¿Comida o tampones? La elección de muchas mujeres cada mes

¿Comida o tampones? La elección de muchas mujeres cada mes

Dos de cada diez mujeres cis sufren pobreza menstrual en España, según la Asociación Period Spain. Diferentes redes de apoyo trabajan para facilitar el acceso a compresas y tampones a las personas empobrecidas y para mostrar alternativas como la copa menstrual.

27/10/2021
maquetas de compresas y tampones sobre una mesa

Despensa de productos de higiene menstrual listos para el reparto de Tribu Vallecas.

El esposo de la colombiana Laura Moreno, de 39 años, trabajaba en una empresa y se quedó sin trabajo cuando llegó la pandemia. Poco a poco, los ahorros se agotaron. Moreno y su familia se vieron entonces obligados a recurrir a los Servicios Sociales y a bancos de alimentos en busca de ayuda. Solícitos, en todos estos lugares les ofrecieron alimentos. Pero, una vez al mes, Moreno y su hija adolescente necesitaban algo en lo que casi nadie reparaba: compresas, tampones y productos de higiene íntima femenina. En todos estos lugares, siempre la misma respuesta: a nadie se le ha ocurrido donar eso. “¿Es posible que hayamos olvidado que las mujeres menstrúan?”, se cuestiona Moreno desde hace meses. Ella y su hija de 15 años sufren lo que se conoce como pobreza menstrual, es decir, carecen de recursos económicos para adquirir los productos de higiene que necesitan cuando les llega la menstruación. Una vez al mes se ven obligadas a escoger entre comprar comida o compresas.

Las mujeres que sufren pobreza menstrual, explican las asociaciones especializadas en ello, con frecuencia recurren a alternativas como cartones, papel higiénico o telas, lo que las expone a infecciones de todo tipo y patologías que pueden llegar a ser severas.

Esta situación se agrava cuando además de mujer eres migrante. “Hay barreras económicas, culturales, sociales y muy poca información sobre el tema que llevan a que la pobreza menstrual sea una realidad para las mujeres con menos recursos migrantes”, explica Yedra García, coordinadora de derechos humanos y género de Médicos del Mundo.

A todo ello, Susana Vicente, referente de violencia de género y mutilación genital femenina de Médicos del Mundo añade que muchas mujeres, tanto migrantes como no migrantes, dependen del salario de su marido, este les da dinero para la compra semanal, y si no tiene suficiente para la compra se lo va a quitar de los productos que solo utilizan ellas.

En España, el 21,1 por ciento de las mujeres viven bajo el umbral de la pobreza, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Son cifras de antes de la pandemia. Muy posiblemente la situación haya empeorado desde entonces. La emergencia sanitaria provocada por la Covid-19 ha derivado en una crisis social.

La oenegé Period Spain se vale de esta cifra para hacer una estimación: si dos de cada 10 mujeres viven por debajo de este umbral, dos de cada 10 han experimentado dificultades para comprar productos de higiene personal. Se han visto obligadas a escoger entre adquirir alimentos y pagar sus facturas o compresas y tampones. Concluyen, por tanto, que dos de cada 10 mujeres sufren pobreza menstrual en España. Se estima que el coste anual asociado a estos productos oscila entre los 21 y los 125 euros, según un estudio europeo, impulsado por Zero Waste Europe y realizado por Rezer. Por lo tanto, cada mujer gasta a lo largo de toda su vida fértil (35 años), de media, 735 euros en compresas o 4,375 euros si utiliza tampones.

Lejos de tratar de atajar el problema, la actual legislación lo empeora. Los productos de higiene ligada a la menstruación tienen en España un IVA del 10 por ciento. La cifra contrasta, por ejemplo, con el cuatro por ciento con el que se graban productos como la viagra, considerado un bien de primera necesidad. Ante este panorama, la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha anunciado recientemente que las compresas, tampones y otros productos de higiene se incluirán en la llamada tasa morada que propone el Ministerio de Igualdad para reducir su IVA. El plan se abordará en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado para 2022. La ministra buscará reducir al mínimo un tributo que castiga a las mujeres cis en edad de menstruar.

En muchas ocasiones las mujeres migrantes no cuentan con ninguna red de apoyo más allá de la generosidad de algunas de las personas en su entorno, como es el caso de Moreno. “Decidimos migrar en busca de un mejor futuro, aquí por lo menos tenemos garantizada la educación pública y la sanidad”, afirma. Sin embargo, a la hora de necesitar algo tan básico como productos de higiene se ve en apuros todos los meses.

“Hay que hacer efectivos los derechos de las mujeres, con campañas de información para que la menstruación no sea un tabú o algo que esconder, que disminuya el IVA de los productos de higiene menstrual o que incluso sean gratuitos o a muy bajo coste, por supuesto que no haya tasa rosa y que existan programas de educación menstrual”, afirma Vicente. Además Garcia propone que haya servicios de mediación en todos los servicios públicos, salud pública universal gratuita, legislación de extranjería que sea inclusiva y no excluyente y políticas feministas.

La asociación Period Spain se estableció en España durante la pandemia con el objetivo de ayudar a erradicar la pobreza menstrual y promover un cambio en la legislación que perpetúa este problema en el país. La directora, Ana Enrich, explica que la reducción del impuesto del IVA es importante porque se trata de un primer paso hacia el objetivo final, la gratuidad: “Cuando estos productos se consideren de primera necesidad, podremos luchar para que sean productos reembolsables por la Seguridad Social”, dice.

estantería de un supermercado con tampones y comprresas

Estantería de un supermercado con tampones y compresas con su precio.

Entre los problemas más frecuentes ocasionados por una higiene inadecuada durante la menstruación se encuentran las infecciones vaginales externas y las infecciones internas en el útero, algo que puede ocasionar relaciones sexuales dolorosas, dificultad a la hora de quedarse embarazadas y bloqueos físicos ocasionados por el vaginismo.

Afroza Rahman, de 52 años, lleva 15 años viviendo en España y se ha convertido en una voz de referencia dentro de la comunidad bangladeshí en el país. “Para mí, gastar dinero en una compresa es un sueño. Cuando me pregunta mi hija que por qué no compro compresas, le digo que estoy pensando primero en la comida”. Rahman y sus cinco hijos tuvieron que mudarse a un barrio del sur de Madrid debido a la crisis económica sobrevenida tras la llegada de la pandemia y hoy reciben ayuda de una despensa solidaria. Pero cuando le llega la regla a sus cuatro hijas, Rahman se echa a temblar. No le queda más remedio que volverse imaginativa: “Les pongo camisetas viejas, como hacían nuestras abuelas”, relata esta bengalí.

Desde distintas asociaciones vecinales como Rebeldía Usera o Tribu Vallecas Mujeres se han llevado a cabo iniciativas para dar charlas a las mujeres de sus barrios sobre los beneficios de las copas menstruales y se han organizado jornadas de donación de compresas y tampones. “Las mujeres nos lo pedían con muchísima vergüenza, en un tono de voz muy bajo, como si fuera culpa suya sangrar cada mes”, afirma la portavoz de Rebeldía Usera, Miriam Jiménez.

Jiménez explica que la mayoría de estas mujeres eran migrantes. “Si encima no conocen bien el idioma y se agrava con todo el tabú que hay en muchos contextos para hablar de los temas de la menstruación, la barrera aumenta. No se van a atrever la mayoría a consultar a especialistas, en una farmacia o a sus familiares y, si no conocen bien el idioma, las pocas que se animen de nuevo encuentran otra barrera”, denuncia.


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