Denunciantes de Kote Cabezudo: “Queríamos comernos el mundo y el mundo nos comió a nosotras”

Denunciantes de Kote Cabezudo: “Queríamos comernos el mundo y el mundo nos comió a nosotras”

Las modelos de las que el fotógrafo donostiarra abusó sexualmente y de las que vendió imágenes de los abusos en internet, hablan de cómo han vivido los más de nueve años del caso hasta llegar a hoy: están pendientes de la sentencia que le condene definitivamente.

01/06/2022

7 de marzo de 2018. El abogado Mario Díez lanza un vídeo en Youtube: “Hace hoy exactamente dos años, cinco meses y un día, una presunta víctima de Kote Cabezudo acudió a comisaría de la Policía Nacional en San Sebastián. Interpuso una denuncia por delitos de pornografía infantil y violación, entre otros muchos”. Era el inicio mediático del que se conoce como el caso Kote Cabezudo, una serie de denuncias contra el fotógrafo de moda Juan José Cabezudo por parte de distintas modelos. Los abusos sexuales denunciados se dieron entre los años 1990 y 2010 y el caso vía judicial había empezado, en realidad, en 2013, con el inicio del Sumario 684/2013.

Junto a las denuncias se aportaron direcciones de pornografía intantil en internet donde podían verse las agresiones e incluso una de las violaciones. Según se expone en la web de la Asociación Justicia Poética, creada por el abogado para este caso, 17 víctimas denunciaron al fotógrafo. “Durante más de cinco años, todas las peticiones de prisión provisional caen en saco roto. Ni los cuerpos policiales, ni la Fiscalía, ni la magistrada instructora mueven un solo dedo por retirar el ingente material pornográfico de carácter infantil autoría de Kote Cabezudo que inundaba las redes”, reza la página web.

Entre el pasado 7 de marzo y el 13 de abril tuvo lugar el juicio en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa. En él, Kote se enfrentó a cargos por 32 delitos según la Fiscalía. La acusación particular, que representa a 17 de estas mujeres –las víctimas totales reconocidas son 22–, añade 152 delitos de abuso sexual con penetración –en términos jurídicos–, es decir, de violación. El fotógrafo se encuentra en la actualidad en la cárcel donostiarra de Martutene, a pesar de haber terminado el tiempo de prisión provisional, dado que no se han conmutado los años de preventiva con los que tiene que cumplir por otros delitos demostrados. De hecho, sobre él pesan ya varias sentencias en firme: dos años y tres meses de cárcel y multa por delito de obstrucción a la justicia por coacciones sobre testigo, cinco meses de prisión y multa por utilizar un documento falso y siete meses de prisión por desobediencia a la autoridad. Ahora, Cabezudo espera una condena que podría ser de 121 años y medio de cárcel. La acusación particular pide 2.388 años.

Las denunciantes también esperan.

Ha sido un proceso largo y lleno de obstáculos. El caso no ha acaparado los medios como lo hizo el #MeToo. Kote Cabezudo no es Mario Testino y ellas no son supermodelos de la agencia francesa Elite, salpicada a finales de los años 90 por casos de abusos sexuales. Pero estas mujeres se han organizado en una plataforma, Indarka, formada por víctimas y gente cercana a estas: “Queremos que se nos escuche de una manera más directa. Pedimos apoyo social, en cierto modo nos hemos sentido solas. Los miembros de SOSKotekasua hicieron todo lo posible por dar a conocer el lado oscuro de esta trama. Siempre les estaremos muy agradecidas”, explican al contar cómo crearon el grupo. Además, dicen que la plataforma seguirá activa después de la sentencia: “Indarka tenderá siempre sus manos a quien lo necesite y, en lo que nos sea posible, ayudaremos para que nadie se sienta como nosotras nos hemos sentido”.

