Chabolismo en Bilbao
A finales de los años 50 el 10 por ciento de la población bilbaína vivía en chabolas. 26.000 personas. El libro 'Este barrio de barro, una historia de chabolismo en Bilbao', de Iñigo López Simón, recupera esta parte de la historia del siglo XX.
Hace alrededor de un año me prometí a mí misma que dejaría de ser estríper emocional y que no iba a compartir mi vida más. Por lo visto era mentira. Resulta que no he podido evitar volver por estos lares a contaros que me acabo de leer un libro que me ha revuelto cabeza, tripa y todo lo revolvible. Por el amor de diosa, ¡es que esta maravilla es para todos los públicos! Da igual si llevas en estas tierras desde que Anbotoko Mari empezó a gatear o si eres una euskal maketa como la copa de un pino. Este texto es estupendo para todo el mundo. Si tu familia migró hace años, esto te interesa. Si tu familia ha migrado ahora, esto es para ti también. Si te interesa la Historia no oficial o si te intrigan tanto como a mí los temas que el Excelentísimo Ayuntamiento de Bilbao intenta esconder, quédate conmigo. Seas quien seas, no puedes dejar pasar por alto esta oportunidad, porque ESTE es tu libro. Ready!?
Domingo por la tarde. Mientras escucho de fondo el maldito programa adictivo de los gemelos que reforman casas, deslizo con ansia el dedo hacia abajo por la pantalla del teléfono en busca de alguna noticia interesante. De repente una cara conocida: ¿ese no será el chico aquel que conocí en las colonias con 12 años, no? Pincho el enlace de Berria y ahí me encuentro al Iñigo López Simón de Briñas del verano de 1996. Parece que ha hecho un pacto con el diablo y está exactamente igual. Me leo la noticia entera y descubro que ha escrito un libro. ¡AJÁ! ¡Eso es justamente lo que necesito! Tengo en casa 039439329 libros sin leer, pero ¿por qué no sumar uno más a la lista?
Meto en Google los datos del autor y por casualidad veo que ha escrito un segundo libro. La versión en euskera es de Elkar, de 2021, Bilboko etxola batean. La versión en castellano acaba de salir del horno, es de 2023 y se titula Este barrio de barro, una historia de chabolismo en Bilbao. El tema parece interesante. Veo un vídeo que hay por ahí y se lo mando a mis amigas. ¡¿QUÉ?! ¿¿Que aproximadamente 10 por ciento de la población de Bilbao vivía en chabolas?? WHAAAT!!?? ¿¿¿Que a finales de los años 50, estamos hablando de la friolera de 26.000 habitantes??? Me deja patidifusa que las instituciones pasen de la memoria histórica y escondan temas relacionados con miles de personas. “Tengo que comprarme este libro sin falta”, murmuro.
Jueves. Ha sido una semana peculiar. ¿Cuál no? Como con mi amiga Cris y a las siete tengo preparación al parto. Me sobra hora y media, así que en vez de subir a casa a estar con las perritas decido ir a Elkar del Casco Viejo y echar un vistazo. Le pregunto a la chica de la entrada por el libro Este barrio de barro, una historia de chabolismo en Bilbao, lo busca en el ordenador y va hacia la balda. Yo la sigo de cerca con pasos cortos pero rápidos. Emoción. Ahí está el libro, mirándome. Ya tengo delante de mí la obsesión de este mes, estiro los brazos y lo cojo como si fuera un bebé recién nacido. Pago, y voy a la biblioteca de Bidebarrieta a leer. Estoy nerviosa.
El escritor Iñigo López Simón nació en el año 1984 en Basauri, y además de ser Doctor en ello, es profesor de Historia de educación secundaria. Sus temas de investigación son la marginalidad ciudadana y la delincuencia juvenil.
