¿Cuáles son tus traumas infantiles con el cine? La muerte de Bambi, la historia de Pinocho, Dumbo… Eso son traumas y no que una de las protagonistas de Frozen pueda ser bollera: “Si Frozen es lesbiana la niña va a querer el vestidito y la amiguita“, dijo Alicia Rubio, de Vox. Qué fuerte que la gente se rasgue las vestiduras porque la protagonista de Frozen pudiera ser lesbiana, pero no cuando el príncipe besa a Blancanieves, que está muerta. “Sí, Blancanieves tiene el top, se baja del caballo en el funeral, nadie pregunta quién es, besa al cadáver y nadie dice nada”, cuenta Bake.

Lo que para unos es ser una cuota, para otras es formar parte de la narrativa del mundo. Y las bolleras no hemos sido, precisamente, representadas en el cine de una forma amigable. El cine crea referentes, “es la gasolina de nuestra imaginación, para bien o para mal”, dice Bake.

Si siempre acabamos muertas, si las chicas de tu historia están juntas hasta que llega un tío y se hacen un trío, no estás siendo muy fiel a nuestra realidad. Cuestionarnos y analizar cómo somos representadas es, por todo esto, importante. Por ejemplo, Pedro Almodóvar, recuerda Terci, “es el máximo exponente la integración LGTBIQ+ en España”. Eso sí, siempre ha abierto camino la homosexualidad masculina, las bolleras hemos estado invisibilizadas. “Lo que más mola de The L world es que no te están contando un universo heterosexual donde entra con calzador el universo lésbico, sino al revés”, cuenta Bake. En la mayoría de series, la mirada ha sido heterosexual y la bollera o el marica de turno son una pincelada de la historia, una nota de color a la que le pasan cosas. Y una duda: ¿lo de que las lesbianas sean normativas en pantalla es para romper con el cliché de la bollera masculina o es para que se divierta el hetero de turno que mira? ¿Quién hace las historias? De esto hablamos en este programa. De que somos más que un aderezo o una cuota. De nuestras narrativas, de cómo nos representan y representamos. De cuáles son los referentes que necesitamos.

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