Manifiesto por la ‘historia especulativa’ y ‘ficcionada’ para una historiografía decolonial feminista

Manifiesto por la ‘historia especulativa’ y ‘ficcionada’ para una historiografía decolonial feminista

Manifiesto para recuperar la historia de las mujeres, seguido de un fragmento de un caso de estudio que ilustra la propuesta que aquí se recoge.

14/12/2022

Portada del Padrón eclesiástico de la Parroquia de Santa María de los Remedios, 1860 1861.

Dado que – toda historiografía que no incluya a las mujeres y otros colectivos disidentes sexo-genéricos como sujetos históricos es ficción; y reproduce y perpetúa los sesgos androcéntricos y heteropatriarcales sobre los que está construida dicha ficción;

Dado que – la historiografía y crítica feminista ha realizado aportaciones históricas, téoricas y metodológicas en torno a esta problemática, que la historiadora Marnia Lazreg (1994) denominó “elocuente silencio”, y que la crítica Gayatri Spivak (1988) situó dentro de un sistema que, además de patriarcal, es colonial, e imposibilita que la voz subalterna sea comprendida en sus propios términos;

Propongo – avanzar en propuestas rupturistas con los parámetros de lo que se viene considerando “empíricamente correcto” en la academia y, en particular, en la disciplina histórica; en otras palabras, cuestionar lo que el sociólogo Boaventura de Sousa Santos (2006) denominó la “monocultura del saber y del rigor”;

Propongo – indagar en la propuesta de “historia especulativa” de la historiadora Natalie Zemon Davis (1983, 1995), pasando incluso a una ficcionalización de la historia, más concretamente aquella de las mujeres (herstory);  reconstrucción histórica especulativa y ficcionada que se basaría en la combinación de:

  1. diferentes tipos y grados de “pruebas” e indicios;
  2. una minuciosa reconstrucción y contextualización histórica;
  3. conocimientos teóricos;
  4. razonamientos deductivos y especulativos;

estos últimos se podrían marcar en el texto mediante el uso de diferentes fuentes, adverbios, conjugaciones verbales y expresiones que expliciten la (¿difusa?) frontera entre la historia y la ficción, por un lado, y los razonamientos de la historiadora-autora, desde el reconocimiento del carácter situado de todo conocimiento, también el que se denomina ‘neutro’ (Haraway 1988), por otro lado;

Propongo – partir del reconocimiento de que las vidas de las mujeres y quienes se situaban fuera de la heteronorma en el pasado han estado marcadas por la complejidad social, cultural y política del momento, por factores estructurales y sistemas de opresión que les afectaban de manera diferente y desigual, porque sabemos que el poder opera (y operaba) de manera interseccional (Crenshaw 1989);

y también del entendimiento de que todes elles han sido sujetas históricas, hacedoras de la historia; y por tanto “honra[r] sus vidas en su complejidad, los riesgos que tomaron, las dudas y el desasosiego que atravesaron” (Vergès 2019: 19), añadiendo a todo ello la pasión, el humor y el placer que también debieron conformar su repertorio emocional histórico;

sin que ello nos lleve a imponer lo que la antropóloga Saba Mahmood (2005) denominó “teleologías de liberación”, o las asunciones normativas en torno a lo que la libertad, o el empoderamiento, significó para las sujetas de distintas épocas históricas y lugares en el mundo.

Resuelvo – que el objetivo, así como el resultado de todo ello, es acercarnos a la complejidad y a la pluralidad de la historia, a los sentidos y el carácter encarnado de las experiencias históricas (Esteban 2004), y a la visibilización de archivos históricos silenciados históricamente, como el de las mujeres, y el queer.

***

Paso ahora a ilustrar algunas de estas propuestas, realizadas en el seno de un trabajo de microhistoria sobre los acontecimientos que inauguraron el colonialismo español en Marruecos a mediados del siglo XIX: la mal-llamada ‘guerra de África’ (1859-60) y la ocupación española de Tetuán (1860-62), la ciudad del norte de Marruecos que medio siglo después se convertiría en capital del Protectorado español en Marruecos (1912-56).

Aunque he construido diferentes ‘casos de estudio’ que versan sobre distintas mujeres que vivieron en la Tetuán ocupada (mujeres tetuaníes judías y musulmanas, y también mujeres sub-saharianas esclavizadas que vivían en las casas palaciegas de las élites tetuaníes), aquí me centro en las migrantes españolas que se establecieron en la Tetuán ocupada.

Ninguna de las fuentes primarias que trata la ocupación (escritas todas ellas por hombres, ¡sorpresa-sorpresa!) habla de mujeres históricas concretas, mujeres de carne y hueso que vivieron y jugaron un papel en la ocupación española de Tetuán. Es a través del censo eclesiástico de la Parroquia de Santa María de los Remedios de Ceuta como llegué a saber que alrededor de la mitad de la población española que vivió en la Tetuán ocupada eran mujeres.

Detalle del Padrón correspondiente a la renombrada calle de Henares

El censo me permitió constatar la feminización de la migración española a la Tetuán ocupada. Lo más probable es que la mayoría de las mujeres, como la mayoría de toda la población española de la ciudad ocupada por el Ejército de África, fueran procedentes de las clases empobrecidas de las también empobrecidas zonas de Andalucía y el Levante (Salazar 1860, Millás 1862).

La presencia de estas mujeres también permite arrojar luz sobre la economía política generizada de la ocupación, en la que es altamente probable que estas migrantes realizaran tareas de reproducción (que podían, o no, incluir trabajo sexual) como pupileras, es decir, aquellas que hospedaban, daban de comer y limpiaban la ropa de los hombres en zonas de concentración masculina y que, en ocasiones, ganaban más dinero que sus maridos y eran las ‘proveedoras del pan’ familiar (Borrego Plá 1986, Camps i Cura 1993, Arbaiza Villalonga 2002).

