(La relegación de las) mujeres negras en el activismo negro

(La relegación de las) mujeres negras en el activismo negro

La colonización en las sociedades africanas ha supuesto, entre otras cosas, una subalternización de las mujeres influida por la masculinización de las sociedades europeas. En la actualidad, pocos hombres negro africanos se acercan a las preocupaciones de las mujeres.

19/04/2023

Ilustración: Lola Duchamp.

En los movimientos sociales y las asociaciones de la comunidad negro-africana y afrodescendiente en el mundo y, en concreto, en el Estado español se sigue produciendo una subalternización en la portavocía y en la agencia, así como una invisibilización del papel de las mujeres y de su contribución al colectivo mediante una carga de trabajo a menudo mayor que la de los hombres. Mujeres y colectivo LGTBIQA+ nos vemos en muchos de estos espacios, además, obligadas, por una especie de unión indisoluble, a quedar relegadas a un espacio secundario, exponiendo nuestras reivindicaciones en los eventos comunitarios en mesas especialmente diseñadas para nosotras, al margen de los grandes temas de los que se habla en los encuentros. Los varones cishetero negro africanos y afrodescendientes acaparan a menudo todo el protagonismo, cuando no hablan directamente por nosotras, sentándose en las grandes mesas y exponiendo y protagonizando los temas que nos conciernen a todas.

Pocos son los hombres negro africanos o afrodescendientes que se acercan con sinceridad a las preocupaciones de las mujeres y, aún menos, los que participan en los grupos de trabajo sobre afrofeminismos que se dan dentro de los colectivos o fuera de ellos, a pesar de ser uno de los temas centrales que deberían preocuparles. Sin embargo, es imposible avanzar en la lucha social sin contar con la voz de las mujeres que representamos más del 50 por ciento de la humanidad y, como decía Sankara, sostenemos “la otra mitad del cielo”.

La lucha por la consecución de la justicia social colectiva no puede llevarse a cabo sin poner en primer término la defensa incuestionable de los derechos de las mujeres, no obstante, las mujeres negras “políticamente conscientes” nos vemos, como decía Sankara, obligadas a “luchar en dos frentes a la vez” o contra dos ramas del mismo sistema de opresión: la genérica y la racial.

Si realizamos un análisis de los movimientos de reivindicación y lucha de la comunidad negro-africana y afrodescendiente, podemos darnos cuenta de que casi siempre han estado liderados por hombres, aunque no exclusivamente protagonizados por ellos, y que estos han tendido a acaparar los espacios, ignorando e invisibilizando la contribución de sus compañeras a la construcción y la consecución de los objetivos de dichos movimientos y relegando la lucha feminista siempre por detrás de la idea principal del movimiento en cuestión, como si ambas cosas no fuesen indisolublemente unidas en aras de construir un mundo más equitativo y justo para todas.

Sobre esta relegación o, más bien, postergación sine die de la lucha por los derechos de las mujeres afro, nos habla Nogay Ndiaye, afrocatalana y diputada por la CUP en el Parlament catalán: “La mayoría de asociaciones de la comunidad negro africana y afrodescendiente no tienen bien situada la conciencia feminista, de forma que se repiten los roles de género” que se dan en el resto de la sociedad. “Suelen ser las mujeres las que hacen la faena y los hombres quienes ocupan el espacio y se llevan el reconocimiento y son las caras visibles. Los hombres tienen la idea de que no puede ser que les pase por delante una mujer o que una mujer tenga más responsabilidad, peso y relevancia que ellos”, explica. Y añade que en estos espacios “las decisiones nunca se toman en clave feminista”, sino que “se priorizan siempre aquellos aspectos que benefician a los hombres sin tener en cuenta la perspectiva y la realidad de las mujeres, si los problemas de las mujeres están también contemplados o cómo afectan las decisiones que se toman o la agenda que llevamos las mujeres afro”.

De forma similar se expresa Kemit Diédhiou, senegalesa residente desde hace años en Madrid y trabajadora de ACNUR: “A menudo en la comunidad negro africana y afrodescendiente se organizan actos o seminarios que duran varios días y luego hay un espacio para las mujeres, pero yo siempre digo que no estoy aquí para hablar de las mujeres, sino de todo el mundo”. Sobre la misma idea, Ndiaye añade que en demasiadas ocasiones “se da el error de que se nos encaja a las mujeres en los espacios de feminismo”. “Estoy de acuerdo con que esos espacios estén formados por mujeres, pero no exclusivamente por ellas”, añade.

Para Melibea Obono, escritora y activista por los derechos LGTIBQ en Guinea Ecuatorial, país fuertemente ligado al Estado español por sus lazos coloniales, “los problemas que preocupan a las mujeres negras no están en la agenda de la sociedad civil ni en la agenda política” y es por eso que “muchas mujeres crean estructuras propias para poder canalizar sus reivindicaciones”. Por esta razón, muchas veces se da un “feminismo de asiento”, más preocupado por las cuotas que por el cambio real. “Hay que empezar a trabajar contra el patriarcado”, añade, pues “lo que se consigue tiene más que ver con la iniciativa de las mujeres que con la voluntad de que las cosas cambien”.

Parece, sin embargo, que para las nuevas generaciones algunas cosas sí están cambiando. Es el caso de Kwanzaa, la asociación afrodescendiente universitaria de la Universidad Complutense, en la que los tres cargos de su junta directiva están ocupados por mujeres. Tatiana Ndombasi Bokuy, vicepresidenta de la asociación, cree que, desde su perspectiva universitaria y de lo que ha vivido en estos años en Kwanzaa, “se está haciendo cada vez una mayor interconexión entre feminismo y antirracismo”. En su opinión ambos aspectos “van de la mano y esa lucha tiene que ser en una misma dirección”. Para ella “sí que está cambiando algo con referentes como el colectivo afrofeminista Afrocolectivx, quienes están dejando ver que una cosa sin la otra carece de sentido y que los afrofeminismos son totalmente necesarios para poder entender nuestra realidad de mujeres negras y afrodescendientes”. Cree también que “en lo nuevo que está surgiendo dentro de la comunidad afro sí se está teniendo en cuenta la perspectiva afrofeminista, ya que la gente está empezando a asimilar esa unión y ese tipo de discursos”.

No en vano, la inclusión plena de las mujeres negro africanas y afrodescendientes en los espacios asociativos mixtos es fundamental para todas ellas. Diédhiou afirma que lo que las mujeres podríamos aportar a dichos espacios “es pluralidad, y quien dice pluralidad dice riqueza. Otra manera de abordar las situaciones y de resolver los conflictos”. De similar manera se pronuncia Ndombasi, quien afirma que, “aparte de lo evidente, como la formación y los diferentes saberes, tener un punto de vista femenino es importante para que las perspectivas femeninas y feministas se cuenten no desde otros parámetros sino desde los propios”.

“En el contexto de Guinea Ecuatorial, al igual que en España, las mujeres no están en igualdad de condiciones ni en cuanto al asociacionismo ni en cuanto a nada, aquí no hay igualdad en cuanto a nada”, dice Obono. Y añade que “algunos problemas que han sido históricamente como propios de mujeres, están transitando del espacio privado hacia las instituciones públicas porque las mujeres se están organizando y ahora están siendo consolidados como problemas que tienen que ser resueltos por los poderes públicos”.

Esto no ha sido siempre así en las sociedades africanas, que se han visto fuertemente influenciadas por la colonización. Para Diédhiou, la subalternización de las mujeres africanas llega con el colonialismo: “En África las sociedades tradicionales están basadas en el diálogo y en el reparto equitativo del trabajo, había imperios en los que las mujeres no tenían que luchar para participar”. Todo este detrimento de los derechos femeninos se ha producido con y por la colonización, explica, “ya que las sociedades europeas han sido tradicionalmente muy masculinas y la colonización, que no puede ser por naturaleza pacífica, ha impuesto sus modelos”. Esto ha derivado en que “fuese mal visto que las mujeres ocuparan puestos de responsabilidad o el espacio público, ya que en las sociedades europeas las mujeres no tenían voz ni voto, ni propiedades y no podían tampoco firmar contratos”. Como referente femenina en Senegal, en todo el continente y para toda la diáspora señala a Aline Sitoé Diatta, “una heroína contra la colonización francesa en Senegal”. De ella destaca que “su lucha era muy espiritual”, hasta el punto de que manifestó haber tenido “una revelación por la que decidió enfrentarse al poder colonial”. Trabajadora en el espacio doméstico, decidió regresar a Casamance para enfrentarse al poder colonial francés y terminó siendo asesinada a los 26 años. A menudo retratada con los pechos al aire y fumando su larga pipa, supone un ejemplo del protagonismo de las mujeres en las luchas que incumben a toda la población y mejoran la vida de toda ella.

Para Ndombasi “es fundamental que haya presencia femenina en los espacios, ya no solo para mí, afrodescendiente nacida en España, sino para mujeres migradas de fuera del Estado, ya que puede ser algo muy potente y a la vez necesario como medio de institucionalización de sus preocupaciones y de asociación entre las mismas para crear un tejido de red importante”.

Recuperar estos referentes de mujeres negras a menudo invisibilizadas es necesario pues supone el reconocimiento de la enorme aportación femenina a todas las luchas por la consecución de los derechos humanos, así como el fuerte e imprescindible protagonismo de las mismas en la construcción de un mundo mejor, que no puede darse si no va de la mano del afrofeminismo. Como dice Obono “yo lo que veo son mujeres que luchan todos los días para seguir adelante”.


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