No voy a hacer spoilers, pero tengo que decirte que te vas a quedar estupefacta con este pedazo de libro. No vas a poder pasar por alto la tremenda investigación que ha llevado a cabo el autor, y lo bonito es que por mucho que haya investigado, López Simón no solo da datos y números, como suele ser habitual en estos casos. Amo leer ensayos, porque me suelen dar tranquilidad, pero repito por el megáfono: esto no es un ensayo cualquiera. Lo que tengo entre manos es una biografía colectiva, una pseudo narración costumbrista que además a su vez es un ensayo crítico desbordante de ternura. De verdad que se trata de algo muy especial. Además, a veces, en los momentos más sutilmente críticos, vas a toparte con lo que me atrevo a decir que son comentarios jocosos y un humor mordaz que no da puntada sin hilo, haciendo el contenido más sugerente si cabe. Esta genialidad es un trabajo hecho con muchísimo mimo: una respetuosa descripción de la realidad con información objetiva, y es de agradecer que además cuente con testimonios de personas que vivieron la realidad de aquellas chabolas.
Si eres lectora de Pikara Magazine, no te cuento nada nuevo y ya sabes que los libros que tratan la Historia hegemónica sin etiquetas hablan sobre Historia MASCULINA BLANCA. A menudo, por desgracia, en los libros sobre Historia no oficial también suelen darse las mismas dinámicas. Es decir, que aún siendo el relato de la gente que vivía en los márgenes, generalmente el protagonismo suele ser para hombres blancos. Ha sido una bonita sorpresa ver que Iñigo Simón trabaja con otros códigos, creando capítulos fabulosos sobre población gitana en las chabolas o mujeres chabolistas. No faltan las referencias a mujeres solteras, esposas, viudas y trabajadoras sexuales. Es de agradecer también que el reflejo de estos barrios no haya caído en la romantización, y por lo tanto ponga sobre la mesa algo tan recurrente como la violencia.
“Chata, ¿pero qué tiene esto que ver con tu vida personal?”, os preguntaréis. Yo soy una euskal-maketa de los pies a la cabeza, y aunque mi madre y mi padre nacieron en Bilbao, mis abuelas y abuelos son migrantes de otros lugares del Estado. Lo que os cuento a continuación para mí ha sido un antes y un después.
El libro se lee muy fácilmente, y lo que cuenta te cautiva tanto que no vas a poder parar hasta terminarlo todo. A mí al menos eso es lo que me pasó. Lo curioso era que mientras pasaba páginas, las descripciones tan vívidas, me recordaban a historias que había escuchado a mi abuela y a mi madre. Desde que leí el título pensé que este tema me apelaba a mí personalmente, pero no sabía entonces cómo ni cuánto. Mientras leía en Bidebarrieta, tuve el impulso de salir al pasillo y llamar a mi madre con una corazonada: “Ama, cómo era la casa que construyeron Amama Laura y Aitite Castor cuando migraron de Galicia a la calle Irusta?”. Mi madre, al otro lado del teléfono, me describía la casa. De repente ya no era una casa. (Redoble de tambores). Era una CASITA. (Música de misterio tenso). Cualquiera que me conozca sabe que soy la persona que más preguntas hago del mundo. Así que ahí que empecé: “Ama, dime la verdad: amama, aitite, la tía Carolina y tú vivíais en una chabola?”. Mi madre respondiendo con un rotundo no, como si ya estuviera yo con mis perogrulladas. La buena mujer matiza lo siguiente: “A ver, las chabolas están hechas de cartón y plásticos y nuestra casita era de piedra”. Afortunadamente, como me he leído el libro de Iñigo López Simón, sé que esto no es verdad, porque había chabolas de ladrillo, piedra y bloques. Así que vuelvo a la carga: “Vale, bueno, pues tú vivías en una casita. Pero, ¿tu casita estaba construida en un poblado chabolista? ¿La gente de alrededor vivía en chabolas sin agua potable y luz?”. Mi madre se queda callada y solo murmura algo tipo: “Algo así”. Yo flipando. “Vale, ama, a ver, por dios: ¿tú no eras chabolista, pero el resto de la gente de alrededor sí lo era?”. La buena mujer murmura otro: “Algo así”. Yo no daba crédito. Ojos como platos. Como comprenderéis, la catarsis que viví a partir de este momento no tiene nombre. Colgué y llamé a mi padre, haciéndole las mismas preguntas que a mi madre, pero en relación a mi amama Bego y aitite Emiliano en el barrio de Olabeaga, porque me dio una corazonada y yo ya estaba en modo Rex un policía diferente. ¿Qué me dice mi padre? Lo mismo pero bastante más desarrollado.
