De Gynepunk al Movimiento Insurrecto por la Autonomía de una Misma

De Gynepunk al Movimiento Insurrecto por la Autonomía de una Misma

Apuntes de medicina autogestionada para un mejor conocimiento de nuestros cuerpos y mayor control sobre ellos.

Texto: Diana Eguía
22/12/2021

No es la intención de estas páginas que las lectoras y lectores acudan en masa a la brujería y denosten la ciencia en pleno momento pandémico. Tampoco se trata de abrazar teorías políticas conspiranoicas, unirse a Qanon, curarse enfermedades graves masticando ajo o negar las pruebas científicas que demuestran el cambio climático. Bruno Latour, el sociólogo que más claramente ha explicado las dinámicas políticas de los métodos científicos, se preguntaba en su Ensayo de un Manifiesto composicionista: “A quién se supone que debemos creer: ¿a quiénes dicen que el cambio climático es un acontecimiento que amenaza la vida? ¿A quiénes, sin hacer mucho, declaran que puede ser manejado por las empresas como siempre? ¿O a quiénes dicen que la marcha del progreso debe seguir, sin importar nada más?”. Latour escribió este ensayo para responderse a sí mismo. Su Manifiesto nos interpela sobre la posibilidad de una ciencia que no ignore las necesidades de los sujetos a quienes el sistema no privilegia, incluyendo los no-humanos. A continuación, recojo algunas soluciones autogestionadas para la salud que tratan de recoger lo queda por el camino en los circuitos tecno-médicos.
Afincado en Calafou (Cataluña), el laboratorio GynePunk desarrolla tecnologías que hackean la ginecología moderna, creando lubricantes naturales, recetas, métodos anticonceptivos, dominios open doula y dispositivos móviles para citologías, análisis de fluidos, pruebas de VIH y PAPS. Explica KlauKinki, parte del colectivo, en una entrevista en Maternidades subversivas de María Llopis: “Gynepunk trata sobre cómo involucrarse en un cambio radical de perspectiva acerca de las tecnologías médicas y las llamadas instituciones médicas profesionales. Gynepunk es un gesto extremo y riguroso para desconectar nuestros cuerpos de la dependencia compulsiva hacia estructuras fosilizadas de la máquina de nuestro sistema de salud hegemónico”. En la actualidad, continúan muy activas y entre sus últimos proyectos destaca el curso en herramientas para la defensa y justicia curativa para la salud transhackfeminista.

En toda Latinoamérica, desde múltiples frentes, se pone en práctica una recuperación activa del saber ancestral femenino y del empoderamiento de los cuerpos a través del conocimiento tradicional indígena. En concreto, en el contexto andino, Julieta Paredes y Adriana Guzmán autoeditaron El tejido de la rebeldía (2004) para explicar en qué consiste el feminismo comunitario que se practica desde hace más de 35 años en Bolivia. Se desafía así el patrón dualista cartesiano impuesto por el pensamiento occidental mediante la reivindicación de los cuerpos, en una vuelta de tuerca a los discursos renacentistas europeos, como el de Andrea Vesalio. Exponen con rotundidad cómo la lucha empieza por el cuerpo: “Hacer política es posicionarse ante las relaciones de poder asumiendo el cuerpo que tenemos, que es desde donde nos paramos ante las relaciones de poder, a este asumirse así le llamamos identidad. Entonces la identidad de una persona es siempre una identidad política, porque es pararse con el cuerpo ante las relaciones de poder”.

En Chile, Pabla Pérez, Ines Cheuquelaf y Carla Cerpa Olmué escriben Del cuerpo a las raíces, una guía en el autocuidado integral, con especial atención a la salud sexual y reproductiva, fruto de una investigación llevada a cabo en zonas rurales de Valparaíso (Chile) en 2011, investigación que ha continuado en el blog Ginecosofía y culminado en el libro homónimo, de 2018. En él, enseñan la autogestión de, por ejemplo, la limpieza genital, la examinación del fluido vaginal, partería tradicional, VPH, salud en relación a la estación del año, etcétera.
Desde Argentina, el Movimiento Insurrecto por la Autonomía de una Misma autofinanció el documental en abierto MIAU. El metraje desafía fuertemente la ignorancia que aún hoy tenemos sobre el cuerpo de las mujeres cis, ignorancia que se manifiesta en la baja tolerancia del espectador a las imágenes de vaginas en todos sus ciclos naturales, desde el parto a la menstruación. El movimiento nos enseña visualmente cómo realizar el cuidado ginecológico de nuestro cuerpo autónomamente, todo un desafío en una sociedad donde la autoexploración vaginal está lejos de ser una práctica habitual.

