Un hogar en llamas nos recibe
Mar Gallego (texto) y Miriam Sánchez (fotografía) se unen en coautoría en La Carmensita Editorial con Volvemos a casa. Un poemario ilustrado dedicado a las amigas y a los hogares en llamas que somos por dentro. Publicamos un extracto.
Volvemos a casa ¿A qué casa?: “Nosotras estamos hablando de un hogar en llamas. De otras formas de hacer y ser hogar por las que transita este librito de mesa estufa y cerillas en los bolsillos. De lo que implicó mudar los deseos y los espacios”.
El poemario, dividido en tres bloques distintos —El edificio, El incendio y El hogar— aborda cuestiones como el amor hegemónico, las enfermedades autoinmunes y las diferentes formas de rehacer la vida. La obra cuestiona todo aquello que nos dicen que tiene ser centro de mesa en hogares donde nos aguarda una promesa de muerte. Lo contrario a vivir, como decía Audre Lorde, es solo no hacerlo. Este poemario busca vida en un cuerpo que hace de enredadera y respiradero.
Os dejamos con tres de sus poemas y dos de las fotografías que acompañan la obra.
LA JAULA
No era para mí.
No lo era.
Ni la casa ni la puerta.
Los muebles que se tiraron,
los que se reciclaron.
Los que se iban a comprar.
No lo eran.
Las servilletas con motivos azules
y los motivos para quererme
no eran para mí.
A mí, ¿para qué?
No lo eras.
Aunque yo quisiera sostener
todo ese bloque
y que esta infamia no cayera.
No hallé mi presencia
en ningún cuarto
y, paré con tu paré,
los cableaos de tu wifi
tacharon del buzón mi nombre.
Hubiera hecho que fuera para mí.
Pa qué engañarnos,
no lo era.
Se me hubiera caído la casa encima.
Se me hubieran muerto las primaveras.
Y toa las perras que llevo dentro
se hubieran cagao en tu puerta.
Se me hubieran marchitao los pulsos
que me hacían creer que lo eras.
Para mí.
Que no lo eras.
LOS ENTRE-LUGARES
Entre-lugares habito una senda finita
de brotes sin soja.
La ansiedad de un manual
sin instrucciones.
Trescientas sesenta y seis miradas
de reojo
a perfiles que enmarcan
veranos helados de lugares
que apuntan a la meta
y me dicen:
–Entre-lugares. Lo tuyo son entre-lugares.
Como invitándome a envidiar
sus cuatro estaciones.
Como si no lo fuera una existencia:
“lo mío”….
Como si tuvieran que desaparecer
al entretiempo
para primaverarse.
Como si necesitaran creer
que este cuerpo frontera sólo
aspira a atravesarse,
definirse y superarse.
Convertirse en latido sostenido
que devuelve una ilusión legible.
Sin ilusiones.
Entre-lugares.
Cuando ya hemos sido las otras para nos-otras mismas.
VOLVEMOS A CASA
Volvemos a casa
porque pagamos ya
el precio del fuego
que no quema.
Que no calienta
estos huesos hambrientos
de carne conectada.
Volvemos a casa
arañando del subsuelo
un lenguaje que nos calma.
Gargantas que no se ocupan
de palabras entrenadas
en gimnasios de respuestas.
Volvemos a casa
con una pregunta niña
incubando entre las manos.
Pájaro de las no certezas
Con ramas en vez de brazos,
volvemos a casa.
Y un hogar en llamas nos recibe.
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