Responden en colectivo y por correo electrónico a esta entrevista. Solo hay dos preguntas que dejan en blanco: una sobre si tienen constancia de que los abusos en el mundo de la moda no son una excepción, y otra sobre por qué creen que no está habiendo denuncias en la industria de la moda y del cine del Estado español como sí se han dado en otros lugares. El silencio nos deja al resto, a la sociedad, pensar en ello. Qué sistema es el que sustenta que estas mujeres hayan tardado tanto en ser escuchadas. Qué sistema es el que, todavía, impide que otras decidan hablar.

Se ha hablado de vosotras en diversas ocasiones como las víctimas de Kote Cabezudo. Me gustaría que os presentarais vosotras mismas, ¿quiénes sois?

Ante todo, somos personas que, siendo adolescentes, y algunas menores de edad, soñábamos con trabajar en el mundo de la moda. No se nos puede definir como “modelos” porque a esas edades carecíamos de experiencia. Éramos unas niñas normales y tuvimos un primer contacto en este mundo de una manera brutal. Una no elige ser abusada, violada, estafada, extorsionada… No elige en su sano juicio que otra persona le cause daño. Somos un grupo de personas que fueron a dar con un depredador en el momento más vulnerable y “manejable” de sus vidas. A algunas de nosotras nos horroriza la palabra “víctima” porque lo fuimos, pero ahora solo somos guerreras en esta batalla. No en vano, la Justicia nos ha maltratado durante muchos años para llegar hasta hoy. Tampoco somos “presuntas” porque todo lo denunciado está documentado y probado.

Las primeras denuncias son de 2013, pero no son por abusos sino por estafa, injurias y revelación de secretos. Ese mismo año se unen más víctimas y sí hablan de abusos sexuales. A partir de ahí se desencadena todo… ¿Cómo fueron estos primeros pasos, uniros entre vosotras, animaros a denunciar…?

La primera denuncia que presenta Mario Díez es en 2013, efectivamente. Anteriormente, en 2012, se presentó una denuncia contra Kote Cabezudo por subir a internet contenido videográfico y, al retirarlo este de la web, dicha denuncia se paralizó. La víctima desconocía el contenido en profundidad. Este era el modus operandi de Cabezudo: subía a las redes fotos o vídeos cuando él quería para presionarnos y humillarnos. Lo que nosotras perseguíamos era la retirada definitiva de esas imágenes o vídeos de las redes sociales y de las páginas web que Kote Cabezudo manejaba. Desconocíamos a lo que estábamos expuestas. Gracias a Mario Díez, nuestro letrado, y tras las investigaciones realizadas, pudimos ver la magnitud de todo el daño que estaba ocasionando. Así, todas cogimos fuerzas al ver que no estábamos solas en esto y decidimos tirar para adelante con todo, dejando el miedo y la vergüenza atrás. Muchas no nos conocíamos más que por fotografías en la web de Kote Cabezudo, pero todas teníamos algo en común: el daño que nos ha causado aquello que empezamos con ilusión. Viendo, año tras año, cómo nos humillaba y nos “vendía” mediante las webs, siendo adolescentes, muchas menores de edad, como si fuéramos objetos. Algunas nos acabamos de conocer y hemos decidido remar a través de Indarka hacia un mismo rumbo.

El caso ha durado más de nueve años, ¿por qué creéis que se ha alargado tanto un caso con tantas pruebas y tantas denunciantes?

Son varios los periodistas que se han atrevido a contar por qué Kote Cabezudo ha estado y está tan protegido [Mario Díez ha señalado conexiones del fotógrafo con el exalcalde socialista de Donostia, Odón Elorza, que, entre otras cosas, aparecía según el abogado en una foto publicada en la web donde Cabezudo vendía pornografía infantil]. Denuncias archivadas sin notificar, avisos a la cárcel para que el acusado se entrevistara con la jueza que llevaba su instrucción y, de la misma, desaparecían las denuncias como por arte de magia. Hasta un perito policial testificó en el juicio diciendo que desde el Juzgado de Instrucción número 4 se ordenó no registrar el estudio donde operaba Kote Cabezudo. No hemos sido tratadas como víctimas de Kote hasta dar con las personas adecuadas. Él sigue teniendo ciertos privilegios: ha podido acceder a la justicia gratuita siendo solvente y lo mantienen protegido en la enfermería de Martutene. Teniendo denuncias como las que se presentaron durante varios años, en ninguna cabeza cabe que lo dejaran en libertad y sin ser juzgado, mantenido su impunidad hasta 2018.

