Permisos iguales e intrasferibles, no gracias
Desde PETRA Maternidades Feministas analizan la nueva propuesta para los permisos de maternidad y paternidad: la norma obvia la diversidad de familias y, según su opinión, no tiene en cuenta las necesidades de las madres. Los permisos iguales e intransferibles, además, tampoco van a garantizar que los hombres cuiden de sus criaturas.
Hace unos semanas pudimos acceder a la noticia de la ministra Belarra sobre las nuevas medidas para el apoyo a las familias. Desde PETRA Maternidades Feministas celebramos los avances que se están haciendo para favorecer los cuidados, pero pensamos que sigue sin escucharse a las madres en la elaboración de estas propuestas.
Celebramos, en primer lugar, que por fin las familias monomarentales, que hasta ahora solo tenían la mitad de tiempo de permiso parental, dejen de estar discriminadas. Ha sido una difícil lucha, donde algunas compañeras han realizado acciones legales, y nos alegramos de este gran avance. En segundo lugar, celebramos que se aumente en dos meses más los permisos de maternidad. Nuestro permiso estaba congelado desde 1989 (ya que la prioridad de este gobierno fue aumentar el del padre). Ahora se proponen seis meses que, aunque no es suficiente, es la petición de mínimos de los colectivos de madres, de crianza y grupos de apoyo a la lactancia materna. En tercer lugar, nos alegramos de que se propongan ingresos directos a las familias a través de prestaciones por menor a cargo. Esperamos que esta vez sean dignas y universales (no de carácter asistencial), para que ayude a reducir las altas tasas de pobreza infantil que hay en nuestro país.
No nos queda muy claro, si consideran una prestación para la crianza como un derecho de la infancia, ¿por qué siguen considerando los permisos parentales un derecho de las personas adultas, para la corresponsabilidad y la igualdad laboral, dejando fuera las necesidades de las criaturas? No podemos continuar con una persepectiva adultocéntrica en todas las leyes y medidas que afectan a la infancia.
Seis meses no es suficiente y ni siquiera se acerca al tiempo de permiso de algunos países europeos que se toman como ejemplo en materia de conciliación. Si el tiempo ampliado e implementado fuese transferible como proponemos, padres y madres podrían decidir qué hacer y cómo repartirlo. Sin embargo, estamos viendo cómo mientras muchos padres (algunos corresponsables) no saben ni cómo repartirse el tiempo del permiso (algunos aprovechan para que toque en vacaciones), las madres lo tienen muy claro: la mayoría cogerán los seis meses de permiso de forma ininterrumpida para después incluso pedir excedencias por cuidado sin remunerar y poder estar más tiempo con sus bebés. Porque en la crianza temprana, la diada madre bebé es muy importante y debería protegerse. Igualar lo que no es igual es discriminatorio para las madres, ya que se obvian nuestros procesos para asimilarnos al modelo masculino.
Los principales objetivos de los permisos iguales e intransferibles es intentar que los padres sean corresponsables y que no discriminen a las mujeres en el empleo. Pero no pueden utilizar los derechos de las madres para intentar cambiar la sociedad. Porque los permisos parentales tienen una finalidad concreta: proteger a madres en el posparto, puerperio, lactancia materna y a las criaturas en su exterogestación. No se puede jugar con nuestra salud para hacer experimentos.
Además, desde PETRA seguimos defendiendo que esta ley no hará a los padres más corresponsables. Porque los hombres son corresponsables gracias a la educación, no por haberles dado un cheque. Y no solo en la crianza, sino en todos los aspectos de la vida: con sus hijos/as mayores (no hay que reducirlo a la infancia temprana, cuando un bebé necesita a su madre), con el hogar, compra, cuidado de mayores dependientes, reuniones de colegio, extraescolares, soporte físico y emocional, etc. Para todo eso no es necesario un permiso, nosotras lo hemos hecho siempre sin él.
Estos permisos no aumentarán la corresponsabilidad en primer lugar, porque no se puede obligar a cuidar: son intransferibles pero no son obligatorios, por lo tanto los padres pueden rechazarlos (y se perderían) o incluso no utilizarlos para cuidar (por ejemplo para sacarse una carrera, hacer un triatlón, y otros ejemplos que son reales). ¿Dónde estará el control de fraude? ¿Se penalizará a los padres que habiendo cogido el permiso no lo usen para cuidar? Ya hemos podido ver durante el confinamiento cómo estando ambos progenitores en casa, las madres han seguido estando sobrecargadas, así que nada nos hace pensar que estando los padres en casa con un permiso de paternidad la situación vaya a cambiar. Sin una educación en corresponsabilidad previa, el padre no será corresponsable incluso aunque no esté la madre, seguirá cuidando la abuela o incluso se externalizarán los cuidados.
En segundo lugar, no podemos analizar los permisos como si se tratase de una penalización a los padres: “Ahora que cuiden ellos”. Porque los permisos son un derecho remunerado, no un castigo. Es absurdo que se le conceda un premio a quien no cuida, lo lógico es cuidar a quien ya cuida.
