Katixa Agirre: “Las ilusiones, los mitos, las fantasías son la parte quizás más importante de la vida”
'De nuevo centauro' es la nueva novela de la escritora vasca, publicada originalmente en euskera y traducida para Tránsito por Aixa de la Cruz. Esta entrevista es parte de la conversación que la escritora tuvo con Irantzu Varela en la presentación del libro en la librería Louise Michel de Bilbao.
La escritora vasca Katixa Agirre acaba de publicar nueva novela, De nuevo centauro, escrita originalmente en euskera y traducida para Tránsito por Aixa de la Cruz. Un libro en el que reflexiona, con ironía y destreza, sobre las realidades paralelas, la necesidad de evasión, el autoengaño y las aristas de la sexualidad, dice la propia editorial para promocionar el libro. Tal vez la mejor promoción es haber leído la anterior novela de Agirre, Las madres no. De hecho, de aquello que no cupo nace en parte De nuevo centauro.
Tras leer una biografía de Mary Wollstonecraft, Agirre quería incluirla en sus trabajos. “En Las madres no la podría haber metido, porque ella fue madre y escritora y la maternidad la mató literalmente, porque murió al dar a luz a Mary Shelley. Al final no cupo, había otras y pensé que ella necesitaba más espacio. La tenía ahí en la neverita y después empecé a pensar en lo del futuro, en situar una historia en el futuro. Quería hacer algo en el futuro y tener a Mary Wollstonecraft”, contó la escritora en la presentación del libro en la librería Louise Michel, de Bilbao, donde estuvo acompañada por Irantzu Varela. Esta entrevista es una parte de aquella conversación entre amigas.
Lo llamas ficción especulativa y a mí me ha encantado. Es un libro que recomiendo un montón, porque viajas entre los tiempos, los géneros, las dimensiones, es muy curioso. ¿Cómo elegiste el tema? Si hay algún tema que tenga este libro.
Habría que pensar cuál es el tema. París estuvo desde el principio y siempre estuvo Mary Wollstonecraft, que aunque la novela esté ambientada en el futuro tiene un personaje del pasado. Y desde que leí una biografía de Mary Wollstonecraft, estaba fascinada con ella y en concreto con los años que estuvo en la Revolución Francesa, la vida que tuvo, de novelesca, de aventurera, de cómo viajó de aquí para allá, y dije que quería hacer algo con ella. De hecho, en Las madres no la podría haber metido, porque ella fue madre y escritora y la maternidad la mató literalmente, porque murió al dar a luz a Mary Shelley. Al final no cupo, había otras y pensé que ella necesitaba más espacio. La tenía ahí en la neverita y después empecé a pensar en lo del futuro, en situar una historia en el futuro. Quería hacer algo en el futuro y tener a Mary Wollstonecraft, esto me generó un conflicto. ¿Y cómo lo soluciono? Pues que en el futuro la realidad virtual va a estar tan desarrollada que será posible meterte en el metaverso con tus gafas de realidad virtual y hablar con Mary Wollstonecraft. Es una historia un poco rara a priori, en la que te vas al futuro para volver a mirar al pasado.
Alguna vez hemos debatido de si lo utópico es lo que es dibuja un futuro o una realidad ideal y lo distópico lo que la dibuja negativa. No tengo claro si el mundo que describes en el libro te parece mejor que el de ahora.
Mejor depende de por dónde lo miras y depende para quién. A la protagonista no le va nada mal, ha encontrado un trabajo muy bien remunerado en el mundo de la realidad virtual. Es de las pocas privilegiadas que puede viajar, porque ya el turismo prácticamente ha terminado y viajar es muy difícil por cuestiones de crisis ecológica, energética, etcétera. Pero mientras camina por París se encuentra con los refugiados climáticos, que son muchos, masas enormes de personas que han tenido que desplazarse porque ya no es posible la vida en esos lugares donde habitaban. Te puedes preguntar para quién es bueno, para quién es mejor, para quién es peor; como cualquier periodo de la historia. Y de la Revolución Francesa se puede decir lo mismo: para algunos fue un periodo de mucha euforia y luego perdieron la cabeza, y al mismo tiempo para mucha gente fue un horror, una tragedia grandísima, muchísima gente murió. Eso queda en el aire porque sería irreal pintar un mundo que es mejor para todo el mundo. Siempre la gloria de unos va a ser la desgracia de otros.
