Primas somos todas

Primas somos todas

En los pueblos pequeños a una le salen primas de debajo de las piedras. Carnales, segundas o primas de tu abuela. Siempre hay un lazo de parentesco y, si no, se forja a base de cotidianidad. El mundo rural es una gran primada donde la relación puede ser escasa o intensa, pero parece perenne.

En los pueblos pequeños todo el mundo es prima de alguien. Carnal, segunda, quinta; por parte de aquel hermano de tu abuela al que no conociste. De parte de la prima de tu padre que tuvo a su vez dos hijos, uno de ellos con un señor a su vez emparentado con la prima de tu tía política por parte de madre. También lo es ese señor -que tendría 30 años pero tú tenías seis y parecía mayorcísmo- que vino de otro país adonde había migrado la tía de tu abuelo y que tu abuela te dijo, “mira, este es tu primo de no sé dónde” y por ahí se quedó.

La prima de un primo que va por otro lado familiar y con quien no compartes lazos de sangre, también es un poco tu prima. Y te encuentras de vez en cuando y preguntas por ese primo en común; y comentáis “claro, típico de los [inserte aquí el apellido familiar adherido al rasgo que se quiera]” y sientes que os une algo, la familiaridad con otra persona. Primo segundo tuyo era ese con el que te liaste aquellas vacaciones de Semana Santa y comentaste con tus primas si aquello era pecado o no para concluir que no podía ser, porque si no tirábamos de primos segundos, no nos quedaba nadie. Por eso, y porque darse un pipazo entre primas carnales es habitual. Y eso sí que entraña casi todos los pecados en uno, pero ni se menciona.

Prima tuya era aquella chavala que solo vino un verano al pueblo porque sus padres -que no eran tu tío y tu tía de siempre y ni les ponías cara- se estaban separando y había venido a pasar agosto con su abuela. Esa señora que siempre te saludaba y te decía, “¿Eres la de menganita, no?”, resultó ser, a su vez, prima de tu abuela. Y en una red rizomática de parentescos, en la que tu abuela también ha tenido infancia y ha jugado en el pueblo con primas carnales, segundas y quintas, resultaba que aquella niña, que estaba triste y un poco impertinente, era tu prima nueva de aquel verano y tenías que jugar con ella también.

Cuando era pequeña lo que más me gustaba de ir a mi pueblo era eso. Todo el mundo era un poco familia y, sobre todo, tenía a mis primas A., L. y A. Ellas tenían que estar conmigo quisieran o no (y yo con ellas, claro), porque éramos familia. Primeras, segundas o de refilón, éramos primas de la misma edad. En La Rioja, además, seas prima o no, hay mucha gente que se llama así: “¿Qué dices, primo?”, puede sustituir al más corriente, “¿qué dices, chico?”. Y por eso, con el tiempo te das cuenta de que primas somos un poco todas, no solo las que tienen parentesco de sangre. Porque son la nieta de esa señora que os regala rosquillas hechas con los huevos que le dais de vuestras gallinas. O la hija cuya madre hacía la cena para varias si pillaba que estabáis en la plaza a las diez de la noche en verano.

Primo tuyo es también el noviete de tu primo. Si es del pueblo, puede seguir siendo tu primo aún cuando se acaba la relación. Fue un poco tu prima la mejor amiga de tu prima la de Madrid, que pasó algún verano por allí y con la que llegaste incluso a intercambiar algunas cartas cuando todavía no existía ni Tuenti ni teníamos móviles. Son todas y todos tus primos porque sabes que el hermano de tu amiga P. la lió con tu primo pequeño cuando eran chavales. Porque recuerdas la primera borrachera de la hermana pequeña de S, y la bronca que le cayó por ser el mayor y no estar pendiente. Y tú también pillaste sermón, aunque fuera de perfil. Porque sabes cómo fue cuando se divorciaron los padres de U. o se murió la madre de L. Estuviste en el funeral y en casa se comentaba todo y en la calle igual menos, pero todo el mundo lo sabía y atendía un poco a quien fuera (sobre todo las señoras, claro).

En los pueblos pequeños las distancias cortas hacen que todo el mundo se conozca. Lo mismo que los lazos pueden ser estables, los enfados pueden ser para siempre. Sin llegar a la de Puerto Hurraco, creo que todo el mundo puede recordar alguna movida entre familias del pueblo, fueran o no de sangre, que viene de las cavernas y seguirá cuando el mundo se muera asfixiado. No se trata de tirar de nostalgia bucolizada del entorno rural. Pueblo pequeño, infierno grande, dicen.

Pero todas esas primas carnales, segundas, de sangre o no, pueden ser una red. Con el tiempo igual ya no tienes intimidad con ellas. Pero cuando las ves son (eres) las de siempre. Da igual que seas presentadora famosa de la tele o alcohólica en paro. Da igual que seas la tía más exitosa del mundo, aquí eres la de fulanita, la que se cargó la bici de X. yendo a toda velocidad por la cuesta más empinada del pueblo; la que rompió la farola de la plaza, la que se coló en las piscinas para enrollarse con alguien y les pilló el alguacil y corrieron sin ropa por toda la calle; la que, un día que volvía de fiestas de otro pueblo de madrugada, robó la ropa del tendedero de varias casas y la dejó en la plaza tendida. La que se lió con el primo de su marido. Da igual que la hayas liado mil veces porque todo el mundo la lía y en los pueblos todo se sabe. Eres una prima, y ahí hay un sitio para ti (a ver, si coges una escopeta y te lías a tiros, no. Tampoco hay que pasarse, que incondicional no hay nada). Hay un sitio para ti aunque sea en un rol de mierda, eso también es verdad.

Pero en Pikara Magazine entendemos que nuestras primas son una red estable donde el rol es el de ser cada una lo que necesite ser (sin joder a la prójima, claro). Esa red que, quizá, no es a la que recurres cuando te echan del trabajo o rompes con tu pareja, pero que siempre está ahí. Y, si tengo que ser franca, escribo esto porque queremos que te suscribas. Que seas nuestra PRIMA y, por 30€ al año, recibas el último anuario de Pikara Magazine en papel; todas las actualizaciones semanas (#PikaraDeGolpe) en tu correo electrónico; puedas participar en los sorteos de los lunes; tengas un descuento permanente del 20% en todos los productos de nuestra tienda online; y además, recibas información puntual de promociones, eventos, cursos o charlas así como de la situación del proyecto. 

Primas somos todas porque todas la liamos y aun así, aquí seguimos.

Si no, tira la primera piedra.

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