 

No puede faltar aquí la vuelta decrecentista global de la lactancia y el nuevo tipo de activismo reclamado por ella: el lactivismo. Esta unión entre el lactivismo y el decrecentismo está dirigiendo las prácticas lactantes a la “economía del don”, movimiento del regalo que se contrapone a la economía mercantil. Por ejemplo, la plataforma Eats on feets ayuda a poner en contacto padres necesitados de leche materna con lactantes donantes. A menudo, si la donación de leche es continuada, la donante recibe pañales u otros bienes de crianza. Lo que una vez fue un intercambio comercial que, en ocasiones, exigía la muerte del hijo biológico de la nodriza, es hoy una práctica activista.
Sobre el cuidado emocional en el auge de los neofascismos, encontramos el Yerbamala Collective, grupo anónimo, descentralizado y clandestino. Su manifiesto poético antifascista se publicó en los días previos a la inauguración presidencial de Donald J. Trump, el 21 de enero de 2017. Consiste en un libro de conjuros antifascistas: una guía mágica y práctica contra la línea política neocon. Aquí un breve fragmento traducido del inglés:

//YERBA MALA NUNCA MUERE// LA YERBA MALA ES EL TIPO DE HIERBA QUE SE MATA// Y ENTONCES VUELVE DIEZ VECES MÁS FUERTE, CABRONES// HAZ CIRCULAR ESTAS PÁGINAS COMO SI TU VIDA DEPENDIERA DE ELLO, PORQUE SÍ, LA MAYORÍA DE LOS DÍAS, NUESTRAS VIDAS DEPENDEN DE ESTAS REDES DE POLÍTICA ACTIVA// RECHAZA EL FASCISMO// RECHAZA A TRUMP// RECHAZA LA TIRANÍA// MÁS QUE RECHAZAR// LUCHA// ESTAS PÁGINAS NO TIENEN NOMBRES// NO HAY CORRECTORES. SI NO PUEDES USARLAS PARA LUCHAR CONTRA EL FASCISMO, TÍRALAS// TIENEN UN PROPÓSITO: DESTRUIR EL FASCISMO// A TRAVÉS DE ESTAS PALABRAS COMPARTIMOS LA RABIA// COLÓCALAS EN TODAS PARTES// DÉJALAS EN LOS AUTOBUSES// COLÓCALAS EN LAS OFICINAS CUANDO NADIE MIRE// NUNCA HABLES DE ELLAS EN VOZ ALTA// PERTENECEN A NADIE Y A TODOS LOS QUE LUCHAN EN EL LADO CORRECTO DE LA HISTORIA// SI PIERDES ESTAS PÁGINAS PUEDES HACER OTRAS NUEVAS// HAZLAS EN TU MENTE// ESCRÍBELAS Y PÁSALAS A LOS DESPREVENIDOS// HA LLEGADO EL MOMENTO DE QUEMAR ESTA MIERDA// FIRMADO: EL COLECTIVO YERBA MALA

Un par de ejemplos recientes demuestran lo lejos que estamos de ser incluidas de las corrientes principales de investigación en salud. En marzo de 2021, una matrona de Granada empezó por su cuenta a recopilar datos sobre las alteraciones en la regla que parecía producir la vacuna contra la Covid-19. Durante el verano, el runrún creció y la prensa comenzó a hacerse eco de los múltiples testimonios que denunciaban este efecto adverso. Para agosto, esta matrona y el equipo que había conseguido reunir confirmaba que, efectivamente, la vacuna alteraba el ciclo menstrual. Sorprende que la comunidad científica al completo no hubiera reparado en un aspecto básico de la salud, como es la menstruación, y que se tratara de una investigación marginal, con una muestra pequeña y sin apenas financiación. También en el verano del mismo año, una recién licenciada en Diseño Industrial de la Universidad Autónoma de México, llamada Adriana Rosales Dávila, era reconocida por haber creado un espéculo vaginal menos molesto. Sorprende percatarse de que los instrumentos ginecológicos son verdaderamente incómodos, decimonónicos e incluso siniestros en la misma época histórica en que te puede operar un robot. Por tanto, y como conclusión, merece la pena recordar que ninguna mujer debería dar a luz en el estado español sin haber pasado, al menos, por una asamblea de El parto es nuestro.

 

 

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