No me da la gana ser madre
En las últimas semanas dos señores se han hecho eco de la baja natalidad en el Reino de España. Uno exigió a las mujeres parir de dos en dos; el otro dijo, en el telediario ni más ni menos, que ponemos excusas para no reproducirnos. Aquí van las mías.
La escena era vergonzosa, pero no era nueva. Un señor echándonos la bronca a las mujeres porque deberíamos tener una media de dos criaturas y no estamos cumpliendo. Ramón Tamames nos reñía en la moción de censura y Yolanda Díaz le respondía que solo se acordaba de nosotras, las mujeres, para exigirnos parir más.
La escena no es única, digo, porque a las payas, en nuestro Reino de España al menos, siempre se nos ha dicho que no teníamos que abortar; y a las gitanas se les dice que tienen que controlar su exceso de prole, como recordaba Silvia Agüero el pasado viernes 14 de abril en una de las mesas del Encuentro de Literatura Queer, organizado por la librería Mary Read en Madrid.
La escena no es única porque, el otro día, en el telediario de Antena 3, el más visto del Reino según Vertele, el presentador se tomaba la libertad de repetirlo: “España, país de viejOs porque no tenemos niñOs”. “Los datos son difíciles de creer -continuaba-, en tres de cada diez hospitales solo se atiende un parto al día”. “A este paso se cierran maternidades; a este paso sobran pediatras, a este paso qué país más triste se dibuja en el horizonte”, amenazaba.
Manu Sánchez, el presentador, aludía a algunas de las razones ya conocidas para no tener criaturas, y por tener entendía parir, supongo. Comprar -al margen de la postura ideológica- no está al alcance de todo el mundo y adoptar es complicado. Así que entre los problemas para tener hijas, señalaba la falta de trabajo y el difícil acceso a una vivienda digna. Pero sembraba la duda: “¿Es eso siempre así, en todos los casos? ¿O en muchos también son excusas?”.
¡Ajá! ¡Ahí está, malditas! ¡La sospecha! ¡Sois unas flojas! El señor en cuestión hablaba en masculino, pero intuyo que era genérico, o mejor, eufemístico, porque cuando hablaba de tener, hablaba de parir y criar, y no creo que estuviera pensando en hombres trans, la verdad.
Reconocía Manu que a todOs nos ha pasado. Lo de sentir vértigo porque traer un hijO al mundo es más gasto, más sufrimiento, más obligaciones… Lo básico, vaya. “Si te lo piensas, no lo haces”, señalaba. Y pedía un “punto de locura” para animarse. Supongo que se refería a la acepción de locura como acto irreflexivo, porque a las diagnosticadas como locas les controlan lo de la concepción para que no se pasen.
Quizá el editorial de Manu no iba por ahí pero, en general, esta crítica es para las blancas flojeras. A la derecha no le interesa el proletariado racializado que ya existe. Se da la paradoja, además, de que al mismo tiempo que se “alerta” de la “invasión” de menores no acompañados, se pone el grito en el cielo por ser un país envejecido. Al Reino le interesa que las señoras blancas -ordenadas y de bien- tengan dos criaturas por cabeza, la parejita, de lunes a viernes y sin gritar. Y la que pueda, que lo compre, que así es todo más limpio, más civilizado, más de mover el dinero, que si no pierde valor. Progreso no progresista, que ya está bien, que la izquierda usa el término proletariado por nostalgia, porque no se reproduce a un ritmo a la altura del nombre.
Y así, el Reino va perdiendo súbditos y la teoría del reemplazo, ganando adeptos. Esa teoría que dice que las personas musulmanas tienen un plan maquiavélico de invasión por repoblación. Que se están reproduciendo a un ritmo mayor que las cristianas blancas y nos van a conquistar. Y nos van a imponer el velo. Y nos van a obligar a compartir a nuestros maridos polígamos con otras mujeres. Y el libro profético del facha de Michel Houellebecq, Sumisión, se hará realidad porque las mujeres feministaswokeprogres no estamos cumpliendo. Y nos vamos a enterar. Por poner excusas. Por flojas. Porque llevamos siglos de lucha y todavía aguantamos a la Iglesia metiendo mano en el Estado, en la educación y en las criaturas, pero nuestro problema está en el futuro, en la invasión migrante en general y la islámica en particular.
Como mala mujer que soy, os voy a contar mis excusas, más allá de la necesidad de tener un trabajo o una vivienda digna, para no ser madre:
No quiero reproducirme porque somos mucha gente en el mundo. No considero que lo triste sea tener un país de viejos, sino una mente tan limitada como para no saber mirar más allá de las líneas de un mapa o no poder contar más allá de las personas que están regularizadas. No quiero contribuir a traer personas nuevas al mundo mientras muchas de las que ya están en él son declaradas ilegales o no pueden vivir en condiciones dignas. No quiero tener ese puntito de irreflexión porque, dado que ya somos suficientes, creo que tener criaturas tiene que ser un acto pensado. Que así estamos luego como estamos, criadas por padres ausentes y madres exhaustas, o recibiendo el afecto de niñeras contratadas que juegan con nosotras mientras, en muchos casos, sus criaturas las echan de menos. Es más, no quiero tener criaturas porque el Estado de este Reino es un padre ausente, en el mejor de los casos, que ignora a sus menores dejándolos en centros de acogida con madres exhaustas, es decir, trabajadoras sociales, formadores, psicólogas, etcétera, sin recursos suficientes para antenderles como es debido. En el peor de los casos maltrata y asesina a la gente a la que debería proteger. No quiero ser madre porque no quiero hacerlo sola, y vivimos en un mundo tan individualista que, si no tengo pareja, es complicado criar en comunidad y, de nuevo, lo público no pone los recursos suficientes para la crianza. No me da la gana ser madre porque, como consecuencia de lo anterior, quiero dedicar mis esfuerzos a ser la tía absoluta de mis sobris y de las criaturas de mis amigas. Sobre todo de las que crían solas, es decir, las heteras.
Porque si muchas mujeres heteras no están pariendo, no es solo por no tener una casa o por trabajar muchas horas en empleos mal pagados, que también. Es porque no se fían de vosotros, señores. No conozco a ni una sola mujer hetera y madre que cuente con un padre a la altura de la crianza. Los hay más majos -que normalmente son los que trabajan menos horas que ellas y no tienen dinero para contratar a una niñera- pero, en general, consideran que criar es opcional. Saben que siempre pueden decir: “Al final no puedo hacer esto” y la madre responderá. Algunos no han limpiado el baño en su vida. Algunos no saben poner la lavadora. Los mejores todavía dicen que ellos “ayudan en casa”. Y no hablemos de la carga mental.
Así que, dichas mis excusas, os paso la pelota a los señores heteros, desde Ramón Tamames a Manu Sánchez, pasando por cualquier señor de izquierdas que se dice proletario hasta la Administración: si queréis repoblar el Reino, haceos responsables de una vez, porque no nos fiamos de vosotros. Y si un día me da la gana de ser madre, lo seré sin pudor y con alegría, pero con incoherencia.
Leer más: