La ilusión sin esperanza. ¿Cómo se relata nuestra relación con el planeta?

La ilusión sin esperanza. ¿Cómo se relata nuestra relación con el planeta?

Narrar con optimismo es imprescindible para mantener la ilusión en la lucha ecosocial. La literatura tiene un papel fundamental para ello

22/04/2023

Portada de ‘Las gratitudes’, de Delphine de Vigan

La ecoansiedad es una realidad que se suma a la precaria situación de la salud mental en la población actual. Se trata de una incertidumbre más, algo que escapa de nuestro control pero que condicionará toda nuestra existencia. El suicidio es la principal causa de muerte en la población joven es España. Y estos dos fenómenos no están aislados. Cada vez hay menos herramientas para imaginar un futuro y nos enfrentamos a las consecuencias de ello.

En ‘La era de la demencia’, un artículo publicado por Diego Pérez en La Diaria, se citaban las declaraciones de Julieta, una niña de 11 años “Yo no imagino un futuro. No tengo palabras, imágenes, ideas para poder describirlo. Yo no tengo el típico pensamiento de robots y autos voladores como la mayoría, que piensan que la tecnología va a dominar el mundo. Si puede pasar, pero antes de eso pienso que puede llegar a acabarse el mundo. Este pensamiento robótico lo crearon las películas, mostrándonos una gran ficción, sin dar a ver el mundo en realidad con la gran contaminación, la falta de agua y el calentamiento climático”.

El siglo XXI está lleno de novelas y material audiovisual protagonizadas por futuros distópicos. ¿Por qué la narrativa siempre nos ofrece futuros distópicos donde hemos terminado de destruir el mundo? Lo distópico nos parece más real, nos parece más posible. Una utopía, en las condiciones actuales de individualización, es muy difícil de imaginar. Y esto no es casualidad.

La juventud y la infancia se destacan por su cansancio. Las patologías no están presentes únicamente en la clase media-alta, blanca y occidental. La grieta ahora se observa en los medios y herramientas para la recuperación. ¿Quién puede imaginar un futuro? ¿Qué jóvenes se proyectan a largo plazo? La imaginación del fin del capitalismo se ha convertido en la imaginación del fin de la humanidad, como ya anticipaban Jameson o Zizek. La incertidumbre ya es la certidumbre.

Frente a esto habitamos la pérdida, la resignación. Poco a poco se pierde la esperanza en la existencia de algo mejor. Se estudia y se habla de la sociedad del riesgo, del futuro incierto. Importantes problemas públicos como la incertidumbre del futuro de las pensiones, los altos precios de las viviendas o la creciente precariedad laboral se suman a la emergencia climática. Siempre al filo y sin red que contenga. No podemos parar de preguntarnos ¿Qué clase de futuro nos espera? ¿Qué tiempos tenemos?

Se llega incluso a mencionar el término de régimen de precarización de la existencia. Movimientos vecinales, de barrio, colectivos sociales, la juventud bajo la promesa de equidad, bienestar y éxito empiezan a repensar la forma de estar en el mundo. Y es que los que han construido el relato hegemónico distópico han sido siempre los mismos. Los protagonistas han sido hombres cishetero blancos solitarios. Es en este hervidero de posible cambio donde empiezan a cocinarse otras vidas que merecen ser narradas. Y hablamos de vidas en un sentido colectivo, no individual. Es decir, de relatos compartidos.

Quién relata influye en la historia relatada. Leer a Camila Sosa es una forma de entender la importancia de la construcción de la comunidad. Las malas es una historia de lucha desde la mera existencia, son historias que un sistema que excluye y aísla. Leer a Marcela Serrano es recuperar el poder de los vínculos y entender nuestra capacidad de crearlos. Nosotras que nos queremos tanto es un repensar el papel de la red, y el papel de nuestro relato personal en una historia colectiva, se trata de recuperar lo político de lo “privado”. Leer a Gioconda Belli es romper con las imposiciones y cambiar los protagonistas. El pez rojo que nada en el pecho es darle el protagonismo a la emocionalidad, a nuestra condición de seres que sienten. Leer a Delphine de Vigan es resignificar la vulnerabilidad. Las gratitudes es entender la interdependencia, los vínculos intergeneracionales y las múltiples formas de cuidados. Y estos son solo unos pocos ejemplos de la cantidad de producción literaria que nos reamiga con la realidad que nos ha tocado vivir.

En Utopía no es una isla, Layla Martínez combate la idea de que “imaginar futuros peores nos ha quitado la capacidad de pensar en un porvenir mejor”. Se enfrenta a la idea de que las distopías muestran las ansiedades colectivas cuando el futuro se aleja del ideal de progreso, acoplándose así en el presente e imposibilitando la capacidad de cambio. Ser conscientes de la situación de emergencia ecosocial actual asusta, por eso es importante esta clase de libros que nos devuelven la capacidad de imaginar, recuperando proyectos utópicos pasados para guiarnos hacia un futuro en el que merezca la pena vivir.

Cada vez tenemos menos tiempo, y eso es una realidad. La emergencia climática está presente en todas las esferas sociales. La lucha por unas pensiones dignas es la reivindicación de la posibilidad de futuro. La pobreza energética es la evidencia de cómo toda opresión está atravesada por el género, la clase y la raza. La primavera desaparece, pero no con ella los brotes de acción colectiva. Los discursos colapsistas nos dan un golpe de realidad, nos obligan a enfrentarnos a la urgencia, a conectar con la rabia y movilizarnos.

Sin embargo, esta corriente parecería que se suma a la vorágine productivista de estar en continuo movimiento. Es una lucha a contracorriente, donde se debe dejar todo atrás por un bien común mayor. Y no todas las personas pueden permitírselo. Y es que, ¿quiénes pueden actuar sin esperanza? ¿Quiénes tienen herramientas para enfrentarse a un futuro hostil? ¿Y qué pasa cuándo simplemente no puedes, cuando se agotan las energías?

Relatar los elementos de la realidad que nos animan a construir otro futuro posible es esencial. En un contexto de incertidumbre podemos poner en valor aquello que queremos que se mantenga en el tiempo, y la construcción de narrativas alternativas tiene un importante papel para ello.

 


Sigue leyendo:

Download PDF

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

Download PDF

Título

Ir a Arriba