La transparencia, un ejercicio clave para el periodismo feminista
Desde Pikara Magazine hemos hecho la primera memoria de sostenibilidad del medio: un documento que recoge nuestras prácticas y decisiones en 11 años de trayectoria y nuestra implicación con el territorio y los cuidados; el objetivo es valorar el proyecto más allá de los presupuestos o índices de lectura.
Voy a empezar con una cita mal hecha, pero es que no recuerdo dónde lo leí. Si alguien reconoce a quien lo dijo, que mande un DM. En una entrevista alguien decía que era imposible tener una sociedad democrática si no lo son las empresas en las que trabajamos, de las que conseguimos el sustento para vivir y en las que más tiempo de nuestra vida pasamos. Me parece esencial. Por eso, y por muchas otras cosas, en Pikara Magazine decimos siempre que hacer periodismo feminista no puede consistir solo en hacer contenidos feministas.
Cómo se hacen esos contenidos, en qué condiciones laborales, con qué empresas proveedoras -desde el tipo de papel que imprimimos hasta el servidor en el que se aloja nuestra web-, o con quién distribuimos nuestros materiales son, para nosotras, claves imprescindibles para hacer un periodismo coherente con nuestros valores. También lo es la transparencia, por eso todos los años publicamos las cuentas de Pikara Magazine. Si lo hacemos en abierto y no solo para nuestras suscriptoras es porque entendemos que saber de dónde viene el dinero ayuda a valorar la independencia de lo que escribimos.
En nuestro caso, desde que empezamos hemos ido ganando suscriptoras y hoy podemos decir que las más de 2.500 personas que nos apoyan ya suponen más del 40 por ciento de nuestros ingresos. Aun así, necesitamos muchas más, nos gustaría llegar a las 5.000 en dos años: tenemos que ampliar el equipo -solo somos cinco trabajadoras-, subir las tarifas de las colaboraciones y renovar nuestra web –suscríbete, anda-. Aquí puedes ver las cuentas publicadas en 2018, cuando la falta de suscripciones nos llevó a un balance negativo; en 2019 con los resultados de la nueva estrategia de centrarnos en las suscripciones; y en 2020, cuando pudimos decir que, si seguimos, es gracias a vosotras. Esto es esencial en un medio de comunicación que casi no explota la publicidad -nuestro código ético no nos lo permite- y que quiere depender poco de las subvenciones, aunque esté bien que parte del dinero público lo cojamos nosotras -¿quién mejor si no?-. Resumiendo, recibir más de las lectoras implica poder seguir haciendo periodismo para ellas. La tiranía de esta dependencia es otra historia que tenemos que trabajar, pero esto lo explica bien Andrea Momoitio en el monográfico de Periodismo feminista II que lanzaremos durante los días del II Congreso de periodismo feminista Lucía Martínez Odriozola, así que no me extiendo en ello.
Volviendo a la transparencia y al show me the money. En enero Nerea Azkona, de AIEDI Faktoria, nos propuso hacer una memoria de sostenibilidad que recogiera todas las prácticas de Pikara Magazine estos años. Unos diez meses después tenemos un documento coordinado por Azkona y Tamia Quima, que se encarga de la administración de la revista, en el que se recogen todas las prácticas y las decisiones tomadas durante 11 años de periodismo feminista. Esta información no financiera que tanto le gusta a Quima y en la que siempre insiste pretende completar el valor de una empresa más allá del dinero: desde su implicación en el territorio en el que se encuentra a su cuidado del entorno y de la gente que participa en el proyecto.
Para esta memoria hicimos también una encuesta a nuestras suscriptoras. Algo estaremos haciendo bien cuando la mayoría de la gente que nos lee es gente maja y está preocupada sobre todo por cuáles son nuestras condiciones laborales. Gracias. Con lectoras así da gusto. Estamos bastante bien, aunque lo de la desconexión digital nos lo tenemos que mirar y queremos contratar a más gente para trabajar menos por más, la verdad. Pero, como decíamos en el décimo aniversario, pixkanaka (poquito a poco).
La información que se recoge en la memoria va desde los problemas a los que nos enfrentamos -pintadas fachas, ataques de comumachos o tensiones en el propio movimiento feminista-, hasta la forma de nuestros órganos de gobierno. También recoge el compromiso de, entre otras cosas, resumir y divulgar nuestro código ético.
Las más de 50 páginas de memoria nos han ayudado a poner en claro qué estamos haciendo bien, qué compromisos mantenemos y qué nos queda por mejorar. Lo hemos hecho comparando cómo estamos en distintas materias respecto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda global 2030. Los objetivos que mejor cumplimos son los relacionados con la igualdad de género, el crecimiento económico y el trabajo decente, la producción y el consumo responsable, entre otros. Nos queda todavía mejorar en salud y bienestar, educación de calidad, reducción de desigualdades, cambio climático y derechos lingüísticos. Iremos viendo cómo se nos da en los próximos años, porque la idea es hacer una memoria anual a partir de ahora, junto con las cuentas anuales.
Este ejercicio nos ayuda a ponernos objetivos de mejora más allá del dinero y de los presupuestos. A intentar hacer esta cooperativa -lo seremos a partir de enero- un poco más sostenible, democrática, independiente y, por supuesto, feminista.
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