De salud va este programa, de estar bien y de estar mal. No podía ser de otro modo siendo Marta Carmona la invitada: psiquiatra steampunk, como se autodefine, psiquiatra a deshoras, parte del Colectivo Silesia y acaba de publicar, junto con Javier Padilla, el libro Malestasmos.

Este programa va de hacer las cosas de otro modo, colectivas. “En los sitios en los que estás deben enfangarte”, dice Marta, la psiquiatra feminista que querrías tener: la que te acoge y acompaña de forma respetuosa en consulta, la que defiende la sanidad pública, la que coloca una voz consciente junto a la tuya y se organiza porque sabe que el cambio es necesario y que no pasa por lo individual, sino por lo colectivo. La que lleva tatuajes y el pelo de colores

Marta Carmona es la que te muestra, escuchándola o leyéndola un ratito, que puedes usar tu malestar, por ejemplo, para politizarlo y que la psiquiatría, también, ya está siendo de otra manera. Con su energía y su forma de comunicar, te llena el cuerpo de dos cosas fundamentales para nuestra salud mental: la confianza en que podemos intervenir en nuestras circunstancias y la esperanza en que, frente a un malestar común, existe un “estar mejor” que no es solo para soñar, sino para estar.

Es la que te trae de vuelta lo que, en el fondo, ya sabes: que estás mejor cuando no tienes que preocuparte por comer, por la desigualdad o la violencia. Es la que te recuerda una vez más (y las que hagan falta) que no estás sola y que ese malestar que sientes tan individual tiene mucho de generalizado, de época y ¿en qué momento hemos normalizado que tanta gente esté tan mal? ¿Cómo puede ser que todas necesitemos ir a terapia? ¿Cómo puede ser que concibamos la terapia individual como una solución a un problema estructural? Seguiríamos preguntándonos aquí contigo pero, de verdad, es que es muy guay que escuches a Marta Carmona que asegura que “si pensamos que todo el mundo tiene que ir a terapia nos está arrastrando la ola turbocapitalista”. Insiste en que la psicoterapia no es la única forma para enfrentar el sufrimiento, aunque sí debería estar más accesible. “Los servicios de salud mental deben servir para reconstruir la vida”, afirma.

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