2023, año del antirracismo, de ReguYa o el feminismo no será
La escritora peruana Gabriela Wiener exigió al Ministerio de Igualdad, desde la mesa de antirracismo del Encuentro Internacional Feminista, que supeditara un segundo posible Gobierno de coalición a la aprobación de la ILP por la regularización de las personas migrantes en el Estado español.
*Intervención en el Encuentro Internacional Feminista (con añadidos).
Buenos días, compañeras.
Gracias por la invitación. Estos espacios son importantes para escuchar las voces de esos otros feminismos que están muy lejos de ser los hegemónicos.
Permítanme antes lamentar las ausencias.
Falta en el mundo el medio centenar de asesinados por órdenes de una mujer, Dina Boluarte, hoy dictadora del Perú y feminista, según dice, quien usa a la policía y a las Fuerzas Armadas para reprimir mujeres indígenas que llevan meses protestando y exigiendo su renuncia mientras ella les pide “sororidad”.
Las autopsias demuestran que muchos jóvenes estudiantes y menores de edad murieron en Puno, Ayacucho y otras regiones, por disparos en la cabeza. La represión es feroz y no hay garantía jurídica para nadie que lucha. Boluarte dio a la policía impunidad para disparar contra los manifestantes y para detenerlos. El suyo es un régimen necropolítico que desprecia y criminaliza las vidas indígenas y rurales.
Y esta vez no se trata de un hombre. Es una MUJER la que nos gobierna autoritariamente, que no pierde oportunidad de recordarnos que es “la primera presidenta del Perú”.
En su escalada violenta, el Gobierno ha estado utilizando armamento vendido al Perú por una empresa española autorizada por el Gobierno de España. Recién hace poco se suspendió la venta después de que Amnistía Internacional presentara un informe sobre el Perú denunciando la violación sistemática de derechos humanos. Esto debería avergonzar a este país.
Pero hay más por hacer. España debe sumarse a la presión internacional, condenando de inmediato el Gobierno de Boluarte, pidiendo su renuncia y un juicio por esta masacre.
Sigo con las que faltan.
Falta Saffia El Adán que debía estar en esta mesa pero un real decreto machista no permitió al encuentro feminista costear los gastos de su pareja, que tenía que venir como cuidador de su bebé de pocos meses.
Faltan las y los que están trabajando para que nosotras estemos aquí.
Falta Francia Márquez que iba a venir pero no pudo.
Faltan todas las personas que se inscribieron a este encuentro en la primera ronda de inscripciones que finalmente se anuló y que en la segunda ya no encontraron entradas.
En su libro Contra el feminismo blanco, la periodista pakistaní Rafia Zakaria sostiene que las que fueron las “ciudadanas del imperio” en el siglo XIX son hoy las “expertas” del siglo XXI: son las mismas, las únicas operarias universales e históricas de la liberación de las mujeres en todos los campos, también en los de la liberación sexual e identitaria, donde las otras son las colonizadas porque hasta ahora no han hecho nada al respecto: no hemos dejado a nuestros maridos, nuestros países, nuestras guerras, religiones, vestimentas, familias, mandatos patriarcales, trabajos de mierda. Con lo sencillo y necesario que es.
Y en eso, Zakaria es contundente: “Construir una verdadera solidaridad feminista implica exponer y minar la supremacía de la blanquitud en el seno del feminismo”.
Así que nos vamos a emplear en ello, ferozmente.
Cuando decimos feminismo blanco decimos:
Feminismo de la guerra, que aboga por surtir de armas a Ucrania, dinero que se gasta en muerte, no en refugio y asistencia.
Feminismo dictatorial, el de Dina Boluarte, que cogobierna el Perú, país andino y amazónico, con una cúpula militar, régimen que acaba de aplaudir Mario Vargas Llosa. Hace poco, el día de la huelga general, más de 10.000 policías salieron a dar una demostración de fuerzas. Y cada día se consuma un nuevo atropello contra la legalidad, los derechos y las libertades.
Feminismo de la impunidad, el que maquilla y lava la cara de un Gobierno que aún tiene entre sus filas a Marlaska, responsable político de la masacre de Melilla, un crimen de lesa humanidad.
Feminismo burgués e institucional, el que ignora una situación extrema de pandemia en que la gente más afectada fue la de situación irregular, la que no tenía derecho a la salud. ¿Y qué hacía el feminismo blanco en lugar de llevar a primera línea la demanda por derechos sociales? Estaban peleando por quién es mujer y quién no.
Feminismo extractivista e instrumentalizador de nuestras luchas.
Feminismo de paripé, feministas famosas que piensan que el racismo no es un tema contra el que el feminismo debería luchar.
Feminismo blancocéntrico, el que muestra siempre a las blancas cumpliendo un papel crucial en las vidas e historias de las racializadas y siendo el centro de todo.
Como me dijo Saffia por teléfono cuando llamé a preguntarle por qué no venía a la mesa, no se pueden abanderar causas en las que no se está poniendo el cuerpo. No puede ser que haya una mesa de maternidad y una mamá no haya podido venir por pura burocracia.