Vamos, que así a grandes rasgos, de la noche a la mañana, me entero de que soy nieta e hija de chabolistas. Que toda mi familia ha vivido en chabolas sin agua ni electricidad. ¿Cómo te quedas? Yo evidentemente, como soy un poco intensa entré en un estado de shock rarísimo, con llanto y aspavientos. Súmale a esto estar embarazada a mes y medio de parir. Todo normal. La gente de la biblioteca pensaría que había una cámara oculta. Pero es que ¡¡¡¡¡MADRE DEL AMOR HERMOSO!!!!! A ver. Que vale que siempre digo que mi vida es una película de Multicine de Antena Tres. Pero esta ya es demasiado hasta para mí. ¿¿Cómo es posible que, con 38 años, un chaval que estuvo conmigo en las colonias cuando tenía 12 escriba un libro que me cuente de qué va mi Historia familiar?? Pues así. Tal cual. Yo de esto no tenía ni la más remota idea.
El autor explica esto en su obra con mucha franqueza: hay dos formas de afrontar el pasado para quienes habitaron estos barrios chabolistas. Por una parte hay quienes vivieron esta fase de sus vidas con un orgullo mayúsculo, porque en las peores condiciones posibles ven como algo fascinantemente positivo haber sido capaces de crear redes vecinales donde el apoyo mutuo era la norma. Escribo esto y me emociono. Por otro lado, desgraciadamente, también está la otra cara de la moneda, y no podemos obviar que hay habitantes de las chabolas que sienten vergüenza de haberlo hecho. Mi familia es de este grupo, por lo visto, y de ahí el secretismo. Por supuesto, ¡¡SoLO FALTABA!! Digo esto sin un ápice de juicio y con toda la comprensión. Después de haber hablado con mi amama Bego del tema, que hoy tiene 92 años, se ve claramente que haber vivido en una habitación de chabola compartida que ni siquiera era de su propiedad no era su sueño con 24 años.
Ella vino a Bilbao a servir con 16 años, y cuando se casó con mi abuelo, esta habitación era lo único que podían permitirse. Cuando le preguntas, mi abuela recuerda con rabia y sufrimiento aquella época vital, en la que lavaba en un arroyo o cogía las sobras de carbón que caía a las vías del tren para calentar la minúscula habitación sin apenas muebles, donde dormía mi padre que no tenía ni un año cumplido. Mi abuela evidentemente después de haber estado sirviendo en casas de ricos, no entendía por qué demonios tenían que vivir ella y sus vecinas y vecinos en esas condiciones. Comprensible que no lo entendiera y que sienta toda la rabia del mundo. Porque no es justo. Por lo visto mi familia nunca habló del tema y quiso olvidar esta etapa vital. Y yo, no sé por qué, de repente siento algo que jamás había sentido: un orgullo máximo. De repente entiendo miles de cosas que no tenían ni pies ni cabeza, entre ellas, la austeridad extrema con la que viven todxs ellxs. Podría hablar largo y tendido de este tema, pero quizás lo deje para otro artículo.
Todavía sigo en medio-shock. Me queda mucho por reflexionar sobre el tema. Muchas gracias a Elkar y a Txalaparta, pero sobre todo MUCHÍSIMAS GRACIAS a Iñigo López Simón, por hacerme un regalo tan valioso como este. Mi familia ha vivido con pudor su época chabolista, pero yo no me puedo sentir más orgullosa, porque además, con esta información y mucha mucha terapia antes de dar a luz, creo que he sido capaz de cerrar el círculo y comprender todo lo comprendible.
Mil millones de gracias por este libro. Toda mi gratitud a quienes sacáis a la luz la Historia silenciada. Sois gente muy necesaria. GRACIAS.
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