Las brujas que lanzaron un hechizo sobre Wall Street
Un grupo de brujas modernas nos invitan a un viaje visual en el libro 'Brujería. La biblioteca del esoterismo', en el que nos muestran cómo ha evolucionado el arquetipo de bruja en la historia occidental, desde las persecuciones a la reivindicación de la bruja como un modelo alternativo de belleza y poder que desafía al statu quo.
El arte ha contribuido, en la actualidad, a asentar las bases de un concepto de brujería visto como práctica espiritual de empoderamiento y que rechaza el dogma a favor de la creatividad, la diversidad y la inclusión. Los ejemplos son numerosos —en Occidente, ya que aún hay partes del mundo donde el término bruja sigue siendo sinónimo de estigma y persecución—: los autorretratos de la ciborg y bruja Juliana Huxtable, las instalaciones sacralizadas del artista no binario e indígena Fabián Frías o los montajes talismánicos de Betye Saar que incorporan imágenes zoodiacales e iconografía afroamericana.
El ritual se mantiene en nuestra época como un método para conectar con el cosmos y el mundo natural, con nuestros cuerpos y nuestras hermanas. Pero este concepto de brujería no es nuevo, deriva de las ideas defendidas por las feministas radicales en los años 60 y de la religión conocida como Wicca, como explica el libro Brujería. La biblioteca del esoterismo (Taschen, 2022), que narra la evolución del arquetipo occidental de la bruja.
En los años 60 en Estados Unidos la brujería fue adoptada por el movimiento feminista para provocar un cambio en la sociedad. Uno de los ejemplos más conocidos es el del grupo feminista radical W.I.T.C.H. (Women’s International Terrorist Conspiracy from Hell). Fundado en 1968, retomó la historia de “las cazas de brujas” al defender que las mujeres debían aprender de su propio pasado como primer paso para liberarse de la opresión patriarcal. La organización luchó por los derechos civiles y la igualdad de las mujeres, participó en el movimiento contra la guerra y, entre otros actos de rebelión teatral, lanzó un hechizo contra la bolsa y el capitalismo. Para ello se presentaron en Wall Street vestidas de brujas, con pancartas feministas y cantando: “Wall Street, Wall Street, up against the Wall Street” (Wall Street, Wall Street, contra Wall Street). Después de aquel conjuro, la bolsa sufrió una caída drástica que nadie podía explicar.
W.I.T.C.H. realizaba habitualmente rituales públicos, pero sus integrantes no creían en ninguna magia o sistema religioso. Para ellas la brujería era solo la expresión que habían encontrado para luchar contra el sistema, aunque para ello habían tenido que reinterpretar las ideas difundidas por la Wicca.
Después de las persecuciones que habían sufrido las mujeres acusadas de brujas durante el final de la Edad Media y el Renacimiento, a principios del siglo XX el arquetipo de bruja se convirtió en un símbolo de empoderamiento. En primer lugar, promulgado por las sufragistas, que recuperaron “las cazas de brujas” como ejemplo de la tiranía patriarcal; pero también por el ocultismo, un intento de dominar los misterios de la naturaleza que inspiró una nueva idea de brujería. Su máxima representación fue la Wicca. Fundada por Gerald Gardner en Inglaterra, promulgaba una religión neo-pagana basada en los misterios del cosmos y el culto a la fertilidad.
Si bien la Wicca debe su origen a un hombre, alcanzó popularidad por el trabajo de una mujer: con sus escritos y entrevistas, la suma sacerdotisa Doreen Valiente llevó los conceptos wiccanos de Gardner a un público más amplio, alejándose del culto a la fertilidad y defendiendo la idea de una magia práctica centrada en la naturaleza, la inclusión y el autodescubrimiento. Para para ella solo era posible alcanzar la paz mental y la satisfacción terrenal en un estado de armonía con la naturaleza.
La Wicca —y su ramificación en la Wicca Diánica, originada por Zsuzsanna Budapest, basada en el culto a la Diosa, con una visión más feminista y menos jerárquica— sirvió de inspiración creativa para una generación de artistas rebeldes, capitaneadas por Leonora Carrington, Remedios Varo y Leonor Fini, que transformaron el arquetipo de bruja en un reflejo de sus propias y complejas identidades, y convirtieron el concepto de brujería en una muestra de empoderamiento femenino.
Feliz casa nueva o FLZCNV y otros trucos mágicos
Dentro de la brujería, el círculo es uno de los símbolos con más poder. Ya sea trazado en el suelo con sal, tiza, tierra o piedras, imaginado o formado por los cuerpos de las personas que se reúnen en el coven (asamblea de brujas), designa un espacio sagrado que conecta las esferas terrestre y celeste. Los círculos mágicos existen prácticamente en todas las culturas y las brujas los suelen utilizar en ceremonias como un lugar de energía y protección.
