Por Paz y por todas nuestras compañeras

Por Paz y por todas nuestras compañeras

¿Rehabilitar un edificio contando solo con mujeres? Es un gran reto, sí, pero, sobre todo, es una oportunidad para constatar las dificultades a las que se enfrentan las mujeres en las obras.

Texto: La Sinsorga

En la imagen, de izquierda a derecha, Bea, Nuria, Yaisa y Julia en la obra de La Sinsorga

Por aquí somos de esa clase de personas que se obsesionan con las cosas. Sobre todo, si esas cosas son cosas que afectan directamente a las nuestras. Nuestra amiga Paz Carbajosa Dalmau, impulsora del proyecto ‘A por todas con herramientas’, estaba empezando a dar talleres de mecánica básica para mujeres* cuando Andrea Momoitio publicó el reportaje ‘¿Y tú qué pintas aquí?’ en el primer número de El Salto.

No. No es casualidad.

Una cosa es saber que las mujeres* lo tienen difícil en un sector tan masculinizado como el del motor y otra cosa distinta es ver sufrir a una amiga porque, cada dos por tres, un machirulo trata de joderla en su trabajo. En aquel reportaje, por ejemplo, Sabrina, que también se dedica a la mecánica, contaba que a todas les molesta el “trato paternalista” que reciben: “Te explican las cosas porque dan por hecho que no las entiendes. Te tratan como si fueras imbécil”. Un clásico, vaya. Un clásico que afecta a las mujeres que se dedican a la fontanería, a la electricidad o la albañilería, solo por poner algunos ejemplos. Lo cierto es que estas críticas las hemos encontrado en este tipo de gremios y no tanto en otras profesiones como la arquitectura o la ingeniería, ámbitos en los que nuestra presencia cada vez es más relevante.

No. No es casualidad que cuando alquilamos La Sinsorga tuviéramos tan claro que queríamos tratar de hacer la obra solo con mujeres. Spoiler: no lo hemos conseguido. Spoiler: nos reafirmamos. Trabajar entre nosotras está siendo una experiencia absolutamente enriquecedora y prácticamente cada vez que un hombre ha pisado el local hemos sufrido las consecuencias. Las consecuencias de la falta de profesionalidad de muchos, pero, sobre todo, del desdén con el que han tratado algunas de nuestras decisiones. Eso, sobre todo eso, compañeras, es insoportable, desesperante, agotador, frustrante.

La decisión de tratar de rehabilitar un edificio solo con mujeres profesionales, como es obvio, llamó la atención de la prensa. Estuvimos, incluso, con la mismísima Ángels Barceló. Además, estamos grabando un documental con nuestras compañeras de Al Borde Films y estamos preparando una webdoc con Hari, contando contigo. Rodeadas de amigas y, de la mano también de Gheada, queremos que las dificultades que nos hemos encontrado por el camino queden, al menos, retratadas en una película que… spoiler: será una sinsorgada de primer orden.

Se están dando algunos pasos importantes, pero sigue siendo prácticamente anecdótico. Recientemente, por ejemplo, se ha publicado el estudio ‘La ausencia de mujeres en el sector de la construcción en los trabajos a pie de obra’, de Ane Alonso Méndez. En el trabajo se constata que las mujeres nos acercamos menos a este tipo de empleos, pero se demuestra también que somos rechazadas en los procesos de selección. Lo más grave, sin embargo, tiene que ver, según Alonso, con la falta de conciencia: “A pesar de lo escandaloso de la cuota de segregación en el sector de la construcción en general (ocho por ciento), pero especialmente en los trabajos a pie de obra (uno por ciento), no hay una conciencia colectiva, ni en el sector ni en la sociedad, de que haya un problema, y por tanto no hay demandas de mejora o de intervención para revertir progresivamente el desequilibrio existente”.

 

Al empezar esta aventura, hace ya casi un año, lanzamos un formulario y recopilamos los datos de decenas de mujeres con interés en participar en la obra. Lo cierto es que muchas de ellas ya no se dedicaban profesionalmente al sector y no podían ser empleadas para la obra, pero logramos montar un pequeño equipo de mujeres maravillosas –Julia, Raquel, Nuria y Bea– que están trabajando duro para que podamos abrir. ¿Cuándo? Eso nos gustaría saber a nosotras. Muchas de las que mostraron interés se ofrecían a echarnos una mano en su tiempo libre. Habían tirado la toalla y ahora se dedicaban a otras profesiones. ¿Os dais cuenta del drama que supone esto?

No vale con decir que no nos acercamos a estos sectores sino que tenemos que seguir denunciando que nos expulsan con sus prácticas misóginas también de las obras. Eso sí, también ahí nos van a tener enfrente. Faltaría más.

 


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