En este libro hay algunas cosas muy interesantes, como que ya no existe el turismo, es un mundo con cierta conciencia ecológica.
A fuerza de varias desgracias que han ocurrido.
Tampoco planteas un apocalipsis: algunas cosas han colapsado y otras están mejor, como, por ejemplo, las universidades.
Hay pinceladas que se dan, como lo de la renta universal, pero no se detalla cómo se ha llegado a eso y en qué consiste exactamente, hasta cuánta gente llega… Son pinceladas que voy dejando caer, por ejemplo, que el cáncer se cura en una gran medida. Y cosas así que yo creo que son posibles en 30 años. Hay cosas en las que vamos a mejorar, solo hay que mirar a la historia. En cambio, en la cuestión del clima, de la emergencia medioambiental, no me resulta realista decir que en 30 años ya se ha solucionado todo, eso no sería verosímil. Mi criterio siempre ha sido el realismo, que esto alguien se lo pueda creer, que incluso podamos imaginarnos en ese mundo, porque estamos hablando de 30 años o 35, y seremos ancianas. Lo del turismo no se me ocurre de cero, es una cuestión que va a caer por sí sola, lo que contamina un avión, que no tiene ningún sentido, y además que el petróleo se va a acabar y no hay alternativa de combustible para el avión. Tampoco tiene sentido el turismo de masas hoy, ¡qué absurdo irte cinco días al Caribe! Son cosas tan absurdas que nunca han sido así, solo en este momento histórico. Y para imaginar ese futuro he mirado tendencias, pequeñas semillas, o no tan pequeñas, que ya se ven, que están brotando. Muchas veces nos falta el pararnos y el reflexionar un poco porque el día a día nos absorbe, pero a nada que te pongas a mirar un poco por dónde van las cosas está claro que hay cosas insostenibles y que van a cambiar en poco tiempo.
En la mayoría de las de las utopías o de las distopías que implican tecnología es todo apocalíptico, malvado, inquietante y preocupante; y, sin embargo, no termina de pasar nada apocalíptico. ¿Tú también estás estancada en el optimismo como yo?
Exacto. Me he resistido a que eso pasara. Y se dan pinceladas, por ejemplo, hay un hackeo de una página…
Por favor, cuenta el hackeo del extremo nacionalismo vasco, que a mí me pareció… Hay que hacer un spin-off de esa de esa trampa.
Eso lo puedo utilizar como ejemplo para ver mis problemas al escribir este libro. Yo tenía clara la trama, que era un día de Paula, la protagonista, y eran sus problemas del día a día, pero ambientado en el futuro, y con realidad virtual y ella enganchada al sexo virtual. Y me pongo a montar este mundo del metaverso, que se llama Delphi, que hay unas salas rojas, te pones las OFtal, que yo me invento nombre para todo…
¿Has inventado tú todos los nombres de estas cosas?
Sí, claro.
¿Y lo has registrado?, porque son buenísimos.
Me viene tan arriba inventándome tanto que ya me metí en una trama, especialmente en esta trama que hablamos del hackeo del partido de extrema derecha, que ya quería seguir por ahí e iba a ser con un grupo de hackers y los contrahackers y tuve que decir ¡para! No era esta mi idea, se va a desparramar mucho la historia y esto nunca fue una fantasía ciberpunk… Pero la idea de la secuela no la he descartado del todo: ya que he creado este mundo y me ha inventado los nombres para los cacharros tengo que aprovecharlos. Por el momento, solo se deja entrever ese hackeo, esos problemas que puede generar la realidad virtual y un episodio de violencia sexual en el metaverso. Y es también una manera de explicar que en el mundo digital no tienen por qué acabarse los problemas que ya existen en el mundo físico, es simplemente una traslación de este del mundo que vivimos a ese mundo digital, que no deja de ser una representación del nuestro y, por lo tanto, básicamente es lo mismo.
