Virgen de la sostenibilidad. | Ilustración de Emma Gascó para el catálogo de Pikara Magazine de 2020.

Escribo esto después de un gabinete de crisis. Nuestros planes sobre cuántas revistas editar este año volvían a caerse una vez más. Os cuento la historia, que tampoco es única en el mundo, pero es la nuestra.

En enero paramos para hacer una reflexión estratégica. Hicimos nuestros planes, números y proyectamos nuestro plan a uno y tres años. Estrenábamos así nuestra cooperativa recién fundada este año, porque hasta ahora éramos asociación. Todo sonaba perfecto: subíamos las tarifas para las colaboradoras de Pikara Magazine un 20 por ciento, iniciábamos un plan de euskera y retomábamos las publicaciones en Lengua de Signos Española y en Lectura Fácil.

El plan también recoge rediseñar nuestra web, que ahora tiene muchas limitaciones, así como desarrollar un sistema de suscripciones que permita a nuestras lectoras tener una cuenta propia en nuestra página, cosa que ahora mismo no es posible.

Hemos puesto en marcha, también, una red con periodistas cercanas a la revista, para hacer un equipo más estable y hacer más y mejor periodismo. Queremos que, en el futuro, cuando rodemos un poco, se unan a esta red otras colaboradoras columnistas para que tengamos sobre la mesa todas las miradas posibles. El objetivo es también apoyarnos entre nosotras y hacer menos hostil esta selva mediática en la que se desenvuelve la gente autónoma, aka, freelancers, que suena a reportero medio y macho con ceño fruncido pero que es, en realidad, el lugar precario de muchas mujeres periodistas que siguen desempeñando este trabajo sin estructura, sin bajas, sin reconocimiento por accidentes laborales y cobrando poco.

El plan nos quedó precioso, para enmarcar, con sus objetivos con titulillos molones rollo Pikara Magazine contra Zuckerberg, porque aquí mis compañeras y yo, cuando nos venimos arriba nos subimos con todo. Decidimos, eso sí, no subir una cosa: los precios de suscripciones y ventas del anuario y los monográficos de Pikara Magazine. El precio del papel había empezado a subir a finales de 2021 y seguía, pero no queríamos aumentarlo nosotras porque entendemos que nuestras lectoras también ven cómo todo a su alrededor se encarece mientras los salarios se mantienen. No, no y no. Decidimos resistir. Como fuera. Por lo menos un año hasta ver qué pasaba con los precios dentro de un tiempo.

No había pasado ni un mes cuando empezó la guerra de Ucrania. Luego, los paros del transporte. Seguimos a lo nuestro, reservamos el papel de todo el año justo en enero. Ya era, entonces, un 17 por ciento más caro que el año anterior. Prescindimos de dar algo de color a los monográficos, una idea que habíamos comentado. Asumimos que no íbamos a poder reeditar los monográficos que se vendieran bien. Y seguimos.

Hasta hoy. Esto se publica días después de hoy, pero se escribe hoy. El día en que sabemos que el papel encargado no pudo llegar a tiempo por la huelga de transporte. Que ahora ya no nos lo venden a ese precio. Que ha subido un 20 por ciento. Que aumenta también el precio de Correos por cada envío debido a la subida de precio del combustible. Que, en estas circunstancias, hacer el anuario de Pikara Magazine no es rentable.

Pero queremos resistir un poco más. Antes de subir el precio, vamos a valorar bajar la calidad del papel del anuario. Vamos a ver si reduciendo un poco el número de páginas, tiramos. Y vamos a intentar mantener precios populares aún habiendo hecho una apuesta fuerte por mejorar las condiciones de quienes colaboran con nosotras.

Eso sí, necesitamos, lectora, que te suscribas. Lo más barato son 20 euros al año. No es nada. NADA. Además, suena a chulería, pero es así: de aquí salen muchos de los temas que luego llegan al mainstream. Mis compañeras llevan 12 años levantando este chiringuito y aquí seguimos.

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