Vida y muerte con ceniza en la boca

Vida y muerte con ceniza en la boca

La escritora mexicana Brenda Navarro publica 'Ceniza en la boca', más que novela, puro diálogo que escuece y calma.

01/06/2022

Portada ‘Ceniza en la boca’.

La segunda novela de Brenda Navarro empieza con un final: un suicidio. Y a partir de la muerte de un protagonista relata muchas vidas. Proclama una de las frases promocionales que Ceniza en la boca “cuestiona qué vidas merecen la pena ser vividas”, pero la obra es más que un cuestionamiento, es un atragantamiento continúo, un tirar para adelante porque no queda otra, una amalgama de temas que atrapan y que dicen oye, la novela va de esto, pero también de esto otro, y no te olvides de aquello, mientras se lee con un disfrute extraño, como uno de esos masajes que gustan pero duelen.

Suicido y migración son, a priori, las dos grandes tramas que enzarza Ceniza en la boca, pero en realidad la novela aborda otra decena de trascendentales cuestiones: la maternidad sola y a distancia, el desarraigo, el racismo, el trabajo precario, las trabajadoras de cuidados internas, los derechos laborales, las nuevas formas de sindicalismo, el feminismo académico, las deudas, la sororidad, el acoso en la escuela, la violencia en México. “Una no sabe de qué va su novela hasta que habla con las demás”, afirmó la autora en la presentación que se organizó hace unos días en Bilbao.

La escritora mexicana confirma, como si hiciera falta, su buen hacer literario después del éxito de Casas vacías, que tras ser inicialmente publicada de manera humilde por Kaja Negra en internet fue catalogada como “deslumbrante” y además de muy leída y muy aplaudida. Y premiada y traducida. De hecho, el cine la espera.

“Porque del pasado se sobrevive, pero del futuro qué, ¿qué haces sin futuro? Igual eso pensó mi hermano y quizá por eso mismo es que se aventó. ¿Cuál futuro? Está muy cabrón eso de vivir para el futuro porque ya te sientes inútil en el presente y miserable en el pasado”.

Si el arranque de Ceniza en la boca ya impacta no lo hace menos la narrativa utilizada, callejera, versátil y mezcla del habla de lugares dispares. Gonorrea, roomies, hijoeputa, darling, tía, chíngate. Una prosa que según se lee parece que la palpas, que agarras las palabras y te las comes (y saben extrañas, a muerte y a vida), como se come la protagonista de la que no sabemos su nombre las cenizas de su hermano muerto. De lenguaje “nutrido, vivo y cambiante” habló la escritora vasca Katixa Agirre, durante la presentación del libro en Bilbao al que tildó de “rotundo éxito”.

“Justifiqué a Diego, abracé su decisión. No había toda una vida por delante, al contrario: migajas, piezas de rompecabezas sueltas, un reloj con el tic tac avanzando y una serie de acontecimientos abollados, encimados los unos de los otros sin rumbo fijo. Nada de vida por delante, ni para Diego, ni para mí. Al menos mi hermano tuvo la claridad de verlo y tomar el riesgo de ser el único que decidía sobre su destino”.

Tal vez sí, o tal vez no, Ceniza en la boca va de la búsqueda constante de arraigo de quienes fueron arrancadas, de quienes migran, de quienes tratan de empezar algo aunque lo anterior esté inconcluso, de quienes arrancan por el final. La literatura de Brenda Navarro, puro diálogo, es un esqueje que trata de enraizar y para ello necesita cuidados, un asunto que atraviesa a la autora, socióloga, experta en economía feminista y máster en Estudios de Género, Mujeres y Ciudadanía. “¿Quién cuida a mi abuela, cómo estará?”, se pregunta la narradora y protagonista sin nombre mientras trabaja con Laura, una anciana a la que ella cuida el cuerpo y de la que recibe el cuidado de la soledad. “Existe una conexión entre identidades subyugadas”, explicó Navarro en la presentación.

“Quiero dinamitar los cuidados y ponerlos encima de la mesa. Cuestionar al Estado es uno de mis grandes hobbies”, añadió la escritora, que lleva años viviendo en España, primero en Barcelona, ahora en Madrid. Huyendo de etiquetas, Navarro cuestionó la noción de éxito que se atribuye últimamente a varias escritoras y criticó la precariedad del sector cultural: “El éxito será efímero hasta que no tengamos renta básica universal”.

Ceniza en la boca, que surge tras la publicación de una noticia sobre el suicidio de un joven, tiene sabor, estilo, estética, textura y raíz. Tiene almas y muchas voces, personajes con luces y sombras que Navarro describe, no juzga, muestra para que quien lee decida si quiere catalogar o no, si quiere entender o rechazar, si quiere regar para que arraigue por fin.

“No sé por qué me comía a mi hermano, pero me calmaba”, dice la protagonista. Este encendido libro escuece, pero también sosiega.

 


Lee algunas reseñas que ha publicado Brenda Navarro en Pikara Magazine:

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