Arquitectas, estrellas y poder. Un relato para no cegarnos
¿Es relevante que Zaha Hadid sea mujer? ¿Tiene relación la vida y obra de Zaha Hadid con el feminismo?
Ring-ring. Me llaman de la redacción de Pikara Magazine y me proponen escribir un artículo sobre Zaha Hadid y el star system de la arquitectura. Se preguntan qué pensamos las arquitectas feministas.
He intentado pensar en ello con rigor y estrategia feminista, sacando la cuestión en encuentros con compañeras (virtuales y presenciales), y he acudido a Eva Álvarez, profesora e investigadora de la Universitat Politècnica de València, y a Atxu Amann, doctora, investigadora en la Universidad Politécnica de Madrid y autora de una de las primeras tesis feministas en arquitectura, para hablar específicamente qué incluir en el artículo. He hablado también con Aurora Pérez, una arquitecta y profesora precaria que trabaja en dos facultades de arquitectura a la vez, y gana menos de 1.200 euros.
En la Academia, las mujeres somos más del 50 por ciento de las estudiantes, más del 60 por ciento en postgrados y, además, tenemos los mejores expedientes. Aun así, las profesoras, decanas, directoras de escuela o catedráticas seguimos estando infrarrepresentadas. Son descriptivos del contexto académico machista y sexista los datos del estudio realizado en 2015 en Reino Unido, donde el 76 por ciento de las arquitectas afirmaban haber sufrido discriminación sexual durante su carrera.
En el Estado español, la mitad de las arquitectas tiene menos de 40 años. En la última década el nivel de precarización del empleo joven ha sido brutal, para las arquitectas también. Los niveles de paro oscilan entre el 40 y el 70 por ciento en este rango de edad. Solo una de cada cuatro tituladas trabaja en el sector, y el 30 por ciento de las personas graduadas no encuentran trabajo en los siguientes cuatro años a finalizar la carrera.
Desde esta condición contradictoria de hablar de la “excelencia” y viendo que las brechas se agudizan día a día, arranca esta búsqueda.
Desde que en 1979 le entregaran el primer Pritzker a Philip Johnson, el de la famosa GlassHouse, son cinco las mujeres que han recibido el premio por su carrera: Zaha Hadid (2004), Kazuyo Sejima (2010, junto a Ryue Nishizawa), Carme Pigem (2017, junto a Ramón Vilalta y Rafael Aranda) y el equipo de Yvonne Farrell y Shelley McNamara en 2020. Al ir a la fuente, la web de los Pritzker, veo que la biografía de estas últimas está escrita en masculino, y mando el siguiente mensaje al contacto oficial de los premios: “Le escribo para indicarle una errata bastante desagradable en su web, versión castellano/español. En la biografía de las premiadas en 2020, dos de las cinco mujeres premiadas en estos 43 años de celebración de los premios Pritzker, escriben en masculino al referirse a ellas, su vida o su profesión, y esto es inadecuado. En el idioma español el masculino no es universal, es masculino”.
En 2004, Zaha Hadid llega al star system como primera mujer en recibir lo que se denomina el “Nobel” de la Arquitectura. Hadid primero estudiará Matemáticas en la universidad americana de Bagdad para luego mudarse a Londres para estudiar arquitectura en a la AA, escuela privada de gran renombre. En su trabajo destacan los proyectos e imágenes creados desde los límites de la forma-arquitectura. Indudablemente, su trabajo introdujo una innovación en la parte de composición arquitectónica.
Es la época del “hay que tener un Gehry/Foster/Hadid” en tu ciudad para “posicionarte en el mapa”. Un mapa de ciudades en competición, que dan la espalda a la ciudadanía, a los barrios y a su propia historia. Es el modelo de ciudad global que borra las luchas obreras o las conquistas sociales para instaurar esta idea-imagen en torno al derecho individual y al consumo desaforado de recursos. No hay límites para los proyectos de las estrellas: ni económicos, ni de programa, ni mucho menos de consumo de recursos en su construcción y gestión posterior.
¿Es relevante que Zaha Hadid sea mujer? Sin duda, sí. Ella es a la estructura del star system el blindaje necesario, el mensaje nítido de cuál es el modelo que hay que seguir, el “sueño americano”, cualquiera con su singularidad y esfuerzo puede llegar, hasta una mujer anglo-iraquí.