Parece que los hechos no han tenido el eco que se podría esperar, teniendo en cuenta el éxito del #MeToo en general y del #Cuéntalo aquí. ¿A qué creéis que se debe? ¿O pensáis que sí ha tenido la difusión que merecía?

En absoluto ha tenido el eco que merecía el caso, ya solo por el trabajo que hay detrás. Hemos recibido el apoyo de grupos pequeños, de alguna asociación feminista y ningún apoyo político, cuando se ha visto a miles y miles de personas en otras manifestaciones, como en el caso de la manada. Como decíamos anteriormente, Kote ha estado protegido, no hay más que ver cómo medios que controla el Gobierno han hecho silencio absoluto sobre el caso. Hablamos de silencio institucional en general, de todas esas administraciones que no han querido acompañarnos en esta causa.

 

¿Cuál es, entonces, vuestra opinión sobre la cobertura por parte de los medios de comunicación?

En algunos medios digamos que han victimizado al acusado. Titulares como “no hice nada que no quisieran” hacen que nos surjan dudas. ¿No encontraron otro más adecuado? Los testigos presentes en el juicio han escuchado frases pronunciadas con arrogancia por parte del acusado. Frases como que no le importaba que las modelos fueran menores de edad. Para él, es un arte fotografiar menores desnudas. Uno de los peritos declaró que vio un correo electrónico firmado por Kote Cabezudo donde expresaba su intención de viajar a Rusia para seguir haciendo de las suyas. Y, mientras tanto, él quiere hacer ver que todo es “un complot” del letrado de las víctimas.

El juicio terminó el mes pasado y ha quedado visto para sentencia, ¿cuál es vuestra sensación después del proceso? ¿Cuál es la sentencia que esperáis?

Para nosotras, llegar hasta donde hemos llegado ha sido todo un logro. Y ha sido después de la espera de casi una década donde lo único que queríamos era ser escuchadas, comprendidas y que se juzgara al culpable, ya que teníamos todas las pruebas para ello. Ha sido una experiencia muy dura, pero tras el tiempo transcurrido, después de nuestra declaración, salimos de aquella sala de la Audiencia y pudimos volver a coger aire.

Respecto a las sensaciones, algunas de nosotras hemos comentado lo bien que nos hemos sentido tratadas por parte del personal de la Sala. Mientras estábamos declarando hemos sido capaces de percibir comprensión por parte de los jueces y del fiscal. Es de agradecer la sutileza y delicadeza con la que nos han tratado. Los abogados defensores tenían un papel difícil intentando defender lo indefendible. Todo el mundo allí presente ha escuchado los relatos del infierno que hemos vivido, eso sí, cada una a su manera. Por eso rogamos a la justicia que sea lo más severa posible con este caso. No hay que olvidar que somos unas chicas como cualquier otra, que solo aspiraban a lanzarse a la carrera de la moda. En una ciudad como San Sebastián, eso le podía haber pasado a una de sus hijas, a su sobrina o a su vecina.

En el juicio, la defensa ha insistido en que fue todo plenamente consentido. Demostrar la falta de consentimiento es muchas veces difícil para las mujeres, ¿cómo habéis llevado escuchar esas declaraciones? ¿Qué respondéis?

En la investigación del caso nuestros abogados han podido dar con 17 personas que no se conocían entre sí y que todas han relatado la misma historia. La falta de consentimiento se ha podido demostrar gracias a ellos. Kote Cabezudo seguía el mismo patrón con todas y a la que veía más vulnerable era a la que hacía más daño. Sabía perfectamente hasta dónde podía llegar con cada una de nosotras. Si todo hubiera sido consentido, ¿por qué Kote falsificaba documentos? Tanto él como su defensa no lo han tenido fácil y de ahí que su estrategia haya sido exponer que todo es una trama de nuestro letrado. Solo hay que ver nuestras reacciones, la angustia y el dolor mientras revivíamos el daño causado.

