Antirracista no se nace, se hace
LAB da pasos hacia una praxis sindical antirracista. Hace un tiempo asumimos la deuda patriarcal y apostamos por construirnos como un sindicato feminista. Hoy, reconociendo la deuda colonial que nos atravieza, iniciamos otro camino: el de trabajar-nos como sindicato antirracista.
Cuando la sindemia parecía ser controlada y tras el estallido de un volcán, con una nueva guerra que esta vez afecta de lleno a Occidente y a su modelo de desarrollo y producción, vuelven a hacerse evidentes la finitud de la vida, la eco-inter-dependencia y las contradicciones irresolubles de nuestro sistema.
Que no nos vendan el cuento. El relato hegemónico del desastre y de la emergencia oculta las causas e impide un analísis crítico y radical del momento histórico. Estamos frente a una crisis de civilización, multidimensional, sistémica y socialmente construida. Una crisis socioreproductiva, como diria Nancy Fraser.
Crónica de una muerte anunciada. Sabemos de dónde viene y cómo termina este cuento. Avaricia, especulación y acumulación; exclusión, desigualdad y empobrecimiento. Darwinismo social y necropolítica. Fascismo, racismo y machismo se cuelan en los barrios y pueblos de Euskal Herria. Hay vidas que valen más que otras y otras que valen menos que la bala que las mataría, como en Los nadies de Eduardo Galeano. Mercantilización de lo cotidiano y precarización de la vida son dos caras de una misma moneda. En el reino del Dios Dinero, todo se subsume a la ley del “salvese quien pueda”. Hasta lo no imaginado, tiene un precio. Chin-chin dirua.
Las cosas más simples se han vuelto complejas. Espacios, procesos y esfuerzos se colonizan como nichos de negocio desde los que se extrae plusvalor. Los componentes de la relación laboral clásica cambian de formatos e incorporan dinámicas que confunden. Las personas trabajadoras nos vemos envueltas en una nube de humo. Remapear el mundo del trabajo y el del empleo, cuestionar el ideal de desarrollo y el modelo productivo, implica revisar cómo se ha ido reconfigurando lo que hasta ahora se ha entendido como clase obrera e incorporar nuevas gafas que nos permitan ampliar perspectivas y abordajes. Como organización sindical este es, en particular, uno de los grandes retos que tenemos. No se trata de olvidar todo un pasado de luchas, ni de negar formas de organización y confrontación. La cuestión es qué pasa con lo que nos hemos dejado, o nos estamos dejando, fuera.
El capital logra su cometido cada vez que nos separa. Digitalización, robotización, teletrabajo, precarización, temporalidad, parcialidad, plataformas de comercialización y distribución, entre otras, refuerzan nuevas formas de empleo y relaciones laborales, sustentadas en la fragilización de las personas trabajadoras. La explotación se rentabiliza con la fragmentación y el aislamiento.
Recrear una praxis sindical feminista, ecosocialista y antirracista va más allá de sumarse adjetivos progres políticamente correctos. Conlleva disponerse personal y colectivamente como estructura y organización politica de contrapoder. No habrá una Euskal Herria liberada si en este territorio se reproducen violencias y desigualdades. Esto supone, para nosotras, desde el sindicato LAB, ser capaces de identificar cuáles son nuestros privilegios y estar a la altura de apostar por hacer frente a un escenario de precarización que tiene impactos diferenciados en cuerpos y vidas concretas que no podemos ni queremos dejar de lado.
El del empleo es un lugar estratégico de disputa material y simbólica. Mientras el capital se reafirma capturando cuotas de poder y legitimidad, el polo del trabajo se reinventa recreando nuevas prácticas y herramientas de lucha que redefinen sentidos y formas de organización colectiva. Fuga y captura, captura y fuga. La clase trabajadora tiene una potencia colectiva creativa y disruptiva que el capital nunca podrá poseer. Tenemos que creernos más lo gigantes que podemos ser si nos unimos.
Hace un tiempo LAB ha iniciado un proceso de reflexión profunda. Desde la lucha por el conflicto capital-trabajo hemos dado un salto politico hacia la disputa por el conflicto capital-vida. Centros de empleo, barrios, condiciones de laborales y vitales, derechos y necesidades son todas caras de una moneda y parte de la acción sindicial integral que queremos recrear. Desde diferentes geografías llegan a Euskal Herria trabajadoras migradas y racializadas que realizan una labor fundamental para la economia y la reproducción del vida de este pueblo y este territorio. Son personas trabajadoras que con un gran potencial de organización y lucha a las que se les niega oportunidades y condiciones.
Como LAB, tras meses de un trabajo multidimensional que combinó un mapeo participativo con trabajadoras migradas y racialidas, formaciones dirigidas a la liberación del sindicato y reuniones de contraste con colectivas que estan en lucha por la defensa de los derechos de las personas migradas y el antirracismo, y como parte de un camino que recién empieza, realizamos el pasado sábado 9 de abril en Durango el primer Festival de Sindicalismo Antirracista. Un espacio-tiempo de encuentro y reconocimiento mutuo en el que se pusieron en común experiencias y herramientas para la construcción de una praxis sindical antirracista.
La mesa de apertura consistió en un diálogo de experiencias de resistencia y organización, entre las trabajadoras de Huertas de Peralta en Nafarroa con las de Hitzarmena Orain, las trabajadoras de hogar y de cuidados en lucha, que recientemente han hecho el llamamiento a la negociación del primer convenio colectivo de este sector. También se realizaron sesiones paralelas de trabajo en las que se abordaron temáticas como la militarización de las fronteras, especialmente la que divide en Irún-Hendaia, y la exigencia de políticas municipales de acogida; la denuncia de la vulneración del derecho a una vivienda en condiciones dignas y a un empadronamiento como puerta de entrada a derechos fundamentales; la reproducción de una supremacía y de una fragilidad blanca sobre la que las personas euro-occidentales nos hemos acomodado; el asilo político y el arraigo laboral como parte de unas grietas que le podemos abrir a la ley de extranjeria; y el taller de acción sindical antirracista como parte de un ejercicio colectivo de autoafirmación como sujetas trabajadoras migradas y racializadas.
A lo largo del día, de diferentes modos, compañeras con amplio recorrido que llevan años trabajando en este ámbito, tanto en Hego como en Ipar Euskal Herria, tuvieron su lugar y pusieron en común saberes prácticos y aterrizados que nos ayudan a potenciar ese sindicalismo antirracista que queremos construir aquí y ahora. El Festival fue intenso, emotivo y enriquecedor. Las trabajadoras migradas y racializadas fueron las protagonistas del día. Mucho más que la suma de las partes, el festival se cocinó a fuego lento. Desde el mes de diciembre, un grupo de trabajadoras migradas y racializadas se conformó en motor de este día. Hubo un proceso colectivo de preparación, de identificar las problemáticas, de pensar los cómos, los porqués y los para qués. Las sinergías y la complicidad del día no surgieron de la nada. El recorrido previo se respiraba.
Fue un día importante, diferente. Pero queda camino. No se nace antirracista ni se logra serlo solo con una declaración de intenciones. Hay que meterse en el fregado, el racismo esta en todos lados, lo llevamos dentro. Detectarlo y desarmarlo, implica un trabajo duro e incómodo de deconstrucción.
Como dice Pastora Filigrana, “necesitamos un sindicalismo de clase feminista y antirracista porque necesitamos estar juntas y organizadas para sostener nuestras vidas de las embestidas del capital en todas las parcelas de lo cotidiano”.
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