La carta censurada de Valerie Solanas
En realidad no fue solo una. A la autora del Manifiesto SCUM le vetaron varias cartas que envió a 'The Village Voice'. Allí trabajaba el cineasta Jonas Mekas. Él publica, al fin, una en su libro ‘Destellos de belleza’ (Editorial Caja Negra).
Valerie Solanas y yo
Durante mi estancia en el Chelsea Hotel me topé muchas veces con Valerie Solanas, la autora del Manifiesto SCUM. Compartimos copas y conversaciones en el bar del hotel, El Quijote. No, no estaba loca. La describiría como una feminista dostoievskiana fanática. Al mirar atrás, comprendo que mi vida ha estado dominada por una atracción hacia personas extremas y desbalanceadas. Creo que ella me consideraba su amigo; tal vez por eso, luego de dispararle a Andy Warhol (el 3 de junio de 1968) y ser encarcelada en la penitenciaría que todavía estaba ubicada en la Sixth Avenue y la Eight Street, haya decidido nombrarme su confidente a través del cual mantendría comunicación con el mundo. Por este propósito, me envió varias cartas para distribuir a la prensa, específicamente a la redacción de The Village Voice, donde yo escribía por ese entonces. Les pasé las cartas a los editores pero consideraron que no era una buena idea publicarlas. Revisándolas en la actualidad, me doy cuenta de que eran muy amenazantes. De hecho, tres años más tarde de su liberación (por los cargos de “asalto culposo con intención de daño”) fue arrestada nuevamente por amenazas a través de cartas y llamadas telefónicas a varias personas, incluido Warhol. Solanas falleció en San Francisco el 26 de abril de 1988 a causa de un enfisema. A continuación, transcribo una de sus cartas:
A todos los editores y redactores del VV
Estimados cobardes, llorones, mentirosos y libelistas: Me han informado que alguien de The Village Voice llamó a Lorraine Miller, la abogada designada por la corte como mi asesora (a pesar de no querer una, y, dicho sea de paso, es solo mi asesora: yo me represento a mí misma), para solicitarle una declaración sobre mí.
No deseo que escriban un artículo sobre mí, aunque entiendo que, siendo una mujer pobre tras las rejas, mis deseos no cuentan en absoluto, y que escribirán el artículo de todas formas y, por medio de esta, me niego, tal como ustedes y el staff del resto de los periódicos se han negado a ofrecerme la más simple de las cortesías de la más mínima y básica de las obligaciones periodísticas para con el objeto de un texto y sus lectores; esto es, el acto de contactarme para corroborar los “hechos” de mi vida publicados, aun cuando mi paradero desde que le disparé a Auntie Wahov es de público conocimiento.
Pocos periodistas en este como en el resto de los periódicos se atreverían a publicar algo sobre mí que no sean las mentiras enormes y descomunales (los “hechos” relatados por Howard Smith en sus últimos dos artículos sobre mí, publicados en la revista Scenes, se encuentran entre las más enormes y abrumadoras que he visto) que sus dueños (Wahov y el sapo más vil de todos, el gran sapo, Maurice Girodias) les pagan por publicar.
De hacerlo, los papis Wahov y Sapo los echarían de sus empresas y destruirían las promesas de publicación de sus libros de mierda. Digo pocos periodistas, en vez de decir ninguno, porque hay algunos (como por ejemplo Letitia Kent, quien escribió un artículo sobre Wahov al poco tiempo de que saliera del hospital) cuya despreocupación los arroja a no creer lo primero que sale de la boca de algunos (Wahov), cuya esencia es la mentira. Lo mismo para su perro adiestrado, la Gran Vacía, Viva, quien saliva cada vez que Wahov hace sonar su campanilla, o cualquier otra no-entidad que haya hablado fugazmente conmigo y, por lo tanto, diga “conocerme” y decida hablar con ellos sin la necesidad de un soborno.
Si realmente son las personas racionales que creen ser, se darían cuenta de que el poder potencial de una persona es directamente proporcional al número de sobornos y mentiras necesarias para silenciarla; y al comprender eso, caerían en la cuenta de que tan solo una pequeña embestida hacia mí sería suficiente, por decirlo de alguna manera. Como todos aquellos cobardes que golpean a quienes están en el suelo y se regodean por hacer el trabajo sucio de los poderosos e influyentes, los editores y periodistas que actualmente desparraman las mentiras y engrandecen los egos de sus dueños a expensas mías deberán eventualmente, cuando SCUM tome el poder, lamerme el culo cada vez que alce uno de mis dedos.
Es probable que, como seres inferiores y patéticos, rían al leer todo esto, seguros de que tanto Sapo como Wahov me tienen tan atada al contrato de mierda que firmé, y que jamás podré ser otra cosa que su esclava. Pero su pedantería yace en el desconocimiento de mi técnica de Erección Perpetua (EP), alcanzada durante el desarrollo de mi terapia SCUM. Mi técnica de EP posibilita a cualquier hombre de cualquier edad a tener una erección en cualquier momento y por el tiempo que desee. Los cambios en la personalidad que trae consigo la EP incrementan enormemente su sensación sexual. Planeo otorgarle mucha terapia SCUM a Sapo y enseñarle la técnica de EP. Esto generará muchos cambios en su personalidad, los cuales, por su parte, lo volverán más manejable y fácil de tratar; y a cambio recuperaré mis trabajos. ¿Desean hacer algo altamente innovador? ¿Tener una primicia? La próxima vez que publiquen su conjunto de mentiras asquerosas o su parloteo estúpido sobre mi persona, escriban correctamente mi nombre.
Valerie Solanas
Casa de Detención de Mujeres
Ciudad de Nueva York, 4-5-69
La prueba definitiva de su tremenda inferioridad frente a mí: No tendrían las pelotas para debatir conmigo –una discusión improvisada sin moderador– en la televisión en vivo. Solo se atreven a atacarme estando encerrada (cuando encima tienen la seguridad de que permaneceré encerrada por un tiempo) y por lo tanto incapacitada para contraatacar.