Te gusta Mary Wollstonecraft y un gran motor de su vida fue el amor romántico, aunque era señora feminista poliamorosa, cuando todavía no se había inventado el término. Viaja por amor…
Hasta en un momento dado de su vida. Aunque solo vivió 38 años vivió muchas cosas. Igual tenía romances con mujeres, como se tenían en Inglaterra, muy románticos, pero no carnales. Esto no está muy claro en su biografía, pero parece que sí. Y cuando estuvo con nombre ya tenía más de 30 años. Tuvo diferentes fases y sí que intentó experimentar con esto del amor libre, fue la primera generación que intentó esto con consecuencias desastrosas para para ella: desde el momento en que se queda embarazada y el tío pasa de ella y ella se convierte en una madre soltera, una mujer caída en desgracia; esto tiene unas consecuencias trágicas. Y era eso lo que quería resaltar, porque en el libro se habla que cómo la protagonista incluso ya en su juventud abandonó el poliamor, como algo de nuestra época, como moda incluso un poco frívola en comparación a lo que podía suponer para alguien del siglo XVIII, una mujer del siglo XVIII, no casarse y tener un romance fuera del matrimonio, tener una hija con uno y después tener una hija con otro. La razón por la que durante el siglo XIX Mary Wollstonecraft desaparece y se la olvida es porque se la considera una mujer caída y una desgracia y una vergüenza. No es hasta muy avanzado el siglo XX cuando se recupera.
En algunos momentos haces referencia al feminismo, tal y como lo entendemos ahora. Espero que en el futuro sea una cosa todavía incluso mucho mejor, como como una especie de postfeminismo.
En algunos sentidos, sí. Por ejemplo, se da el dato de que en el sistema educativo ya está completamente instaurado. Nos colocamos en un lugar en el que el feminismo ya no es necesario. Y solo lo hacemos mirando hacia atrás y diciendo: ay, entonces sí que era necesario. Y tiene esta parte peligrosa el postfeminismo, por hacernos creer que ya está todo superado y es algo del pasado. Porque Paula lo que hace es generar módulos de realidad virtual para la educación, o sea, se estudia en realidad virtual, y los chavales en lugar de estudiar la Revolución Francesa leyendo se ponen las gafas y se van a la Plaza de la Revolución a ver cómo le cortan la cabeza a Luis XVI. Sí que tiene ese punto postfeminista de mirar al pasado y querer ver ahí el lugar donde el feminismo actuaba, como que ya no sería necesario.
Es decir, lo ves como una evolución, pero ¿crees que pueden suceder, que va a llegar un momento en el que vamos a ver el feminismo como algo que fue necesario en su momento, pero ya no?
Sí, de hecho, ya se ve así de alguna manera en algunas en algunas cosas.
¿No sé si me estás pareciendo superoptimista o apocalíptica?
No, optimista, siempre.
Hay una moralidad que subyace en esta nueva sociedad esta realidad, renta universal, conciencia ecológica. Y en una sociedad que ha naturalizado bastante la gestación subrogada, ¿está prohibido el BDSM?
Lo que se cuenta es que, dentro de este metaverso, donde vive gran parte del tiempo la mayoría de la población, hay unas salas rojas donde se practica el sexo virtual. Esto es posible, no lo hemos dicho, pero aparte de las gafas, también hay un traje háptico que la gente se pone y puede sentir como alguien le toca y con unos guantes también puedes tocar donde no hay nada, pero la otra persona siente algo. Esto son cosas que ya existen, esta tecnología de los guantes y el traje háptico existe. Y ahí pienso qué es internet y qué parte ocupa el sexo en internet, el porno, básicamente, o el sexo en general, los intercambios del Tinder, o el sexting; y es una parte muy importante de todo ese mundo digital. En internet es como el 20 por ciento, pues en el metaverso, algo similar. Pero igual que en la web hoy hay cosas que están permitidas y otras no, y hay una deep web donde ocurren cosas que no están permitidas en la web oficial, digamos. En el metaverso ocurriría lo mismo: estas salas rojas están muy reguladas para que para no denigrar a nadie ni que salga perjudicado. Y quien quiere prácticas más extremas, se va a ese black delfi, a esa especie de deep web del metaverso.
Te metes en muchos melones: la gestación subrogada, BDSM, y lo del género…. Tenía marcado el párrafo y luego leí, en los agradecimientos, que no era tuyo lo de la página 91. Y es que juegas mucho con lo fluido que se hace el género en una sociedad en la que puedes vivir siendo un avatar de ti misma.
Eso pasa porque la protagonista, cuando entra al metaverso y sobre todo para el sexo virtual, utiliza un avatar de hombre; ella es hombre en el metaverso.
La frontera entre lo analógico y lo digital es muy fluida y es muy chulo que juegues todo el rato con eso: el mismo día, el pasado, el presente, lo virtual, lo analógico, lo que te gusta, lo que crees que te gusta, lo que te gusta y te lo busca el algoritmo, cómo engañas al algoritmo para que te dé cosas nuevas, pero luego te sorprende más la vida real, si es que eso existe. Pasas de una cosa a la otra.
Es una de las ideas centrales que también se ve en el en el título: la idea del centauro, que es medio hombre medio caballo, no sabemos si es una cosa u otra, esa idea entre lo real, lo virtual, lo real, lo ficticio. Eso es algo que siempre he tenido en mente: cómo la ficción nos impregna todo; cómo nuestras ilusiones, mitos, fantasías son la parte quizás más importante de la vida, porque lo demás deja un poco que desear. Y lo del género: donde empieza una cosa y acaba y empieza lo otro. Al final todas hemos sido educadas en unas categorías muy claras y vemos hoy que no quizá no son tan claras.
No sé muy bien que opinar de lo que cuentas sobre la maternidad el libro.
La maternidad para la protagonista es parte de su conflicto y también me interesaba mucho la maternidad de Mary Wollstonecraft, ponerlo en paralelo. Por lo que he dicho antes: que iba a ser un personaje que iba a estar en mi anterior novela, que era sobre maternidad, por su relación tan conflictiva con la maternidad; sobre todo el hecho de que ella muriera al dar a luz. Era uno de los temas que quería volver a traer, porque como es un tema universal e infinito tengo que seguir probándolo y tengo que seguir hablando. Y Paula cuando entra en el negocio de la realidad virtual lo hace a través de un módulo de embarazo virtual, a ella se le ocurre como chorrada que le dice a la persona que luego será su socio en la empresa: “¿Sabes lo que estaría guay? Un módulo de realidad virtual para que cualquier persona experimentara qué es estar embarazada, qué es sentir los dolores, la ciática, las patadas, incluso el parto, ¿por qué no?, ¿quién no querría estar 24 horas aguantando contracciones? Y que después te saliera por la vagina una persona. Esto todo el mundo lo querría”. Lo dice un poco de coña y es lo que le trae éxito y lo que le hace encontrar una profesión en la que por primera vez en su vida está satisfecha y le da dinero.
Claro, porque antes era periodista.
Una profesión mucho más precarizada todavía en el futuro que hoy en día. Digamos que la maternidad es parte de su carga, de lo que le quita más energía, pero, por otro lado, por esa ocurrencia del momento que tiene es lo que le da entrada en un nuevo negocio que se convierte en una cosa muy muy lucrativa.
Te metes en bastantes líos. ¿Te preocupa que haya gente que lo lea y piense que son tus ideas y te critique?
No ha pasado mucho. Me extrañaría mucho que este libro generara polémica por su alcance y por el tipo de lectora que aspira a llegar. Sí que he tenido discusión con Sol [Salama], con la editora [de Tránsito], por una frase que dice Paula, la protagonista, y es qué significa ser progresista. Y ella dice que ser progresista es ver el futuro y empujarlo, de alguna manera lo que ya se sabe que es inevitable, y no eso de usar el género como algo de quita y pon. Y esto me dice Sol que es muy problemático. Esto no lo digo yo, lo dice ella, y lo gracioso de este personaje es que sea sutilmente terf, cuando en el metaverso es un hombre, y hace este juego. Ella tiene muchas contradicciones.
Pero en el metaverso es bastante cis.
Claro, es muy cis. Se vuelve un hombre, supertío, que le gusta dominar, el juego de poder es lo que le gusta. Esto para mí era lo interesante.
Yo tendría problemas con Paula.
Yo también tendría problemas con ella, pero eso es lo divertido. Nunca quise hacer una santa, ni un ejemplo moral de nada. Lo interesante del personaje es que sea moralmente… a veces dudosa.
El marido no te ha salido nada interesante.
El marido es muy estereotípico y muy distópico, es la parte más distópica del libro. Que un hombre de mediados del siglo XXI siga siendo tan cuadro, como dices tú.
Es un señoro del siglo XXI que es lo mismo que un señoro del siglo XX. Me parece una especulación clavadísima.
Ahí es donde no he sido optimista, ahí es donde he sido distópica, realmente. La distopía está ahí.
¿Hemos hecho mucho spolier?
No, de la trama no hemos contado nada. Hay un personaje muy importante que ni hemos mencionado.
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