Visibilizando la presencia de estas mujeres y a partir de los conocimientos que la economía histórica en clave feminista nos ha brindado, podemos comprender cómo contribuyeron las mujeres a la ocupación militar de Tetuán y al establecimiento de las bases del colonialismo español en Marruecos en el siglo siguiente.

Además, podemos construir un relato histórico ficcionado de algunas de las mujeres censadas en el Padrón eclesiástico; un relato basado en diferentes consideraciones históricas, teóricas y metodológicas que nos acerque a la complejidad de la historia de este hecho clave en el establecimiento del colonialismo español en Marruecos.

Vamos allá…

Detalle del Padrón correspondiente al censo de Dolores y María.

María y Dolores entraron en Tetuán el 24 de julio de 1860, 172 días después de que el Ejército de África hubiera ocupado la ciudad.[1]

Lo más probable es que fuera un día caluroso.

Cuando Dolores y María llegaron a la ciudad ocupada, la mayoría de la exiliada población tetuaní se había marchado hacía más de cinco meses.[2]

(…)

María y Dolores pudieron haber embarcado rumbo a Ceuta e incluso haber visto los campamentos del peñón de Gibraltar, donde personas refugiadas tetuaníes, sobre todo gente judía de clase media-baja, se agolpaban desde octubre de 1859.[3]

(…)

Dolores y María fueron censadas en la misma casa, en la renombrada calle de Henares, número 2, que se encontraba en la zona de al-Swīqa.

Plano de Tetuán en 1860. Extraído del Atlas histórico y topográfico de la guerra de África.

 

Detalle de la zona de Swiqa del plano de Tetuan 1860 extraído del Atlas histórico y topográfico de la guerra de África.

Es probable que, por las mañanas, escucharan el bullicio proveniente de la concurrida calle (renombrada bajo la ocupación) de Bilbao.

Toda clase de gente y carretas tienen que haber circulado por la empinada calle que iba (y va) desde la cercana puerta de Bāb al-‘Uqla, situada en dirección a Ceuta, que constituía el principal bastión de aprovisionamiento y destacamento militar y eclesiástico español, y que subía hasta el Feddān, la renombrada Plaza de España, centro neurálgico de la villa.[4]

(…)

¿Pudiérase pensar que cuando Dolores y María entraron en la casa suspiraran, aliviadas, por no tener que seguir extinguiendo el fuego de la pasión que las poseía desde que cruzaran sus miradas?[5]

(…)

En la casa de Henares, número 2, María y Dolores pudieron haber compartido habitación, o por lo menos un lugar donde dormir, y seguramente compartieron cocina, y un aseo.

Puede que compartieran risas, charlas, silencios, abrazos, intimidad. Habrá quien piense que lo compartieron todo, o al menos algo de todo ello; es altamente improbable que no compartieran nada de ello.

(…)

Quizás en los meses que pasaron en la Tetuán ocupada se instalara en Dolores, o en María, o en ambas, una actitud de superioridad con respecto a los moros. Aunque probablemente su interacción con la gente local era mínima, puede que sus comentarios se volvieran más y más despectivos, que el discurso colonial fuera haciendo mella en ellas. “¡Así que ahora tenemos que marcharnos… para que vuelvan los mohamés y las fátimas!”, podrían haber protestado en las últimas semanas de su estancia en la ciudad que dejó de estar bajo control español el 5 de mayo de 1862.[6]

Notas al pie:

[1] “Padrón Eclesiástico de La Plaza de Tetuán” (1860-1, p. 189). Tetuán fue ocupada por el Ejército de África el 6 de febrero de 1860.

[2] La mayoría de la población tetuaní abandonó la ciudad en las postrimerías de la ocupación (Daoud, 1964, pp. 227–31).

[3] El peñón se llenó de personas refugiadas, en su mayoría judías Ver Vilar, 1985, pp. 77-85).

[4] A través de una exploración cartográfica y urbana de Tetuán podemos imaginar y especular sobre los paisajes sonoros y visuales que también debieron conformar la experiencia de Dolores y María en la Tetuán ocupada; sabemos que las experiencias (las históricas, también) son encarnadas.

[5] Partiendo de la crítica a la asunción heteronormativa según la cual las relaciones íntimas y prácticas sexuales sólo incluían las del espectro normativo, podemos preguntarnos si María y Dolores –o algunas de sus comadres– pudieran ser lo que Manolo Guzmán (1997, p. 227) denominó ‘sexiliadas’, es decir, aquellas que “tuvieron que emigrar de sus naciones de origen por su orientación sexual”. El archivo queer es un archivo sistemáticamente borrado en la historiografía, en general, y en la historiografía colonial española, en particular.

[6] A través de trabajo etnográfico y entrevistas a antiguos colonos, Yolanda Aixelà-Cabré (2021, pp. 45-46) ha puesto de manifiesto que los términos “moro/a”, incluso los diminutivos “morillo/a” eran utilizados durante el Protectorado español en Marruecos, y que a veces el nombre Mohamed se empleaba para designar a cualquier hombre marroquí.

Nota de la autora
En abril de 2023 varias mujeres han denunciado al académico Boaventura de Sousa Santos por acoso y agresión sexual. La autora de este “Manifiesto”, en el que se cita el trabajo de este profesor, expresa a través de esta nota su más profundo desprecio por las prácticas denunciadas por las supervivientes, así como por el silencio que promueven las instituciones académicas ante este y todo tipo de abuso. Como “citar es político”, esta será la última vez que el nombre de este agresor aparece en mis escritos.

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