El brillo como reflejo de nuestra existencia
Liliana Colanzi nos entrega un libro lleno de matices que van de la tristeza al gozo de quienes deciden adentrarse al mundo que ha creado.
El libro Ustedes brillan en lo oscuro (Páginas de Espuma, 2022), de la escritora boliviana Liliana Colanzi y que ha ganado el VII Premio Internacional Ribera del Duero 2021, es con toda la redundancia brillante. Y digo brillante a propósito. No porque sea un texto que merezca una faja editorial en la que se mencione este hecho, sino por la particularidad metafórica que implica que un libro brille. Si este brilla, es porque otros no lo hacen, y que resalte es su logro.
Muchas lectoras llegarán a estos seis cuentos justamente por el marketing editorial o por la promoción en prensa. Escucharán que es de esos libros que se tienen que leer de forma imperativa si es que se quiere estar actualizada en lo que sucede en esa etiqueta que se denomina “literatura latinoamericana”, o porque algunos círculos de lectura lo escojan como parte de su promoción, o porque quizá vaya recabando más premios y con ello se destaque la trayectoria de su autora, se hable de su anterior trabajo y sepan que además de escritora es una incansable literata tanto en su fase académica como en la editorial. Mi deseo personal es que ojalá las nuevas lecturas lleguen por ese boca en boca en donde no importa qué diga la crítica, porque las lectoras -entre las que me encuentro- puedan transmitir la experiencia literaria (catarsis literaria, según la tradición griega) que tuvieron al leerlos, o por las cosas interesantes que Liliana Colanzi declare.
Las historias comprendidas dentro del libro son tan vastas en atmósfera, que, aunque parece que no tienen una relación específica entre sí, se pueden comprender de forma ciclíca dentro de un mundo conectado. La primera de ellas, titulada ‘La cueva’, ya nos advierte de esto desde el inicio: estamos entrando a un universo en donde todo puede pasar y el espacio-tiempo es relativo. Y es esta relatividad la que permite que la vida misma, en sus distintas manifestaciones, se manifieste a través del microscopio-telescopio que nos presta la autora.
El universo ficticio que Liliana Colanzi nos comparte tiene tanto de humanidad como temas nos podamos imaginar: el inicio de la vida y las emociones y complejidades que transcurren, unas veces lentamente, otras a toda prisa, pero siempre con un manejo del lenguaje literario que hace que necesitemos poner toda la atención a los detalles, a los sonidos, y a los movimientos bruscos pero imprescindibles de los puntos de vista o de cambios de ángulo que no hacen sino dar tridimensionalidad a los personajes, sin importar si son hombres, mujeres, muñecos, o troglobios.
Además, la autora tiene la capacidad de que esa verosimilitud que le da a su universo sea parte del conjunto total, porque si bien cada cuento tiene su autonomía, una vez que comprendes en donde estás ubicada mientras lees, surge la sensación de que posees una mayor comprensión de lo que está pasando en el segundo o tercer cuento, porque ya cuentas con el contexto del primero; y así sucesivamente. Pero también va más allá: cuando terminas de leer el último cuento que da título al libro, bien puedes volver a leer el inicio del libro y creer que es un volver a empezar y que todo lo que sabes del último relato permite la existencia del primero y que entonces todos son causa y consecuencia encadenadas en el que en realidad con lo que te encuentras es con fragmentos de realidad en loop.
Y aún así, con todo lo dicho, el trabajo de Colanzi no acaba aquí, al contrario, se bifurca, porque dentro de cada historia hay mundos enriquecidos de particularidades tanto geopolíticas y culturales (das por hecho que esto sucede en Bolivia), como especulativas (¿es Bolivia el país, es una sociedad boliviana alterna, o es un mundo virtual que a fuerza querenos circunscribir dentro de lo latinoamericano?), que no pueden sino venir de una apuesta literaria bien trabajada. Se nota el oficio. Nada es espontáneo y justo por ello posee una espontaneidad que proporciona al libro ese brillo del que hablaba al inicio.
Dicho todo esto, también deseo resaltar la capacidad que tiene la autora para que quienes nos entregamos a este mundo, podamos empatizar, creer e incluso amar a las y los protagonistas de las historias. Esto es de aplaudir, porque respiras, sientes y miras como elles. No hay intermediación -aunque técnicamente sí existe ya que la narración es omnisciente- entre quien lee y quien vive dentro de las historias. Nos entristecemos por esas mujeres y hombres violentados, y con sus deseos de salirse de la vida que les ha tocado. Y nos indignamos y nos entristecemos cuando sabemos su final.
Porque en el fondo, este libro es tan brillante porque no importa si lo que sucede dentro de él existe como tal y refleja la realidad, ni es tan importante que no sepamos si estamos dentro o fuera, o si logramos comprende todo. Es brillante porque nos hace preguntarnos una y otra vez, si nosotras/nosotres somos capaces de brillar en lo oscuro. ¿Nosotres brillamos en lo oscuro a pesar de las tragedias y rutinas que vivimos a diario? ¿Nosotres somos capaces de poder mirar -al menos por momentos- el brillo de quienes están a nuestro alrededor? ¿Brillamos? Y esa es la verdadera apuesta de este libro, que nos cuestiona y nos refleja frágiles, a la vez nos da esperanza de pensar que podemos aspirar a purificarnos aunque después volvamos a ensuciarnos porque somos parte del mundo, sin que sea trascendental definir si es virtual o real. Gran libro.
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