También os han acusado de estar aleccionadas y de declarar cosas “que no ocurrieron”. ¿Cuáles son esas declaraciones? ¿Qué decís ante esta acusación?

No sabemos a qué declaraciones se refieren ya que todo lo que se ha relatado en sede judicial es cierto. Las denunciantes, a diferencia de los delincuentes, tenemos obligación de decir verdad. Además, antes de contratar los servicios de Mario Díez ya existían denuncias. No tiene ningún sentido que nuestro abogado nos aleccionara para que digamos lo mismo que llevamos denunciando años atrás. Muchas no han denunciado por miedo a ser juzgadas. Nosotras solo pretendíamos que se retiraran de internet las fotos y los vídeos y que el responsable de haberlas subido a la red dejara de comercializar con ellas. No podíamos consentir que Cabezudo siguiera haciendo daño y para eso no hay que estar aleccionada: solo se necesita perder el miedo y plantar cara.

En el juicio se dijeron cosas, y se reprodujeron en los medios, como que eráis adolescentes desarrolladas, aunque fuerais menores, por lo que no había mayor problema en haceros fotos eróticas.

No hay adolescentes más o menos desarrolladas. Con 15 no eres más lista que con 18 años. Hay adolescentes con ilusiones, novatas en esto de enfrentarse al mundo y muy poco asesoradas para saber cómo debe desarrollarse una sesión de fotos. Queríamos comernos el mundo y el mundo nos comió a nosotras. Sabemos de moralidad pero, si un supuesto profesional como decía ser Kote Cabezudo, que participaba de jurado en los certámenes de belleza que el Ayuntamiento organizaba, te dice que no lleves bragas ni sujetador para que no se te queden las marcas, que quedan horribles en las fotos, pues con esas edades lo haces. Y no se te ocurre pensar en si hay algo raro detrás.

Muchas veces, la sociedad culpa a las víctimas. Se entiende que tienen parte de responsabilidad. Queremos escucharos a vosotras, vuestra explicación, para entender cómo os sentíais.

Para comprender y empatizar solo hace falta conocer el caso y tener sentimientos. Se ha dicho de alguna de nosotras que denunciamos porque no prosperamos en la carrera de la moda. ¿De qué carrera hablan si antes no habíamos estado nunca delante de una cámara profesional? Íbamos al estudio con toda nuestra ilusión y, si él veía algún resquicio en tu carácter, acababas siendo violada. La sociedad ha mirado para otro lado en este caso. Ni siquiera las instituciones nos han apoyado, pero aquí estamos, diez años después, siendo escuchadas.

¿Qué es lo que necesitáis ahora?

Han sido muchos años en soledad luchando contra viento y marea. La sociedad no ha sido nada empática, ha demostrado tener muy poca humanidad. Solo esperamos que no le ocurra a nadie lo mismo, que ninguna otra se vea inmersa en la indiferencia social. Indarka está también para apoyar a todas las personas que han pasado por lo mismo, para hacerles saber que no están solas. Un tema muy importante son los tiempos en el mundo judicial. Es intolerable una instrucción de casi nueve años. Los juzgados no están colapsados, simplemente la Justicia funciona como ellos quieren que funcione. Para algunos casos, los plazos se cumplen a rajatabla, pero dependiendo de quién te toque en Instrucción, pueden pasar años, como en nuestro caso, con dilaciones injustificadas y retrasos de todo tipo. En cuanto a nuestras propias necesidades, nos conformamos con una condena equiparable al daño que cada una de nosotras ha llevado en sus espaldas durante todos estos años. Aunque somos conscientes de que nunca habrá una condena lo suficientemente dura como para resarcirnos de todo el daño. Si es larga, respiraremos más tranquilas.

 

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