Ecofeminismo en práctica

Ecofeminismo en práctica

Una perspectiva juvenil sobre teorías y prácticas colectivas.

05/09/2022

Manifestación de Fridays For Future. / Foto cedida

El 23 de septiembre la juventud ecologista vuelve a movilizarse. Acabando un verano marcado por las olas de calor e incendios donde las consecuencias de la emergencia climática son cada vez más visibles y en un momento de inestabilidad política y social marcado por una fuerte crisis energética, convocamos la movilización ciudadana por una petición de democratización de nuestro sistema energético. La energía es un bien necesario que no debería depender del beneficio económico que aporte. Como cualquier crisis, la energética no afecta a todas las personas por igual. Es por ello que tenemos que poner especial atención en esos grupos de la población más vulnerables, en los márgenes del sistema, que soportan sobre sus hombros toda la presión de un sistema energético que, desde hace un tiempo, es la muestra más clara de la insostenibilidad del capitalismo. Hablamos de vulnerabilidad y de no dejar a nadie atrás en la transición energética. Queremos una energía para todas las personas y para ello, es necesario incorporar las prácticas y teorías ecofeministas.

Los ecofeminismos son teorías y prácticas que sostienen la existencia de vínculos profundos entre la subordinación de las mujeres y la explotación destructiva de la naturaleza, con el objetivo de alcanzar la justicia para las mujeres y transformar la relación humana con los demás seres vivos y los ecosistemas, como dice Alicia Puleo. Nosotras mismas, activistas del movimiento de Juventud por el Clima, hemos definido el ecofeminismo como “concepto que expresa la confluencia histórica, material y filosófica entre las dinámicas de subordinación de las mujeres e identidades marginales, y la dominación de la naturaleza” (Amigos de la Tierra y Fridays For Future). Los ecofeminismos consisten en la suma de los movimientos ecologistas, feministas y descoloniales, construyéndose sobre una base interseccional y poniendo en relieve las condiciones de vulnerabilidad, interdependencia y ecodependencia de nuestros cuerpos. Se trata de una propuesta práctica y teórica que busca romper con las lógicas binarias hegemónicas de dualismos opuestos y excluyentes – como por ejemplo: cultura/naturaleza, hombre/mujer, razón/emoción, público/privado, producción/reproducción, sujeto/objeto, urbano/rural…–, proponiendo así un cambio sobre las relaciones establecidas. Además, asume las críticas a la invisibilización y desvalorización de los trabajos de reproducción social y de cuidados, que son aquellos que hacen posible la sostenibilidad de la vida mediante la red compleja de relaciones de interdependencia, somos personas que necesitamos de otras personas para nuestra supervivencia; y de ecodependencia, necesitamos de recursos o elementos naturales comunes como el sol, el agua, la tierra o el aire. Los ecofeminismos hablan en términos de equidad, justicia, redistribución, cooperación, valor de uso, resiliencia, cuidados, soberanía… Y decimos ecofeminismos en plural porque existen distintas miradas: esencialistas, espiritualistas, constructivistas, animalistas, antiespecistas, queer, materialistas…

Los ecofeminismos nos ofrecen un paso más allá de la suma de los pensamientos críticos del ecologismo y feminismo, ya que es una redefinición de cómo nos vinculamos con las personas que nos rodean y con el planeta que habitamos. Nos ofrecen una alternativa a la crisis de valores individualista y consumista, así como una herramienta para enfrentarnos al sexismo de la sociedad patriarcal androcéntrica que sigue basándose en un discurso de dominación de la naturaleza, relacionado con el paradigma del conquistador, guerrero y cazador. En definitiva, se trata de avanzar hacia la igualdad de género tanto en la participación en la cultura como en la naturaleza, sobre todo poniendo en valor los elementos despreciados y marginalizados como femeninos. Estamos hablando de los lazos afectivos, la compasión o de la relación con la naturaleza. El feminismo no debería cerrarse a las nuevas sensibilidades y preocupaciones de las mujeres y, sin duda, el ecologismo es una de ellas, sobre todo de las más jóvenes. Los ecofeminismos tienen mucho que aportar en este siglo XXI en que la humanidad tendrá que enfrentarse a una profunda transformación socioeconómica y cultural para alcanzar la igualdad y la ecojusticia y para, simplemente, sobrevivir.