Tampoco podemos ser abanderadas del antirracismo si se ignora lo más importante que le ha pasado a las luchas por las comunidades migrantes en los últimos tiempos en este país: REGULARIZACIÓN YA. Y es que se les fue la olla a los comités de todo el Estado, iban por 500.000 firmas y consiguieron 700.000. Un logro enorme.
La ILP entró por mesa de partes del Congreso. Para acompañarla, se realizó la “Jornada Especial en el Congreso: Iniciativa Legislativa Popular para la Regularización extraordinaria de personas migrantes en el Estado español”, junto a los aliados, pero faltaba el de siempre: no estaba el Partido Socialista, el socio de Gobierno no se presentó ni para escuchar lo que venían a contarles.
En la inauguración de este Encuentro, la ministra Irene Montero aseguró que estaban “construyendo un feminismo transinclusivo, antirracista y antineoliberal”. Muy bien. Pero corre prisa, les quedan dos telediarios. Se lo dije el otro día: si el feminismo no se la juega este año 2023 por el antirracismo así como se la ha jugado por la comunidad LGTBQI y la Ley trans que todas aplaudimos, si no nos dejan esto aprobado, habremos fracasado como feministas antirracistas y no tendremos derecho de llamarnos así. Bueno, ustedes un poco menos. Si no nos ayudan a camelarnos al PSOE todo esfuerzo habrá sido inútil. Danos los papeles que tú los tienes. Danos las infraestructuras. Danos los contratos. Hay cosas que se piden y cosas que se toman.
Por eso también estamos aquí, por eso hemos venido a ritmo de reggaeton a tomar este espacio, no para reventarlo sino para construirlo, para hacer estas demandas sin intermediarios, porque se entiende que el antirracismo es una de las preocupaciones de este Ministerio. Y si lo decimos con esta autodeterminación y radicalidad, como el título de la mesa, “el feminismo será antirracista o no será”, es porque creemos que habrá en algún lugar voluntad política, y pedimos que esté donde esté esa voluntad política se manifieste ya. ¿Alguien la ha visto? ¿Está ahí atrás? ¿Has venido? ¿Qué haces con Judith Butler hablando por zoom? Eso ya es muy 2022. Vente, que es 2023. No te veo. Ven a bailar este reggaeton: “Dame los papeles que tú los tienes, dámelo, dámelo”. Perrea. Decídete YA.
Perdón. Lo que yo les puedo asegurar es que el antirracismo no será esa pequeña cuota inofensiva que algunas quieren que seamos, en el Gobierno, en la política o en la calle, para que las instituciones puedan mostrarse antirracistas o conseguir ayudas guays, pero que no genera los cambios de fondo que necesitamos.
Si algo aprendimos y aprendemos cada día de nuestras compañeras del feminismo negro, del feminismo indígena y de tantas que nos han precedido, es que nada sobre nosotres sin nosotres. Se trata de ser protagonistas del cambio que queremos para nuestras comunidades y por eso debe ser reconocida nuestra agencia política. RegularizaciónYa es justo eso: una iniciativa legal salida orgánicamente del seno de nuestras comunidades y que tiene un enfoque de derechos porque está pensada desde nosotras. Quienes han recogido firmas son mayoritariamente compañeras cuidándonos. Más del 60 por ciento de las beneficiadas por la regularización serían mujeres.
Ironías de la vida: mi situación regular como extranjera en este país, que pueda moverme, viajar, cobrar, dedicarme al periodismo y a la literatura, publicar mis libros, y tiraros junto a mis compañeras de vez en cuando a la cara vuestro colonialismo, se debe a que el Partido socialista, sí, el PSOE, el socio mayoritario de este Gobierno, realizó una regularización de 600.000 migrantes en 2004. Zapatero me regularizó.
Si pudieron entonces, deberían poder ahora. Es un tema de justicia social y de responsabilidad. En esos años la derecha desplegó su política del miedo, generó alarma social diciendo que esto iba a crear un efecto llamada, pero, realmente, no fue así. Es más: para el Estado español, esto se materializó en cerca de 2.300 millones de euros de nuevos ingresos. Y seguro no querrán que les recuerde que el PP también regularizó migrantes.
Yo no tengo respuestas hoy compañeras, lo que tengo son preguntas en este escenario: ¿este año será el año del antirracismo o seguiremos postergando a las personas mas vulnerables de este país??
Ya sé que han ayudado con la mesa de partes, pero qué más van a hacer.
Se lo pregunto a la ministra Montero.
Se lo pregunto a las compañeras de Igualdad.
Se lo pregunto a Rita, que está aquí en la mesa.
¿Se va a apoyar la aprobacion de la ILP ReguYa, tanto como la “Ley orgánica contra el racismo”, al punto de que si mañana fueran las elecciones presidenciales condicionarían a estas leyes un segundo hipotético Gobierno de socios?
¿Nos van dar la espalda?
Pido a las compañeras del movimiento ReguYa que estén presentes que se acerquen a la mesa por favor, queremos escucharlas.
Leer más: