Ibar Nagusien Etxea, un ejemplo de envejecimiento activista

Ibar Nagusien Etxea, un ejemplo de envejecimiento activista

En Romo había un espacio donde las viejas de este barrio de la localidad de Getxo (Bizkaia) se sentían acompañadas, cuidadas, escuchadas. Ahora todo eso es un solar vallado, lleno de escombros, lleno de sueños demolidos.

29/03/2023

Foto: Ibar Nagusien Etxea.

En Romo había un espacio donde las viejas* de este barrio de la localidad de Getxo (Bizkaia) se sentían acompañadas, cuidadas, escuchadas. Un espacio donde ellas diseñaban las actividades que hacían, la distribución de los espacios, los horarios. Un espacio decorado por ellas mismas, pintado con sus manos, cuidado con el cariño con el que se cuida una casa. Así lo reflejaba el jardín, lleno de murales de color y plantas, muchas plantas, mucha vida. Se oían los cantos del coro, las gaviotas, y las conversaciones en torno al café. Ahora todo eso es un solar vallado, lleno de escombros, lleno de sueños demolidos.

Este artículo lo escriben cuatro manos, dos de ellas con arrugas, las otras dos todavía no. Cuatro manos que durante estos dos últimos meses han luchado juntas para intentar parar el derribo de los edificios de Lope de Vega 12 de Romo, edificio que, además de ser patrimonio histórico y cultural del barrio, era también el lugar de referencia de muchas viejas de Romo.

Entendemos que al igual que hay muchas personas viejas, hay también muchas maneras de transitar esta etapa de la vida, con la posibilidad de vivir muchos años tras la jubilación, con diferentes características, rangos de edad, diferentes cuerpos cargados de afectos y deseos. Un fresco cargado de riquezas, fortalezas y posibilidades, al igual que de dolencias y enfermedades. Todo un universo que va más allá de los estereotipos negativos que conducen a las vejeces a la invisibilidad, colocándolas al margen, percibiéndolas como una carga, asexuadas y vulnerables. Por ello vamos a hablar de vejeces.

Las sociedades liberales llevan decenios dándole vueltas a cómo resolver los retos que pone de manifiesto una sociedad envejecida hasta que han dado con la clave para seguir alimentando el sistema capitalista: convertir las vejeces en beneficio (ocio, industria cosmética y farmacéutica, la colaboración público-privada en el mundo de los cuidados, la Silver Economy…)

Muchas personas en esta etapa de la vida desean construir nuevos caminos donde la imaginación, la solidaridad, la creatividad y la acción social sean la herramienta para construir nuevas vejeces en una sociedad más cohesionada, más integrada, más justa. Pero, ¿Qué pasa cuando proyectos rebosantes de frescura, diferentes a lo establecido, surgen desde abajo? ¿Qué pasa cuando detrás de estos proyectos brotan críticas al poder establecido? ¿Qué pasa cuando el modelo es la autogestión y se convierten en plataformas para reclamar derechos? Sencillamente, no convienen y molestan. Por eso, los destruyen, como ha pasado en Romo.

Derribo de los edificios Lope de Vega 12: destrucción de patrimonio y sueños

En Romo, barrio obrero de Getxo, el 14 de Febrero de 2023 no fue un día cualquiera. Hacía frío y el amanecer nos sorprendió, aunque no tanto, con imágenes que quedarán fijadas en la retina colectiva durante mucho tiempo: grúas, furgonetas escoltadas, despliegue policial inaudito en el barrio, protestas, detenciones.

Abrigos, gorros, guantes; miradas atónitas y expresiones de gravedad, de pesadumbre; emociones contenidas y alguna lágrima que se deslizaba. Un silencio sobrecogedor daba paso a gritos de protesta, de rabia e impotencia. Las amenazas del Ayuntamiento se hacían realidad. Lo esperado y lo temido, lo inevitable irrumpía sin pudor, a pesar de una lucha incansable de diez años, acompañada de esperanza, ¿por qué no? Por parte de las socias y socios de la asociación y de la oposición de parte del barrio. La bestia había despertado, el derribo era una realidad. Sí, fue el comienzo del fin de un edificio emblemático e histórico, uno de los pocos que junto a la iglesia y las llamadas casas baratas proporcionaban identidad al barrio; por unas u otras razones, gran parte del vecindario estaba ligado física, visual y emocionalmente a él.

En agosto de 2022 se produjo el desalojo por parte del equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Getxo a la Ibar Nagusien Etxea, asociación que llevaba 35 años allí. Era un espacio donde se juntaban a jugar al bingo, a tomar un café, a leer el periódico, a charlar, a hacer gimnasia, a pintar, o simplemente a mirar. Un lugar donde la gente iba en el momento que quisiera, a alguna actividad o charla o simplemente a estar, a compartir, a disfrutar del jardín. Un lugar lleno de colores, pintado por manos arrugadas, con mucha vida. Un lugar lleno de plantas, pleno de cariño.

Han sido varios los proyectos que el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Getxo (PNV-PSE) ha propuesto para sustituir estos edificios. Al final han fabricado un proyecto maquillado con palabras como “intergeneracional” con el objetivo de conseguir fondos europeos, para cargarse un proyecto donde las personas decidían cómo convivir y cómo cuidarse, y dónde se daba una convivencia intergeneracional, un lugar de referencia para el barrio de Romo.

Ante la inminencia de su ejecución, la asociación decidió emprender un litigio judicial como una medida más para impedirlo. En plenas vacaciones estivales, el mes de agosto de este año, se produce el desalojo y un juez emite medidas cautelares, impidiendo el derribo, hasta que no se produjera la sentencia. En enero, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco levantaba las medidas, lo que daba vía libre al derribo, pero sin sentencia firme. La asociación decide, entonces, recurrir al Tribunal Supremo. En estos momentos, sin decisión del alto tribunal y con un proceso judicial en marcha, la Diputación foral de Bizkaia, a través de Azpiegiturak, empresa pública que gestiona infraestructuras empresariales, decide sin más miramientos poner en marcha el derribo. Inaudito.

Jóvenes y viejas unidas ofrecieron resistencia ante los límites que el cordón policial colocó para impedir el acercamiento a las obras de demolición. La respuesta violenta y desproporcionada de la Ertzaintza dio lugar a situaciones impactantes: un grupo de beltzas llevándose en volandas a una mujer, Manuela, quien lleva muchos años en esta pelea para evitar lo inevitable. Minutos después, otro compañero aporreaba a otra mujer con una sudadera verde, se llama Maite. Ambas en la setentena. Varios jóvenes fueron arrastrados y una joven detenida.

Este fue solo un día más entre tantos que fueron sucediendo en la misma tónica: cordones policiales, identificaciones sin motivo alguno, coacciones, amenazas.

Un estallido de cólera e indignación se hizo presente en la plaza y en las calles del barrio: cada vez más gente se iba uniendo en torno a la “rueda” que las socias de la Ibar Nagusien Etxea vienen realizando desde hace dos años, a las 12 del mediodía, emulando a las madres de  plaza de mayo en Argentina; asambleas diarias vespertinas y manifestaciones recorriendo las calles, carteles de denuncia. La lucha vecinal era imparable.

No se trataba solo de un edificio entendido como unos materiales puestos uno encima del otro atendiendo a un diseño concreto. Los edificios albergan cuerpos, vivencias, olores, voces, sabores, susurros. Tienen memoria hecha piel.

¿En algún momento el equipo de Gobierno ha reparado en qué sienten las personas vinculadas a este edificio por el que han pasado desde que eran pequeñas, y que lo han estado viendo envejecer junto a ellas, cada día, paseando, haciendo compras, asomándose a la ventana, siendo el lugar de referencia para muchas? ¿Por qué no ha decidido el equipo de Gobierno realizar su macroproyecto de residencia en alguno de los lugares que desde la asociación Ibar Nagusi se les ha ofrecido? ¿Por qué no han respondido? Ha quedado claro que, en este caso, como en muchos otros, el beneficio económico que aporta la ecuación derribar/construir ha pasado por encima de los sueños, deseos y proyectos de las vejeces de Romo.

Nuevo proyecto intergeneracional, el uso artificioso de las palabras

La pretensión, tanto del equipo de Gobierno de Getxo como de la Diputación foral de Bizkaia, es la de construir un centro intergeneracional para personas dependientes, grado II y III, junto a 40 apartamentos dotacionales para jóvenes, cuyo alojamiento sería temporal y rotatorio. Han utilizado ese término sin escrúpulo alguno y con el fin de seducir a sus votantes. Manipulan conceptos nuevos, de moda, tras el horror puesto de manifiesto con la pandemia en el ámbito de las residencias, para ofrecer un producto copiado, según ellos, de un modelo holandés. Sin entrar en los detalles y en todas las dudas que surgen en el análisis pormenorizado de dicho proyecto, la pregunta es si verdaderamente merecía la pena destruir y pisotear otro, en marcha, vivo, que tenía como eje los cuidados entre las personas del barrio en base a la socialización y la actividad que ofrecía. Un espacio accesible, premisas todas ellas imprescindibles para prevenir el deterioro físico y cognitivo, para luchar contra la soledad no deseada.

Foto: Ibar Nagusien Etxea.

Para compensar, ofrecen un espacio dentro del edificio de 280 metros cuadrados. El edificio derribado ofrecía, en cambio, una gran superficie con salas, restaurante, cafetería y jardín, en la planta baja; biblioteca, sala de juegos, gimnasio y sala de reuniones en la primera planta, además de apartamentos en perfectas condiciones que los responsables del Ayuntamiento habían cerrado, expulsando y desplazando a las personas que allí habitaban. Parece una broma de mal gusto.

En definitiva, lo que se deja entrever es una obsesión por derribar y construir, actitud que entra en contradicción con todas las orientaciones desde diversas instancias que aconsejan la vía de la reconstrucción como la más sostenible, barata y conservacionista de la memoria de los pueblos. Teniendo en cuenta, además, que hay un informe de la Comisión de Patrimonio del Colegio Vasco Navarro de arquitectos en el que se aconsejaba expresamente la rehabilitación por las características del edificio: solidez, buena calidad de materiales y condiciones idóneas para los usos pretendidos.

Imposición y maltrato institucional

Esta es una historia de imposición, de autoritarismo, de falta de escucha a las vecinas. Pero, sobre todo, es una historia de maltrato a las viejas de Romo, tanto desde el ámbito institucional, como mediático y policial. Maltratar es no escuchar, maltratar es imponer, maltratar es no respetar, maltratar es negar agencia.

Las instituciones vascas en sus tres niveles: Ayuntamiento de Getxo, Diputación y Gobierno vasco, han hecho oídos sordos a todo tipo de peticiones, mociones, comparecencias; la coalición de gobierno PNV-PSE ejerce de rodillo que se lleva por delante cualquier atisbo de escucha a las minorías, un principio democrático de escaso recorrido, como puede verse. Han visto movilizarse al barrio sin dar muestras de una mínima empatía. Han llevado a cabo un derribo después de que, en varias votaciones populares, las vecinas del barrio mostraran su rechazo, respaldándose en la mayoría política, diciendo que el pueblo les había votado. Eso es falta de respeto, eso es maltrato.

Durante este tiempo las personas de la asociación Ibar Nagusien Etxea han ido una y otra vez al pleno municipal de Getxo a denunciar el derribo. Una y otra vez se les ha respondido con evasivas, se les ha intentado callar diciendo que ya tienen un lugar donde ir. La concejala de envejecimiento activo Arantza Rica ha respondido más de una vez que ya se les han ofrecido alternativas y que el Ayuntamiento de Getxo trabaja en pro del envejecimiento activo. Un envejecimiento activo encorsetado en edificios grises y altos, en horarios fijos. Un envejecimiento activo que no sobresalga de los límites de lo establecido. Un envejecimiento activo controlado. Las socias de Ibar Nagusien Etxea han tenido que escuchar una y otra vez esas palabras vacías, mientras la demolición de sus sueños se acercaba.