¿Tiene relación la vida y obra de Zaha Hadid con el feminismo? Tras pensarlo mucho, creo que no. Es decir, no valoramos como positiva su aportación, más allá de lo evidente y ya reconocido. Lo que sí es interesante es analizar cómo opera su figura dentro del star system de la arquitectura para la reproducción cultural necesaria del modelo neoliberal imperante.
Si pensamos en la Zaha Hadid estrella (no la conocía, no sé cómo era ni qué pensaba, más allá de lo publicado), vemos que no hay demasiadas diferencias con el ciudadano bbva (burgués, blanco, varón, autónomo o sin responsabilidades de cuidado), paradigma del urbanismo del último siglo. Aunque se haya presentado como una versión “racializada” (desde el prisma euro-blanco) y femenina, opera desde un régimen de privilegios.
En 2018, cuando el Pritzker recayó en el estudio catalán RCR, Carme Pigem decía lo siguiente: “No se habla mucho de que soy la primera receptora del Pritzker que es también madre. Kazuyo Sejima (Sanaa) y Zaha Hadid, mis dos predecesoras, no tuvieron hijos. Esto ha sido posible gracias a la creatividad compartida de RCR. Cuando una arquitecta es madre se produce un corte en su trayectoria. No es tanto un tema de exigencia o de obligación derivada del hijo, es el fruto de un sentimiento. La maternidad te cambia la vida. Para una mujer, claramente, hay un antes y un después”.
La crianza afecta personal y profesionalmente a la vida. Y, en la carrera por mantener un estudio propio, me atrevo a decir que, salvo maravillosas excepciones, no afecta igual a hombres y a mujeres. La maternidad (o cualquier proceso de cuidado de personas altamente dependientes; también la paternidad, en teoría) hace que reviente el modelo de trabajo 24 horas/7 días a la semana que sustenta las dinámicas de los estudios de arquitectura del star system. Como señala Atxu Amann, en nuestro intercambio de mensajes, “somos las arquitectas las que introducimos el tiempo, y no solo el espacio, en la ecuación”. Los tiempos de cuidado introducen una ruptura radical en el modelo de vida-trabajo y fuerzan una revisión crítica de nuestro papel en las relaciones de explotación de nuestro entorno social, cultural y sobre todo ambiental. Los cuidados nos acercan a la vulnerabilidad de los cuerpos y de la vida. No es casual que seamos las investigadoras mujeres las que estamos introduciendo una mirada más interdisciplinar y compleja en nuestra área.
Pero, ¿qué tiene que ver la discriminación y precariedad con Zaha Hadid? A mí entender existe una relación directa entre que a unas poquísimas “mujeres” se les permita acceder a los “Nobel” de arquitectura mientras que la precariedad se extiende sobre la mayoría de las arquitectas jóvenes. Y tiene que ver con una concepción de la igualdad que deja fuera al 99 por ciento de las arquitectas.
Zaha Hadid y el star system forman parte del sistema que blinda el techo de cristal en arquitectura. Un techo de cristal espeso como la atmósfera: 480 kilómetros. Un techo de cristal en forma de malla flexible y muy resistente con pequeñas aberturas por las que solo pasan pocas personas. Estas aberturas disponen de mecanismos precisos dispuestos para impedir el paso por cuestiones de clase, género o raza. Digamos que se trata de una malla que entrelaza hilos patriarcales, coloniales y capitalistas. Anotemos el hecho de que en 43 años de Pritzker no se ha reconocido a ninguna arquitecta africana, ni afrodescendiente.
Esta malla, aparentemente natural y neutra, se forma por los hilos de historias de arquitectas que nunca llegaron a la plaza pública del reconocimiento, y quedaron atrapadas en el olvido o la invisibilidad. En este sentido son fundamentales trabajos como el realizado por Zaida Muxí en su libro Mujeres, casas y ciudades. Más allá del umbral, donde realiza una reescritura de la historia de la arquitectura y del urbanismo a partir de las aportaciones realizadas por mujeres.
