ya tenía obesidad infantil. Empecé con problemas en una rodilla y mi rótula de crecimiento se desprendió en una clase de rutina de Educación Física en el colegio, debido al exceso de peso
Ya para cuando tenía 12-15 años desayunaba galletas y chocolates o caramelos y bebía puros jugos y refresco, nada de agua. Yo ya estaba entrando a una anemia hasta que por mi cuenta decidí dejar de comer dulces gracias a que leí los efectos del azúcar de caña en el cerebro y alejarme de los conservadores. Pero ya era tarde, mi flora intestinal quedó devastada y mi nerviosismo y ansiedad aún permanecen

2. Maltrato psicológico
La sustitución del acompañamiento emocional con comidas es otro clásico en maternidades narcisistas.

Sobra decir que yo aprendí que si estaba aburrida mi entretenimiento era la comida, si estaba triste, mi refugio era la comida, enojada, igual. Si hacía algo que la complaciera, igual, me llenaba de comida poco nutritiva y sí altamente calórica
Decir que los niños de África no tienen qué comer; chantaje, manipular emociones y crear sentimientos de dolor y tristeza

Llegamos ahora al tema de la gordofobia como método de humillación infantil.

Mi madre es cocinera y suplía las carencias emocionales y afectivas con comida. Nunca tuve control de lo que comía, yo solo comía. Después recuerdo a mi madre escondiendo la comida y haciendo escándalos a la nutricionista de turno. En los controles nutricionales, el tema central era ella siempre, de lo delgada que era a mi edad, a pesar de comer incluso más que yo. Nunca entendió cómo ella siendo delgada tenía una vaca como hija. Me recriminaba mi poco control, pero en el desayuno me servía pan amasado, tartas, pasteles y golosinas. Me servía comida en cantidades innecesarias. Lo más penoso es cuando hacía escándalos en las tiendas de ropa infantil porque nada en la tienda me quedaba bueno. También los comentarios de mierda que hacía cuando yo bailaba. Siempre comparaba mi peso con el de las demás bailarinas. Esas son las cosas que logro recordar y más odio. Me decía que era una adicta a la comida, pero luego me preparaba comida a raudales. Era una cosa vengativa…

3. Maltrato físico
La comida es una forma de control sobre los cuerpos de las criaturas.

No quería comer y como me obligó a comerlo empecé a vomitar. Me obligó a comerme el vómito a cucharadas
Uf, yo era muy mala para comer, la madre narcisista siempre me pegaba. A veces me encerraba a cachetadas en la letrina. Lo peor que recuerdo fue haber vomitado en el plato, y me obligó a tragar mi vomito. Mi padre, sabiendo que me hacía mal el durazno, me obligaba a comerlo, decía solo eran mañas, luego me daba indigestión. Otra cosa fue donde mi tía, me hacía comer un pan enorme. Una vez no aguanté y me fui a la pieza de otra tía. Esta le cortaba el pelo a mi primo, yo tiré el resto de pan a la basura. Ella me acusó con su hermana, mi tía me pegó, me hizo sacar el pan con pelos del basurero, y me obligó a comerlo
Cuando yo era pequeña, alrededor de unos cinco años y no quería comer, la técnica de mi madre narcisista era amarrarme a la silla hasta que me terminara la comida, […] me podía quedar horas amarrada
A mí no me gustaban muchos alimentos, y me metía mi papá de cabeza al tanque del agua del lavadero […] yo pensaba que me querían matar porque sentía casi ahogarme, pudo haber terminado en tragedia en milésimas de segundos […] mi papá lo hacía y madre nunca hizo nada

Perpetuación de valores machistas a través de las comidas

Antes de terminar me gustaría hacer hincapié en cómo las mujeres, de forma evitativa o negligente, contribuimos en la perpetuación de un sistema machista que no beneficia a nadie. Desde la repartición de los alimentos en cantidad y calidad hasta la distribución de los comensales en la mesa. Desde quien cocina hasta quien sirve. Nada es casualidad, se llama patriarcado.

Nunca se preocupaba por darnos de comer, solo le preocupaba alimentar el novio que tenía (con el dinero que le pasaba mi padre para nuestros alimentos). Cuando llegábamos del colegio encontrábamos a mi padrastro comiendo las mejores carnes en una bandeja grande. Con nuestro almuerzo se hacía la vista gorda y terminaba dándonos un pan pequeño con agua de almuerzo
A mi padrastro le daba la pierna; a la golden*, el muslo; la madre narcisista, pechuga; y a mí me daban el pescuezo y, si bien me iba, me daba un ala

 


 

*Se denomina golden al hijo o hija favorita de una madre con trastorno narcisita.

NOTA DE LA AUTORA. Quiero dar las gracias a todas víctimas de maltrato infantil que han colaborado con sus testimonios en la elaboración de este artículo. Ojalá pueda servir para visibilizar una situación completamente normalizada en gran número de familias.


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