Yayo Herrero: “Las energías renovables y limpias no pueden sustituir todo lo que proporcionó el petróleo”

Yayo Herrero: “Las energías renovables y limpias no pueden sustituir todo lo que proporcionó el petróleo”

Entrevista a la activista ecofeminista, entre otras muchas cosas, Yayo Herrero.

15/02/2022

Yayo Herrero. / Foto: Álvaro Minguito (El Salto)

Yayo Herrero es muchas Yayos: antropóloga, ingeniera técnica, educadora social, profesora, investigadora y activista ecofeminista, por citar solo las que ella misma selecciona para su presentación en las redes sociales. Su amplia mirada hace su voz imprescindible para abordar cuestiones tan variadas y conectadas como el cambio climático, la energía, la defensa de los derechos humanos, la economía, el municipalismo o los feminismos.

¿Puede servir este momento de incertidumbre por la pandemia para revisar las políticas que afectan a la relación con nuestro entorno?
La pandemia ha desvelado de una manera brutal la fragilidad del modelo económico, hemos comprobado cómo nuestros modelos económicos globalizados se caen con 15 días de inactividad. Y el hecho de que esta crisis haya estado causada, estructuralmente en su inicio, por la pérdida de biodiversidad y acompañada por otros elementos de la crisis ecosocial nos induce a pensar que ha venido para quedarse. Hemos podido ver cuáles eran los trabajos esenciales, hemos podido comprobar hasta qué niveles las desigualdades son insoportables. Claro que puede proporcionar elementos para repensar el modelo, otra cosa distinta es que lo consiga.

Dices que el modelo económico es frágil, ¿y el sistema energético?
La cuestión de la energía atraviesa todo lo que nos está pasando. Al principio del confinamiento, los precios del petróleo se desplomaron y en Estados Unidos llegó a cotizar en negativo porque se había desplomado la demanda. Algunas de las industrias energéticas llevan en riesgo mucho tiempo, por haber llegado el momento del desligue y del final de extracción de la energía fósil de alta calidad energética. Hace poco, en Estados Unidos, se tomó la decisión de sacar a [la compañía petrolífera] Exxon y a otras industrias petrolíferas del índice Dow Jones [índice bursátil de las 30 mayores sociedades anónimas que cotizan en el mercado de Estados Unidos, algo así como el Ibex35 en el Estado español]. Y esto hace referencia a lo que se plantea desde el propio sector y desde la Agencia Internacional de la Energía: es el momento de declive de la energía fósil barata y esto pone en jaque absolutamente todo, porque la normalidad del modelo económico tal cual lo conocemos es petrodependiente y es imposible hacer una transición a las energías renovables que dé todo lo que hasta ahora ha dado el petróleo. Necesitamos transitar hacia las energías renovables y limpias, pero no pueden sustituir todo lo que proporcionó el petróleo; porque tienen por un lado menores tasas de retorno y porque dependen para poder ser generadas de otros minerales, como el cobre, el litio, el platino, el cobalto, que están sujetos a procesos de crecimiento y de agotamiento. Por tanto, la cuestión energética lo marca todo, porque el tamaño de la esfera material de la economía es totalmente dependiente del aporte energético que se pueda hacer, esto quiere decir que lo seres humanos, queramos o no queramos, vamos vivir con menos energía. El tamaño de nuestras economías va a ser menor. Y para que se reduzca el tamaño de la esfera material de la economía solo hay dos vías: una es en que quienes tienen poder económico, político y militar sigan sosteniendo sus estilos de vida, y la otra vía requiere un cambio del metabolismo económico que debe de ir acompañado de aprender a vivir con menos. Hablo de un principio del reparto de la riqueza y de un principio del cuidado como verdadero organizador de la política, y me refiero en general al cuidado del conjunto de la vida, la sostenibilidad de la vida. En esa encrucijada nos encontramos; de no hacerlo así, se resolverá por una vía injusta de vulneración de los derechos humanos. Se prohibió durante el confinamiento cortar la luz a la gente y de las primeras medidas que han quedado fuera del escudo social ha sido esa, se puede cortar la luz a la gente que no la puede pagar.

Y el agua. El agua es un derecho humano, ¿lo debe ser el acceso a la energía?
Absolutamente, no se puede vivir sin energía. Tiene que ser un derecho humano gestionado con criterios de prudencia. No se trata de acceder a toda la energía que desees, sino de acceder a cotas de energía que permitan satisfacer las necesidades humanas.

Pero eso choca con que el acceso a la energía esté gestionado por empresas transnacionales privadas.
La gran trampa es que aquello que son bienes comunes tenga una gestión privada y sea gestionado con criterios de beneficio o de acumulación del capital. Si el acceso a la energía depende de que aquellas empresas que se lo apoderan ganen lo que ellas consideran que es lo que tiene que ganar, lo que sucede es que la vida de la gente está supeditada a los beneficios de esas empresas. Todos los bienes comunes tienen que ser bienes de alguna manera de control público y democrático, tiene que estar socializados, no meramente estatalizados, deben tener control social. Algunas iniciativas, como son las cooperativas energéticas, sí son laboratorios de experiencia para pensar cómo gestionar el acceso a la energía de una forma mucho más colectiva, más democrática y cercana.