“El modelo que se ha organizado, colonial, capitalista y machista, no es que no nos interese, es que no debería existir. Y eso es independiente de si eres hombre o mujer. Porque ahora la diferencia está en que muchas mujeres, acompañadas por hombres, nos hemos dado cuenta de que la arquitectura y la ideología van unidas. Nosotras hemos sido el acicate en hacer esa primeras tesis de arquitectura y género, y en vincular directamente la arquitectura y la ideología. A partir de ahí determinamos que el feminismo está en contra del star system. Igual que estamos en contra de que Messi gane 25 millones mientras la mayoría de la sociedad no llega a fin de mes. Pues en arquitectura, lo mismo”, comentan en nuestra conversación Eva Álvarez y Atxu Amann.
“En la búsqueda del reconocimiento que ocupa estrambóticamente el primer puesto de las aspiraciones -no ya el reconocimiento social, sino el reconocido prestigio entre los de su especie (varones blancos heterosexuales arquitectos)- se han convertido en expertos de esta práctica endogámica y absurda, que absorbe todo su tiempo y anula la posibilidad de relacionarse”, decía Amann en el texto ‘Arquitectos-arquitectas’, publicado por una revista académica. Por lo tanto, los Pritzker no solo no nos interesan es que no deberían existir.
Las dinámicas endogámicas y absurdas que señala Amann siguen operando, pero me temo que no son un referente, ni tienen interés para las arquitectas jóvenes, menos para las feministas. Estas dinámicas son inherentes al poder en la mayor parte del planeta. Es cada vez más evidente la vinculación de estas formas de poder con las brechas sociales y ambientales actuales y, por lo tanto, su incapacidad para superarlas.
Las arquitectas jóvenes (y las no tanto) siguen más a la arquitecta youtuber Ter que a estos “arquitectos estrella” esclavos de “obras emblemáticas” y premios. Os invito a ver y escuchar los vídeos de Ter, y en especial ese en el que describe su encuentro con Norman Foster (otro Pritzker), donde ella le habla con admiración de su obra-trabajo y él le contesta diciendo que le gusta su pelo azul (telita). Y después ella cuenta que eso la emocionó tanto como el día que se encontró a Chenoa por la calle…, para luego explicar de forma precisa, didáctica y brillante la obra de Norman Foster. Hablar de Ter es hablar de poder, de una forma nueva de poder.
Muchas arquitectas y responsables políticas, profesoras y militantes estamos marcando una diferencia en la gestión del poder. ¿Alguien se imaginaba que una arquitecta brillante optara por ser comunicadora? … u ¿os imagináis grupos mixtos con arquitectos feministas que dan espacios de visibilidad y poder desocupando sus espacios de privilegio? Stop, me he pasado, lo sé…, pero todo llegará. Ahora bien, desde las posiciones feministas nos debemos una gestión del poder que apunte y dispare a la malla patriarcal. Nada de complacencias. No solo llegar al poder cuenta, lo que realmente cuenta es qué haces en el poder. Es durete, cómo no, señalar el orden de las cosas, ver cómo carreras brillantes se ningunean. Solo que ahora, hay fisuras, y cada vez nos reconocemos más entre nosotras. Como decía Frida Kahlo: “Hablar de la condición de la mujer es un acto político. No hablar también”. Apunten compañeras y compañeros: “No hablar también”.
La arquitectura feminista acerca las formas de hacer (urbanismo, proyectos, docencia, gestión política) a las formas y funciones de la vida. Esta lógica de la vida, en urbanismo, es hoy incompatible con la lógica del mercado. Practicamos la arquitectura y el urbanismo desde escalas y tiempos alter-sistema, en forma y contenido. De este trabajo de miles de arquitectas feministas, nace la propuesta estrella de Anne Hidalgo, alcaldesa de París: la ciudad de los 15 minutos, que plantea que toda persona que viva en el centro de París pueda trabajar y vivir en un radio de un cuarto de hora, reduciendo movilidad obligada y su impacto en la contaminación. Y, aunque es una propuesta para la elite que vive en el centro, es la primera vez que alguien gana un gran ayuntamiento con un discurso centrado en un modelo de ciudad alternativo al que hace precisamente un siglo se fundó en Francia, la ciudad moderna de Sert y Le Corbusier. Tenemos delante retos brutales. Aunque las resistencias del sistema-malla sean fuertes. Aunque ahora pinten bastos, hay un batallón de mujeres que lo quieren todo, con mucha ambición y rebeldía, solo es cuestión de tiempo.
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