Diane Noomin: “Las mujeres pueden hacer cómics potentes, complejos, difíciles de ignorar”

Diane Noomin: “Las mujeres pueden hacer cómics potentes, complejos, difíciles de ignorar”

La autora de cómic underground estadounidense Diane Noomin falleció el pasado 2 de septiembre. La entrevistamos en el número 8 de #PikaraEnPapel.

Retrato de Diane Noomin.

Diane Noomin (Nueva York, 1947-2022) fue una de las autoras del cómic underground estadounidense que, en la década de los 70, contribuyó a revolucionar la ética y la estética del mundo de la viñeta. Ella y Aline Kominsky, “compañera de viaje y alma gemela”, publicaron en 1976 Twisted Sisters, comix —con equis— de espíritu catártico y batallador como apología de un “arte de la chica mala”, en contraste con otras expresiones más “políticamente correctas”. Este espíritu underground fue recogido en los 90 por Noomin en dos antologías que retomaron el nombre, Twisted Sisters —que se traduce como “hermanas retorcidas”—, para una nueva generación de autoras que buscaban dar rienda suelta a los miedos, fantasías y deseos que las atravesaban. Espíritu que persiste en Drawing Power: Women’s Stories of Sexual Violence, Harassment, and Survival (Abrams ComicArts, 2019) —solo está en inglés, pero la traducción al castellano sería “Poder dibujado: historias de mujeres sobre violencia sexual, acoso y supervivencia”—, la última antología en viñetas coordinada por Noomin. Recoge el testimonio de 60 autoras de cómic, entre las que se encuentran históricas de la viñeta como Roberta Gregory, Carol Tyler y Mary Fleener; descubrimientos recientes como la multipremiada Emil Ferris, autora de Lo que más me gusta son los monstruos; y miradas procedentes de latitudes más allá de Estados Unidos, como las de la colombiana Powerpaola y la chilena Marcela ‘Maliki’ Trujillo.

¿De dónde surge la idea de Drawing Power: Women ‘s Stories of Sexual Violence, Harassment, and Survival, una antología de historietas autobiográficas firmadas por autoras de cómic?

Drawing Power: Women’s Stories of Sexual Violence, Harassment, and Survival nace de una ira primaria ante la impunidad con la que los hombres han abusado de las mujeres; impunidad que el movimiento #MeToo llevó a la primera plana desvelando cómo todos aquellos peces gordos del espectáculo se habían estado saliendo con la suya durante mucho tiempo. Esto me sirvió de inspiración para articular una antología de cómic desde la que poder mostrar historias personales de mujeres; revelaciones de autoras de distintas edades, países, grupos étnicos y orientaciones sexuales dignas de ser escuchadas.

¿Cómo fue el proceso de contactar con las 60 autoras de cómic que componen la antología?

Fue un camino enriquecedor. Soy muy afortunada pues mi carrera me ha permitido conocer a muchas autoras de cómic; algunas de ellas estaban ávidas de comenzar esta antología cuando todavía no teníamos ni editor. En el proceso de contacto y propuesta, herramientas como Instagram han jugado un rol esencial para poder entablar relación con muchas artistas a las que admiraba por su trabajo, pero no había tenido la oportunidad de conocer personalmente. También para descubrir a muchas otras de las que no sabía nada hasta ese momento. Al mismo tiempo, no deja de ser sintomático que todas las mujeres a las que he invitado a participar en esta antología, a excepción de una, tuvieran una historia que contar. Algunas sentían muy cercana la experiencia como para traducirlo en viñetas, pero la mayoría consideraron que era importante hacer públicas sus vivencias. Muchas de las autoras de cómic que han trabajado en Drawing Power me han trasladado que la contribución a esta antología ha sido su trabajo más difícil jamás realizado.

Portada de ‘Drawing Power’, con las autoras participantes.

La diversidad es un factor importante en este trabajo, y una de las claves para explicar la naturaleza de las estructuras de poder, más todavía en una obra de estas características. ¿Qué lugares comunes, así como puntos de vista que no te esperabas, hallaste durante el proceso?

Primero tuve que lidiar con algunas limitaciones materiales. El editor no aceptó traducciones, lo que redujo en gran medida el horizonte de posibilidades. No obstante, la base de datos creada por Mari Naomi, una de las artistas de la antología, fue de especial utilidad a la hora de garantizar diversidad de miradas y experiencias. Algunas de las historias sobre violaciones están llenas de rabia. Otras viñetas abordan el acoso sexual y nos recuerdan cómo las mujeres independientes continúan siendo percibidas como una amenaza para el sistema. Todo ello con una cantidad de variaciones entre uno y otro extremo experiencial que hacen de esta antología algo único. Desde el principio me di cuenta de que era necesario respetar los diferentes acercamientos a un tema tan delicado, entendiendo que las distintas perspectivas añaden complejidad e impacto a un tema de por sí tenso.