Mencionas otros minerales que, en muchos casos, están provocando un aumento de los proyectos mineros en el Estado español.
Como dice Saskia Sassen, hemos pasado de un capitalismo de la producción y de la explotación a uno de la extractivismo y de la expulsión. En un mundo ya sin alrededores, en un mundo lleno, donde no quedan espacios exteriores por explotar con esas visiones colonialistas que han servido para utilizar grandes zonas del planeta como grandes minas y grandes vertederos, parte de la mirada se vuelve hacia el extractivismo hacia zonas interiores. De momento tiene una función especulativa. Muchos proyectos ni siquiera tienen vetas de mineral suficientemente grandes, pero, como ya pasó con la especulación en el mundo urbano, basta que un terreno rústico sea definido como un terreno de extracción para que los valores y los activos de las empresas dueñas de esos territorios crezcan enormemente. Y esto tiene una lógica centro-periferia, intramuros, que no es nueva. Hay un trabajo sobre el metabolismo racional de la economía española, dirigido por Óscar Carpintero, donde se veía que, en metrópolis como Madrid, Valencia o el País Vasco, los sectores que se consideran más ricos y desarrollados dentro del Estado español se sostienen con recursos que vienen de fuera de nuestras fronteras y también con otros bienes, hasta ahora sobre todo biomasa, que son extraídos de zonas de Extremadura, Andalucía o de las dos Castillas, zonas que son utilizadas como si fueran colonias interiores. A la vez que se generan todos estos proyectos extractivistas, están creciendo plataformas y movimientos ciudadanos contra estas prospecciones mineras que vuelven a estar protagonizados en muchos casos por mujeres y que están teniendo algunos resultados muy positivos.

En tus intervenciones y textos siempre das mucho espacio a las alternativas y a las resistencias, ¿eres optimista?
No sé si diría optimista, en cuanto a la sensación de que al final se va a lograr modificar. Lo que sí que tengo claro es que, como vamos, vamos muy mal, y que las personas que están en posiciones más vulnerables son las que se encuentran en un mayor riesgo. Y ante esa situación es crucial, simplemente para poder tener garantías de supervivencia digna, por una parte, activarnos, organizarnos, resistir y confrontar y, por otra parte, construir alternativas sin esperar a que nos den permiso para ello. En ese sentido es donde sí que veo que cada vez hay más gente activa: desde los ámbitos de la economía social y solidaria, o desde la PAH [Plataforma de Afectados por la Hipoteca], que siempre ha sido para mí una referencia y que está luchando contra la pobreza energética, o desde las cooperativas de servicios energéticos. Cada vez se van haciendo más laboratorios de experiencia que permiten pensar la realidad de una forma distinta. Creo que los vamos a necesitar para poder presionar y organizarnos, y para poder forzar los cambios que hacen falta si quienes nos gobiernan no los hacen. Entonces tendremos que mirar estrategias de autoorganización y autodefensa en cada uno de los territorios, porque, dejado únicamente al albur de los expertos y de las personas que gobiernan, a lo que estamos expuestas es a que cada vez vayan arrancando más jirones de vida humana y no humana y se vayan quedando en los márgenes. Nos va mucho en organizarnos y tratar de hacer las cosas de otro modo.

¿Estas experiencias o laboratorios deben tener una mirada ecofeminista?
Sí. No por estética, no por colocarle una etiqueta que pueda estar de moda o suene bien, sino porque la finalidad que deben tener esos laboratorios de experiencia es sostener vidas dignas. Para que la mayor parte de la gente tenga la capacidad de vivir con dignidad no tienes más remedio que revisar las relaciones que mantenemos con la naturaleza y sus límites, revisar qué es lo que obliga a asumir que nos encontramos ante una crisis ecológica y revisar también lo que somos como personas: somos cuerpos vulnerables, finitos, que tienen que ser atendidos y cuidados a lo largo de toda la vida. Y, desde luego, no vamos a ser mujeres las únicas que lo hagamos. Lo que reclamamos es una corresponsabilidad en las instituciones, en el conjunto de la ciudadanía y en los ámbitos económicos para hacerse cargo corresponsablemente de la vida. Solamente mirando desde la ecodependencia y desde la interpendencia es posible garantizar esa vida digna.

Este texto ha sido publicado en el monográfico en papel sobre Energía, que está incluido en algunos tipos de suscripción. Está a la venta también en nuestra tienda online y en librerías. Nosotras, la verdad, preferimos que te suscribas para que Pikara Magazine sea un proyecto sostenible muchos años más, pero puedes leernos como prefieras.

 


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