Así, las madres seguiremos cuidando gratis: En 2020 del número de excedencias (sin remunerar): el 87,17 por ciento correspondieron a mujeres (54.723) y el 12,83 por ciento a hombres (5.431). La mayoría de reducciones de jornada son solicitadas por mujeres y uno de los motivos es para solventar el escaso permiso materno. Estos datos solo reflejan una cosa: los padres no cuidan gratis y las madres seguimos cuidando gratis. La precariedad y dependencia a la que nos someten es debida al mísero permiso de maternidad y a la falta de inversión en infancia y familia. Muchas madres cogerán excedencias incluso aunque el padre tenga un permiso más amplio, porque quieren más tiempo para maternar y no quieren incorporarse al empleo sin haberse recuperado del parto, en plena exterogestación y con los pechos llenos de leche. Queremos maternar, pero con derechos y recursos.
El segundo argumento que utilizan para la igualdad de los permisos es que así las empresas no van a discriminar a las mujeres. Pero debemos saber que las empresas dentro de un sistema capitalista patriarcal nos discrimina a todas por ser mujeres (incluso aunque no estemos en edad de procrear o hayamos decidido no ser madres). De hecho, tenemos los peores empleos, más precarios y peor remunerados. En segundo lugar, carece de sentido que si las empresas nos discriminan, se nos penalice a nosotras (diciéndonos que no podemos tener un permiso amplio) en lugar de penalizar a quien discrimina. De nuevo, se nos hace responsables de nuestra propia discriminación. Exigimos más controles sobre las empresas y medidas efectivas reales.
Como no se puede igualar lo que no es igual, las madres seguiremos faltando más al empleo porque nosotras gestamos y parimos. Porque nosotras, por el escaso permiso de maternidad (seis meses siguen siendo insuficientes) cogeremos un año de excedencia o reduciremos la jornada. Además, como no hay educación en corresponsabilidad, seguiremos ausentándonos del trabajo nosotras cuando nuestras/os hijas/os estén enfermas/os, cuando haya reuniones del colegio, etc. Todo eso que podrían hacer los padres sin necesidad de un permiso.
Los permisos amplios no nos discriminan a las madres: nos protegen. De hecho la finalidad de los permisos de maternidad es la protección de la maternidad en el ámbito laboral. Sin embargo, las madres seguimos teniendo empleos más precarios, así que accederemos en menor medida y con peor remuneración a los permisos parentales. En 2020 (igual que el 2019) se tramitaron nuevamente más permisos solicitados por hombres que por mujeres (239.157 padres y 226.566 madres) según el INE. Los padres tendrán más y mejores permisos, por lo tanto se destinará más dinero a la paternidad que a la maternidad. Un hecho inconcebible en una sociedad que se considere feminista.
Además, es urgente que estos permisos sean universales, para que tengan en cuenta a todas las madres, sobre todo aquellas madres más vulnerables, con empleos precarios, desempleadas, autónomas, etc. que en muchas ocasiones deben criar sin acceso a ningún tipo de ayuda o permiso. También hay que tener en cuenta todos los modelos de familia, y una ley de permisos iguales e intransferibles solo está pensada para un modelo de familia biparental de padre y madre. Porque lo que se pretende es la corresponsabilidad de los padres. Pero, ¿y si la familia está formada por dos madres? ¿ o son lo suficiente corresponsables como para poder repartirse el tiempo como decidan? Ahora por fin se han dado cuenta de la enorme discriminación que sufrían las familias monomarentales. Sin embargo, no entendemos cómo, si las defensoras de esta ley piensan que los permisos amplios pueden provocar discriminación en las mujeres, amplíen el tiempo de las madres monomarentales. ¿No será que se han dado cuenta de que es un derecho que protege a madres y criaturas y que, cuanto más extenso, más las protege? ¿O según ellas empezarán a discriminar laboralmente a las madres monomarentales en los empleos por tener un año de permiso?
Estamos hartas de que nos digan que perpetuamos el rol de cuidadoras, que cuidamos por imposición o porque estamos sometidas al patriarcado. Es una actitud muy paternalista. No queremos ser ni culpables ni víctimas. Sabemos bien lo que queremos, porque tenemos a nuestro bebé en brazos y no queremos dejarlo. Simplemente, no queremos. Pero tampoco queremos criar con precariedad, sin recursos y sin derechos. No queremos ser invisibles y, por eso, la lucha feminista no debería centrarse en escapar de los cuidados, sino en su revalorización, incluso por encima de otras actividades, porque sostienen la vida. Cuando los cuidados estén valorados, tengan derechos, recursos y se consideren al nivel de cualquier profesión, nadie nos dirá que debemos escapar, incluso habrá muchas personas que querrán acceder a ellos. Ese día tendremos que recordar que nosotras hoy cuidamos incluso desde la precariedad, así de fuerte es nuestra necesidad, luchando contra viento y marea y, lo más triste, incluso a veces con las trabas de nuestras propias compañeras feministas, quienes deberían defender junto a nosotras los derechos de las madres.