Chirría tanto esta forma de ejercer el poder desde decisiones unilaterales totalitarias, tan alejada del interés de escucha a las diferentes voces. Todo se convierte en valores mercantiles, en la búsqueda de beneficios. Arrasan con todo, convirtiendo los barrios, pueblos y ciudades en espacios susceptibles de especulación, aunque para ello tengan que arrancar las entrañas; es decir, la historia, la memoria colectiva. El resultado es manifiestamente lacerante y despiadado: espacios de convivencia anodinos, sin personalidad, sin identidad, todos iguales.

En cuanto a los medios de comunicación, durante este tiempo de lucha, algunos han usado el término “El hogar del jubilado” para referirse a estos edificios, término anacrónico que no recoge las diversidades de este espacio. Pocas veces se ha explicado el valor patrimonial de los edificios, el funcionamiento autogestivo de la asociación… Bajo el término “El hogar del jubilado” han simplificado e infantilizado una lucha de años, el modelo de autogestión ejemplar, y se han limitado a decir que “los mayores de Romo no quieren que se les eche de ese lugar donde se han arraigado y que no se conforman con lo que en equipo de Gobierno les ofrece”. Claro, no quieren migajas, porque lo que se les ofrece corta sus alas, limita su creatividad, les encierra y encorseta su autogestión.

Destacamos el seguimiento cercano y el énfasis con que el medio de comunicación local Hiruka ha respaldado en estos últimos tiempos el conflicto. Es de agradecer el tratamiento riguroso, quizás por ello no se han librado de los efectos de la violencia policial. Quizás por ello el jefe del operativo de la Ertzaintza, después de que el trabajador de Hiruka se identificase como periodista, le golpeó, rompiendo la pantalla del móvil con el que estaba grabando lo ocurrido. Ahí lo dejamos.

La retórica del poder en las políticas de las vejeces

Todo un trampantojo que no encaja con multitud de documentos, iniciativas, titulares, como panes recién salidos del horno, desprendiendo un maravilloso olor, ¿quién se resiste? Es todo tan bonito: modificación de modelos de cuidados, cogobernanza, participación de las asociaciones de mayores, nuevos proyectos pilotos pioneros… Lo firmamos todo.

Si la retórica es el lenguaje que se usa desde el poder como herramienta para imponer sus realidades, son grandes expertos. Todos los eufemismos verbales y apariencias formales, confrontan claramente con una práctica política de imposición y violencia.

Son grandes líneas estratégicas llegadas desde las más diversas instancias, desde la OMS (Organización Mundial de la Salud) hasta los gobiernos estatales, autonómicos y locales. Si cada vez hay más personas mayores de 60, ¿por qué, entonces, no caminar por el sendero de las posibilidades de negocio que, por otra parte, se vislumbra? La colaboración público-privada pone en marcha la maquinaria de externalizaciones y clientelismo para alimentar, desde el poder político, los beneficios de unas élites empresariales con el discurso de las políticas sociales dirigidas a esta franja de edad.

La respuesta en la Comunidad Autónoma Vasca se traduce en lo que se denomina la “Estrategia vasca de gobernanza con las personas mayores”, creando plataformas como la Agenda Nagusi donde se habla de participación, colaboración, escucha… En el ámbito local se crea Getxo lagunkoia, “una iniciativa que pretende construir un municipio que aliente y optimice las oportunidades de salud, participación y seguridad de las personas mayores de 60 que suponen ya una tercera parte de nuestra población”. Dicha iniciativa se enmarca en la Red Internacional de Ciudades amigables con las personas mayores (AFC), promovida por la OMS y adaptada a nuestro contexto por el Gobierno vasco en el marco de Euskadi Lagunkoia Sustraietatik, y por la Diputación fmediante el proyecto Bizkaia territorio amigable con todas las edades. A lo largo de diversas reuniones con asociaciones del municipio se ha tratado de poner en marcha algunas iniciativas respecto a problemas que acechan a las personas mayores. Los resultados han sido nulos a causa de falta de presupuesto y falta de voluntad política evidente. En estos momentos carece de actividad, pero continúa existiendo como una bonita marca.

Enejevicimiento activo y envejecimiento activista

Desde la OMS surge, en el 2002, el concepto de “envejecimiento activo”, convertido ya en una especie de eslogan para las instituciones. Más tarde se impulsa desde los gobiernos de los diferentes países La Década del Envejecimiento Saludable (2021-2030): “Ofrece la oportunidad de aunar a los gobiernos, la sociedad civil, los organismos internacionales, los profesionales, las instituciones académicas, los medios de comunicación y el sector privado en torno a diez años de acción concertada, catalizadora y de colaboración para mejorar las vidas de las personas mayores, sus familias y las comunidades en las que viven”.

En ese contexto surgen las concejalías de Envejecimiento activo. Se programan actividades, se dan charlas, pero ¿asegura eso un envejecimiento activo? Dicha idea de actividad diseñada desde las instituciones, dinero público por medio, quizás ofrezca una ilusión de hacer cosas, de empoderamiento, pero no siempre deja lugar a otros proyectos que pongan en valor la participación y la creatividad, tanto colectivas como individuales.

Como todo no viene desde lo institucional, existen proyectos originales, de barrio, integradores y autogestionados, donde se cuestiona el poder y se quieren cambiar las cosas; luchan por sus derechos además de crear redes de socialización y acogida en entornos cercanos. No son dóciles.

Nosotras apostamos por un modelo creado desde abajo, arraigado en los barrios, en el que las propias personas mayores actúen como agentes sociales, creando proyectos en común, creando comunidad, promoviendo la autoestima y poniendo freno a la soledad no deseada. A esto, nosotras, lo llamamos envejecimiento activista.

Todo esto y más es la Ibar Nagusien Etxea de Romo. Tal y como desean las socias, la asociación tendrá continuidad. La pregunta es si el espíritu será el mismo, dado que los espacios podrían ser condicionantes. Hay quien evita pasar por la calle Lope de Vega para no verla sin los edificios, y quien va todos los días a las 12 a la “rueda” para verse las caras y seguir luchando y disfrutando del encuentro. También hay quien sueña que los edificios siguen en pie, y quien entra al solar lleno de escombros para ver si alguna de sus plantas sigue viva (no queda ninguna). El 12 de marzo el barrio de Romo celebró un ritual colectivo para decir adiós a los edificios. Jóvenes y viejas del barrio se vistieron de negro y escribieron sus recuerdos en papelitos, llevaron fotos, leyeron sus poemas y textos… También gritaron, rieron y lloraron. Muchas socias de Ibar Nagusi esperaban en la cola para dejar sus últimas palabras en la valla que les separa de los escombros de ese lugar que ha sido su casa. Ahora les toca reinventarse, imaginar nuevos caminos, hacer frente a las dificultades, superar escollos. Están tocadas, pero no hundidas. Les toca seguir soñando y dibujando caminos para esos sueños.

Nota de las autoras
A lo largo del artículo vamos a priorizar el uso de la palabra “vieja” ante otros términos como “personas mayores” o “personas de avanzada edad”, ya que, siguiendo los trabajos de algunas compañeras feministas (Anna Freixas, Mari Luz Esteban, Irati Mogollón, entre otras), queremos reivindicar el uso y apropiamento de este adjetivo. Del mismo modo, en una de las asambleas vecinales de Romo, algunas personas de la asociación Ibar Nagusi mostraron también las ganas de reivindicar este término. En cuanto al género, vamos a usar el femenino para englobar a todas las personas.

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