Esta no es tu primera antología. Twisted Sisters: A Collection of Bad Girl Art y Twisted Sisters 2: Drawing the Line han supuesto hitos de la historiografía feminista en el mundo del cómic. Trabajaste en estas publicaciones con el objeto de visibilizar a autoras del llamado comix, también conocido como cómic underground, y sus herederas espirituales. ¿Sigues creyendo en ese “arte de la chica mala” que acuñaste junto a Aline Kominsky? ¿Qué reflexiones te vienen a la mente al recordar cómo era el ambiente del comix en los 70?

Siempre y cuando “arte de la chica mala” signifique una forma expresiva que inspira y moviliza, entonces sí. Mi historieta para Drawing Power, sin ir más lejos, se titula Grab them by the pussy— que se traduce como “Cógelas por el coño”, en alusión al comentario sexista realizado por el expresidente republicano de los Estados Unidos, Donald Trump—, lo que da una idea del espíritu de la obra. El ambiente del comix underground de principios de los 70 fue una época que me dejó marcada de una manera gratificante y aterradora. Me gusta rememorar cómo los cómics underground fueron alegremente rebeldes en sus primeros compases, abordando temas capitales como el sexo y la muerte —y todo lo que existe entre ambos— a partir de imágenes y palabras poderosas, como lo son las formas expresivas de la historieta; algo en lo que sigo creyendo. Los cómics son un medio maravilloso para inspirar a las personas.

¿Qué piensas de esta última época de reivindicaciones feministas? ¿Cómo está influyendo, desde tu punto de vista, en el mundo del cómic?

Suele decirse que el feminismo viene en olas y creo que esa manera de verlo minimiza nuestra unión, nuestras conexiones, y relega a un segundo plano la necesidad universal de las mujeres de luchar por la igualdad. Dicho esto, en lo que respecta al mundo del cómic siempre me ha preocupado la libertad de expresión. Nunca he creído que el discurso de lo políticamente correcto pertenezca al universo de la viñeta. Desde luego, algunas palabras resultan odiosas y contienen un efecto emocional devastador en sí mismas, y utilizarlas puede hacer daño, no lo niego. Pero, como decía, la libertad de expresión es importante para mí. Porque, ¿quién tiene el derecho a establecer las fronteras de qué es correcto y qué no? Para mí está claro, eso es algo que ha de decidir cada persona por sí misma.

“Es maravilloso para una autora de cómic haber creado un personaje que destaca por sí mismo a partir de una personalidad idiosincrásica, pero lo suficientemente flexible como para poder adecuarse a situaciones como el robo de un banco, jugarse un cartón en el bingo o viajar al espacio exterior”. Esta cita está extraída del recopilatorio Glitz-2-Go, que alberga las aventuras de DiDi Glitz, personaje de tu creación. ¿Qué puedes contarnos de tu relación con ella?
Es curioso porque DiDi surge de una peluca que habitaba un armario de mi apartamento en San Francisco. Me convertí en ella un Halloween y, claro, a partir de ahí tuve que dibujarla. En cierta manera, DiDi se creó a sí misma. Yo crecí en Nueva York, entre Long Island y Brooklyn. Es por eso que DiDi adopta un acento muy de Brooklyn cuando leo sus líneas y, no preguntes cómo pero, en ocasiones, me encuentro con que he comprado cualquier cosa de piel de leopardo rosa. Con el tiempo, DiDi ha ido adoptando su propio espacio y es por eso que, últimamente, disfruto estableciendo un diálogo en las viñetas entre mi yo como personaje de cómic y la propia DiDi. Algo que, intuyo, pasará más a menudo en mis tebeos.

¿Crees que, después de todo este tiempo y esfuerzo, nuestra sociedad es consciente de que hay muchas más mujeres haciendo fantásticos cómics de lo que pudiera parecer a simple vista?

Eso espero. Todas las antologías que he editado hasta el momento han querido demostrar que las mujeres pueden hacer cómics potentes, complejos; cómics que difícilmente puedan ser ignorados.

Este texto pertenece al número 8 de #PikaraEnPapel. Consigue nuestras revistas en papel en nuestra tienda online.

 


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