Nos encontramos en un contexto de emergencia climática que nos hace comprender la importancia de preservar y cuidar la Tierra de la que dependemos así como de las personas que la habitan. En los relativamente nuevos espacios de militancia como Juventud por el Clima – Fridays For Future se pueden observar unas nuevas bases muy marcadas por la cultura de la igualdad y sostenibilidad que todavía están en construcción en los espacios más intergeneracionales. El ecofeminismo consiste en una herramienta y en una conceptualización: herramienta para generar espacios seguros de lucha y reivindicación, donde nos cuidemos entre nosotras, además de un concepto sobre el que teorizar y el cual defender a la hora de plantearnos objetivos. Como activistas ecologistas, para nosotras el ecofeminismo es también una respuesta a la situación de emergencia climática que nos encontramos. Las soluciones de adaptación y de mitigación que construyamos deben estar bajo la premisa de justicia social, ya que como toda crisis no afecta a todas las personas por igual.

Juventud por el clima o Fridays for Future España es un movimiento horizontal juvenil autogestionado. Un movimiento que se considere ecofeminista y que por tanto busque acabar con las jerarquías de poder, debe ser, necesariamente, horizontal. Todas debemos poder ser parte del proceso de toma de decisiones y que nuestras voces cuenten. Es el primer contacto con la militancia que hemos tenido muchas de nosotras, por tanto ha sido una experiencia de construcción de un espacio cómodo y seguro. Deseamos que esta horizontalidad se vea proyectada en nuestra imagen, por ello cuando elegimos representantes para ciertos eventos nos aseguramos de que haya paridad y que se vea la diversidad del colectivo. Nuestro movimiento tiene una organización descentralizada en cada una de las provincias españolas, coordinadas estatalmente. Este tipo de organización también busca poner los cuidados y a las voces menos escuchadas en el centro y coordinarse estatalmente permite que los territorios más grandes dejen espacio a otros que tienen menos visibilidad, consiguiendo que sus problemáticas también puedan ser portada a escala estatal.

Entre todas y mediante una comisión de cuidados reservamos un espacio para generar una zona segura para todas las compañeras. Militar, luchar o reivindicar de esta forma debe ser un derecho, no un privilegio, y la seguridad debe ser entendida más allá de lo material. Los cuidados permean toda nuestra lucha y nuestros espacios. Lo vemos en los equipos presentes en nuestras asambleas, en las facilitadoras que se aseguran de que no haya comportamientos ni machistas ni patriarcales y en la actitud de todas nuestras compañeras, constantemente atentas las unas de las otras. Lo vemos en los tiempos de escucha, en hacer que todas sientan el espacio propio y la legitimación para ocuparlo. Ser ecofeministas es tener interiorizado que el movimiento somos personas, que compartir espacios es conocernos y escucharnos. Lo cual es visible en la acogida y el apoyo mutuo que nos brindamos las unas a las otras, compartiendo nuestras preocupaciones y colectivizándolas para afrontarlas con más fuerza. Construir un colectivo es construir en colectivo, generando una red de apoyo que motive e ilusione en la militancia.

Por eso mismo, poner la vida en el centro no debe quedarse como una frase en nuestras narrativas y manifiestos, sino que debe ser una práctica consciente en el propio movimiento. Al final, los cuidados somos todas. Reivindicamos así, como muchos otros colectivos y organizaciones, una fuerte transversalidad, así como la necesidad de un espacio de sinergias y redes entre luchas. Y es que, en definitiva, solas no podemos enfrentarnos a la emergencia climática, pero con amigas sí.

 


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