Nuestro Ayuntamiento no nos cuida

Nuestro Ayuntamiento no nos cuida

Lasarte-Oria es, junto con Hondarribia, el único pueblo de Gipuzkoa con condiciones demográficas similares sin técnicas de igualdad ni departamento de igualdad.

09/03/2022

Varias personas posan con las firmas recogidas frente al Ayuntamiento de Lasarte-Oria. / Foto cedida

Cuidados. En los últimos dos años hemos escuchado muchas veces esta palabra, y en los próximos días se nos llenará la boca aún más. El 8 de marzo las reivindicaciones estuvieron la calle. El movimiento feminista de Euskal Herria ha decidido proclamar los cuidados este año, no sin haber construido antes un discurso bien elaborado y consensuado alrededor de la reivindicación. Y no solo en la calle, seguro que también escucharemos dicha palabra en la tele, en las redes sociales, en los medios de comunicación y en boca de los políticos. Y es que la palabra es pegadiza y resultona: CUI-DA-DOS. Qué bien le queda ese plural, qué bien entra por el oído. Cuántos significados se le ha dado últimamente, muchas veces llena de autoayuda barata y vacía de contenido.

Es fácil decirlo, pero difícil de ponerlo en práctica. Cuando hablamos de autocuidado y de cuidarnos a nosotras mismas, ¿no nos viene la maldita culpa? Y al revés, ¿no estaremos dejando de cuidar al colectivo y al entorno a la hora de anteponer nuestras necesidades a las de las demás? No es un tema que nos ocupe en este texto, ni es nuestra intención hacer un juicio moral. El hecho es que será inevitable debatir sobre ello si es que no queremos dinamitar aún más nuestras redes de apoyo, grupos activistas y mentes-cuerpos precarizados.

Pero si tenemos algo claro es la dimensión colectiva de los cuidados. La interacción es necesaria en la búsqueda de un bienestar común, orientando siempre nuestra mirada a los márgenes. Hablar de cuidados de forma abstracta está bien, pero para llevarlo a cabo se necesitan recursos materiales. Mirad, si no, cómo han acabado las trabajadoras del ámbito de los cuidados durante la pandemia, hechas polvo, sin recursos materiales, y a menudo con falta de apoyo emocional para afrontar la situación.

¿Y quién puede ofrecer estos recursos? Pues es evidente las redes de cuidados y los agentes feministas locales han respondido bien a la situación, pero, sin duda, las instituciones públicas tienen responsabilidad sobre ello, aún más si no queremos caer en una visión privatizada y capitalista del cuidado al estilo Mr Wonderful. Y llegadas a este punto, oye, nuestro ayuntamiento, en Lasarte-Oria, no nos cuida.

Hoy somos, junto con Hondarribia, el único pueblo de Gipuzkoa con condiciones demográficas similares sin técnicas de igualdad ni departamento de igualdad. Concretamente, en el ‘Mapa de Recursos para la Igualdad’ de la página web de la Diputación Foral de Gipuzkoa, Lasarte es una de las pocas que aparecen en gris. Es cierto que hay otros 25 municipios que se encuentran en la misma situación, pero muchos son pequeños pueblos de comarcas, que están trabajando para tratar el tema en común y abrir las Casas de las Mujeres de forma que respondan a todas las necesidades. Es decir, que otras instituciones se han preocupado por sus ciudadanas, o por lo menos han hecho caso a la ley –está legalmente recogida la necesidad de una adecuada atención en materia de igualdad- y la nuestra, con casi 19.000 habitantes, pues no tanto.

 

 

Pero, ¿de qué hablamos cuando decimos que nuestro ayuntamiento no nos cuida? El reclamo por contar con una técnica de igualdad en Lasarte-Oria no es nueva, pero la pandemia ha incrementado nuestra preocupación. Desde el inicio del confinamiento en marzo de 2020 se ha incrementado la demanda de personas que han necesitado la atención de los servicios sociales y no se ha podido atender los casos de violencia machista en la oficina. La cuestión es que a medida que se van engrosando los archiveros, la situación de las mujeres en situación de vulnerabilidad no ha mejorado. Algunos casos han sido trasladados a los Centros de Mujeres de Errenteria y Donostia. Las denuncias de otras muchas han quedado a medio camino. Y mientras tanto, las quejas y peticiones que llegan a los oídos del movimiento feminista no cesan.
Cómo llevamos a la práctica eso de poner los cuidados en el centro , desde el movimiento feminista hemos intentado responder a estas demandas, pero volvemos a insistir en que no contamos con los recursos de las instituciones, y que sin un departamento de igualdad fuerte y técnica de igualdad, difícilmente se puede garantizar el bienestar para toda la ciudadanía. Desde los casos de mujeres que sufren violencia machista hasta la desprotección de muchas niñas, niños y adolescentes en la escuela. Nos referimos a la necesidad de cuidar para que estas vidas sea vivibles.

Es imprescindible incorporar la mirada feminista en otros ámbitos también: desde la atención adecuada de los servicios sociales hasta la revisión del plan urbanístico. Desde los presupuestos hasta el ámbito educativo. Evidentemente, el urbanismo feminista, una partida presupuestaria para temas de igualdad y el apoyo ante las agresiones a iniciativas feministas en el ámbito educativo brillan por su ausencia. Y es evidente que el hecho de no tener una política pública de estas características influye aún más en los márgenes: mujeres racializadas, situaciones socioeconómicas desfavorables, comunidades migradas…

Por todo ello, estamos cansadas de entender los cuidados como una abstracción elegante. No queremos palabras elocuentes, queremos que nuestro ayuntamiento garantice vidas vivibles. El tiempo corre y, en nuestro caso, cuando hablamos de cuidados, hay vidas en juego.

 


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