Otro símbolo destacado es el cáliz, un receptáculo ceremonial de plata que guarda el contenido ritual que comparten los miembros del coven. También puede contener una poción sanadora del cuerpo físico o del espíritu. Estas pociones ya existían en las boticas de la Edad Media y se elaboran con hierbas y flores medicinales. Tradicionalmente se ha pensado que las brujas hacían estas pociones en un caldero, otro elemento simbólico que representa el poder creador del cuerpo femenino, ya que el caldero se relacionaba con el renacimiento y el útero en muchas mitologías, un recipiente que contenía el poder de crear vida y resucitar a las personas muertas. Por otra parte, las palabras mágicas también son importantes, ya que el lenguaje es poder, para modificar la conciencia, cambiar la percepción e invocar a lo divino. La forma más habitual y potente de utilizar las palabras mágicas es con la creación de un sigilo: encontrar una frase breve que expresa un deseo concreto y disponer sus consonantes en un emblema de estética agradable que se puede pintar, tallar o trazar sobre una superficie. Por ejemplo, FELIZ CASA NUEVA se convertiría en FLZCSNV.
En cuanto a las fuerzas elementales, serían aire, fuego, agua, tierra y un quinto elemento, el espíritu, defendido por brujas, alquimistas y ocultistas que se basan en la antigua filosofía griega, donde el éter o espíritu se consideraba la esencia de todas las cosas y lo que une a las otras fuerzas. Estos elementos se convocan a través del pentagrama: una estrella equilátera de cinco puntas que simboliza la unidad y el equilibrio. Hoy en día son conjurados durante los sabbats —lo que durante las persecuciones de brujas se consideraba una reunión orgiástica de mujeres con el demonio—, una reinterpretación y reivindicación de los aquelarres como un momento de encuentro y de celebración de la comunidad para conmemorar sus tradiciones.
Algunos de los sabbats más importantes son Yule, ceremonia que coincide con el solsticio de invierno y la Navidad; Imbolc (1 de febrero), el punto medio entre el solsticio de invierno y el de primavera, momento en el que se rinde tributo a la diosa Imbolc; Ostara, coincidiendo con el equinoccio de primavera, el despertar de la Tierra y la victoria de la luz sobre la oscuridad; Beltane (del 30 de abril al 1 de mayo), es un momento en el que los poderes sexuales y generadores de la Tierra se encuentran en su punto álgido y para celebrarlo se baila alrededor del Palo de Mayo y se corona a la Reina de Mayo; Litha coincide con el solsticio de verano y está dedicado al fuego, al agua y a las plantas botánicas ya que se cree que es el mejor día para recoger plantas y hierbas; Lammas (1 de agosto), es la fiesta de la primera cosecha; Mabon se celebra en el equinoccio de otoño, se dan gracias por las bendiciones recibidas y se utiliza para hacer activismo por la naturaleza y la protección de los recursos; y Samhain (31 de octubre), es el inicio de la mitad oscura del antiguo año celta y es un día en el que se levanta el velo entre los mundos.
La bruja en la cultura pop
El arquetipo de la bruja se ha entremezclado con las convenciones del arte moderno. Puede ser seductora, fascinante, cautivadora, inocente, terrible o malvada; también es energía femenina innata, aunque se mueve más allá del género. La primera aparición de una bruja en la gran pantalla fue en The Witch, de Georges Méliès, en 1906. Aunque habría que esperar hasta el año 39 para que llegase la representación de más calado, la de Margaret Hamilton como la Cruel Bruja del Oeste en El Mago de Oz. En esta película, ella, malvada y mayor, sirve de contraposición a la protagonista joven, dulce y hermosa.
En los años 60 el arquetipo evoluciona para reflejar el movimiento por los derechos de las mujeres y empieza a mostrar a la bruja como una mujer empoderada. Un ejemplo de ello es La estación de la bruja, de George Romero (1972), donde una ama de casa, sofocada por las normas de la vida en un suburbio conservador, encuentra una redención física y sexual gracias a la brujería. Otro icono de la cultura pop, Yoko Ono, se reapropió de la idea de bruja al responder a las críticas a su relación con John Lennon con su ya famoso: «Yes, I’m a witch» (Sí, soy una bruja). Además, produjo piezas artísticas criticando las cazas de brujas. Años más tarde, en los 90, Courtney Love reclamó la brujería para una nueva generación de riot grrrls. Fueron artistas muy diversas las que recurrieron en estos años a la figura de la bruja como símbolo empoderante y, aunque lo hicieron de formas muy diferentes, siempre mantuvieron un tono femenino desafiante y no convencional.
En el siglo XXI el arquetipo de bruja se ha vuelto más fluido y ha sido adaptado a nuevas necesidades: Hermione Granger fue una referente de inteligencia y valentía; Sabrina Spellman es una adolescente dueña de su sexualidad y la maravillosa Tilda Swinton ha dado a la reina Jadis de Las crónicas de Narnia la reinterpretación en clave feminista que se merecía. De hecho, la bruja maléfica se ha convertido en la protagonista amada, lo que demuestra una mayor aceptación del poder femenino en la sociedad.
Una nueva generación ha sido seducida por el poder y la libertad que representan las brujas. Pero, como cada época llega con una transformación, en esta empieza a ser necesario dejar espacio para una nueva bruja: queer, no blanca y que desafíe la normatividad física y sexual.
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