Una declaración de amor al cine
La compositora para el cine selecciona una lista de películas que están en Filmin, haciendo una declaración de amor al cine que la ha formado como cineasta pero sobre todo como espectadora. Esta selección de 17 obras la podrás descubrir si aprovechas la oportunidad y te suscribes conjuntamente a Filmin y a Pikara Magazine.
El cine es una forma de entender el mundo y a través de las películas que elegimos hablamos un poco de nosotras mismas, de nuestros sueños, nuestros deseos, de lo que nos ha dejado poso o nos ha hecho reflexionar. Imaginamos el mundo que aún no conocemos a través de ellas.
Esta selección es una declaración de amor al cine que me ha formado como cineasta pero sobre todo como espectadora.
1. Las noches de Cabiria (Federico Fellini, 1957)
Es una de mis pelis favoritas y Cabiria, el personaje más conmovedor de todos los que Giulietta Masina creó. Las noches de Cabiria es la historia de una desdichada heroína vapuleada por la vida en la búsqueda incansable del amor. Una mujer a la que adoras inevitablemente porque todas nos hemos sentido (de una manera u otra) un poco ella. Su incansable esperanza a pesar de sus desdichas nos lleva a repensar los peligros del amor romántico (¡en el año 1957!).
2. Terciopelo azul (David Lynch, 1986)
Como estudiante de bellas artes en los años 90 que fui, esta peli tenía que estar entre las primeras de la lista. El mundo poético y perturbador de Lynch y su manera de expresar la belleza del horror, marcaron mis primeros años universitarios. Película perversa y fascinante. Y, por supuesto, ahí estaba Badalamenti.
3. Paris Texas (Wim Wenders, 1984)
La historia de su personaje protagonista en viaje constante, deambulando sin rumbo fijo, tratando de encontrar un sentido a su vida, acompañada por la música de Ry Cooder tratando de dar voz a sus recuerdos (o más bien a la falta de ellos), me obsesionó durante un tiempo. La escena en el peep show es uno de esos momentos que te agarran y se te quedan dentro.
4. Gritos y susurros (Ingmar Bergman, 1972)
Poema visual de exquisita composición formal, en el que el color (esa habitación roja y esas mujeres vestidas de blanco) y el sonido (silencios, gritos, susurros) expresan tanto o más que los propios personajes. Las actrices, los encuadres y los cuidadosos escenarios forman un universo cargado de metáforas visuales que hablan del dolor, la muerte y las relaciones afectivas. Maravillosa y terrorífica. Durante un tiempo no pude sacar de mi cabeza aquellos susurros…
5. Petit Maman (Celine Sciamma, 2021)
Celine Sciamma cuenta una historia de género fantástico sin necesidad de salir del escenario realista. Un viaje en el tiempo, con incógnitas que no necesitamos descubrir, porque no todo tiene por qué saberse cuando se es niña. Petit maman es un delicado cuento sobre las relaciones entre madres e hijas. La mirada de respeto hacia la muerte, lo que no se dice, el bosque como aliado mágico, la belleza de lo sencillo… La directora maneja todos los elementos con maestría y crea un relato aparentemente pequeño, pero de gran complejidad.
6. La metamorfosis de los pájaros (Catarina Vasconcelos, 2020)
Bellísimo documental experimental inspirado en la vida de la directora. Una exploración de los sentimientos y los recuerdos familiares a partir de collages, bodegones singulares, metáforas visuales y sonoras, plantas, voces… Una joya recientemente descubierta que me enamoró.
7. La ciénaga (Lucrecia Martel, 2001)
Tuve que verla más de una vez para entenderla y comprender su universo. Pero algo tiene el cine de Lucrecia Martel que engancha, aunque te sientas desorientada o tengas la extraña sensación que tal vez te estés perdiendo algo. Ritmo lento, caos, estructura narrativa no convencional, elipsis, escenas en las que aparentemente nada sucede… Pero mientras crees que nada sucede, la tragedia amenaza de forma constante y sutil. Extraño retrato familiar sobre el desamparo.
8. Farenheit 451 (François Truffaut, 1966)
Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel de los libros, que en el futuro distópico de Ray Bradbury (en cuya novela homónima se basa la película) están prohibidos y deben ser quemados, porque, como bien sabemos, la lectura invita a pensar y eso, en una sociedad enferma, genera malestar y puede ser peligroso. Una película sobre los peligros de la censura y una reivindicación del valor de los libros.
9. El acontecimiento (Audrey Diwan, 2021)
Basada en la novela autobiográfica de Annie Ernaux, El acontecimiento es una historia sobre el aborto, pero, sobre todo, sobre la libertad de las mujeres. Un relato estremecedor, durísimo, e hipnótico al mismo tiempo, que nos recuerda el largo y doloroso camino que debemos seguir recorriendo para conseguir que los cuerpos de las mujeres dejen de ser instrumentalizados por el sistema patriarcal. La brillante interpretación de su actriz protagonista, Anamaria Vartolomei, deslumbra.
10. La aventura (Michelangelo Antonioni, 1960)
Cuando vi La aventura me llamó la atención que al comienzo desapareciera uno de los personajes principales y poco después pareciera que a nadie le importara. Luego entendí que ese es, justamente, uno de los puntos claves de la película: a los personajes todo les da igual. Son burgueses acomodados, insatisfechos, entregados al hedonismo y a la indiferencia. Largos silencios, bellísimos paisajes sicilianos y un romance tortuoso. Transgresora y polémica en su momento (fue secuestrada y prohibida por su obscenidad), La aventura forma parte de la Trilogía de la incomunicación de Antonioni, junto a La noche y El eclipse, protagonizadas las tres por la gran Monica Vitti.
11. Mi vecino Tororo (Hayao Miyakazi, 1988)
Hermoso cuento sobre el respeto a la naturaleza, basado en la infancia del propio Miyazaki. Totoro es un guardián del bosque que hace del mundo un lugar fantástico y ofrece a las niñas protagonistas una vía de escape de la realidad. Delicada, ingenua, mágica. Dan ganas de vivir en ella y tener un amigo como Totoro.
12. Ennio: el maestro (Giuseppe Tornatore, 2022)
Retrato de uno de los músicos más queridos e influyentes del siglo XX. Ver a Ennio con 90 años tararear sus propias melodías, emocionarse al relatar su proceso creativo (siempre insatisfecho) y las contradicciones que le acarreó el trabajar en la industria del cine, y su relación con María, su compañera de vida… ayudó a dar algo de luz a los momentos de oscuridad de mi profesión. Lo que hace especial a Ennio: el maestro es que, más que un documental sobre su vida, es una película contada por él mismo. Giuseppe Tornatore nos muestra que, además de genio gruñón, temperamental, insolente y creador enfadado con la industria, también era un artista íntegro, enemigo de la mediocridad y enfrentado a sus propios demonios. Imposible no sentir (aún más) admiración y ternura por él ante semejante documento. Pasará tiempo hasta que otra melodía de película llegue a ser un politono de móvil tan frecuente (utilizado por personas de edades, territorios y culturas distintas) como el de El bueno, el feo y el malo.
13. Azul (Krzysztof Kieslowski, 1993)
Tengo un recuerdo especial asociado a la primera vez que vi Azul (en el ya desaparecido Cine Capitol de Bilbao). No sé si fue por el juego sensorial de relacionar un color con un concepto-emoción, porque su protagonista era compositora, porque los planos de Juliette Binoche nadando en aquella piscina me llevaron a descubrir que nadar ayuda a ordenar las ideas… o por todo junto, pero lo cierto es que pasado el tiempo sigo encontrando poesía y belleza en esta película. En la trilogía Tres colores: Azul, Blanco y Rojo cada película representa uno de los colores e ideales históricos de la bandera francesa: libertad (azul), igualdad (blanco) y fraternidad (rojo). Azul habla de la libertad que persigue su protagonista mediante la sanación ante la pérdida de su marido y su hija, tratando de despojarse de ataduras emocionales (“No quiero posesiones, recuerdos, amigos, amor o ataduras. Son trampas”). Cuando el azul está más presente es cuando la protagonista se siente más libre.
14. Johnny Guitar (Nicholas Ray, 1954)
Esta película me encanta por varias razones. Por un lado, es un western atípico que propone una reflexión sobre la masculinidad y la feminidad. Nicholas Ray da la vuelta a las convenciones del género al dar protagonismo a dos mujeres con carácter fuerte y decididas, algo poco habitual en las películas del oeste (Fritz Lang lo había hecho en Encubridora con Marlene Dietrich, dos años antes). Por otro, Joan Crawford, en su papel de Vienna. Maneja un lenguaje corporal masculino, usa pantalones y camisa y lleva el pelo corto. Es una mujer con futuro propio, un negocio y un arma. “Nunca vi a una mujer que fuera más hombre. Piensa como un hombre, actúa como un hombre y a veces me hace sentir como si yo no fuera uno”, dice uno de sus empleados. Y, finalmente, el momento en que Johnny Guitar pide a Vienna que le mienta y le diga que le quiere. Esta escena contiene uno de los más memorables diálogos de la historia del cine clásico (“Miénteme. Dime que todos estos años me has estado esperando. Dímelo”), homenajeado en películas como El soldadito, de Jean-Luc Godard, o Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Pedro Almodóvar.
15. Fargo (Joel Cohen, 1996)
Película sobre lo absurdo y mezquino que puede ser el comportamiento humano. Personajes patéticos, decisiones equivocadas, situaciones rocambolescas y violencia desubicada, relatadas a través de una combinación de géneros y una preciosa banda sonora. Frances McDormand, la sheriff responsable de resolver el crimen, una mujer sencilla, tranquila y dulce que, pese a estar embarazada no duda en aceptar el caso, es mi personaje favorito de los Cohen. Me encanta el tono caricaturesco de esta historia de secuestros estrafalarios, mentiras y asesinatos, que es lo que hace de Fargo una comedia desasosegante e inclasificable.
16. Piccolo corpo (Laura Samani, 2021)
Hermosa fábula que tuve la suerte de ver en el pasado festival de Zinegoak, que pone de manifiesto la máxima “lo que tiene nombre existe”. Peregrinación de una madre para poder bautizar a su hija nacida muerta (la tradición católica no permite bautizar a los bebés fallecidos) y así no condenarla al olvido sin nombre. Una historia de sororidad con una interesante mirada a las identidades de género y una relectura feminista de algunos mitos tradicionales.
17. Muga deitzen da pausoa (Maider Oleaga, 2018)
Una casa y dos mujeres que la habitan, pero en tiempos distintos. Maider Oleaga dirige y narra en primera persona este delicado documental en el que se acerca a la figura de Elvira Zipitria, una importante mujer de la cultura vasca, que utilizó su propia casa para crear una escuela clandestina en euskera en pleno franquismo. En el intento de acercarse a ella, Maider nos ofrece una especie de acto poético, de invocación a su presencia. Al volver a verlo recientemente con un amigo (bilbaíno afincado en Barcelona) me gustó aún más que la primera vez, y fui más consciente de la importancia de rescatar del olvido a esas mujeres, que, con su convicción y desde la absoluta libertad, tanto han hecho por la transmisión de la cultura.
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